Viernes 13 cumple por enésima vez su papel de película adolescente esencialmente mala, aburrida, pero de fileteo fácil, y aún más rápido olvido. Reparto excedido, sexo y violencia baratos, y un guión muy simplón.

Una cinta que se sostiene gracias a tres cuerdas de acero: una historia nueva apoyada en la hermandad, una merecida ambientación y el insospechado CI del nuevo Jason Voorhees.

A resaltar: las ganas que dan de ver morir a todo el reparto a excepción de la dulce Danielle Panabaker.

Creo que es lo único que hace falta para ver esta película; paciencia. Porque esta cinta no tiene precedente en la historia del cine.

Podría sintetizar la pacífica experiencia de verla en: la sencillez de la vida familiar, la ironía de lo humano y su sentimiento frente a la fría grandeza del Universo, y el uso de la metáfora.

Esta película es belleza, sentimiento y emoción en estado puro (lo que explica la escasez de diálogo). Que no os sepa crudo, de veras hay que dejarse llevar por ella con paciencia.

A resaltar: Jessica Chastain y la evolución psicológica del niño.

Tengo esta película en mi corazón por ser la que me inició en el género de terror cuando era niño, y cada día que pasa entiendo más y más el éxito que cosechó y la legión de fans que arrastra hasta hoy (en la que me incluyo), expectantes de más entregas para la saga.

Ya se sabe por inercia cultural que 'Scream' fue la película que revitalizó el género a mitad de los años 90. Pero no porque el género estuviera paralizado, porque las franquicias slasher seguían fileteando culos, aunque empezaban a ser los culos que se sentaban en las butacas de los cines. Lo que revitalizó es el sentido de estas películas, la perspectiva. 'Scream' refrescó el cine de terror utilizando un código que era familiar tanto para el reparto de la cinta como para el público.

De pronto, un grupo de adolescentes se encuentra en el camino de un psicópata que quiere sembrar el terror, pero esta vez no era un psicópata alejado de los chicos, no era el 'mal' encarnado tras una máscara, sino que la locura y la psicosis adoptaron, a partir de 1996, la forma de nuestros vecinos, nuestros amigos, nuestros compañeros de clase.

¿Por qué hacer una simple película de asesinatos cuando es ya tan predecible? El slasher había establecido unas reglas que ya parecían irremediables e irreversibles, y de eso se valieron Wes Craven y Kevin Williamson para incubar una película que se riera de los clichés a base de ponerlos en práctica a través de un elenco estudiantil de lo más común. Y lo mejor de todo es que el maestro del suspense supo crear duda y tensión hasta el final, muy a pesar de todo lo predecible que pueda llegar a ser.

Lo que el público parece que no ha sabido apreciar es que 'Scream' representa la reacción de cualquiera de nosotros ante la aparición de un asesino en serie en nuestras vidas. Ni tú ni tus amigos creeréis que moriréis, porque es rotundamente absurdo morir así. Nos reiríamos de todo, para terminar siendo fileteados.

Pero esa mezcla de ridiculez (el disfraz, la torpeza, las referencias al género) con terror que a fin de cuentas es real (los personajes, después de todo, mueren), propulsaron a 'Scream' al puesto que se merece en la familia del cine de terror.

A destacar: la secuencia del comienzo.

Digna de cualquier cinéfilo, 'V de Vendetta', aunque los únicos fallos los pueda presentar en su aspecto técnico (propio de los años 90), presenta el duelo individual de una revolución que las sociedades llevaron a cabo en su día, reivindican aún hoy, y seguirán abanderando mañana.

Es difícil no comparar la americana con la sueca. Ambas son buenas.

David Fincher, como buen americano, apuesta por la estética y lo visual, y es un buen director. Craig clava el papel y aunque siempre he creído en el potencial de Rooney Mara que nunca ha llegado a explotar, no se queda muy atrás. Pero la caracterización de Noomi Rapace es muy difícil de superar...

Trent Reznor a la banda sonora, como artista industrial que es, ha sabido responder ante su responsabilidad transmitiendo inquietud, frío, angustia y esa capacidad musical que tiene para adaptar los sonidos a las circunstancias, y sin abandonar su estilo.

El diseño artístico de los créditos iniciales no tiene precedente, es fascinante.

Esta readaptación (no la llamemos remake) cumple casi todos los requisitos, y cuenta con la positiva visión de Fincher en su aspecto artístico de solemnidad, aunque falla, creo yo, en la sucesión de las escenas y en la profundidad de algunas importantes, merecidas de haberles dedicado más tiempo. Cuando Lisbeth usa el ordenador no somos capaces de saber qué está haciendo, por ejemplo, y la resolución del misterio en su etapa última me ha resultado como un sprint final que ablanda la coherencia de la cinta.

A resaltar: Lisbeth sigue atrayéndote con el extraño magnetismo de Mara.