Un supuesto accidente que esconde un supuesto crimen perfecto. El accidente termina por convertirse en un asesinato, y el crimen perfecto es el comienzo de una perfecta venganza. Nada es lo que parece, como en los buenos thrillers.

La lucha contra la violencia, como en "El hombre que mató a Liberty Valance", va unida, indefectiblemente, a la violencia. En la película de John Ford era una lucha imposible de la razón contra el odio. Aquí, sin embargo, hay una lógica que se impone. La inteligencia, el ansia por conocer y progresar en la vida (ese deseo por aprender a leer, mediatizado por la pérdida del hermano) termina triunfando. El océano Pacífico al final, es la victoria del hombre inteligente sobre la bestia que le enseñaron a ser. Un individuo sensible, cuyo amor por los caballos expresa también su incapacidad para comunicarse con sus semejantes. La relación con la mujer, pero también con la india. Y la pérdida del padre, que le lleva a adoptar al chico, es otro hilo argumental coherente y creíble.

La canción de Pomme es una pasada, pero cuidado, que engancha.
Estupenda la ausencia de símbolos americanos (Edward Zwick no es lo mismo que Michael Bay, evidentemente, recuerdo "Tiempos de Gloria").
Ni una bandera en la llegada. Y la foto final de los cinco, muy buena solución.
Una oda al mestizaje, a la diversidad sexual, a la unión de los pueblos...
Y un tremendo respeto por los idiomas originales de los personajes.

Sería la perfecta tragedia griega si terminase mal. En realidad hoy no estaría bien vista esta historia de dependencia basada en el alcohol, el engaño y la violencia. Se tomaría, además, como una apología del maltrato de género (con el agravante de que es aceptado). Y no sé qué pensarían algunos reputados y modernos críticos sobre ese cambio de opinión de ella tras el intento de asesinato final.
A destacar también que se nota la cinefilia por todos lados. Recuerda inevitablemente a "Vidas Rebeldes", aunque es muy deudora, evidentemente, de "Al Final de la Escapada" o de "Breve Encuentro" (la oscuridad de Londres es aquí un sórdido París). Me da también que al Damien Chazelle de "La La Land" la gustó la escena del baile en el puente, y a James Cameron la de la pareja sujeta al mascarón de proa.

Un pequeño fallo es que no está bien resuelto el asunto del rapto de May Ling por su madre. no se sabe cómo consigue entrar en la casa de los McCullogh (era fácil de resolver si nos cuentan la complicidad de su jefe el camello dueño del restaurante chino).
Pero ante la avalancha de escenas abrumadoras y conmovedoras, se perdona eso.
Toda la narración de cómo Elena tiene un bebé no deseado resulta particularmente perturbadora.
Hay que fijarse, también, en cómo ese personaje interpretado por Whiterspoon va siendo poseído, literalmente, por la mezcla de envidia y admiración que le provoca Mia, hasta perder absolutamente los papeles.
La escena en la que Elena recorta las fotos es también estupenda.
O la mirada de Kerry Washington cuando recibe a su hija saliendo del coche en el que la trae su casera después de haberle contado todo.
Y cómo la madre de Pearl, siempre correcta y contenida, no puede resistirse a contarle la verdad sobre el aborto.
Y todo eso porque solo tengo reciente el último episodio. Porque si no, no acabo.