Haz click aquí para copiar la URL
España España · Illescas
Críticas de Azetazinco
<< 1 2
Críticas 7
Críticas ordenadas por utilidad
7
21 de noviembre de 2009
9 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me preocupa que se instaure en el cine de terror un nuevo estilo con cámaras caseras y actores amateurs. Pelis con poca pasta, pocos recursos, pocos efectos especiales, y mucha sensación de terror e intriga. Y aunque muchos no los consideren productos cinematográficos, quiero explicar por qué no me preocupa... ¿Quien puñetas prefiere el refrito de refrito de refrito a una película en la que el terror no venga precedido de sustos absolutamente predefinidos?. "Somos ways y vamos a la moda de meter sustos porque eso da mucha pasta...", piensan miles y miles hoy en día. Tipos que tiran el cine a un montón de fango en busca de restos de cerebro que aporten la paga de los domingos a sus pseudo-películas. Recuerdo como eran las pelis de terror de antes: Psicosis. La Semilla del Diablo. La matanza de Texas. El Exorcista. El Resplandor... son las grandes pero también las había pequeñas. Sensación de ansiedad constante. Tensión en cada fotograma. Los sustos eran algo secundario. El espectador era lo primario, y lo que él sentía. Sudor. Mi culo pegado al sillón. No como palomitas, porque me interesa más la peli que las palomitas. Eso ya no existe. El terror se ha convertido (salvo contadas excepciones ojo) en una colección de sustos y efectos especiales para enganchar a un espectador despreocupado en la historia. Despreocupado en el cine, porque no encuentra ni un atisbo de él en esas "obras" de hoy en día (¿Scream?, ¿Se lo que hicísteis el útlimo verano?, ¿La Maldición?, por nombrar algunos "clásicos contemporáneos"). ¿Que le pasa al cine?. No me cabe duda de que el terror actual corre por terrenos pantanosos. Voy al cine más cercano a mi casa y veo siempre la misma mierda de encefalograma plano con envoltorio sangriento. Algunos nos preguntamos que está pasando. Entonces llegan las respuestas... las soluciones... las ideas... con cuentagotas eso sí. "El proyecto de la bruja de Blair" fue una de ellas. Pero sólo fue la primera...
Azetazinco
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
8
5 de septiembre de 2017
3 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿Es futuro o es pasado? Quizá algunos 'haters' tengan razón en este momento y el fuego ya no camine tanto entre nosotros. O quizá no, y hayamos asistido a una genialidad televisiva sin precedentes. Después de 18 inquietantes capítulos, el regreso de Twin Peaks 25 años después, concluyó en la pasada madrugada del domingo al lunes, dejándonos un poso a los más lynchianos (entre los que por supuesto me incluyo) absolutamente perturbador, pero dudosamente genial.

El regalo de David Lynch que quizá no todos esperaban así.
David Lynch vuelve a jugar con nosotros desde el trono de la incoherencia, donde es el rey absoluto. Reconozcámoslo, nos ha manejado a su antojo en estos 18 episodios, y a algunos les habrá gustado más que a otros formar parte de esta hipnosis del desconcierto... de este exorcismo de doppelgängers dónde nadie sabe quién es quién.

Soy capaz de admitir que cuando Lynch unió sus fuerzas con Showtime y anunciaron esta 3ª temporada de Twin Peaks, jamás imaginé que vería algo así. Fan incondicional de la 1ª temporada sería quedarme corto, aunque la 2ª bajó el nivel para todos, queda claro que aquello significó un antes y un después en la historia de la TV. Quizá ese eslogan maldito de "¿Quien mató a Laura Palmer?" tuvo mucho que ver. Quizá la música de Badalamenti en una pieza central absolutamente reconocible y maravillosa también.

Pero este regreso es capaz de dejarte francamente descolocado y con ganas de encontrar muchas respuestas, aunque paradójicamente, ese es el gran error que puede cometer uno mismo al ver algo verdaderamente lynchiano: buscar respuestas a preguntas. David Lynch no te contestará a demasiadas cosas, y en el regreso de Twin Peaks tampoco nos ha contestado.

El nuevo contexto.
Los sueños de Cooper y su invitación a darnos un paseo con él por la logia negra, han dejado paso a arrebatadores momentos sobrenaturales que resolvían ciertas tramas a su manera. ¿Error o acierto?

Yo no puedo negar cierta sensación de decepción ante esto con la serie. Sobre todo, ante esto. La transgresión de la obra puede seguir siendo infinita si el tiempo se lo permite. Qué decir de la ambientación. Realmente, si empaquetamos los ambientes más oscuros de Mulholland Drive o Inland Empire, jamás obtendremos ni la mitad de tenebrosidad que en Twin Peaks. En ese sentido, Lynch ha ido mucho más allá (y también Badalamenti y su música absolutamente cruda y sombría).

El entorno sigue siendo incomparable. Los actores han rayado a un gran nivel la mayoría, pero muchos te dejan un sabor en la boca raro, como si hubiesen formado parte de un carrusel de escenas con muy poca sensibilidad, incluso a veces forzadísima, que convergían en capítulos extrañamente construidos y sin un objetivo demasiado definido ni claro.

El magnetismo final de la obra quizá acabe compensándolo todo con el tiempo.
David Lynch, a sus 71 años, poco más podrá hacer en el mundo del cine y la TV. Pocos registros más podrá añadir a su obra, que cualquier admirador del surrealismo cinematográfico que se precie podrá calificar de majestuosa. Muchos nos preguntamos como narices convenció a Showtime para escribir, rodar y emitir un capítulo como el 8º en horario prime time. Lynch ha traspasado fronteras posiblemente nunca antes vistas, y su extraordinario magnetismo le sirve una vez más para desmarcarse de lo convencional, apostando por expresar sus delirios como nunca, de aprovechar el folio en blanco que Showtime le ha dado esta vez, con una frase en la parte inferior que rezaba eso de: "Hazme lo que quieras".

En estos 25 años muchos hemos deseado sentir algo así, si a Lynch se le ocurría volver a Twin Peaks, pero en este momento creo que sólo el tiempo y a lo mejor un revisionado completo podrán poner esas sensaciones en un estado de genialidad y agudeza, y no tanto en uno de ombliguismo, falta de sutilidad, frialdad y hastío.

El regusto es agridulce, sin duda, quizá más dulce que amargo, pues Lynch ha diseccionado la obra como una película de casi 18 horas controlando absolutamente hasta el último ruido que se salía de nuestra pantalla. Recordaremos grandes momentos para siempre en esta pieza críptica y alucinada de un genio, que desatado en su poder ha decidido por sí mismo "que se le vaya de las manos", y nos ha otorgado un nuevo lenguaje audiovisual para la televisión, capaz de desconcertarnos más que nunca. Quizá como punto final a su obra y su vida. O tal vez no. En ese caso, no me quedará más remedio que volver a formar parte de su exorcismo.
Azetazinco
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow