Como cuentan algunas de las críticas anteriores, naturalmente que se lo podía haber sacado más de la original idea, pero creo que para unos directores noveles, el resultado es bastante positivo. La película se deja ver con un sonrisa casi permanente durante todo el metraje, aunque no hay momentos de carcajada. En todo caso, es interesante conocer comedias más allá de las típicas americanadas, por lo que considero atrayente el conocer nuevas filmografías como la vasca, sobre todo si aparecen en un idioma tan sonoro como el euskera, que aunque no se entienda, sirve para aumentar la fuerza de determinados momentos de humor de la película. En definitiva, una película entretenida que en Granada sólo se ha podido ver en la Filmoteca de Andalucía. Como punto final, me parece que los actores están bastante puestos en su papel. Sobra a mi parecer el cameo silencioso de Luis Tosar y Guillermo Toledo, ladrones poco creibles y que entran en escena en el momento menos conseguido de la película.

Quizás sea la película que menos me ha gustado de las que he visto de François Ozon. El estudio psicológico del personaje que interpreta Charlotte Rampling está, desde mi punto de vista, demasiado forzado por un lado con el continuo recuerdo del marido y por otro poco desarrollado en los múltiples matices que podría dar lugar la situación que plantea la película, o sea, la desaparición repentina del esposo. No sé exactamente la idea de François Ozon a la hora de realizar la película, pero a mí me resultó algo aburrida, aunque se supera el posible sopor con la interpretación y el rostro de Charlotte Rampling, una imagen que habla sin palabras. Y por ahí se salva un poco la película.

Mira que me gusta el cine lento, con mensaje, con emociones y demás tópicos del cine de autor, pero esta película me ha parecido, lo que he visto, porque sólo he llegado a la hora y media, de las tres que tiene, un auténtico peñazo lleno de pedantería. A veces se confunde la calidad con la pedanteria más absoluta, y Agelopoulos, como otros directores que sólo saben mirar hacia sí mismos, suele hacerlo, aunque en esta película acaba por lucirse. Lo siento, pero es la única película que no he podido acabar de ver en toda mi vida, y he visto bastantes. Y no es problema de que sea lenta (algo que me gusta en el cine) sino por la pedantería que arrastra sus continuas referencias a lo inentiligible. Por no hablar de cuando aparecen imágenes tan fáciles como recurrentes como la navegación de la estatua de Lenin por el Danubio. Solo apta para aquellos que para reafirmar su condición de cinéfilos o intelectuales necesiten decir que les gusta este tipo de películas.

Es esta una de esas películas que agradece uno poder ver de vez en cuando en las pantallas españolas, sobre todo en provincias. Es una película de los que gustan compartir sus sentimientos con los personales, de los que gustan verse reflejadas sus inquietudes y sus momentos vitales en la pantalla, en fin, de los que gustan de los que hablen en su propio lenguaje, lejos de situaciones o personajes inalcanzables para el común de los mortales. Y el discurrir por las historias de esas seis mujeres lo hace de forma amable (sin olvidar la dureza que a veces inflinge la vida), suave (con unos encuadres maravillosos y una luz envolvente) y sensual (aspecto en el que el color tiene mucho que ver). Por lo demás, ninguno de las actrices y actores desentona de los grandes profesionales en una película en la que la música merece una mención especial. Inolvidable banda sonora que hace aún mejor una película que se me hizo corta, entre otras cosas porque no deja ningún momento al azar y de la que uno sale del cine sin ninguna sensación de haber perdido el tiempo.

Fui a ver la película no tanto por el premio a Juan Diego (que para mi no hace el papel de su vida, y dudo que en las películas presentadas al Festival de Donosti no haya mejores interpretaciones) sino por que había leído que el guión era excelente. Porque vamos, por fotografía o por ambientación no pasará esta película a la historia del cine español. Y el guión, que para mí es lo que realmente hace valer una película, me ha decepcionado. Empezando porque la mitad que le toca a Juan Diego no se entiende en casi toda la película (extraña tan mala dicción en un personaje que es un actor de teatro), la otra mitad es, iba a decir previsible, pero creo que ni siquiera eso; realmente la situación que plantea entre el padre y el hijo no tiene ningún elemento fundamental que sirva de sustrato a una historia cinematográfica; no hablemos ya de otras tramas aledañas que hacen a una película interesante de verdad; me refiero a ese ritmo cinematográfico de las grandes películas, e incluso de las medianas, de la historia del cine. No hay apenas ni un giro interesante en el desarrollo de la película, ni una salida ocurrente; quizás la más lograda sea la escena final de los espaguettis, pero poco más en una película fea, poco elaborada y más hecha para un grupo de amigos que para un Festival como el de Donosti. Nada que ver, por ejemplo, con la estupenda "Azul oscuro, casi negro".