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España España · Madrid
Críticas de Charles
Críticas 1.065
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
7
18 de mayo de 2020
12 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
El refrescante punto de partida para este regreso del curioso Richard Stanley es que... no hay preparación.
Es decir, en otras películas que se dirigen a un catastrófico evento siempre hay un mal augurio, una mala contestación, una rabia esperando resurgir en el peor momento.
Pero no.
Esto es una familia, tan normal, tan rara, como pueda ser la tuya propia. Y un color cayó del cielo, poniendo todo su equipaje a prueba.

Nicolas Cage es pieza puntal de todo esto, como no podría ser de otra manera.
Su histriónico patriarca casi consigue congraciarse con la parte demente de toda la historia pero, en realidad, me sirve como ancla para poder ubicar esto dentro de una suerte de patetismo rutinario. Solo veo a un pobre hombre que quiere la estabilidad de sus hijos y esposa, aunque a veces asome el actor queriéndonos vender su numerito sobreactuado.
Precisamente gracias a eso él marca la temperatura del caos, cuando el misterioso meteorito hace que tras su desafección y aparente jocosidad salgan a la luz las sombras de su padre, por lo que sabemos, un pobre diablo violento, a una tele pegado.

El color muestra así su cara más terrorífica, refinando la naturaleza más pura de los que le han rodeado, hasta pinchar directamente en hueso, lanzando la pregunta de si realmente somos lo que queremos, o apenas sacos de carne que no pueden escapar de su putrefacción en este universo.
La madre consigue al fin, no superar su trauma del pasado, si no mutar para "mejor asimilarlo" (mejor lo ves), el hijo es brutalmente cortado de esa desprotección a la que se veía condenado, y la hija... por fin tiene su gran momento, algo para lo que siempre se ha preparado, como es ser heraldo de sobrenaturales eventos.
Hasta hace una noche, todos eran algo que no les llenaba, algo deshonesto, y en ese cambio al llegar la mañana quizás se encuentren más "corroídos", pero ya a nadie engañan.

En ese sentido, el color podría haber sido una religión. Una ideología. Un nuevo comienzo.
Pero no, de nuevo.
Solo es un alto en el camino, de una cosa que todavía no comprendemos. Y es solo al ver sus efectos en el escenario más pequeño posible (la familia de clase media) que nos invade ese terror profundo, insondable, que tan bien se le daba al bueno de Hache Pé.

Quién sabe qué hay ahí fuera, cósmicamente ajeno a nuestros diminutos problemas.
Si alguien quiere imaginarlo, aquí encontrará un buen pedazo.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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7
18 de mayo de 2020
6 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curioso subtexto, el que se le añade a esta versión de 'Soy Leyenda'.
Uno que de ninguna manera asoma por la novela original, pero tiene mucho sentido: la ciencia se ha cargado el mundo, así que toca regresar a la Edad Media.
Esta vez, los vampiros son miembros de un culto particular, La Familia, que visten monásticas sotanas, creen en la unidad por encima de todo y se apoyan en catapultas o fuegos como arma ofensiva. No estamos muy lejos de cualquier secta, solo que ahora parecen tener algo (solo un poco) de razón.

Y supongo que el problema es ese: la Familia son alimañas, y como tales se les debe exterminar.
No hay ocasión para que Robert Neville se sienta equivocado o dude de su condición, porque la virulencia de sus ataques les priva de toda mesura, y el bueno de Charlton Heston no quiere sentirse más aislado de lo que una mirada desdeñosa es capaz de expresar.
Una pena, porque ese Los Ángeles desierto impresiona, y el hecho de que una película contracultural como 'Woodstock' haya quedado como último estreno de un mundo en ruinas reviste una perversa ironía: antes de que los tiempos cambiaran con promesas de paz y buen rollo, el mundo se fue a la mierda.

Al final, no dejan de ser apuntes en una de acción intensa, que carece del peso del silencio para marcarla en la franja emocional correcta. Pero eh, entretenida de principio a fin.
Heston puede salvar la Humanidad las veces que quiera: admitir que esta no merecía salvación parece seguir siendo la prueba más dura.
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Charles
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6
16 de mayo de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Curiosa y humilde propuesta, esta de aquí.
Daría la sensación de que por pertenecer a las antípodas del globo se ha permitido más inmediatez, más crudeza, en un tema que se toca día sí día también en el fantástico especulativo.

El único superviviente se queda buscando respuesta a su existencia, y como de costumbre se va haciendo patente que no queda nada por esperar si nadie te está, de hecho, esperando.
Un experimento se ha pulido a la gran mayoría de población de la Tierra, poniendo especial énfasis en los peligros de jugar a ser Dios antes que ser vivo, simple y agradecido, de este pálido punto azul, y el científico Zac Hobson pronto empieza a sentir la soledad impuesta como el castigo más injusto que imaginarse pueda: él, que antes vivía relativamente bien, ahora solo es una cáscara macerada al abrigo del vicio y la autocomplaciencia.
La escena más lúcida de la película le tiene a él en un estrado imaginario, dando voces ante la audiencia del viejo mundo, a partes iguales triste y cabreado de que todos nuestros esfuerzos nos lleven al mismo agujero.
Podemos ser más, pero no queremos que el vecino lo sea.

Al amparo de ese simple descubrimiento, es cuando Zac cambia las tornas, y elige ser la persona que necesita este desolado planeta: un defensor de lo que merece la pena ser salvado, antes que un egoísta resentido, como tantos que le han precedido.
El fin del mundo, desde luego, vendrá en gran escala, pero sobrevivir a ello dependerá de nuestra medida humana.
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Charles
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7
16 de mayo de 2020
1 de 1 usuarios han encontrado esta crítica útil
Más de una vez lo he pensado.
Si las paredes, o puertas, o sótanos, de edificios reformados en barrios antiguamente descastados pudieran hablar... ¿qué nos contarían?
El mundo lleva mucho en marcha como para no pensar que hay secretos insondables, bien enterrados bajo la máscara de agradable comunidad.

Ajena a esas ideas, Alison Parker busca casa.
Su vida es perfecta, con sus paseos en Central Park, su novio guapo y pudiente, un trabajo de modelo publicitaria que celebra su belleza juvenil... pero algo falta.
Un trocito de independencia, una casa propia, que alguien más avispado podría hilar con una vida familiar poco satisfactoria, marcada por el desarraigo y la realización de que el hogar nunca ha sido refugio. Antes de vivir con su novio, antes de la inevitable boda... quiere sentirse libre, como una mujer adulta se debería sentir

Por supuesto, el inmueble ideal no tarda en aparecer.
Si bien, una vez dentro, la convivencia heredada se impone sobre sus deseos, en forma de comunidad vecinal extraña y vieja como demonio, deseosos de participar de la buena presencia que trae una nueva inquilina joven y bella: Alison sonríe, con apenas un par de nerviosas miradas, pero los comentarios sobre su vida extra-marital se arrastran subrepticiamente por detrás.
Aquí los peligros de la vida urbana, debería rezar una inscripción en la entrada, donde nunca te libras del juicio ajeno y solo serás liberada cuando aceptes quedarte en tu apartamento, pudriéndote hasta los cimientos.

Por supuesto, es oro todo lo que reluce, y el Diablo sabe más de alquiler porque lleva milenios pidiéndonos la renta de esos nuestros fracasos que no puede olvidar nadie.
Pero, hasta el momento propicio, provoca bastante inquietud la historia de Alison Parker, la cual solo buscaba un pedacito propio, y acabó dándose cuenta de que es peligroso vigilar por mirilla eso que sube por la escalera.

Recomendable si alguna vez te han venido a la cabeza, a la luz del día, ruidos extraños que hayan hecho de madrugada esos vecinos que ahora te dan los buenos días.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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7
16 de mayo de 2020
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Una película de acción tan sota-caballo-rey que a punto habrán estado de sustituir alguna escena por un storyboard, directamente.
Pero... matices.

'Tyler Rake' es fantástica en su nivel porque da lo que se le pide, y un poquito más: el cansinismo en un cine de acción aséptico y rancio hace que cualquier atisbo de inmoralidad o verdadera saña parezca una revolución, aunque sea tamaño bolsillo.
Aquí la gente se cae de dos pisos de altura, se revienta, cojea, sangran profusamente de una herida que se han hecho trece puñetazos más atrás.
Si además se marcan un plano secuencia absolutamente frenético que te hace preguntarte cómo han hecho eso y flipar con cada nueva extensión del mismo, poco espacio queda ya para lo "simple" que pueda ser la trama.

Ojo, simple porque necesita serlo, porque no necesita rascar nada más y aún así reserva minutos para que Chris Hemsworth frunza el ceño recordando lo feliz que fue en una vida que no es esta.
Ya está, los héroes que más molan son los que dan hostias al por mayor, pero tienen un código de honor incorruptible.

Mención especial a convertir Bangladesh, vistosa localización, en campo de batalla, y a la cantidad absurda de extranjeros malos que caen en el glorioso tópico de "cuanto más cabrón, reventarle a puños es más satisfacción".

Poco más.
¿Qué más necesitas?
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Charles
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