Hay películas españolas que tienen una valoración tan desmedida que, claro, cuando nos llega una que tiene dignidad, una cuidada fotografía, un guión atrevido, unos actores magníficos y unas localizaciones impecables, nos ponemos como locos a poner estrellas, como si acabáramos de ver una obra maestra. No. No estamos ante una obra maestra, para qué vamos a engañarnos.

Otra vez, Achero Mañas nos da un producto bastante bien acabado, atrevido, que plantea una situación y la resuelve muy dignamente, con oficio, con grandes profesionales en la música, en la interpretación, en la fotografia, sobre todo... pero... ¿pero qué? Le falta algo y le sobra algo... desde mi punto de vista, claro... que ¿quién soy yo?

Recomendable, de todas formas, me explico en el spoiler...

Sí, Marine Vacth es jovencísima y monísima, sí... Pero, para mí, y siento discrepar con la mayoría de las críticas, me ha parecido una película insulsa, sin pies ni cabeza y autocomplaciente. Más me ha parecido un clásico "épater le bourgeois" francés, en lugar de entrar en un problema que no parece ser inusual en nuestra sociedad, que busca el enriquecimiento rápido y que puede provocar en las adolescentes la necesidad de obtener dinero "fácil" (en teoría) para conseguir cosas bonitas. No me creía nada.

Y ya sabemos que en el arte en general, más vale ser verosímil que contar verdades. Para mí no ha sido verosímil la historia. ¿Qué le voy a hacer?

DiDiMeMe QuéQué PrePreTenTenDiDiAsAs, Bigas...

Mira que soy admirador de Bigas Luna. Mira que he defendido hasta algunas indefendibles, como Bámbola, Las edades de Lulú o Son de mar, porque en todas encontraba algo... pero en esta ni siquiera encuentro a la Pataki como me esperaba. Yo me esperaba el morbo del Director de Caniche, la sensualidad de Lola, la provocación del guionista de Mater amatísima o de Bilbao, el gran sentido del humor del Director de la Teta y la luna... pero, la verdad, me he encontrado a un gran director de cine, metido a realizador de spots publicitarios, pero que ni siquiera me ha impresionado con las imágenes que acostumbra.

Patakinazo del más provocador de los provocadores.

Y la Pataki... ni hablemos... A ver si alguna vez nos demuestra, actuando, que no ha conseguido los papeles como la DiDi de la peli... porque la verdad es que, hasta ahora...

Ya desde el trailer del la película, creía que la desnudez en la puesta en escena como el estatismo de los actores, iba encaminado a homenajear a Aki Kiarostami, pero, una vez vista, lejos de las metáforas cinematográficas del director finés, Carlos Vermut se entretiene intentando contar una historia... y, la verdad, sin dejar de ver algún acierto, como el hecho de utilizar a Sacristán en uno de sus mejores papeles, pues no tiene que hacer de intelectual, a mí me deja la película un poco planchado. Me falta chicha...

No la has comprendido, me podría decir el guionista.

¿Tú crees? Pues será eso.

Qué lástima de buenos actores, obligados a trabajar en un guión tan flojo. Al pobre Cámara le dan el papel que hizo con Isabel Coixet, que le salió bordado, pero con un poquito más de pluma, que siempre queda muy gracioso; a Chus Lampreave, que siga haciendo lo que ella hace siempre, que para qué le vamos a dar guión, con lo graciosa que ella es; y a Luis Varela, pues que haga Camera café, pero paralítico, para que no se note demasiado. Luego le mezclamos un poquito de Deliciosa Marta, le ponemos el portero de Aquí no hay quien viva, pero haciendo de un inexplicable camarero que nadie va a entender por qué está trabajando allí, lo mezclamos con unas gotas de sentimentalismo traído por los pelos, y ya verás tú: el éxito del verano. Eso sí, que nadie caiga en la cuenta de que es el único restaurante de Chueca que sólo abre a mediodía, porque si no, se va a notar mucho. Y, por supuesto, no hagamos caso de Hitchcock, que recomendaba no usar niños en las películas, al menos en la primera.

En resumidas cuentas, que luego dicen que el público le damos la espalda al cine español. Y más que le vamos a dar, si esto es lo más que te despachan por 7 euros.

Un poquito más de autocrítica no vendría nada mal, no. Y eliminar frases inservibles y tacos. Porque uno o dos hacen gracia, pero doscientos no.