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Críticas de Verdebotella
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Críticas 34
Críticas ordenadas por utilidad
8
30 de mayo de 2011
15 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Louis Malle describe con nostalgia la educación que recibió en esos antiguos colegios religiosos, abandonando ciertos clichés manidos sobre este tema. El director reconstruye con gran detalle no solo la vida de aquellos jóvenes y su naciente despertar sexual en el internado, sino la realidad social y política por la que Francia atravesaba. Como vemos en la película, el cineasta profundiza y reflexiona sobre conceptos como el comportamiento fraternal, el miedo y la cultura de paz, pero sin llegar a emitir un juicio de valores;sin ser persuasivo o crítico. Pretende que el espectador saque sus conclusiones. Malle se centra en mostrarnos con gran sensibilidad la convivencia de estos muchachos durante la ocupación alemana, no intenta demonizar a los nazis con elementos subjetivos ni clichés, solo se dedica a relatar una sucesión de hechos que llevó a que Julien sufriese las consecuencia de la invasión; dirigiendo de forma veraz, sin exageraciones ni sensacionalismo. Y esto es un gran punto a favor de su cine.

Destacar la sobria y efectiva fotografía de la película que nos transporta aquel escenario, un internado coloreado por luz fría y grisácea del invierno francés; un bellísimo paisaje apagado que nos muestra ese triste y sombrío lugar. El guion, de Malle, es sencillo en la presentación, sin embargo, dibuja perfectamente las características de los protagonistas; donde pone el punto es al mostrar la sinceridad y la inocencia de la infancia. La música apenas aparece en la película, sin embargo no echas en falta su presencia, aunque hay que destacar dos solos de piano (Schubert y Saint-Saëns) durante la presencia de la sensual y bella profesora de música (Irene Jacob), una música que dota de una gran emoción ese momento al film. Las interpretaciones recaen en su mayoría en los estos jóvenes que realizan con gran credibilidad los papeles, en especial, Julien y Bonnet, que resaltan por la naturalidad y sensibilidad que rebosan sus actuaciones, al igual que el resto del elenco.

El ritmo de la película es pausado, tranquilo, no intenta ser dramático ni efectista, porque conforme la película avanza vas adentrándote cada vez más en la vida de esos chicos y en la realidad en la que viven; culminando en un final tan emotivo a la par que desolador."Adiós, muchachos” es un bellísimo y triste relato de la infancia de estos muchachos, una poesía a la amistad y, al mismo tiempo, una dura denuncia contra las injusticias.
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Verdebotella
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7
30 de mayo de 2011
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película bastante impresionante que dejará noqueado a más de uno por la dureza del relato que se muestra; una de las peores guerras del siglo XX, obviando lo que se obvia (IIº GM). Técnicamente la película es impecable, la fotografía compone unas bellas imágenes entre tanta crueldad, unas horrendas sí pero preciosas imágenes en blanco y negro, nada parece excesivamente impostado. El cineasta dirige de una forma elegante, contenida y emotiva, es preciso en lo técnico y apenas virtuoso; cuando juega directo intentando mostrar sin miramientos unas imágenes de crudeza extrema, pierde. Pero en su conjunto Lu Chan gana la partida sobradamente componiendo un relato bastante sólido confiando en su material, aunque hay que decir que la base de la trama tiene fuerza ya de por sí. Hay determinadas situaciones que captan la atención del espectador, no solo por el esfuerzo de Lu Chan, sino porque algunos de los hechos mostrados tienen interés por sí mismos, son historias universales.

El director aborda el relato con un respeto máximo, se percibe; mostrando los personajes de ambos lados ofreciendo puntos de vista diferentes, buscando cierta objetividad. Uno de los grandes aciertos de la película es su carácter “coral”, la historia se forma bajo los sucesos de varios de los personajes con un mismo fondo de acciones y hechos, provocando un dinamismo que se agradece. A resaltar la gran actuación de todo el elenco, son capaces de transmitir con gran veracidad esos sentimientos orientales que se muestran, muchas veces, ocultos ante la mirada occidental.

Da la sensación que en algunos tramos de la historia se alarga desaprovechando subtramas mas interesantes con las que se podía haber sacado más uso, como por ejemplo puede ser el caso de la relación entre el soldado y la prostituta; una parte a mi juicio desperdiciada. El amor en la guerra es un oasis que puede salvar de la locura, despertando el lado humano de los soldados, abandonando el odio en el que uno se sumerge, el que te rodea.

La música que acompaña al film es notable, no todas las buenas BSO deben resaltar con temas de gran fuerza o vitalidad (que también se aplaude). Una de las funciones de la música es fundirse con las imágenes, dotándolos de intensidad pero sin abarcar más de lo necesario, sin adulterar. Y esta película es un ejemplo claro de este tipo de BSO.

Posiblemente estaría en algunas listas de mejores películas bélicas del cine moderno. Para mí lo está eso seguro.
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Verdebotella
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5
12 de junio de 2011
16 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
Después de "Orgullo y prejuicio" y "Expiación, más allá de la pasión" (¡vaya con las traducciones de los títulos!) Joe Wright nos trae una película que se sale de su línea habitual. Saoirse Ronan, Eric Bana y Cate Blanchett protagonizan "Hanna", una película que trata sobre una joven de 14 años que ha vivido recluida toda su vida en el bosque, alejada de cualquier sociedad, donde su padre le ha estado preparando psicológica y físicamente para sobrevivir y enfrentarse a cualquier peligro. Bajo esta loca premisa la película va dando giros y sobresaltos sobre una trama oculta donde se conjuga la CIA, los asesinos profesionales y los cuentos de hadas pero que conforme avanza el film la trama se diluye y la excentricidad de los personajes sale a flote. ¿Será por el buen hacer de los actores? Tal vez sí, gran parte de culpa de la atracción del film se centra en la joven Saoirse Ronan que borda su atípico personaje, una ingenua asesina. También está un Eric Bana, que mitad Bourne, mitad Armani, mantiene el tipo, y una Cate Blanchett más que correcta.

Esta mezcla explosiva no termina de cuajar, su ritmo endiablado no mantiene una casa que se deshace por ambos lados. Parece que Wright no terminar de encontrar el tono de la película, pero su versatilidad es capaz de crear momentos geniales en el film donde se ve su buen pulso, Aunque esto no es suficiente cuando ves pasar 20 minutos del metraje sin pena ni gloria. En definitiva, la película intercala grandes momentos con otros totalmente inanes.

Resaltar cosas tan buenas como el descubrimiento de la BSO The Chemical Brothers que casa perfectamente con algunos momentos más brillantes de la película; así como destacar la fotografía, una interesante propuesta a medio camino entre el thirller de Bourne y el colorido de mundo de los cuentos de hadas contribuyendo a un excelente resultado tanto en lo estético y como en lo narrativo.
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Verdebotella
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7
21 de mayo de 2015
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con este mantra que se repetía el joven Léolo durante su corta pero intensa vida bien nos sirve para titular esta crítica. Blind (2014) es toda una declaración de intenciones desde sus primeros fotogramas con la voz en off casi omnipresente de su protagonista guiándonos como si de un lazarillo se tratase.

“Todavía puedo ver en mis sueños.” Con un monologo inicial sobre la percepción y los detalles nos adentramos rápidamente en el epicentro de la historia: Ingrid es una escritora treintañera que acaba de quedarse ciega. Una especie de atrofia o enfermedad degenerativa ocular ha afectado de manera irremediable la manera de entender la vida. Y como si volviese a nacer la protagonista reordena su rutina intentando desarrollar su talento creativo.

Blind es una historia de personajes solitarios en apartamentos vacíos, con un tono melancólico que empapa cada línea. Una historia de barreras invisibles, tanto físicas como verbales, de convenciones sociales que denotan una incomunicación social soterrada. Ingrid no encuentra su lugar, su marido intenta convencerla para afrontar su nueva realidad, ella rechaza cualquier acercamiento mientras se recoge ensimismada en su sillón. Ingrid imagina que ve, crea sobre sus recuerdos, utiliza su obra para desnudarse emocionalmente en un vano intento de ejercicio reflexivo sobre su nueva realidad.

Y es que Ingrid vuelca a través de sus personajes todas y cada una de las inquietudes y dudas que le asaltan, aunque bien podría resumirse en el concepto de “miedo a”, la inseguridad. Miedo a no controlar su ansiedad literaria, a perder su talento, miedo a su nueva forma de vida, a convertirse en una desvalida, miedo a su matrimonio, la infidelidad, la falta de deseo, miedo a salir a la calle, a sentirse observada, miedo a ser madre… En su imaginación, nos desvela la inquietud que le embarga, el no poder controlar su vida. En este caso, el miedo no es sinónimo de temor sino de duda. Ni mucho menos Ingrid es una persona pesimista, es más su actitud apática, entre el escepticismo y el nihilismo, lo que hace que su relato se vuelva más turbio.

Cuando la confusión se apodera de la película nos introducimos de lleno en la mente de Ingrid y la narración comienza a entremezclar su vida con la ficción que desarrolla, historias dentro de historias. Aquí, el acierto de la película, cuando la escritora juega a ser Creadora y se deja llevar por sus miedos y dudas, tal es el nivel que no solo se confunden su vida y la de sus personajes sino que ella hace partícipe a sus personajes de sus problemas, y vemos como los moldea hasta crear auténticas semejanzas de su vida. ¿Por qué? Porque busca respuestas a preguntas que no se atreve a hacer, a discusiones que no sabe tener o a las que teme enfrentarse.

Eskil Vogt, director y guionista, dirige con una sobriedad que casa perfectamente con el tono de la historia, juega con una puesta en escena que oculta deliberadamente aspectos y detalles como si fuese un juego de trileros, adoptando el espectador una postura casi ciega, haciendo una perfecta metáfora con el título del film, intercambiando escenarios y ritmos en los contraplanos, jugando con la narración, aportando matices, como en el reencuentro en el bar de los viejos amigos.

"Los recuerdos no son exactos. Nadie puede recordar el edificio entero. No todos los detalles." Blind nos habla de viejos reproches, de madurez y de soledad.
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Verdebotella
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8
27 de noviembre de 2014
11 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
(Relato de "Oslo, 31 de Agosto". Cuidado, posibles spoilers.)

Eres Anders, un chico de 35 años. No, todavía no eres un hombre.

Es 30 de Agosto en Oslo. Día 300. Llevas cerca de un año en un centro de desintoxicación intentando dejarlo, de nuevo. Mentira, llevas 10 meses. La heroína o el caballo, da igual el nombre, lo tuyo es consumir. Según tus amigos eras sociable, incluso guapo, conseguías lo que te propusieras, eras abierto, eras divertido. De hecho, tu primera noche fuera del Programa tiras de un rollo que sobrevive a meses de consumo y abandono. Ahora llevas el pelo casi rapado, pareces un adolescente. Dicen que eras inteligente, escribías artículos, trabajabas en revistas, eres de los que sobresalía en el grupo, el que asoma la cabeza. Ahora estás en un centro de desintoxicación y compartes estancia con gente casi delincuente, pequeños ladrones tatuados, padres de familia sin rumbo, parece que los jóvenes drogadictos se mueren pero tú no. Tú paraste. ¿Qué haces allí?

Llevas meses desintoxicándote y ahora te toca salir, y sales. Echas un polvo y algo no te cuadra. El sol todavía no ha entrado por la ventana, ¿por qué estás despierto tan temprano? Ella te sonríe desde la cama, su presencia te recuerda lo que viviste, de lo que intentas alejarte. No aguantarás ese camino otra vez, pero tampoco sabes si puedes "arreglarte". Te vas al lago como cuando eras pequeño, piensas que las piedras podrán hundir tus pecados, solucionar tus dudas, acabar con tus enemigos, pero, en el fondo, tú no eres así. Sales a flote.

Estás perturbado por las oportunidades que perdiste. Buscas respuestas. Visitas al que era tu mejor amigo, compartes confidencias, risas y desgracias, pasado y futuro, él te apoya, pero los dos os dais cuentas de que algo ha cambiado. Os despedís. Sientes el abrazo pero no las palabras. Parecéis dos extraños.

Te has pasado 10 meses intentando cambiar los últimos 5 años de tu vida, o tal vez 8, o 10, ¿para qué? No te gusta lo que ves. Todo el mundo parece cumplir el rito de la vida, pero lo único que sabes es que eso no lo quieres. No quieres un compromiso de unos hijos en una pareja que hace tiempo se agotó, no quieres que tu vocación laboral se convierta en una rutina a evitar, no quieres pasar las tardes tumbadas en tu sofá, no quieres rollos que muestren tu falta de compromiso, no quieres enfrentarte a tus errores, no quieres perdonarte…

Quieres olvidarlo, pero está ahí, en tu pasado, en tu 'qué hiciste', en tu 'cómo eres', en las anécdotas de los demás, en tus recuerdos… Te das cuenta de que no sabes en que consiste crecer, madurar. Solo apariencias. Eres alguien sensible, bien educado, siempre estuviste arropado por la familia y los amigos, y aun así no encuentras tu lugar en la vida.

Te sientas en un bar cualquiera y escuchas la vida pasar. Parece fácil, digo, vivir la vida. La gente habla de sus problemas, de sus expectativas, de sus infidelidades, de sus enamoramientos, de la fiesta de ayer, del último libro que leyó, de una larga lista de deseos por cumplir. Empatizan, se preocupan los unos de los otros. Parecen jugar a esto muy bien. Pero tú no puedes, tú te equivocaste una vez hace mucho tiempo y ese peso no te lo quitas. Estás cegado. Estás en constante caída.

No te gusta lo que ves, la falsa condescendencia, la losa social que llevas a la espalda, el daño que hiciste a la gente que realmente querías… Las ganas de chutarte.

Quemaste todos los puentes. No te gusta la vida de tus amigos, crees que todavía eres joven, que no tienes responsabilidades, y que pese a todo puedes hacer hacer borrón y cuenta nueva. Crees que puedes robarle un beso a la mujer del amigo que aún te recuerda lo colgado que ibas siempre que podías… Maldito hijo de--

Te quema el poco dinero que llevas, te escapas y disfrutas de la noche, de lo improvisado, de la juventud. Que el tiempo pase rápido. Aparece alguien nuevo. Una nueva sonrisa de unos nuevos ojos, tal vez esa estudiante de medicina tenga la respuesta, pero sabes lo que necesitas. Llevas 10 meses evitándolo... ¿Para qué? Tu inteligencia, esa que te distinguía, desvela el pesimismo que te embarga, que has tenido siempre, desde aquella entrevista hasta el maldito buzón de voz... Déjala, ella no te va a llamar. No, ahora no. Fueron muchos años uno detrás del otro. Os decían que estaríais juntos para siempre. Uña y carne. Os queríais de verdad. Hay que pasar página, dicen. Pero, ¿para qué vas a pasar página si no te gusta lo que ves? Si andas perdido sin saber qué hacer. Lo cierto es que lo único que quieres es la heroína, tu solución.

Déjala. No te va a llamar.

Recuerdas cuando te decían que tu generación se iba a comer el mundo. Eras de clase media. Tus padres ahora no te ven y tu hermana parece que todavía no ha superado el dolor de aguantarte aquellos horribles años.

Déjala. No te va a llamar.
Ya no será más tu pilar.

La noche acaba. Sientes el aire golpear en tu cara. Amanece y pese a todo has aguantado. La estudiante de medicina con la que has pasado la noche te arranca una sonrisa. Ha sido fácil, lo ha conseguido. ¿Podrías volver a empezar? Crecer, compartir confidencias, conocerse, amar a otra persona, equivocarte… No, eso no puedes.

Es 31 de agosto en Oslo. Llegas a casa de tus padres, tu casa. No hay nadie. Ellos siguen con su vida. Te enseñaron todo, que tenías que hacer, que tenías que estudiar, que tenías que valorar, que desechar, pero no cómo. Nada de cómo entender el paso de los años en la amistad, nada de cómo construir una relación, no te dijeron que la vida se escribe con tinta, no te avisaron de los pasos en falso, de los errores...

Tu casa parece una caja de recuerdos bien embalada. Tocas el piano. Tú eras bueno. Eras. Déjala, bueno, no. Llámala, intenta comportarte, pídele perdón. Sincérate, dile lo que sientes. No pongas excusas. Te conoce y será por eso que… No, no, mejor escúdate. No insistas. Tú has venido a otra cosa.

Es 31 de Agosto en Oslo. Día 1.

Eres Anders, eres un hombre de 35 años.
Verdebotella
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