Pequeñas asperezas tiene el principio de la película que hace que al cuarto de hora todavía no esté uno completamente enganchado a ella. Es el único error que encuentro en esta película.
Vamos con los aciertos. El guión magnífico, ¡original! en su manera de enlazar las historias anodinas de los personajes en las que el conflicto central será una piedra más a sortear para luego seguir casi tan banales como antes. Personajes encerrados en su propia trampa.
Interpretaciones como siempre en el cine español cuando se trabaja con un buen guión: soberbias aunque he de decir que ninguno de los actores se podría calificar de protagonista.
En fin un bloque compacto de talento que, salvo esa falta de fuerza en el arranque, cristaliza en una magnífica película aunque, me temo, que poco o nada comercial. Eso no es problema de la calidad del film.

Película que quizás hoy haya envejecido en la superficie pero no en el contenido. Interpretes prodigiosos, todos ellos -incluso están bien Dana Andrews y Virginia Mayo- que sacan a relucir los dramas personales en una sociedad que pretende que todo siga igual a pesar de la guerra. Eso es igual a lo que está ocurriendo hoy y no sólo con guerras. Eso es lo que hace grande una obra de arte. Los límites de esta película no están ni en el guión ni en los interpretes sino en el tiempo en que se hizo que recortaba la expresión de realidades que hoy nos resultan obvias.

Vayamos por partes. Ambientación magnífica, vestuario casi perfecto (que en estos casos no son temas menores). Guión: adolece de la última moda de Lucrecia=víctima (es lo políticamente correcto) y de un par de giros de niña pija, por otra parte Rodrigo Borgia ¡¡¡llora!!!, inconcebible. Los secundarios espléndidos, Luis Homar, magnífico, la pobre actriz que le toca el papel de Lucrecia que va a hacer con semejante pánfila, Eusebio Poncela en las pocas intervenciones que tiene hace subir el nivel cargando las situaciones de matices, Angela Molina mucha actriz para tan poco papel, una pena; Paz Vega es Paz Vega y es demasiado bella y perturbadora incluso para el papel de Catalina Sforza, ya de por sí bella y perturbadora.
Ahora bien: César Borgia. No censuro la interpretación del actor es que, simplemente, no es el adecuado para ese personaje por limitaciones físicas. En ningún momento es creíble. Ni de lejos es el Príncipe maquiavélico y siniestro sino simplemente psicópata. Demasiado cachas, demasiado gimnasio, demasiado sensual y, además, el personaje -protagonistas casi absoluto- no acaba de dibujarse en el guión. Un error de reparto serio que hace que el resultado final se resienta en demasia.
Se echa de menos acción y morbo, orgías y desenfrenos a los que tan dados eran los personajes del renacimiento y que tanta tinta han hecho correr. Se hace larga y quizás hubiera convenido al guión un recurso para ir explicando al espectador -que no suele conocer la situación política de la época- la situación concreta del panorama político.
Una pena pues ni con todos esos fallos de bulto se puede considerar una mala película. Podía haber sido una gran película.

Si, eso, vergüenza me daría a mí siendo Garci firmar semejante cosa. Por que eso es lo que es: una cosa.
Pobreza extrema de decorados, falta de imaginación -incluso en el nombre del protagonista, si Galdós levantara la cabeza-, falto de rigor, guión que se escurre por todas partes, lenta, pesada, absurda, descentrada y de una pobreza mental y física que duele. Dos decorados exteriores, dos, y tres interiores, eso sí, algun exterior e interior en escenarios naturales, Escorial, Aranjuez, creo que El Capricho. Una "Sangre de mayo" que comienza en febrero prácticamente y que "despacha" el dos de mayo en el último tramo, a toda prisa y, repito, sin rigor.
Cuando la trama acaba, sin embargo, empieza lo peor: unas imágenes del Madrid de hoy, ¿del Metro!, de los rascacielos y demás. Aberrante.
La interpretación: hacen lo que pueden. Los habituales de Garci -magníficos siempre- no pueden salvar esta cosa que bajo ningún concepto debió hacerse. Quien ha dirigido "Viva la clase media", "Asignatura pendiente", "Las verdes praderas" o la maravillosa "Tiovivo circa 1950" nunca debió hacerse responsable de esto.
Lamentable de todo punto.

Lamentable olvido en el que parece haber caído esta película que quizás esté referida y limitada por un tiempo y unas situaciones muy concretas. Cierto, pero también lo es que otros episodios históricos menos recientes son igualmente situaciones concretas y nadie olvida. Es el mismo caso: una comunidad maldita que lucha por sobrevivir contra todos y contra un enemigo nuevo: el sida. Un grupo de homosexuales afrontan esa nueva realidad, sus miedos, sus defensas, sus amores, el desamparo de ver morir a unos y otros y, así, ver desmoronarse su mundo un poco "como si se lo llevara el viento". Guión magnífico, con personajes que son humanos (no robots calvos) y en cuya desintegración y reconstrucción nos podemos encontrar todos identificados. El final, en cambio, la secuencia final para ser más concreto, deja bastante que desear con un cierto regusto Disney del que está muy lejos el resto del film.