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Venezuela Venezuela · Puerto Ordaz
Críticas de MagoCinéfilo
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Críticas 38
Críticas ordenadas por utilidad
10
29 de septiembre de 2021
20 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
Midnight Mass es increíble.

Su gran logro: dar pie a una bellísima (n̶e̶c̶e̶s̶a̶r̶i̶a̶) conversación donde se dan la mano reflexiones sobre la naturaleza de la fe, la contemplación del dolor y la redención, todo macerado dentro del formato de horror fantástico que Flanagan ya exploraba en Doctor Sleep y la coralidad de sus antologías televisivas.

Definitivamente, la serie que ver si o si este año. Coincidiendo con la crítica: se trata de un triunfo del terror que deja a sus espectadores temblando (pero más importante aun, pensando) mucho después de los créditos.

Flanagan nos regala su obra maestra, que pasa de recordar en sus primeros compáses a los set-ups clásicos del horror mas carpenteriano, para pasar a explorar y comentar de una manera increíblemente inteligente, sutil y considerada respecto a una multitud de tópicos que tienen más en común con el eje temático de filmografías como la de Paul Schrader que con todo lo que nos había traído Flanagan hasta la fecha.

Obra maestra, y la gran consagración de este autor como uno de los grandes nombres dentro del género fantástico.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
MagoCinéfilo
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8
15 de marzo de 2021
11 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
- ¿Y si el Sabbat no existiese? ¿Si sólo fuese un sueño?
- Si sólo fuese un sueño, ¿cómo tantas mujeres podrían tener el mismo sueño?

Así empieza Akelarre. Lo que en un principio pueda parecer que irá en dirección del horror étnico vasco al que nos acostumbró De La Iglesia unos años atrás da un giro copernicano sobre su propuesta para convertirse en una cruentísima (pero fabulosa) crónica histórica.

Con inteligencia y tacto, Akelarre atraviesa la propuesta (simbólica) de Satán para la mujer. El sueño rebelde, condenatorio pero vivo; femenino; libre. El guion, reivindicativo pero cruento, logra una lectura interesantísima de la feminidad y su emancipación a través de los símbolos que, sea por casualidad, causalidad o simple y llana resistencia se oponen a los estatutos de poder. El poder como institución directamente antagónica a la mujer, que en sus rasgos humanos encuentra la mesura neutral capaz de ver más allá del fundamentalismo de los hombres; uno tan determinado con su propósito como ciego para los propósitos ajenos.

Agüero comenta con gusto y truculencia la reinvindicación de los sueños de Sabbat, provocativos y liberadores. Su reparto, genial. Un melodrama de época vasco que explora los primeros fuegos de reinvindicación femenina; con ascuas que arden durísímo todavía. La potentísima musicalización y diseño de sonido logran crear una atmósfera de cercana extrañeza, entre el tono que logró Eggers con su excelentísima The Witch en el 2015, y el ecléctico sentido de lugar del que dotó Robin Hardy a The Wicker Man.

El reparto, maravilloso. Sin buscar armar un estudio de personaje, el estudio que ofrecen Agüero y Guillou es uno que rearma un mosaico antropológico de abuso sistemático en el que sólo la imaginación y los sueños articulan escape alguno.

En su minuto final, la tesis es clara:

"Vuelan", dijo el juez.

Claro que vuelan. Maravillosa.
MagoCinéfilo
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9
29 de mayo de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
La etapa crepuscular de Kurosawa es el dolor hecho cine. Kagemusha, aunque considerada por muchos una de sus obras menores, no es menos dolorosa. La depuración estética de Kurosawa llegaba a su vertiente más preciosista en esta etapa, aunque su punto álgido fuese alcanzado con Ran, cinco años después (en la opinión de un servidor, la mejor película de Kurosawa).

Independientemente de ello, Kagemusha traslada al espectador al reino de la poética sublime. Es una alegoría de tres horas en la que el maestro nos transporta a un sentimiento intrínseco, casi primigenio, del hombre común por seguir a los grandes hombres de la historia. El afan humano, socrático si se quiere, de la autosuperación y del deber.

De como el deber consume al hombre hasta dejar poco más que una sombra, que por contraparte se alarga hasta mitificarlo.

Sus lecciones históricas tampoco deben ser desmerecidas. La tragedia de la casa Takeda y el conflicto inútil contra el poderío de Nobunaga y el Clan Tokugawa anclados en la historia de Japón como el principio y el fin de dos eras.

Una película imprescindible, que como curiosidad en su versión internacional estuvo producida por Francis Ford Coppola y George Lucas.
MagoCinéfilo
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4
11 de octubre de 2019
13 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Telefilme glorificado que vive de glorias pasadas sin alcanzar ninguna. Hemos envejecido con Aaron Paul, pero Jesse Pinkman no lo ha hecho. Es una entidad anacrónica, tan anacrónica como El Camino, una película que no funciona porque de ninguna manera podría haberlo hecho. Se siente como si el señor Gilligan, del cual no dudo es capaz de escribir excepcionalmente (Breaking Bad siendo prueba de ello) pareciese que lo que buscaba sacarse con la presente obra era un cash-in rápido y seguro. Porque estemos claros, nada más que el estamparle "A Breaking Bad Movie" iba a garantizar su redituabilidad.

La dirección es mediocre, la cinematografía y su gusto en general también. Que me perdone Aaron Paul, pero su interpretación por honesta que haya sido no logró venderme ni su personaje ni su historia por un segundo. Aunque ahí, vaya, para gustos colores.

El bajo presupuesto rezuma por los cuatro costados y eso no es necesariamente algo malo. Lo que está mal es que una película conceptualmente presta a estar centradísima en la historia que quiere contar, haga aguas por los cuatro costados por no saber qué tipo de película quiere ser. La identidad cinematográfica se diluye a favor de la rutina nostálgica, los personajes recurrentes que también anacrónicos han envejecido fuera de la pantalla pero en ella siguen actuando como si nada hubiese pasado y por ello mismo me imposibilitan cualquier forma de empatía.

Quizás no soy el nicho de mercado de la película. O quizás la película es simple y llanamente una mierda. Pero en fin, el tufo de telefilme no se le quita, porque lo es. Lo terrible es que sea tan mediocre.
MagoCinéfilo
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10
17 de diciembre de 2018
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay un tipo de violencia que solo existe en Latinoamérica. Una violencia exclusiva y elitista; pero lo es mientras se baña en barro, en mierda, miseria y misoginia. Porque la violencia de género no son solo los mojones mentales que nos pinta el primer mundo.

La violencia de Roma es la violencia del tercer mundo con aires de primermundismo, que se está moviendo para allá. Que de verdad lo intenta, pero es incapaz de lograrlo. La violencia de los inadaptados, de los parias, los rechazados. Los adoptados.

La violencia que da bofetón tras bofetón, mientras los telones de fondo suben, y bajan, y pasan los políticos por el backstage; los partidos, las ideas, las mujeres y los hombres. Pero todo por el backstage, porque el centro de la acción para nosotros los latinoaméricanos no son ni las ideas, ni la política, ni las mujeres o los hombres.

Nuestra vida gira alrededor de la violencia. Violencia de los recién nacidos, los nacidos muertos, los adúlteros, los mentirosos, los criminales. Aquel que abusa del que no tiene poder. La violencia que destruye los sueños de aquellos que empiezan soñar. La violencia de México. La de Venezuela, la de Cuba. La violencia del hombre moreno. Violencia a la romana.

Cuarón hace su mejor película, y la mejor película mexicana de lo que va de siglo. La hace sin El Chivo; la hace a la antigua. La hace mejor.

No hace una película feminista. No hace cine panfletario, ni denuncia social hedionda a izquierda. Todas malas costumbres del continente. Hace cine humano, universal. Resonante y emocionalmente potente. Cine bello, cine puro.

El cine más bello y más puro no lo es porque sus planos secuencia hayan sido grabados con una Alexa 65, o porque sus actores se coman las emociones como un Kirby que se tragó El Método Stanislavsky. El cine más bello y más puro es aquel que desteje la memoria para exhibirla por nosotros, para nosotros. Tender un mosaico hecho de tiempo, como haya dicho mil y un veces Tarkovsky. Transportarnos a recuerdos que en primer lugar nunca tuvimos, porque la memoria es colectiva. El cine es colectivo.

Roma es cine. Cine hecho bien.
MagoCinéfilo
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