Recomiendo esta película a todos los que estéis cansados de psicópatas, cuellos cortados, terrores de ultratumba o galácticos, mentes perversas, acciones trepidantes, explosiones visuales y auditivas, o guiones muy enrevesados.

Es un cuento musical. Te sumerjes en el mundo de las músicas (varias) que nos rodean y te dejas encantar por un cuento sencillo, pero tierno; humano. Sin grandes pretensiones. Solo se trata de pasar un buen rato, alguna lagrimita de emoción (que no de tristeza) y con la seguridad de que lo visto y oído no impedirá tus dulces sueños (al menos así os lo deseo yo).

Ahora bien, la dimensión musical de la película me ha embargado desde las primeras escenas. Música como escudo de defensa, como impulso vital, como medio de comunicación con tus semejantes, como sistema de búsqueda, como soporte a la esperanza. Y la música desde todos los ámbitos: no solo desde los instrumentos musicales, sino desde el roce del viento en la hierba; las gotas de agua sobre los cristales; coches circulando; metales chocando... Todo nos invita a rescatar nuestro sentido auditivo de lo convenional, para concentrar nuestra atención a los múltiples matices de sonido que nos llegan y que también nos pueden traer belleza. La banda sonora me parece impecable. ¡Qué pena no haberla podido recibir en una buen sala de cine con los medios actuales!.

Aunque la traten de boba y empalagosa, creo que tenéis poco que perder y mucho que disfrutar, juzgando por vosotros mismos, sin prejuicios.

La película más entrañable que he visto. Alegato insuperable contra el belicismo. Alabanza de la vida sencilla, tranquila. Disfrutar de detalles pequeños. La camaradería y el respeto como máximas en las relaciones humanas. Un baño de sensualidad entre el azul de mar y el blanco de las paredes mediterráneas, exquisitamente aderezado por una música dulce y un guión redondo. Disfrutamos de muchos momentos cómicos que ensanchan el alma. El personaje del "sargento" que interpreta (creo) Diego Abatantuono, ¡inolvidable!.

Una exquisita inmersión en el mundo de la música, las pasiones que la engendran y que ella despierta en nosotros. Soberbia interpretación de los cuatro miembros del cuarteto. Un imprescindible contrapunto al tsunami de explosiones, asesinos, zombis y demás seres fantásticos que invaden las pantallas en nuestros días. ¡Gracias Zilberman!

Me decido a verla bajo la influencia de "Las amistades peligrosas", en la confianza de que el director debe mantener una coherencia. Vanesa Redgrave es una garantía añadida para mí.

El comienzo de la película es prometedor. Cuidados ambientes y agradable fotografía. La historia esboza los ingredientes para ser interesante.... Pero conforme de desarrolla el guión, empieza a perder interés. El actor principal resulta poco convincente. Y la sordidez propia de los ambientes (urinarios públicos) donde se encuentran los hombres homosexuales de la época, va impregnando, como una mancha de tinta que se expande, toda la película.

La denuncia de la marginación gay y la defensa de sus valores y sus modos de vida, no son suficientes en este caso como pretexto para un trabajo mediocre.

Es una pena que un tema como el calentamiento global, tan necesitado de reflexión y concienciación, resulte abordado de una manera tan mediocre, con actores tan poco creíbles y un guión tan insulso y aburrido. Tediosa a más no poder y encima ¡interminablemente larga!. Por salvar algo, está bien las críticas a la voracidad de las petroleras, la irresponsabilidad de los políticos y las humillaciones que nos vemos obligados a soportar en los aeropuertos, desde que los estadounidenses han contagiado al resto del mundo su obsesión securitaria.