"El verdugo" es una obra maestra sobre los sueños rotos, sobre la imposibilidad de realizarnos como querernos y llevar una vida digna sin hipotecarnos. Rafael Azcona el guionista de ésta y muchas otras películas de Berlanga se quejaba de que él hubiese querido ser novelista, pero es tan escueto y directo que uno piensa que hizo muy bien en ser guionista de cine.

José Luis solo sueña con irse para Alemania para convertirse en un mecánico de primera, pero sin querer deja embarazada a su novieta, la hija de Amadeo el verdugo que está estigmatizada por ser la hija del verdugo que ya esta a punto de jubilarse y no encontraba marido.

A partir de ahí, todo es una lucha contra su destino, porque si consigue que le enchufen como verdugo tiene la vida solucionada: le dan una casa, ayuda y un trabajo fijo. Pero le disgusta el oficio y la sola idea de tener que matar a alguien con sus propias manos le amarga.

Las interpretaciones son magistrales desde Nino Manfredi que hace de José Luis un pobre hombre que mientras por una parte plantea sus sueños por otra se deja llevar y hace siempre lo que le dicen, hasta Emma Penella como la pobre chica que busca un marido, formar una familia y una vida estable, pasando por Amadeo que intenta convencer a su yerno de las bondades de la prebendas que conseguirá con un trabajo que exige un mínimo esfuerzo para meterlo en vereda.
La censura parece ser que no vio la denuncia tan brutal que tenía la película contra la situación social de la época.

Una película realista, directa, lleno de escenas maravillosas pero cotidianas, típica de lo mejor del cine español de aquellos años 50 con sus limitaciones. El final es antológico.

Para fellinianos. Interpretación personal del Satyricón, con escenas brillantes, otras inquietantes, pero sobre todo muy errático sin saber bien a dónde va, ni dejándoselo claro al espectador, lo que en el caso de la adaptación de una obra clásica es grave. Le importa más el estilo rutilante y la brillantez de algunas escenas que trazar una buena película, coherente y marcando bien la trama. Pero mientras en sus obras maestras los sentimientos y la personalidad de los personajes quedan claras aquí ni nos importa. Ya te has perdido y te da todo igual.

El propio Fellini dijo de su última etapa que también fue errática que necesitó un productor serio que lo controlara: es completamente cierto. Fellini sabía plantear grandes escenas que se te quedan en la retina, e imponer su estética coherentemente, también supo rodearse de los genios del cinecitá: decoradores, cámaras, músicos, grandes actores y que tenía un público fiel que lo adoraba, se lo permitía absolutamente todo y quizá incentivaba más como otros maestros impresionar en cada escena, que plantear una trama que emocionara durante toda la película.

A mí me dejó un poso de tristeza, como la de una despedida con un viejo amigo. Es una película lenta, encerrada en sí misma, aburrida, con poca trama y ciertos contrasentidos que no sé si se basarán en el subjetivismo del protagonista, pero ya me temía que sería así.

Una película sobre la vejez, sobre las cuentas pendientes no saldables ya con el pasado, con las personas que nos decepcionan y con el cine (hay bastantes referencias cinéfilas), narrada de una forma lleno de analogías, y simbologías. El cine puro de Erice.

Típica película de Erice, no engaña ni en el estilo y ya antes de verla habría que saber la duración de la película, y que sus obras suelen tener un ritmo poroso que exige paciencia.

He leído en varias críticas que hay incongruencias y contradicciones de algunos personajes y conversaciones, y yo mismo me he preguntado si no será el propio mutismo del protagonista que ya solo puede filtrar en parte todo lo que le dicen a través de su psicología y los traumas del pasado.

En toda la película hay añoranza melancólica con el pasado y un ansia de vida que recuerda a los últimos cortos que ha hecho. Sólo se la recomiendo a los que les gusta este tipo de cine de Erice contemplativo de largos planos.

Cada vez el mal cine tiene mejor tecnología. O sea, una buena historia, sincera, con personajes profundos y humanos, vale mucho más que otra obra con escenas impactantes y una trama aceptable de catástrofes detrás de la cual apenas hay profundidad humana en los personajes.

Hay un cine con escenas impactantes, con diálogos fuera de cobertura pero que van escapando, con personajes absolutamente planos y después con un buen final ya repetido recientemente.

Ante un colapso tecnológico dos familias diferentes tienen que convivir en una enorme mansión una familia con dos hijos y un padre con una hija. Ambas han vivido escenas espeluznantes (como la famosa del petrolero gigante que va directamente hacia ellos cuando están en la playa...).

La película está basada en una novela, pero el director no se ha esforzado nada en profundizarlos o darles alguna emoción traumática profunda para que el espectador pueda identificarse. Además hay personajes que son impersonales, que te dan igual, igual que la trama.

No recomendable, hoy día hay muchas series mejores en las plataformas para pasar una tarde ociosa. El spoiler contiene spoiler.

Obra maestra recomendable aunque sólo sea para verla una vez en tu vida.

Retrato fiel, desagradable y profundo del proceso de hundimiento y degradación máxima de una mujer en la locura y de los intentos de su marido un hombre bruto pero noble por entenderla y cuidarla lo máximo posible.

La estética de la película resulta desagradable, cargante y confusa, recuerda a la vanguardia de los años 70 y a un cierto verismo, los diálogos saben retratar ese sadomasoquismo, confusión y ganas de crear peleas absurdas de la esposa.

Gena Rowlands esta simplemente maravillosa en ese papel bipolar que llega a generar miedo y un incuestionable morbo malsano. Peter Falk también en ese papel del hombre bruto, educado para ser el pater familias patriarcal, y que desea llegar a casa para quejarse del trabajo pero se da cuenta que su mujer está mal y no sabe cómo reaccionar, si ayudarla o huir como un canalla porque los diálogos reflejan lo que piensan los personajes en lo mejor y la mayor bajeza moral.

Los diálogos reflejan el egoísmo brutal, la culpa, todos los complejos absurdos y como nada tiene importancia respecto a la salud mental.

El director no cede al espectador y la verdad es que la película a veces se vuelve lenta, otra insoportable, y otra simplemente feísta, pero sinceramente uno agradece haberla visto. Te vuelve más profundo y humano.
Ya lo dijo Tennessee Williams "no te rías de la esquizofrenia, la esquizofrenia es peor que la muerte".