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España España · Alcalá de Henares
Críticas de cinefilico
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Críticas 84
Críticas ordenadas por utilidad
8
28 de marzo de 2009
16 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Gina Prince-Bythewood tira de un buen guión con unas actrices en estado de gracia para crear esta emotiva (que no sentimentalista) y sencilla película sobre el tema del racismo en el sur de EEUU a mediados de los 60. Grandes y portentosas actuaciones de Latifah, Fanning, y Hudson (a la cual defendí cuando le dieron el Oscar, y ahora me ha demostrado que no estaba equivocado). Tampoco sale mal parada Alicia Keys, aunque son muy perceptibles todavía las limitaciones que le produce la inexperiencia. Mención especial merecen la música y la fotografía.

Un 8.
cinefilico
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8
14 de noviembre de 2010
14 de 15 usuarios han encontrado esta crítica útil
...Esto le grita Sean Penn a Naomi Watts en un momento de la película y podría resumir a grandes rasgos la sinopsis de la película. Una historia centrada en un matrimonio que trata de contar su verdad ante una sarta de mentiras de la casa más importante del mundo, demostrando que el pequeño, con dignidad, puede abrirse camino entre las sombras del más grande.

Doug Liman nos muestra y nos demuestra en Fair Game (me niego a nombrar su horrible título en español) que Estados Unidos sabía que no existían armas de destrucción masiva y que al atacar Iraq, el país asociaría a Husein con la caída de las torres gemelas, por lo que la invasión sería apoyada públicamente. Pero no contaban con que una mujer y su marido tenían pruebas suficientes para hacer caer a toda la cúpula de la Casa Blanca, empezando por su presidente, y eso no lo podían permitir.

Este tipo de películas de enredos políticos suelen carecer de interés fuera de lo que es el ámbito del país/situación en la que se mueve (un ejemplo claro es Frost/Nixon de Ron Howard), sin embargo, en Fair Game los hermanos Butterworth han sido capaces de mantener la tensión de la historia dentro del guión y Liman no lo desaprovecha creando además una sensación de documental con la cámara al hombro en movimiento constante en la multitud de entrevistas/conversaciones que se dan en la película y creando a la vez un clima de cercanía paulatina en una fotografía fría y distante principalmente en su primera parte, más inclinada hacia el thriller. Peor resulta el trabajo de montaje que en ocasiones resulta demasiado saltante entre planos y con cortes excesivamente bruscos especialmente en las imágenes de archivo en las que aparece un Bush muy convencido de que Iraq tiene un programa químico aún sabiendo que no es así. También falla una casi inexistente y excesivamente efectista banda sonora de John Powell salvo en, curiosamente, el punto flaco del guión donde se antoja algo folletinesco.

Los que no fallan son Watts y Penn, fantásticos en sus roles. Ella en el difícil papel de una mujer obligada a ejercer de madre, esposa y espía que bien le podría valer una nominación y que ve como su fantástico trabajo se ve destruido por el antojo de venganza de un presidente y Penn en un personaje que le viene como anillo al dedo, carismático y algo bocazas pero muy, muy antibelicista, con un discurso final, algo patriótico, pero que quita el hipo. Desde luego, verlos trabajar juntos, es un autentico lujo.

Un 8.
cinefilico
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4
27 de julio de 2007
16 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que empiezo la crítica sin saber muy bien como empezar. Supongo que Víctor García León, director del film, debería dar gracias a Juan Diego y a Juan Diego Botto por conseguir que la película no sea tan insulsa, porque si algo está claro en el largometraje, es que no se sabe muy bien por donde cogerlo.

El problema es que el director (al igual que otros tantos) trata al espectador como el personaje de Juan Diego trata a los que van a verle actuar. Como gente, que no tiene otra cosa que hacer y va a reírse de cualquier tontería que le planten en las narices y eso le lleva a un guión flojo donde los haya y a que la película acabe a la hora de comenzar.

Y es que la media hora que sigue no es más que una excusa para alargar el film. Y otra cosa… ¿el final, donde esta? Porque eso ni es final abierto ni es nada. Supongo que es un intento del director de pedir perdón por no saber acabar un film que empieza con muy buenas intenciones pero que se hunde en el intento.
cinefilico
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9
5 de diciembre de 2011
14 de 17 usuarios han encontrado esta crítica útil
Seguramente el mayor problema que tenga Restless es que el espectador debe aceptar que este es el juego de siempre pero con las reglas ligeramente cambiadas. La última película de Van Sant es un drama romántico con ciertas pinceladas de realismo mágico que en manos de cualquier otro podría haber acabado en un pasteloso telefilm incluso demasiado malo como para echarlo en la sobremesa de alguna televisión regional. Pero esto no ocurre en manos del director estadounidense, que aporta un alma inquieta y fibrilante a una historia que atrapa y hace pensar.

Restless cuenta la historia de dos bichos raros que viven en un mundo que no les comprende y que se enamoran fortuitamente. Anabella es una joven con un cáncer terminal que ha terminado aceptando y Enoch un huérfano al que le gusta asistir a funerales y que tiene una profunda relación de amistad con el fantasma de un joven kamikaze japonés. Los dos chicos se conocen en uno de los muchos funerales a los que va Enoch y pronto se establecerá una química fantástica entre ellos.

Aunque tiene ciertos tópicos, por otro lado, casi insalvables tratando el tema en cuestión, el guion huye del sentimentalismo barato y opta por un optimismo que dispara directamente a las entrañas sin necesidad de edulcorar. Hay frases que deberían ir directamente a los anales de la historia del cine como cuando Anabella habla de lo que significa su estancia en el mundo teniendo en cuenta el punto de vista geológico o algunos de los momentos sublimes que da el muchacho nipón. Pero lo mejor del film es que todo, aun siendo tan surrealista, resulta completamente natural y espontáneo, no solo en el transcurso de la trama sino en unos estupendos Mia Wasikowska y Henry Hooper que realiza un fascinante debut y que recuerda gratamente a su fallecido padre Dennis Hooper.

A tan fascinantes trabajos se le une un inteligentísimo uso de la fotografía, comenzando en fríos tonos azulados que poco a poco se convierten en unos preciosos tonos sepias, acompañando el cuento que supone este primer romance y que evocan en el espectador la nostalgia de la que fuera su primera historia amorosa. Por si fuera poco, Danny Elfman compone una banda sonora sutilmente hermosa que abraza al espectador sin necesidad de buscar protagonismo.

Un 9.
cinefilico
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1
25 de octubre de 2011
15 de 22 usuarios han encontrado esta crítica útil
I Wan to Be a Soldier no es una película. Nunca en la vida recomendaría el visionado de algo así, pero si alguien lee esto y aun así decide verla, que sepa que se va a encontrar con un panfleto adoctrinador propio de un dictador en horas bajas.

Me pregunto en qué estaba pensando Christian Molina (aquel que dirigió la notable Diario de una ninfómana) cuando decidió realizar semejante basura sin pies ni cabeza. No hay nada, (bueno, tal vez, la actuación del muchacho) mínimamente salvable en este atropello a la razón, a la lógica y al pensamiento crítico del espectador.

Molina parte de una gran premisa: la de la influencia en los niños que tienen los medios de comunicación y hasta que punto llegan a insensibilizarse cuando ven violencia. La idea es buena, pero el desarrollo es lamentable. Molina debe pensar que al iluso que vaya a ver su película también le han lavado el cerebro los medios, porque el maltrato psicológico al que es expuesto el espectador cruza la línea de lo lamentable. No contento con esto, el director intenta ayudarle con otro lavado de cerebro, con centrifugado incluido.

Y es que no hay nada mínimamente creíble dentro de la película. Una familia, con sus problemas, pero que para nada es disfuncional, por mucho que se empeñe el director en hacernos creer que sí, nunca permitiría que un niño, por muchas ganas que tenga de ser soldado, decorara sus habitación con banderas y pósteres de una ideología tan radical y que tanto mal causo al mundo.

Por otro lado, cuesta creer que un niño de 10 años (diez años, por el amor de Dios, si todavía hablásemos de un adolescente...) lo único que le interese de la televisión es ver guerras y documentales de animales cazando con el único objetivo de ver sangre, o que les hable a sus padres de esa manera y ellos se queden impasibles, o que los profesores no sean conscientes, e incluso alaben en alguna ocasión el comportamiento de este muchacho.

Pero a Molina no le basta con el adoctrinamiento implícito. Tiene que aparecer un psicólogo para metérselo en vena al espectador que aún no se haya enterado cual es el objetivo del film, si es que queda alguno. El psicólogo, que lejos de ayudar a los padres y buscar soluciones, se decanta por fomentar el pánico de la madre, el pasotismo del padre, y en el único momento que le vemos con el niño problemático, por realizarle una terapia de choque que a todas luces es inservible.

La película llega a un final más que evidente casi desde el primer minuto, pero cuando uno piensa que no hay manera de caer más bajo, aparece entre los títulos de créditos un discurso de Danny Glover que termina por rematar la faena y hundiendo a la película en la más absoluta de las miserias.

Un 0 como una catedral.
cinefilico
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