Película muy distinta a Take Shelter en su argumento, pero no tanto en su personalidad y en su estilo. Me he vuelto a encontrar con algunas de las sensaciones del anterior trabajo de Jeff Nichols como quien se encuentra con un viejo gran amigo, y eso me ha gustado. Estaba bastante cambiado, pero en el fondo parecía ser él. Después de un mal día, le abracé y le invité a pasar para que me hiciera olvidar; y como buen amigo, me reconfortó, me contó cosas desde otro punto de vista y me hizo sentir más optimista.

Jeff Nichols tiene pinta de ser uno de esos amigos íntegros que no cambian a pesar de las tentaciones egoístas de hacerlo, y que siempre será reconocible en el futuro. Director de los clasificables como "humanos", entre los que me atrevería a incluir también por ejemplo a Alexander Payne. Creo que es extremadamente difícil plasmar la complejidad de la sensibilidad humana, y por ello la gran mayoría de directores rehúsan intentarlo huyendo despavoridos como si les fuera la vida en ello. Por esto, quienes se atreven y además lo consiguen con creces, merecen todo mi respeto.

Amo este tipo de cine no porque me haga olvidar que estoy viendo ficción, sino porque no es ficción.

De hecho es realidad.

Detrás de las caretas de las personas que uno ve en su día a día, se encuentra este tipo de personajes. El chaval que sale del instituto creyendo que la vida ha sido creada exclusivamente para ser puesta a sus pies y a los de su felicidad, y que aún no conoce que le asaltará pistola en mano en callejones oscuros con más frecuencia de la deseada. O el hombre que ama con locura a una mujer, centrando su mundo en ella y volviendo a rescatar la fe en el amor propia de cuando tenía la edad del chico que ve salir del instituto desde su ventana.

Éste es el cine que me gusta, porque es el que pertenece a mi especie. El puramente comercial, pertenece a los borregos que van en masa a donde les dictan. Yo prefiero ser un ser humano.

Hay que decir que la película ya está acotada de por sí por lo limitado de su guión y desarrollo. Cosa que, por otra parte, es entendible teniendo en cuenta su bajo presupuesto.

Asumiendo esto, la película casi siempre consigue su objetivo: agobiar y desconcertar. Sin alardes, sí, pero al menos es madura y no trata de incluir cosas con calzador por el hecho de que quedan resultonas para el espectador "casual", cosa bastante común en el género.

¿Se hace algo pesada y claustrofóbica (en el sentido pedante de la palabra)? Pues es posible, pero teniendo en cuenta el tipo de película que es, puede ser incluso una virtud.

Que no va a ser la película favorita de ninguna de las 7.000 millones de personas del planeta es evidente, pero como experiencia es moderadamente satisfactoria.

La opresión social flota por las calles cubierta con una capa. Un ser omnipresente vaga por una existencia en blanco y negro, casi de otra época, juzgando nuestra capacidad para reprimir nuestros instintos primarios. Mientras, en la juventud afloran las inquietudes inherentes en ella. Experimentación, descubrimiento de nuevas sensaciones, impulsos para saciar nuestro Ello freudiano.
Somos libres, pensamos.

Entretanto, una chica sin nombre (pongámosle uno al azar: Lalá), descubre que es capaz de amar a aquél que tiene un fondo humilde, otorgándole la inestimable recompensa de no arrebatarle la existencia. De paso, otorga también una vida de plena paz interior a aquél que crea ciegamente en su juicio.

Todo ello mientras un gato mira, pareciendo juzgar también para sí. Nadie sabrá, hasta el día inevitable, si el juicio de un irrelevante gato era tan válido como el de Lalá.

Juega contigo, te hace vulnerable hacia ella. Te engaña, te hace creer adrede que no es una gran película, para decirte posteriormente que eres el mejor espectador del mundo por haber elegido esa sala. Te hace querer emocionarte, sin conseguirlo. Y te hace emocionarte cuando te hace creer que no quiere conseguirlo.

Amor odio. Pero es tan buena, que el odio queda a un lado. Y hablando de la película, también es buena.

Si piensas en los ingredientes perfectos para un tema tan manido como el Holocausto, probablemente dos de los primeros que te vendrán a la cabeza serán dureza y emotividad. Leyendo críticas sobre la película veo que se destaca eso, pero a mí ni me ha parecido emotiva, ni me ha parecido dura (para lo que podría haber sido). Lo meritorio es que evita recurrir a lo evidente y consigue dejar un gran poso sin acudir a ello, limitándose a mostrar todo tan frío como la humanidad que imperaba. Porque la mente de un prisionero que sabía que iba a morir, por mucho que tuviera fe en una salvación interior o espiritual, no se parecía a una película con artificios. Se parecía a esta película.