Haz click aquí para copiar la URL
Chile Chile · Santiago
Críticas de Lawrence
<< 1 2 3 4 10 19 >>
Críticas 94
Críticas ordenadas por utilidad
7
11 de julio de 2005
26 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
El realizador argentino Carlos Sorin revisita los terrenos y códigos que abarcó en la entrañable Historias mínimas. Nuevamente en el marco de los amplios horizontes y pueblos perdidos de las tierras patagónicas, registra a actores no profesionales interpretando a personajes cuyas vidas bien pueden ser las de ellos mismos: en este caso un hombre maduro, humilde y desempleado, vislumbra nuevas esperanzas cuando por azar termina siendo dueño de un perro dogo que bien podría ser un campeón en exposiciones. El humor, la tristeza y la ternura con que Sorin retrata estas vidas aparentemente simples e intrascendentes -partiendo por el adorable protagonista- logra otorgarles una dignidad, profundidad, cercanía y humanismo que las aleja del cine social más obvio y banal, aunque hacia el final la historia pierde algo de consistencia y Bombón, el perro no vuela tan alto como su anterior filme, lo que de todos modos no disminuye sus méritos. Además, el perro de esta película rivaliza con el de Historias mínimas en la mejor actuación canina en el cine latinoamericano reciente.
Lawrence
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
2
8 de febrero de 2010
33 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Es verdad que a este tipo de películas no se les puede exigir demasiado, y que el público ya sabe a lo que va cuando entra a verlas en una sala: es sólo una excusa comercial para atraer muchos espectadores en el cine, un panorama liviano que sólo busca divertir y hacer pasar un buen rato a quienes quieren coronar una cita romántica, esta vez con el plus de reunir en una misma cinta a un elenco lleno de figuras famosas, estrellas... y algunos -sólo algunos- actores destacados. Pero aunque se supone que no debemos ser tan graves y severos con esta clase de cine, tras ver "Historias de San Valentín" es inevitable pensar que antes de esforzarse en reunir a su reparto estelar, los productores debieron preocuparse de contar con un guión decente, o al menos inteligente y que no crea que los espectadores nunca antes han visto una película romántica.

Es tal la cantidad de lugares comunes que abunda en esta película que se la podría considerar la madre de las comedias románticas predecibles y rutinarias (incluyendo las canciones de su soundtrack)... además, se sabe que siempre la receta de juntar muchas historias para contarlas en paralelo, es arma de doble filo: es ineludible que sea muy poco lo que se puede profundizar en los personajes y situaciones, e inevitablemente algunos de ellos serán sólo un adorno en la trama, cuya desaparición no alteraría demasiado las cosas en el contexto general y dan exactamente lo mismo.

Puede que en el pasado Garry Marshall haya tenido buenos momentos con producciones amables y encantadoras como "Nada en común", "Pretty woman", "Frankie & Johnny" o su popular "Princesa por sorpresa". Seamos sinceros: en ninguno de esos casos se trataba de obras maestras, pero sí películas con una buena cuota de sensibilidad y simpatía, donde era fundamental el carisma y talento de actores como Hanks, Gleason, Roberts, Pacino, Pfeiffer, Hathaway, Andrews y su actor fetiche, Hector Elizondo (quien también aparece en "Historias de San Valentín"). Lamentablemente, no puede decirse lo mismo del enjambre de figuras convocadas en esta ocasión: algunos de ellos logran salvarse con dignidad -Topher Grace y Anne Hathaway, Bradley Cooper y Julia Roberts-, otros intentan sobrevivir a personajes que rozan el patetismo en ciertas escenas -pobres Jennifer Garner y Shirley MacLaine, ¡no se merecían esto!- y otros dan vergüenza ajena y demuestran que aún tienen mucho que aprender de la pantalla grande, en particular las parejas adolescentes, Emma Roberts y Carter Jenkins, y, especialmente, los dos Taylor, Lautner y Swift.

El resultado final: muy pocas risas -casi todas ellas por cuenta de Hathaway-, romance por todos lados pero lleno de cursilería y escasa espontaneidad, una dirección con piloto automático y un guión ridículo, que llega a provocar risa por lo malo y su acumulación de clichés. A pesar de todo esto, de seguro muchos la disfrutarán y servirá para estimular su 14 de febrero, pero al menos a mí me pareció muy, pero muy mala.
Lawrence
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
30 de noviembre de 2009
21 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
El debut en solitario de David Lean como cineasta ya muestra evidentes signos de su talento y sensibilidad, que lo convierten en uno de los títulos más injustamente subvalorados de su filmografía, y eso que él mismo lo consideraba uno de sus favoritos. La crónica de las alegrías y dolores de una familia londinense durante los veinte años que separan las dos guerras mundiales, tiene ineludibles parentescos con otras elogiadas y premiadas producciones de la época, particularmente dos emblemáticas cintas de William Wyler que ganaron el Oscar: "La señora Miniver" (1942) y "Los mejores años de nuestras vidas" (1946). Y la verdad es que "La vida manda" iguala e incluso supera a la primera, y en determinados momentos casi alcanza el nivel de esa obra maestra que es la segunda.

Y si llega tan lejos no es precisamente por los orígenes teatrales de la eficaz pero convencional pieza original de Noel Coward, sino por los méritos personales de Lean, como queda demostrado en sus muchos detalles de puesta en escena y el sentido cíclico con el cual se va desenvolviendo la historia desde su espléndida secuencia inicial hasta el desenlace. Lo que pudo ser un simple instrumento manipulador en tiempos de guerra, excesivamente patriotero y propagandístico, se convierte en manos del cineasta en un entrañable retrato familiar que no excluye críticas al sistema y la sociedad británica, conducido con un ritmo ágil y una envidiable precisión narrativa, lleno de viñetas hogareñas sobre las cuales planea siempre la sombra del conflicto bélico, marcando el compás de la historia y a la vez permitiendo apreciar detalles y personajes secundarios como los de la abuela y la tía, cuyas afiladas discusiones son particularmente divertidas.

“No nos gusta ir rápido en este país”, reflexiona en un momento el señor Gibbons junto a su esposa (aunque en esta pieza de conjunto todo el reparto es muy sólido, destacan las notables actuaciones de Robert Newton y Celia Johnson), agregando que “es como la jardinería: alguien una vez dijo que éramos una nación de jardineros, y no estaba equivocado. Nos gusta plantar cosas y verlas crecer, mirar los cambios en el tiempo”. Esas palabras reflejan a la perfección la esencia de "La vida manda", que tan bien supo captar Lean: por sobre los ineludibles estereotipos, en las conversaciones entre padres e hijos, en los pequeños momentos cotidianos que revelan la felicidad y la tristeza, mientras en la historia avanzan los años se siente la realidad, la vida misma desfila frente al espectador.
Lawrence
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
7
30 de noviembre de 2009
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
Aunque no suele aparecer entre el puñado de títulos que los críticos y cinéfilos citan como los aportes más emblemáticos del cineasta Sidney Lumet, a dos décadas de su estreno esta cinta se sostiene como una de las más entrañables y conmovedoras de su filmografía. El realizador captura el momento de decisión que atraviesa un joven que toda su vida ha debido adaptarse a continuas mudanzas y cambios de identidad, pues sus padres son perseguidos desde que en 1971, en protesta contra la guerra de Vietnam, hicieron estallar un laboratorio que fabricaba napalm. Lumet despliega aquí algunos de sus temas más recurrentes: los lazos familiares, los cuestionamientos morales por hechos del pasado, las consecuencias de las decisiones políticas o ideológicas en las vidas de sus protagonistas, los individuos que no parecen encajar con su entorno y las barreras que éste impone a sus sueños e ilusiones.

Por sobre todas esas ideas y conceptos, lo que prevalece es una emoción pura y cotidiana, que transforma lo que pudo ser un lacrimógeno melodrama en un bello y sentido relato en tono menor, que Lumet filma con precisión guiado por un guión que sabe destacar los pequeños detalles que hacen más humanos a sus personajes y las situaciones que atraviesan. En esta labor es fundamental el trabajo del elenco, y una vez más el cineasta vuelve a sacar lo mejor de sus actores, en particular de la estupenda Christine Lahti, especialmente en el maravilloso e inolvidable momento en el cual salda cuentas con su pasado. Pero sin dudas este film seguirá siendo recordado por la sólida interpretación del talentoso River Phoenix, quien con una sensibilidad espontánea y sincera evoca los impulsos juveniles de Brando y Dean, en un personaje complejo y convincente, que le significó su única y merecida nominación al Oscar. Por otro lado, uno de los aspectos más subvalorados del cine lumetiano es su acertado e inteligente uso de la música, y como era de suponer al contar con un protagonista que desea arriesgar su futuro por cumplir con su anhelo de tocar el piano, acá este aspecto es fundamental, desde las clásicas melodías de Brahms y Beethoven hasta esa canción de James Taylor que la familia baila durante un cumpleaños en una escena llena de vida y encanto, y la partitura del guitarrista de jazz Tony Mottola, con ese leitmotiv tan sencillo y memorable como la película misma.
Lawrence
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
30 de noviembre de 2009
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuesta imaginarse a David Lean totalmente cómodo en esta amena y ágil comedia que una vez más surgió de la pluma de Coward, aunque la trama -un matrimonio que tras una sesión espiritista comienza a ser acosado por el fantasma de la esposa anterior del marido- se desenvuelve con fluidez y encanto, y no deja de sorprender la naturalidad con que se incorpora el elemento fantasmagórico, que pudo resultar tan ridículo en otras manos. El realizador intenta disimular los orígenes teatrales de la historia, dándole un carácter más cinematográfico en la forma que está filmada y recurriendo a locaciones en exteriores para ciertas escenas, si bien no siempre logra evitar el academicismo y algo de rigidez, y que en determinados momentos clave la palabra amenace con predominar sobre la imagen.

Aunque se dice que Coward no quedó muy conforme con el resultado de este traslado de su pieza al cine, esta incursión leaniana en la comedia ligera y sofisticada conserva buena parte de los elementos más destacados del autor teatral, especialmente los diálogos agudos y mordaces y el humor socarrón, en el que siempre queda al descubierto la crítica y observación en torno a la sociedad británica. Y de todos modos, Lean empieza a confirmar uno de sus rasgos más característicos, la habilidad e inteligencia para ser un gran director de actores: hay muchos momentos que descansan en el lucimiento histriónico del elenco, encabezado por un joven y eficaz Rex Harrison y con una divertida Margaret Rutherford, que se roba la película interpretando a la parlanchina y excéntrica Madame Arcati. Sin dudas sorprende la evolución que el cineasta experimentaría entre este refinado divertimento de reducida trascendencia, y su próxima película, "Breve encuentro", considerada por los críticos como su primera obra maestra, y uno de sus títulos más memorables. ¿De qué manera consiguió superar la influencia del maestro que lo ayudó a dar sus primeros pasos como director (Coward), y alcanzar un sello propio y personal, incluso aunque volvía a adaptar un texto suyo? Misterios del talento…
Lawrence
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 10 19 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow