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España España · Pamplona
Críticas de Meroe
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Críticas 138
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
Land of the Lustrous (Serie de TV)
SerieAnimación
Japón2017
7,3
135
Animación
7
4 de abril de 2018
4 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde que salió a la luz siempre me pregunté por qué Houseki no Kuni no había gozado de más popularidad entre los espectadores. La historia de unas chicas-gema, con cabello, cuerpo e iris de las piedras preciosas a las que representan… era un comienzo muy llamativo, prometedor si a las destelleantes bellezas se les otorgaba una narración medianamente agradable y coherente. Pues bien, esa popularidad que en ocasiones mueve masas nunca llegó a cristalizarse, y así Houseki no Kuni pasó desapercibida en su año de emisión para la mayoría. Claro que ésto depende en gran medida del marketing, que nos empuja a formarnos una idea del anime antes incluso de verlo, predisponiendo nuestro pensamiento para que “veamos” con la mente en lugar de con la corazón; pero de ésto no tienen culpa alguna los creadores de animes.

Houseki no Kuni es un anime cuya impresión me resulta un poco difícil de explicar. Es en cierto modo algo especial y diferente, aunque al mismo tiempo sus artífices optaron por crear algo no demasiado alejado de lo que habitualmente el mundo del anime ofrece -esto es, algo cálido y suavemente melancólico con toques de comedia y, de fondo, un misterio nunca resuelto-. Houseki no Kuni nos lleva a un mundo desconocido habitado por unas admirables criaturas imposiblemente vivas; y un origen desdibujado por una antigua leyenda que cuenta como cuando la tierra firme se redujo por la subida de los mares, los humanos se vieron impulsados a vivir en el agua donde con el tiempo se dividieron en tres especies: alma, carne y hueso. Las almas se elevaron para habitar las lunas, los cuerpos eligieron quedarse en el agua para vivir como cualquier organismo natural y los huesosoptaron por volver a la superficie como gemas. Una leyenda, un mito, un cuento para niños… pero que evidentemente es al menos una parte del origen de éste nuevo mundo, donde el significado de la palabra “humano” ni siquiera es vista como algo real. Eso es una parte de lo que nos ofrece Houseki no Kuni y que personalmente creo que es su cara más pulida y brillante; ya que tanto me ha recordado al extraordinario anime Shin Sekai Yori.

Efectivamente, he visto una belleza especial en Houseki no Kuni pero, como cualquier clase de belleza, es evasiva. Viene y va, mostrando una historia que a ratos se muestra transgresora y, en un parpadeo, vuelve a ser algo convencional; introduce muchos elementos dispares que no terminan de encontrar un punto en común que los aune (por ahora al menos, pues ésto nos es más que una primera temporada) pero envueltos en una narración agradable, sutil y tenaz. Hay un espíritu incongruente en Houseki no Kuni, algo paradójico. Por eso por momentos lo llegué a apreciar de verdad y creí que llegaría a significar algo, pero entonces y sin previo aviso su historia volvía a tomar un esquema conocido y prefijado, y así mantiene un ritmo constante durante sus once capítulos. Tal que un oscilante metronomo.

En el mundo además de plantas y animales tan solo habitan las gemas, aparentemente hermosas jovencitas humanas de cabellos coloridos y brillantes. Pero no es sólo su melena o el color de sus ojos. Todo en sus cuerpos está hecho de minerales preciosos. Cada una de ellas es una piedra preciosa. Jade, Dia (diamante), Beryl (berilo), Morga (morganita), las gemelas Amethyst (amatista)… todas viven juntas en una escuela en la que trabajan y aportan según sus aptitudes y aficiones. Puesto que esencialmente son piedras solo necesitan como alimento la luz del sol; no enferman, nunca envejecen ni pueden morir. Y aunque sus cuerpos se fracturen y rompan, gracias a las hábiles manos de Rutile (rutilo) todas pueden ser recompuestas incluso de la nada. La existencia de las Gemas se podría calificar de idílica si no fuera porque están constantemente amenazadas por los Lunarians, extrañas criaturas que se asemejan demasiado a antiguos dioses japoneses. Y tal que el Dios de la Luna y su cortejo celestial que vinieron a arrancar de su verdadero hogar a la fuerte y encantadora Takenoko en El Cuento de la Princesa Kaguya de Ghibli, éstos seres llegan a la tierra de forma tan majestuosa como espeluznante. Sobre una gigantesca nube, dejando caer pétalos de flores de cerezo y tocando una inquietante música de celebración; todo con el propósito de atacar a las chicas y llevarselas a la luna en forma de piedras. Nadie sabe por qué lo hacen, pero es bien sabido que cuando una hermana es capturada rara vez se la recupera. Las Gemas, naturalmente, se defienden y pelean, sin embargo tan solo las más dotadas para la lucha -las de composición más dura- son designadas para tal fin. Pero no están solas. Las protege El Maestro, un ser de apariencia masculina y vestiduras de monje cuyos increíbles poderes podrían equiparar los de un Dios. Él es lo más parecido a un padre que las Gemas conocen, alguien que las cuida y educa y que dirige la escuela con mano firme pero amable procurando ser justo y asignandole a cada gema un trabajo acorde con sus aptitudes.

(Sigue en spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Meroe
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Plastic Memories (Serie de TV)
SerieAnimación
Japón2015
6,6
147
Animación
6
1 de abril de 2018
5 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cómo me ha recordado Plastic Memories a otra serie mía relativamente reciente, Angel Beats!. No estoy diciendo nada nuevo o desconocido. Es un hecho indiscutible que cualquier anime tiene rasgos en común con otro anime, y con eso juegan sus artífices para crear y recrear historias. Una característica de género compartida por distintas historias puede ser un criterio de clasificación para agruparlas o un punto de partida para construir el perfil de una rama monotemática. Ah, sí. La originalidad suele ser una rareza en el mundo del anime a propósito ¿Por qué cambiar una fórmula cuando ésta funciona para el público? Sin embargo cierto es que en ocasiones una serie (por sublime y/o novedosa) puede llegar a convertirse en una protagonista de su género y honrar su imagen. Muchos consideran a Angel Beats! un buen ejemplo, pero desde luego no es esa mi opinión. Plastic Memories, por ende, tampoco. Como su hermana mayor éste anime es un drama romántico sencillo que evoluciona de forma laxa y difusa y cuya historia quizás sea más apropiada para las mentes jóvenes, pues posiblemente solo ellas puedan apreciar Plastic Memories como se merece. Para mi, solo será un anime más.

Aún así debo reconocer que hay algo bonito en Plastic Memories, algo suave, dulce y cremoso que no pude encontrar en Angel Beats! Puede que sean las tristes y conmovedoras notas de su Opening, su precioso dibujo o una trama que, si bien de un modo elusivo, habla de algo tan importante como los recuerdos. Y es que nada proporciona tanta solidez o fragilidad a un ser vivo que su capacidad de memoria, y así nada es tan devastador que su deterioro o pérdida. Más triste incluso que la muerte. Pues perder los recuerdos implica la desaparición de la consciencia: aquello que se alimenta de las experiencias vividas y nos hace ser “nosotros”, ese ser único e individual. Plastic Memories toma ésta idea y crea una historia de romance y pérdida, indudablemente tierna pero también falta de firmeza y madurez.

En un futuro cercano la robótica ha evolucionado hasta tal punto que se crean androides no ya solo idénticos en forma y maneras a los humanos, sino con un “corazón” artificial; es decir, exhiben una personalidad única, así como tienen la capacidad de almacenar recuerdos y emociones auténticas. Tal que el pequeño Haley Joel Osment en la película Inteligencia Artificial de Spielberg. A éste tipo de robots se les dio el nombre de Giftia y debido a su “humanidad” suelen servir de apoyo moral a las personas. Si alguien ha perdido a alguien muy querido y necesita reemplazarlo, si alguien solitario necesita amar y ser amado, si alguien acarrea una carencia afectiva compran un Giftia y sus necesidades emocionales son cubiertas. Hasta un período de nueve años. Pues ya sea porque la creación de un Giftia es elevadamente costosa o porque ninguna empresa quiere permitirse productos perennes a éstos androides se les insufla una personalidad que dura exactamente 81,920 horas, tiempo tras el cual el Giftia es recuperado por la compañía que los creó: SAI. Es decir, el “cuerpo” del androide permanece intacto pero su personalidad así como todos los recuerdos almacenados durantes sus nueve años de servicio son borrados. Hasta que otro cliente requiera un Giftia acorde con sus características físicas y el androide vuelva a tener vida operativa; con otra personalidad, por supuesto. Como es evidente ningún dueño de un Giftia desea devolverlo por propia voluntad, así que son los trabajadores de la empresa SAI los encargados de ir a recuperar los Giftia cuyo tiempo ha expirado.

Ésto es con diferencia lo que más me ha gustado de Plastic Memories. Los momentos en que los trabajadores del Servicio de Terminales acuden a los domicilios para intentar recuperar el cuerpo del Giftia, con diferentes resultados. He de reconocer que me emocioné y lloré en varias recuperaciones y no porque las personas gritasen y se resistieran, sino porque -al contrario- Giftia y “dueño” se despedían agradeciendose mutuamente el tiempo que pasaron juntos. La mayoría no tenemos esa suerte en la vida real. La historia de la pequeña androide Nina y su terca abuela es de veras conmovedora, pero hubo otra que llegó más adentro en mi corazón, la de Hajime Edward, tal vez por las palabras de despedida del venerable matrimonio de ancianos que lo compró. Hay momentos verdaderamente hermosos en éste anime. Sin embargo eso es todo lo que son esas bellas y tristes historias: momentos, ya que Plastic Memories ni siquiera les dedica un capítulo entero para ellos. Entonces ¿cuál es el verdadero argumento de Plastic Memories?

Sencillo. Éste anime es un drama romántico entre un chico y una chica cuyo trágico destino se nos revela ya al inicio del primer capítulo, cuando somos testigos de su primer encuentro mientras la desgarrada voz en off del muchacho declara: Creo que fue entonces cuando me enamoré de ti, cuando aún no sabía ni como te llamabas. Él es Mizugaki Tsukasa, un joven de diecisiete años que por recomendación entra a trabajar en el Servicio de Terminales de SAI; y ella es Isla, un Giftia que trabaja en la misma empresa y a la que le queda muy poco tiempo de vida operativa. En realidad éste es un comienzo tan apropiado y bonito como cualquier otro para una historia de amor y pérdida, pero mentiría si dijera que su relación a lo largo de los trece capítulos que dura Plastic Memories ha logrado despertar en mi algo más que simple curiosidad. Porque es una historia dirigida a mentes jóvenes y como tal sigue paso por paso la fórmula de los animes de su género, cuyas normas dictan que se debe empapar el argumento en la clase de humor que personalmente menos disfruto: la comedia sencilla predominada por los clichés más utilizados.

(Sigue en spoiler)
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Meroe
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Serial Experiments: Lain (Serie de TV)
SerieAnimación
Japón1998
7,2
3.179
Animación
7
8 de marzo de 2018
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando decidí empezar a ver Serial Experiments: Lain no sabía lo que me iba a encontrar, no más allá de las simples apariencias. Una niña en una historia sobre tecnología, ordenadores, la red, y cómo ese vasto mundo virtual poco a poco toma el control del mundo en el que ella vive es un esqueleto demasiado simple, muy poco definido para lo que ésta serie realmente es, para todo lo que tiene que ofrecer. O quizás es todo lo contrario y no ofrece absolutamente nada. Tal vez ésta serie se recluye en sí misma como la propia y pequeña Lain, esperando que sean los demás los que hagan el esfuerzo por llegar a ella; y claro, solo los que se aproximen con curiosidad verdadera recibirán su calidez, así como obtendrán al final repuestas satisfactorias a sus dudas (todo ésto lo digo por lo que he leído en la red). Yo, sin embargo, no soy una de esas personas. Dada su extrañísima complejidad decidí ver dos veces Serial Experiments: Lain y aún no soy capaz de llegar a una conclusión respecto a mis propias impresiones. Como intentar agarrar el agua, su esencia resbala y se escurre entre mis dedos.

Sé que he obtenido información, una amplia cantidad de información por parte de Serial Experiments: Lain; sobre sí misma, sobre la filosofía, la religión y la percepción que el ser humano tiene o pueda tener de ellas. Pero sin preguntas formuladas con anterioridad, sin ni siquiera curiosidad por el contenido de la ¿historia? presentada, toda esa información se convierte en una enorme y pura cantidad de vacío. Así me he sentido con éste anime. Confusa, triste, decaida. Tal que la propia Lain, que eventualmente y varias veces a lo largo de la trama se descubre a sí misma sentada en el pupitre de su clase sin saber cómo ha llegado o cuánto tiempo lleva allí. Por paradójico que resulte su lentitud durante el desarrollo del argumento unido a la austeridad en los diálogos y las revelaciones me han saturado como ninguna serie había hecho hasta ahora. Claro que éste anime no tiene punto de unión con ningún otro que haya visto. Podríamos decir que es único en su género. Supongo que eso es un punto a favor para Serial Experiments: Lain.

Otro es que me ha hecho tomar plena consciencia de que, en el fondo, soy una persona de gustos clásicos. Permitidme ser más clara. Las historias que vamos descubriendo (en libros, películas o series) no son la realidad, sino una simulación de la misma que nunca existió. Todas son un reflejo de la vida pero retocadas por el diseño humano: llamémoslo hiperrealidad. ¿Es mejor que lo que tenemos? Sin duda, pero ya hablaremos de eso en otra ocasión. El hecho es que en cada creación de cada historia la primera decisión que se toma es determinar qué grado de realidad se va a representar. Los umbrales son difusos pero rara vez se alejan de lo que la cultura del momento establece como “aceptable”. Serial Experiments: Lain es el ejemplo que confirma la regla. La hiperrealidad que muestra es tan abstracta e inclasificable que no encuentro nada a lo que poder compararla. Y eso me ha provocado incomodidad ¿Por qué? Porque en el fondo soy una persona de gustos clásicos.

Serial Experiments Lain me ha hecho darme cuenta de que todo aquello que mi mente alaba y califica como “novedoso” o “fresco” no dejan de ser cosas conocidas pero ligeramente diferentes y que así es como me gusta que sea. Es lo que espero siempre a la hora de enfrentarme a un nuevo anime. Me siento cómoda y relajada ante algo que ya conozco, aunque sea una renovación, una inspiración de algo ya creado. Nada se construye de la nada, ni siquiera algo tan abstracto como Serial Experiments: Lain pero el no encontrar un hilo conductor al que aferrarme me ha provocado una vaga sensación de desprotección.

Sin embargo no quiero dar una impresión errónea de Serial Experiments: Lain. Es lo último que yo calificaría como una historia intrascendente. Pero también es todo lo contrario a lo que yo entiendo por un anime cautivador, a un anime que hace que desees quedarte en él. Es demasiado abstracto, demasiado intrincada y subrealista (hiperrealista, en realidad) su trama como para resultarme atractiva. Si hay un calificativo que puedo otorgarle es el de el anime más extraño que he visto.

Todo comienza con el suicidio de una joven colegiala llamada Yamoda Chisa, que tras deambular por las calles sola y desesperada decide acabar con su sufrimiento saltando desde la azotea de un edificio. Sonríe. Unos días después varios alumnos reciben un correo proveniente del e-mail de Chisa en el que asegura seguir con vida en la red. Sin embargo nadie se toma en serio lo que sin duda es una broma de mal gusto, nadie excepto Lain. Ella es una alumna más, una niña perfectamente normal salvo por el detalle, y ésto lo digo solo como apunte, de ser la única persona de ojos grandes y castaños en un mundo de ojos negros (no es relevante, pero me gustó ese matiz). Como muchas jovencitas a punto de entrar en la adolescencia Lain es bonita, introvertida, por norma general recluida en sus pensamientos y poco sociable con el resto del mundo. Pero cuando lee el mensaje de la que dice ser la consciencia real de Chisa, despierta en ella la curiosidad y el deseo por encontrar las respuestas al inexplicable misterio. Y es que Chisa no solo dice seguir con vida en la red, también asegura el haber encontrado a Dios. Lain comienza entonces una búsqueda que la tienta cada vez más profundamente al interior del mundo virtual, una viaje que la llevará a conocer a diversos y extraños personajes también implicados en la red, así como descubre la libertad de ser una voz sin cara ni filtros en un mundo hecho de datos. Un mundo en el que nunca puedes saber en quién confiar. Y ésto es cuanto puedo contar.

(Sigue en spoiler).
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Meroe
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Kakegurui (Miniserie de TV)
MiniserieAnimación
Japón2017
6,2
762
Animación
6
17 de febrero de 2018
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kakegurui es, y creo que es el mejor modo de definirlo, un anime de relevo; el clásico ejemplo de una historia de tramo que no tiene afán de perdurar en el tiempo. Su naturaleza es ser un producto ligero que se consume con facilidad dejando tras de si un recuerdo agradable y dulce pero que desaparece poco después. La pregunta es ¿Lo convierte eso en un anime desdeñable? Yo creo que no. En plena era millennial es muy común (casi diría que natural) encontrar productos fugaces en todas las ramas de la vida y el anime no iba a ser menos. Hay historias que valen lo que vale su duración, son el aquí y el ahora, y en ese sentido Kakegurui es una digna criatura de su tiempo; seguidora de la estela de series como Shokugeki no Soma con miradas furtivas hacia No Game no Life.

Sin embargo Kakegurui no es, y ésta fue una sorpresa inesperada, del todo fiel a las impacientes normas de la era millennial. Al contrario que los dos animes antes mencionados éste no se vale de la potencia y la sobresaturación (en Shokugeki no Soma era el extremo de los placeres del comer, en No Game no Life el puro y simple Ecchi) para entrar por los ojos e invadir los pensamientos de los espectadores… por mucho que se insinue en el opening. En realidad es más sencilla y sofisticada que todo eso, o quizás sólo más inocente. Hablando en términos metaforicos Kakegurui aparenta ser una joven ávida y feroz, pero en el fondo no es más que una traviesa chiquilla sin malicia alguna en sus acciones. El anime tiene una historia curiosa y confusa al principio. Quizás un poco incómoda debido a su tendencia de deformar las caras de los personajes como si fueran demonios, pero en seguida se suaviza entrando en un esquema de narración clásica con un original toque lánguido que, a mi entender, es su mejor baza.

Bienvenidos a la Academia Privada Hyakkaou donde solo tienen plaza los hijos de las personas más ricas de entre las más ricas del mundo. Riámonos ahora de la escena de El Lobo de Wall Street en la que un notable Leonardo DiCaprio arruga un billete y lo lanza a una papelera presumiendo de su superior estatus. Un mísero billete, ¡qué vulgaridad! Aquí los alumnos se juegan, pierden, ganan, intercambian y ceden millones a cada hora, a cualquier momento del día, conscientes de que ocurra lo que ocurra mamá y papá no tardarán en enviarles otro fajo como acompañamiento de la siguiente caja de bombones Godiva. El dinero, en otras palabras, no significa nada para ellos; no por sí mismo. Pero como instrumento de un juego… eso cambia las cosas. Lo que en cualquier colegio del mundo son cromos de futbolistas o personajes de series y películas en la Academia Hyakkaou es el dinero, y en cantidades indecentes. Ni conseguir la mejor nota, ni resaltar en los deportes, ni entrar en un respetado club; la única pasión que mueve a los alumnos de Hyakkaou es ganarse el dinero de los demás, y eso sólo se consigue apostando. Juegos con apuestas. Desde el icónico póker hasta complejos juegos ancestrales, pasando por cosas tan básicas como levantar las cartas o el clásico “piedra, papel, tijeras”; ya sea en modo clásico o en cualquier versión del mismo, todo juego es válido para que los alumnos se entreguen al vicio. La cosa, naturalmente, no acaba ahí. Todos tienen derecho a practicar su pasión pero cuando alguien pierde más dinero del que posee físicamente entonces empieza lo divertido. El castigo. Hasta que el moroso no salde la deuda se convierte en el blanco del acoso de sus compañeros con especial atención de la persona a pagar, que tiene derecho a hacer del deudor un esclavo de sus caprichos. La historia comienza precisamente con un muchacho llamado Suzui que tras apostar y perder contra una de las mejores jugadoras de Hyakkaou, Satome Mary, se prepara mentalmente para una temporada de humillaciones y vejaciones por parte de la sádica joven. Y así hubiera sido si no llega a ser porque una nueva alumna llega a la Academia: Jabami Yumeko.

Blanca como el algodón puro, roja como las flores más bellas y negra como la tierra fresca. Yumeko es tan guapa y dulce que en cuanto es presentada en clase despierta la atracción de sus compañeros así como los furiosos celos de la hasta entonces más admirada, Mary, que tal que una reina amenazada en su trono se propone destruir a la tierna doncella con un golpe rápido y certero. Un juego. Pero a veces las cosas no son lo que parecen y es que aun con cara y actitud angelicales esa Blancanieves no es cándida ni mucho menos indefensa. Tras una irregular partida a “piedra, papel, tijeras” Yumeko logra una rotunda victoria que hunde a la otrora imbatible Mary en las deudas y la convierte a ella, la recién llegada, en el nuevo punto de mira de muchos. Seguida en todo momento por el hipnotizado Suzui, Yumeko juega y juega, granjeándose a cambio del placer de apostar una reputación de jugadora fuerte y arrojada en pos del mayor premio de todos: el puesto de Presidenta del Consejo Estudiantil.

La serie, o al menos ésta primera temporada, es una entretenida y amena sucesión de juegos entre la ambigua Yumeko y los mejores apostadores de la Academia Hyakkaou, rivales con cada vez más peso y posición en el Consejo de Estudiantes que, paradójicamente, cada vez se alejan más de lo que se entiende por una conducta cuerda; todo hasta llegar a la misteriosa y serpenteante Presidenta que si bien siente una curiosa atracción por Yumeko no está dispuesta a dejar que nadie altere el orden que ella ha creado. Ésto es Kakegurui; la historia del ascenso de una portentosa joven en un estimulante mundo que, en éste caso, son los juegos con apuestas millonarias. Su mayor gancho es el mismo atractivo de Shokugeki no Soma, que consistía en que el chico explicara los pasos que le llevaron a crear ese extraordinario e inmejorable manjar.

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Meroe
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GTO: Great Teacher Onizuka (Serie de TV)
SerieAnimación
Japón1999
7,8
2.938
Animación
8
13 de febrero de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curioso título ¿verdad? Hacía bastante tiempo que no usaba un título tan extraño en ninguno de mis artículos, para ser exactos desde que escribí la crítica de Ansatsu Kyoushitsu. Normalmente suelo ponerme seria cuando se trata de opinar sobre animes procurando darles una presentación adecuada; pero a veces, solo a veces, cierta historia despierta mi lado chispeante y entonces me pongo juguetona. Dicen que los nombres que otorgamos tienen una gran sabiduría y es que son reveladores de nuestro pensamiento. Para elegir como título “La fuente del pulpo amarillo” es evidente que me sentía muy juguetona. Lo curioso es que Great Teacher Onizuka por muy buen anime que sea no ha inspirado esa parte de mi, no por sí mismo. Es que su historia me ha devuelto a esa clase de marginados en la secundaria Kunugigaoka, donde el primer día una sonriente y tentaculosa criatura amarilla daba clase con toda tranquilidad mientras sus alumnos intentaban acribillarlo a balazos.

No pocas veces he comentado lo mucho que me gustó el anime Assassination Classroom, tanto que a la hora de hablar sobre él y valorarlo de una forma objetiva ante otras personas me siento incapaz de explicar qué han llevado a ese anime a convertirse en uno de mis predilectos. Como prácticamente todos las series solo la vi una vez, e incluso entonces su historia se cerró alrededor mío como lo hubieran hecho los tentáculos de Korosensei; con dulzura, quizás con más arrojo y picardía de los necesarios pero también con infinita calidez. Nunca he olvidado lo que sentí con Ansatsu Kyoushitsu, sin embargo no ha sido hasta que he visto Great Teacher Onizuka que he percibido verdaderas ganas de volver a ver ese divertidisimo anime; y es que si bien al principio creí que se trataba de mi propia y traviesa imaginación pronto llegué a la conclusión de que no es que Ansatsu Kyoushitsu se asemeje a GTO. Es que ésta es su fuente, su origen.

Un profesor estrambótico y pervertido al frente de una clase de alumnos problemáticos y reacios a aceptar su autoridad, y como poco a poco el divertido maestro se gana su respeto y simpatía es un esqueleto que ambas series comparten, pero detrás hay más, mucho más. Podría aportar uno, diez, mil ejemplos pero creo que eso sería una información negativa para quien aún no haya descubierto dicha conexión. Lo maravillosamente adorable es que Ansatsu Kyoushitsu no oculta en ningún momento quién es su progenitor. Al revés, se enorgullece de ello, lo muestra sin reservas, convirtiéndose así en un cariñoso homenaje a la gran serie que es Great Teacher Onizuka. Yo conocí a la astilla antes que al palo, y ahora puedo decir que éste último es más serio, más elegante en su estructura y desarrollo que su descendiente. Aún así yo prefiero a la amarilla, imperfecta y tierna astilla.

Volviendo a Great Teacher Onizuka, si hay algo que reconocerle es su deshinhibido sentido del humor que si bien chirría al comienzo de la serie enseguida se vuelve un elemento más de la historia otorgándole al anime una chispa especial, una sorprendente determinación por mostrarse diferente. Sin embargo lo que lo hace verdaderamente especial a mis ojos es que podría haber sido más atrevido, canalla como su protagonista pero, en el fondo, es nostálgico. Es nostálgico porque arrastra un consistente recuerdo a tiempos pasados, a cosas que debieron suceder y no sucedieron y, sobre todo, a cosas que nunca cambiarán. El eco susurrante de que a pesar de las intenciones nobles, de los buenos deseos, si seguimos los mismos pasos que aquellos que dejamos atrás también estaremos condenados a cometer sus mismos errores. Hay que tener mucho arrojo y un gran corazón para no dejarse absorber por el entorno, y en ese sentido pocos personajes he visto tan en conflicto con su entorno como Onizuka Eikichi, de 22 años de edad.

A pesar de su corta edad Eikichi es un joven que ha vivido mucho y se ha labrado una reputacion en los suburbios de Japón como un duro motero y delincuente, siempre secundado por su buen amigo Ryuji… Pero llega un momento en la vida en el que hay que aparcar la rebeldía y sentar la cabeza y he aquí que Eikichi decide hacerse profesor. La idea en si misma es un chiste y es que alguien como Onizuka Eikichi es la última persona que nos imaginariamos enseñando a nadie; lo piensan todos y cada uno de los personajes de la historia y lo pensarán todas y cada una de las personas que verán GTO. No es difícil imaginarse que un hombre joven que ha cometido grandes errores en la vida para luego salir adelante fortalecido ahora quiera instruir a las nuevas generaciones y se convierta en su inspiración tal que Oh, capitán. Mi capitán… Pero es que Onizuka Eikichi no ha salido adelante en nada de su vida. Es pervertido rozando la pedofilia, ordinario y maleducado, perezoso, narcisista, inmaduro y no siente ni el más mínimo respeto por la autoridad. Pero también es un hombre apasionado, confiado, audaz, brutalmente sincero y constante en todo lo que hace; y son éstas últimas y extraordinaria cualidades las que hacen que la directora de la Academia del Bosque Sagrado lo escoja como nuevo profesor. Ella, una mujer tan afable como inteligente, sabe que nada cambia si nada cambia y ve en el potencial de Eikichi una esperanza de futuro.

Y así, un ser con más aptitudes para entrar como guitarrista en una banda de barrio que para tomar ningún puesto de responsabilidad es adjudicado como tutor a la clase más conflictiva y peligrosa de toda la Academia. Pero ¡un momento! ¿Es que esos adolescentes son hijos de gente pobre y barriobajera, delincuentes en potencia? Desde luego que no. Quien más quien menos todos son niños bien, hijos de personas con estatus en la sociedad, jóvenes inteligentes, educados y muy responsables con sus deberes y obligaciones. Pero, ay; cuidemonos de la malicia que puede tener la cara más angelical y respetable de todas. 

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Meroe
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