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España España · A Coruña
Críticas de PhantomWave
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Críticas 14
Críticas ordenadas por utilidad
7
5 de enero de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
En 1989 el muro de Berlín es derribado, dando fin al período de guerra fría. Pero esta película no va de eso.

Con esta declaración de intenciones arranca Atomic Blonde, una de las más eléctricas películas de acción que he visto en mucho tiempo. La cinta deja claro desde el principio que su objetivo no es recrear lo acontecido en los últimos años de la guerra fría, sino aprovecharse descaradamente de todas las posibilidades visuales, musicales y narrativas que ofrece esta época para crear acción. El resultado es una experiencia cinematográfica brutal, si bien un poco fría, que antepone lo estético a todo lo demás, incluido el sentido común.

Basada en la novela gráfica The Coldest City, Atómica nos transporta a finales de los 80, a una Berlín todavía dividida por el muro. Lorraine Broughton (Charlize Theron) es una agente del MI6 que regresa a Londres después de llevar a cabo una difícil misión en la ciudad alemana. Poco después de su llegada a la capital británica es citada a un interrogatorio, en el que sus superiores tratarán de discernir si la actuación de su agente ha sido la correcta. Comienza así un relato traicionero, lleno de agentes dobles, lealtades cuestionables y luces de neon, una película que rinde homenaje tanto a los filmes de espías de la segunda mitad del siglo XX, como a cintas de acción más recientes.

Quizás el error más terrible que se comete en Atomic Blonde es el de contar una historia más compleja de lo necesario. El guion, extremadamente enrevesado y difícil de seguir, está tan centrado en evocar las intrigas propias del cine de espías, que acaba generando una desconexión entre espectador y ficción que puede resultar insalvable. Esta no es una complejidad positiva, sino que resulta confusa y vacía de significado, sirviendo únicamente para distraernos del principal atractivo del filme: el espectáculo audiovisual que ofrecen sus escenas.

Contando con muchos de los artífices de la aclamada (y mucho más sencilla a nivel narrativo) John Wick, la nueva película de David Leitch brilla en sus aspectos más “técnicos”. La fotografía, puesta en escena, vestuario, sonido, montaje, realización… todos encuentran un hueco para destacar, y logran aportar la vivacidad y el corazón de los que carece la historia. La magia está ahí, solo que se encuentra escondida tras una espesa capa narrativa que hace que la película resulte distante y cueste interesarse por lo que le sucede a los personajes.

Mi consejo para disfrutar de esa magia es desconectar el lado racional de nuestro cerebro, ese que quiere buscarle el sentido a las conversaciones, que quiere seguir el hilo de la narración y saber por qué ese personaje ha hecho esto o lo otro. Hay que aceptar que la película se está regodeando de sus referentes cinematográficos, pasándoselo bien dentro de su impenetrable confusión, tú lo que tienes que hacer es concentrarte en hacerte las preguntas que de verdad importan: ¿en qué otra película he visto yo esa escena? ¿Cómo habrán rodado eso? ¿Eso que suena es New Order? ¿Han cortado ya o esto sigue siendo un plano secuencia?

P.D.: Charlize Theron es impresionante.

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PhantomWave
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8
4 de enero de 2018
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Kat (Natalia Tena) y Eva (Oona Chaplin) viven en un barco con el que recorren los canales de Londres, echando el ancla donde mejor les parece cada día. Sus vidas no tienen cimientos, nada que las ate, más allá del amor que las une y los trabajos temporales que van encontrando. Después de años disfrutando de este estilo de vida, Eva decide que quiere tener un bebé y formar una familia, algo que aterra a Kat, que no quiere comprometer su libertad y su vida en pareja con un niño. Cuando Roger (David Verdaguer), amigo de Kat, visita a la pareja y se ofrece como donante, volverá a avivarse el conflicto entre las mujeres.

Uno de los valores más importantes que posee esta película es la naturalidad con la que es capaz de explorar a sus protagonistas. Kat, Eva y Roger no son arquetipos dramáticos sacados de un catálogo de personajes de ficción, sus emociones no están envasadas al vacío en esas convenciones tan típicas del cine comercial, que hacen de las emociones algo sencillo de entender y fácil de digerir. Esto concede a Tierra Firme una vitalidad tremenda, un fluir emocional complejo y por momentos difícil de abarcar que se ve reforzado por la aproximación que se hace desde la dirección.

Marques-Marcet narra su historia sin aspavientos técnicos y deja a sus actores espacio para la improvisación, algo que ayuda a crear personajes imperfectos, retratados con mucha espontaneidad. El director catalán sí que juega con el poder simbólico de la imagen, pero como ya sucedía en 10.000km (2014), estas simbologías están caracterizadas por su sencillez y complementan con acierto la exploración de los personajes, sus dilemas y contradicciones.

No puedo decir que su premisa sea nada nuevo, la historia de un grupo de personajes enfrentados a la idea de tener un hijo y a todas las responsabilidades y limitaciones que eso implica, ya ha sido desarrollada en otras películas. Sin embargo, la tremenda sensibilidad con la que Marcet se acerca a sus protagonistas y la veracidad con la que se profundiza en sus conflictos, otorgan a esta película una personalidad única, y hacen que brille con fuerza entre la multitud. Para mi es sin duda una de las mejores cintas de 2017.

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PhantomWave
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4
8 de enero de 2018
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hace años que no nacen nuevos mutantes, la mayoría de los X-Men han muerto y las cosas no pintan demasiado bien para los pocos que sobreviven. Logan, quien tiempo atrás se dio a conocer como Lobezno, vive retirado en medio de un desierto cuidando de un senil profesor Xavier. La edad y las batallas pasadas han pasado factura, debilitando los poderes de estos viejos superhéroes, volviéndolos más cínicos, más gruñones, más aburridos. Sin embargo, todo cambia cuando el profesor consigue contactar telepáticamente con un nuevo mutante, una niña, descubrimiento que obligará a Logan a volver a la acción.

Con esta premisa, el filme lanza su narración desde una casilla de salida un poco diferente a lo que solemos ver dentro del agotado subgénero de los superhéroes. Lo singular de este inicio, daba al gigante de los cómics una oportunidad para explorar una narrativa un poco más “atrevida”, reduciendo la acción frenética tan frecuente en estas producciones y centrándose más en el desarrollo de los personajes.

Se ve que a Marvel no le interesaba esta oportunidad, porque aunque Logan empieza en un lugar potencialmente interesante, no se hacen demasiados esfuerzos en el guion para aprovechar ese potencial. En consecuencia, la historia acaba encajando dentro de la predecible fórmula de película de acción con superhéroes, de la que ya estoy un poco harto.

Uno de los grandes problemas de la cinta es que en ella se confunde caracterización con construcción de personajes. El ejemplo más claro de esta confusión la podemos ver en el protagonista, que es presentado como un conjunto de características (cojea al andar, le tiemblan las manos, luce barba de vagabundo…), pero que carece de la profundidad suficiente como para constituir un personaje verosímil o interesante. Logan se parece más a un adolescente empeñado en actuar de forma melancólica y cabreada, que al veterano de mil y una batallas que está harto del mundo que supuestamente es.

Desgraciadamente, esta caricaturización unidimensional se extiende a la mayor parte del reparto, con malos que se presentan como tales a través de gestos cómicamente malévolos y frases como “No los trates como niños, trátalos como productos” (¬¬ ¿en serio?). Lo cual estaría genial si la película no se tomase a sí misma en serio, pero no es el caso. La suma de estos elementos resulta en una insalvable desconexión entre espectador e historia, la cual se hace más grave cuando el relato es tan pobre como el que aquí se narra.

La historia explora la relación entre Logan y la niña, donde él simboliza el pasado, con sus errores y desengaños, y ella es el brillo del futuro, esperanzador y lleno de posibilidades. Es una dinámica narrativa cuyo éxito e interés han sido probados en otras obras, pero que Logan no consigue desarrollar con certeza, en parte por lo plano de los personajes. Pero también tienen su culpa los derroteros que toma la trama, perdiéndose en eventos insustanciales que no aportan nada y en escenas de acción que se hacen largas.

Porque en Logan, ni siquiera las secuencias de persecución y pelea, esperables en cualquier producción de Marvel, son nada a destacar. Los efectos especiales cumplen su cometido la mayor parte de las veces, pero es en la construcción de las escenas donde la película pierde todo su fuelle. En una película donde el bando de los malos no parece suponer una amenaza seria para los protagonistas, y donde éstos son seres con los que resulta difícil empatizar, la torpeza a la hora de editar algunas escenas, acaba por condenar a la cinta, despojándola de cualquier tipo de tensión dramática que el relato pudiera tratar de transmitir.

En resumen, una película que no cumple con las expectativas anunciadas en su premisa, que sacrifica el desarrollo de personajes en beneficio de una acción que no acaba de cuajar y que resulta en un producto escasamente entretenido que supera las dos horas de duración. Puede que los fans de Lobezno y aquellos a los que les guste la caracterización atormentada “a la Batman” del protagonista, puedan sacar algo en limpio de Logan, pero si buscas una buena historia o personajes dimensionados, creo que puedes ahorrarte el precio de la entrada.

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PhantomWave
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7
14 de febrero de 2018
3 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con sencillez formal y ritmo pausado, Kaidan yukijorô (Tanaka, 1968) se mueve con acierto entre los géneros del terror y el drama, logrando un delicado equilibrio entre ambos espacios. Para mí, esta armonía ya es algo destacable, pero director y guionista se atrevieron a ir más allá, permitiéndose jugar con las limitaciones del cine de terror, invirtiendo estereotipos y derrotando las expectativas del espectador.

El filme está basado en uno de los muchos relatos populares que giran en torno a la figura de Yuki-onna, personaje espectral que forma parte de la mitología japonesa tradicional. Según la leyenda, este espíritu se materializa en forma de mujer de tez pálida y cabello oscuro, dedicándose a deambular de noche por las montañas, congelando hasta la muerte a aquellos que se cruzan en su camino.

¿Os despierta esta descripción del fantasma algún recuerdo? Apuesto a que la imagen una niña de rasgos similares saliendo de un televisor de tubo ha cruzado la mente de más de uno. La caracterización del fantasma y la propia esencia de la leyenda de Yuki-onna, establecen conexiones evidentes entre Kaidan yukijorô y el subgénero J-Horror, cuyo boom se inició 30 años después del estreno de ésta. Sin embargo, a pesar de las similitudes, el filme del ’68 hace algo que The Ring (1998) y sus sucesoras no se han planteado todavía (al menos que yo haya visto), y es el construir a su personaje espectral como protagonista del relato.

En el cuento popular que adapta la película, Yuki-onna se encuentra con dos hombres que se ven atrapados en la montaña por una tormenta. El espíritu mata al más anciano, pero deja vivir al otro, porque es “joven y hermoso” (traducción: le mola). Sin embargo, al perdonarle la vida, el fantasma también le impone una prohibición: nunca podrá contarle a nadie lo que vio esa noche o ella misma tendrá que matarlo. Más tarde, el espíritu oculta su identidad tomando la forma de una humana y se casa con el joven, el cuál no se percata de su naturaleza espectral.

En el relato original, los esfuerzos del autor se concentran en crear intriga en torno a la prohibición impuesta por el espectro, utilizando la posibilidad de que el protagonista incumpla su promesa para generar incertidumbre y suspense. Mientras esta intriga se desarrolla, el espíritu aguarda la resolución de la misma con aparente paciencia y frialdad, escondido tras su aspecto humano.

La adaptación que se realiza en Kaidan yukijorô, respeta la estructura y los núcleos narrativos del relato original, pero se toma ciertas licencias, ubicando el suspense en lugares similares, pero enfocándolo de forma diferente. Este nuevo enfoque se debe sobre todo a que la película coloca al fantasma como protagonista, desarrollándolo como un personaje nuevo.

Lejos de la frialdad y el desafecto que la caracterizan en el cuento, Yuki-onna está representada en el filme como un espíritu que, aunque atesora un resentimiento enorme hacia los humanos, también anhela y envidia su felicidad. Es la lucha por alcanzar esa felicidad la que le da una nueva dimensión al personaje, una dimensión humana, con la que resulta fácil empatizar. La intriga sigue en el mismo sitio, el público sigue temiendo que el hombre incumpla su promesa, pero esta vez no porque ello signifique su muerte, sino porque significaría el fracaso del espectro en su objetivo humano y primario de alcanzar la felicidad.

No estoy diciendo con esto que Yuki-onna pierda en la adaptación todo su carácter vengativo o perverso, la vemos asesinar al anciano en los primeros compases del filme, igual que en el cuento. Su caracterización como fantasma también da bastante miedito, especialmente cuando la vemos desplazarse con delicadeza espectral y perturbadora o cuando dirige a la cámara su inquietante mirada. Pero guionista y director logran acercarnos a este ser complejo, no convirtiéndolo en un arquetipo plano de bondad extrema, sino explorando sus motivaciones y conflictos, dándole profundidad.

Tanto es así, que según avanza el metraje, no solo llegamos a admirar el empeño con el que la protagonista protege su felicidad y la de los suyos, luchando por mantener a su marido y a su hijo a salvo de las injusticias que los acosan, sino que llegamos a entender también su lado oscuro. Esta comprensión empieza a construirse cuando el espíritu adopta su forma de carne y hueso, momento en el que tiene que hacer frente a todos los horrores que un humano puede sufrir por ser mujer, hermosa y pobre en una sociedad como la del Japón feudal.

(Sigo SIN spoilers en la Zona spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
PhantomWave
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4
5 de enero de 2018
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gloria (Anne Hathaway) es un tren a punto de descarrilar. Poco dada a responsabilizarse de sus acciones, sus problemas con la bebida y su naturaleza despistada la convierten en una catástrofe andante. Con la intención de recuperar el control, decide alejarse por un tiempo de las malas influencias de la ciudad y se recluye en la casa vacía de sus padres, en su pueblo natal. Tras instalarse y reencontrarse con algún viejo conocido, Gloria se ve sobrecogida ante la noticia de que un monstruo enorme se ha materializado en Seúl, destruyéndolo todo a su paso. Poco tardará en descubrir que existe una estrecha conexión entre ella y la criatura que aterroriza Corea del Sur.

Uno podría pensar que lo mejor que puede hacer Vigalondo con un inicio así, es abrazar lo ridículo y ocurrente de su premisa para sacar adelante una comedia igual de ridícula y ocurrente. Y en parte, eso mismo es lo que trata de hacer, acompañando la aventura de Gloria con una serie de gags y un tono ligero que invitan una experiencia más entretenida que profunda. Pero Colossal tiene un invitado inesperado. Saliéndose de las expectativas que ella misma crea, la película se atreve a contemplar el lado más serio de una situación como la que plantea: el drama humano.

Sin embargo, ninguna de las dos rutas que explora la cinta, logran satisfacer sus pretensiones. La comedia, por su parte, se desarrolla de forma un tanto agarrotada, sufriendo casi siempre o de una preparación del gag demasiado obvia, o de un punch sin garra. El drama, centrado principalmente en el impacto personal del desastre, se liga íntimamente a la evolución de la protagonista. Pero esta dimensión dramática se ve saboteada por una construcción muy difusa de los personajes. Los avances que se producen en el arco de cada uno de ellos, resultan en ocasiones poco comprensibles y en otros casos excesivamente convenientes para el desarrollo de la trama.

Los flashbacks innecesarios, que tratan de justificar cosas que no era necesario justificar, no tardan en unirse a la fiesta, así como las tramas secundarias, que apenas logran contarnos nada útil sobre el mundo o los personajes y que ralentizan una narrativa principal que ya por sí sola parecía sufrir problemas de ritmo. El resultado es un poco decepcionante, sobre todo teniendo en cuenta que el director sí supo conjugar en otras películas (Extraterrestre, por ejemplo) los elementos que en esta parecen resistírsele.

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PhantomWave
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