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España España · Valencia
Críticas de Ana
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Críticas 10
Críticas ordenadas por utilidad
Bill Cunningham New York
Documental
Estados Unidos2010
7,4
276
Documental, Intervenciones de: Bill Cunningham
9
8 de agosto de 2011
7 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
No importa si os gustan mucho o poco la moda, la fotografía o la farándula neoyorquina. Todo ello aparece en este documental sobre el fotógrafo de moda del New York Times, Bill Cunningham, pero todo ello es accesorio. El protagonista absoluto es este fascinante y peculiar hombre, que con ochenta años recorre las calles de la ciudad subido a su bicicleta y equipado con una cámara analógica y una simpatía desarmante.

Dejad en casa los prejuicios sobre los fotógrafos de moda. Cunningham es un hombre sencillo: vive en un piso austero, que no tiene siquiera cocina o baño. Viste siempre una chaqueta azul como la que suelen llevar los mecánicos, porque según él es de las más resistentes que hay y tiene bolsillos para guardar su película fotográfica. Todo el gusto estético lo vuelca en sus instantáneas, en las que capta desde los vestidos que lucen los invitados a las fiestas más selectas de Nueva York hasta los que lleva para trabajar la gente normal. Lleva haciéndolo tres décadas, desde mucho antes de que existieran los blogs o la expresión “street style”.

La película combina intervenciones de amigos, conocidos y colegas del protagonista, imágenes de su obra, metraje de archivo y entrevistas recientes con él mismo. Es en esta última parte en la que se descubre mejor a la persona. Bill hace de sí mismo un retrato feliz, amable y algo excéntrico, pero ese retrato se vuelve muy conmovedor y algo sombrío en algunos instantes, como cuando el entrevistador le pregunta por su familia y la carencia de relaciones amorosas a lo largo de su vida, dedicada en exclusiva a la única pasión que se le conoce: la fotografía.
Ana
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8
6 de mayo de 2009
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
A mediados de los 80, cuando el Sida comenzaba a hacer estragos, unos científicos formularon una curiosa teoría. Afirmaron que el paciente cero del sida en Norteamérica, o el primero en transmitir la enfermedad, fue un homosexual francocanadiense. De esta acusación parte el musical "Zero Patience" (Paciencia cero), en el que Sir Richard Burton, científico victoriano que supuestamente encontró la fuente de la juventud y sigue vivo en el siglo XX, investiga -con sus prejuicios victorianos- la historia del paciente cero, un fantasma al que sólo él puede ver.

Es cierto que la película es irregular, que algunos números musicales no están todo lo logrados que deberían, que no es una obra maestra, y que se nota que el presupuesto era ajustado. Pero no se le puede negar que es muy original y muy arriesgada, además de fresca, irónica y divertida. Presenta la muerte, el sida y su complicado tratamiento, y la homosexualidad desde una perspectiva muy diferente a la que estamos acostumbrados: con música y coreografías, pero sin caer en la parodia fácil o la ridiculización, como pasa a veces cuando se unen los términos “homosexualidad” y “humor”. La película además combina con gracia muchos elementos diferentes: toques dramáticos y una historia de amor, críticas feroces y divertidas a la industria farmacéutica, varios desnudos masculinos y hasta unos esfínteres cantarines que discuten sobre el sexo anal en la canción más sorprendente de la cinta.

Así, "Zero Patience" es muchas cosas, aunque es sobre todo un ataque a la utilización de la ciencia, o de una pseudociencia, para reforzar ideas y prejuicios que no tienen nada de empíricos. Desgraciadamente, eso se ha hecho demasiadas veces. Sin ir más lejos, hace unos meses, El País publicó una noticia en la que recogía unas declaraciones del presidente de una federación de médicos católicos. Éstos afirmaban que la píldora anticonceptiva femenina puede tener efectos muy nocivos para el medio ambiente, debido a las hormonas que liberan con la orina. Estas hormonas, decían, también tienen efectos negativos para la fertilidad masculina. Ante esto, sólo nos queda suscribir lo que cantan los protagonistas de la cinta: ¿Cuánta paciencia? ¡Ninguna!
Ana
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7
29 de octubre de 2009
9 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Siendo como es una especie de continuación de la famosa “The Rocky Horror Picture Show”, me sorprende que “Shock treatment” no sea algo más conocida.
“Shock treatment” es muy anterior a Gran Hermano, pero su argumento sigue a Brad y a Janet, los protagonistas de la anterior cinta, en un periplo por un reality para parejas. La idea es buena, aunque se le podría haber sacado mucho más partido. No obstante, la película contiene un par de buenos chistes, un par de canciones resultonas, y se deja ver.
Ana
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7
2 de septiembre de 2009
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el póster canadiense de esta película, aparece la frase “¡El declive del imperio americano continua!”. No sólo continúa el declive de los USA, sino también la historia que Arcand contó en 1986 en su película "El declive del imperio americano", con los mismos personajes, y los mismos actores, sólo que 20 años más tarde. Es un epílogo agridulce, ya que los protagonistas ya no son, como ellos mismos se encargan de recordar, los jóvenes intelectuales que eran en los 80, con toda la vida por delante.

Los antiguos amigos ni siquiera están juntos, y lo que los vuelve a reunir es un hecho adverso: uno de ellos, Rémy, está gravemente enfermo y morirá pronto. A pesar de tener un detonante tan trágico, "Las invasiones bárbaras" está llena de humor, de vitalidad, y también de melancolía y tristeza, y de muchos otros sentimientos que la cinta logra transmitir de manera exquisita, sin caer en el sentimentalismo. Es muy agradable ver un tipo de cine diferente, que se acerca a la muerte de una forma distinta. También es muy interesante la ausencia de juicios morales sobre las acciones de los personajes, por ejemplo, en el trato que se le da al sexo, al adulterio o al uso de las drogas.

Hay algunas situaciones inverosímiles, como la enorme masificación de los hospitales en Canadá, el hecho de que a pesar de la masificación tengan plantas vacías -que se pueden conseguir por una determinada cantidad de dinero-, la corrupción de los trabajadores de estos hospitales, el que alguien vaya a pedirle heroína a la policía... no obstante, el encanto y la calidez que transmiten los personajes y las situaciones que retrata la película, y sobretodo los estupendos diálogos e interpretaciones logran sobreponerse a esos pequeños detalles, y sumergir al espectador de lleno en los últimos días del cínico protagonista.
Ana
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8
20 de marzo de 2010
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Blackpool, la ciudad que da título a esta miniserie musical, es una es una especie de cruce entre un Benidorm y un las Vegas, pero situada en la costa inglesa. Esta localidad depende fuertemente del turismo, y aunque no está en su mejor momento, atrae todavía 8 millones de visitantes al año, y según dice el diario The Guardian, tiene más camas de hotel que todo Portugal. Para atraer turistas, dispone de diversas atracciones, entre ellas la montaña rusa Pepsi Max, y también salones de juego como el que regenta Ripley Holden, el protagonista de la serie. Esperemos que los de verdad no sean tan sórdidos, ya que el punto de arranque de la historia es un asesinato en el flamante nuevo casino de Holden.

A partir de ahí, a través de los seis episodios que dura la serie, el interés de la trama policial se entrelaza muy bien con el humor, el amor y los asuntos familiares del protagonista, que lidia con dos hijos adolescentes. A esta mezcla de géneros hay que añadir el musical. Los personajes interpretan tres o cuatro canciones en cada capítulo. Aunque son temas de sobra conocidos –incluyen canciones de Elvis, de The Smiths, de The Clash o de Nancy Sinatra- están muy bien integrados en la historia. También hay que destacar la labor de los actores David Morrissey y David Tennant, poco conocidos en España pero que en Inglaterra son célebres especialmente por interpretar productos televisivos de calidad como el que nos ocupa.
Ana
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