Haz click aquí para copiar la URL
España España · Barcelona
Críticas de did79
<< 1 2 3 4 10 30 >>
Críticas 148
Críticas ordenadas por utilidad
3
12 de octubre de 2019
30 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Muñeco Diabólico" supuso para la mayoría de adolescentes de la época un golpe bajo en aquellos terrores más primitivos e inconscientes de todo niño, ese miedo a que nuestros juguetes cobraran vida por la noche. Así nació Chucky, icono del cine moderno de terror y del cine en general.

Dos secuelas directas, dos entregas que se alejaban del elemento puramente terrorífico abrazando el humor más gamberro y dos secuelas más volviendo a los orígenes, ya desgastaron la fórmula de manera insalvable. ¿Entonces que opción quedaba? Pues la moda que impera en la actualidad, el reboot o reinicio de la saga. ¿Original, verdad?

Poco puede uno esperar al volver a ver una película con el malvado muñeco como protagonista, salvo que el nivel de salvajismo sea más elevado y nos presente nuevas y espeluznantes secuencias. El film de Klevberg, tiene mucho de lo primero y poco de lo segundo. Dos son los grandes errores que comete directamente; uno, y el más grave, es el horroroso diseño del nuevo muñeco, más Piqueras que nunca e incapaz de inquietar. El segundo, es prescindir del elemento sobrenatural, que le resta el elemento terrorífico al otrora carismático villano.

¿Cómo puede ser que el muñeco del film original, con muchos menos medios que en la actualidad, resultase mucho más creíble que este Nenuco pucheritos? Chucky ya no da miedo, se muestra imposible, blando e irreal, y al final, con la vuelta de tuerca que ofrece el nuevo guión, es un simple alter ego del protagonista, realizando los actos que éste desearía hacer pero que su conciencia le impide.

Así, el nuevo muñeco asesino es producto directo de la propia sociedad de consumo que lo crea y lo compra. Esta idea sería, en cierta medida, original, si no fuera porque en el fondo oculta una de las críticas más conservadoras vistas últimamente en pantalla. La maldad de Chucky es consecuencia directa de la violencia audiovisual a la que es expuesto todo adolescente, del descuido paternal, de la mala educación y del aislamiento social. Aunque apueste por cierto humor negro, que rápidamente se diluye, el tufillo carca invade todo el mensaje del film.

En conclusión, esperemos que dejen dormir ya a Chucky en su caja de cartón de una vez por todas, que para ofrecer propuestas tan inocuas e irrelevantes como ésta más vale que se dediquen a otros menesteres.

Lo mejor; Al menos el film no copia descaradamente al original, apostando por algo nuevo aunque fallido.

Lo peor; Si hubiera premios a la peor madre del mundo, sin duda Aubrey Plaza sería justa ganadora. Y el horrible diseño de Chucky, presente en nuestras peores pesadillas, pero no por el motivo que se pretende.
did79
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
6
27 de diciembre de 2018
31 de 39 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cabe preguntarse el porqué de la realización de una secuela tan tardía, ya que distan casi 60 años del estreno de Mary Poppins. Por un lado podríamos considerar una maniobra puramente comercial made in Disney, experta en aquello de sacar el mayor rendimiento a sus producciones, ya sean mediante secuelas, remakes humanizantes o simplemente interpretaciones personales. O bien, se ha concebido como producto para ofrecer a una nueva generación de espectadores el mismo impacto que ocasionó su antecesora.

El calibrar el impacto de este film en el público infantil de hoy en día se presenta difícil, puesto que uno ha crecido lo suficiente como para que su espíritu haya cambiado y, junto a él, el mundo en general. La inocencia de la que hacía gala la película de Robert Stevenson no la encontramos muy acorde con la generación mas media acostumbrada a productos de calibre, digamos, más osado.

Pero analizándola propiamente, la elección de un director curtido en el terreno del musical moderno no se ofrece anecdótica. Esa apuesta por una representación mucho más teatral, cuyo set podría tratarse perfectamente de un escenario de Broadway, donde la cámara se pasea por él ofreciendo estudiadas coreografías mediante la composición de plano, acerca la película de Rob Marshall más al "Chicago" del propio director, que al original de 1964. En esta todo parece pertenecer a un musical contemporáneo, donde la historia, a diferencia de la anterior, está al servicio de la música, y no a la inversa.

La magia que atesoraba "Mary Poppins", con sus entrañables personajes, ya sean de carne y hueso o dibujados, aquí se presenta fría, que no distante. No existen grandes números destacados, como los que acontecían en el parque con su archiconocido "supercalifracilsticoespialidoso" en la película clásica. La sucesión de números musicales se presenta rápida e inconexa, pero reconozcámoslo, también efectiva (aquél que tiene el baño cómo protagonista), gracias a que Marshall sabe cómo mover la cámara ente sus danzantes personajes.

Otro de los inconvenientes que uno puede encontrarse al visionar la película, es el recuerdo tan arraigado que dejó su otrora protagonista, la entrañable Julie Andrews. Por suerte para el espectador, Emily Blunt consigue brillar con luz propia, construyendo una Mary Poppins con matices más humanos que aportan una nueva dimensión al personaje. La contrapartida pero, la encontramos en Lin-Manuel Miranda, que carece del carisma que sí poseía Dick Van Dyke. Cambiando aquí el oficio de deshollinador por farolero, fracasa estrepitosamente en uno de los números clave del relato, el número musical de los oficios. Es en la comparación entre ambas escenas (la que acontece en las chimeneas de Londres y la escena con los faroleros) dónde "El regreso de Mary Poppins" pierde por goleada. Dónde aquella resultaba emblemática, ésta no deja de ser una más del conjunto.

Correcta en su acabado, bien interpretada, con algunos números y apuntes de interés (el problema pasa de ser de atención familiar a los desahucios y la crisis económica), la película funciona como entretenimiento mayúsculo tremendamente edulcorado y que gana enteros siempre y cuando no se la compare con su magistral antecesora. Atención merecen los diferentes cameos y guiños al clásico que contiene para regocijo del nostálgico.

Lo mejor; Emily Blunt consigue que nos olvidemos (parcialmente) de Julie Andrews.

Lo peor, Es tan irrelevante que uno sale del cine incapaz de tatarear ni recordar una sola canción.
did79
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5
13 de diciembre de 2019
33 de 45 usuarios han encontrado esta crítica útil
Parece que actualmente la industria de los sueños está empeñada en mostrarnos las tortuosas y agitadas vidas que se esconden detrás de las estrellas. Si en el pasado se ofrecieron biopics de lo más variados (escritores, pintores, músicos, entre otros artistas), la nueva moda reside en centrarse en aquellas personalidades con el don de la canción. Después de los éxitos del (blando) repaso a las vidas de Mercury y John, llega el turno a una de las figuras más emblemáticas del cine, Judy Garland. Aunque parece que esto no se detiene aquí, con las inminentes producciones sobre Madonna, Bowie, entre otros.

Garland, otrora estrella infantil (inolvidable Dorothy en el clásico de Victor Fleming, "El Mago de Oz"), y posteriormente cantante, fue, sin duda, lo que hoy llamaríamos un "juguete roto". Explotada desde su más tierna infancia, sufrió en sus carnes el precio de la fama. Las maratonianas jornadas de trabajo, la falta de sueño, su inexistente vida familiar/personal, etc. formaron la base de un personaje que, aún erigiéndose como icono, era en exceso vulnerable y dependiente, directamente encaminado a su autodestrucción.

El film se centra en su última etapa encima de los escenarios, la que corresponde a su período londinense, mostrando las consecuencias de su declive. Goold apuesta por mostrarnos a una Garland frágil, abandonada y dolida con la vida. Ya nada queda de aquella estrella, salvo pequeños destellos una vez hace uso de su gran potencial vocal.

Sus problemas con el alcohol y el insomnio son narrados en el film con melancolía, mostrando un cierto patetismo en el personaje con el que automáticamente se empatiza, haciéndonos partícipes de sus miserias interiores. Esa huida de la soledad, que le lleva a depender de todo aquél que se le acerca, está perfectamente retratada en escenas como aquella que acontece fuera del teatro, con una pareja de fans, o en las que deambula sin rumbo cuando es incapaz de conciliar el sueño. Aún siendo mostradas con toda su crudeza, no acaban de funcionar dentro de un engranaje un tanto descafeinado, que pasa por alto muchos aspectos interesantes que podrían haber hecho del film el gran homenaje que Garland se merece (como por ejemplo, la relación con su hija Liza, totalmente desaparecida de la función, cosa que debemos suponer que no le hará ni pizca de gracia a la actriz)

A diferencia de otros biopics, en los que se nos muestra el declive del personaje, en un largo proceso de destrucción, en "Judy", ya nos encontramos al final de éste. Salvo pequeños flashbacks, pocas referencias hacia su pasado encontramos, centrándose directamente en su último estado, aquél en el que no hay vuelta atrás, en que las consecuencias son demasiado altas como para poder redimirlas, y lo único que queda es esperar ese trágico desenlace a una vida que siempre estuvo en manos de los demás.

Finalmente, resulta un ejercicio correcto pero que desaprovecha todas las oportunidades que ofrece la abrupta vida de la diva, quedándose en un peligroso terreno anecdótico e inocuo.

Lo mejor; Zellweger (o lo que queda de ella), capaz de reflejar con solo una mirada la soledad que experimenta, otorgándole ese halo de frágil patetismo compasivo al personaje.

Lo peor; Zellweger cuando pierde el control interpretativo, llenando su performance de constantes tics y muecas.
did79
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
2
4 de agosto de 2021
45 de 75 usuarios han encontrado esta crítica útil
La presión que vive Shyamalan con cada nuevo proyecto es sin duda considerable. Hijo pródigo de Hollywood durante los últimos estertores de la década de los 90, fue vapuleado por crítica y público una vez superado el ecuador del nuevo milenio. ¿Quién tuvo la culpa de ese descenso a los infiernos? ¿Fueron los estudios los responsables de su crisis artística? ¿Fue el desmedido ego del director el que dilapidó con ínfulas artísticas su carrera? ¿O fue el público, que siempre esperaba de él desenlaces al estilo del "El sexto Sentido", el que se cansó de sus vaivenes temáticos?

Con "Tiempo" vuelve a suplicar el beneplácito de aquellos que le perdonaron sus tropezones anteriores volviendo a sus raíces fantásticas. Si ya con "La visita" los críticos se mostraron menos sangrantes y gran parte de los espectadores entusiasmados, con su nueva obra pretende dar un paso más allá y deslumbrar al personal con reflexiones sobre la vida y la muerte. El problema es que ya no engaña a nadie y, por más esfuerzo que haga añadiendo escenas lacrimógenas y música de cuerda, es dificil congeniar con la historia que nos propone.

Dejando de lado la perezosa puesta en escena (esos zooms y paneos) y el desubicado casting (ni ellos se creen lo que está pasando), la principal lacra de filme es que se muestra incapaz de perturbar lo más mínimo. Ni tan siquiera consigue que empaticemos con algún personaje, meros monigotes a los que se les añade una intencionada y vacua carga dramática que no lleva a ninguna parte. Además de la gratuidad de ciertas escenas (la muerte en la cueva), de la tramposa resolución, el horrible maquillaje y del recato de no mostrar más debido, hemos de añadir un guion plagado de clichés que intenta ser novedoso y genial.

Todo un despropósito que parece rodado con desgana entre un grupo de amigos amateur y que desperdicia con grandilocuencias los recursos que ofrece el inhóspito paisaje donde se ubica la acción.

Shyalaman no debería subestimar tanto al espectador, centrarse más en contar con brío su historia y dejar más espacio a la imaginación propia. Él sabe que muchos no estamos a su altura y por eso, como mediocres que somos, reincide hasta tres veces en explicaciones resolutivas, por si algún despistado no ha entendido su trascendental mensaje.

Lo mejor; Algún apunte interesante (que dura 3 minutos para esfurmarse seguidamente con alguna salida de tono).

Lo peor; Un guion que hace aguas desde el mismo inicio, escrito con grandes pretensiones que nunca llegan a cuajar. Además de su hierático y caricaturesco reparto (excelentes actores horribles en sus respectivos roles).
did79
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
5
7 de diciembre de 2021
24 de 33 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el cine el tema del fin de mundo siempre ha sido algo recurrente en cuanto a fantástico se refiere. Muchos son los films que han abordado el tema desde diferentes perspectivas, desde distopías apocalípticas y llenas de acción tipo "Mad Max" de George Miller a otras mucho más íntimas y psicológicas como "Melancolía" de Lars von Trier.

El film que nos ocupa bebe directamente del film protagonizado por Kristen Dunst, pues apuesta por un relato mucho más sosegado en cuanto a efectos y pirotecnia, pero intenso en cuanto a su carga psíquica. Ambas cintas nos muestra a un grupo reducido de personas que deben hacer frente a las últimas horas de su existencia ante una inminente catástrofe natural, donde saldrán a relucir miserias y reflexiones existenciales. Otra influencia directa es "La invitación" de Karyn Kusama, que aún alejándose de tono y mensaje, si mantiene la misma forma al utilizar esa atmósfera enrarecida y opresiva que va asfixiando a los personajes a medida que avanza el metraje.

El principal problema de la película de Griffin es su indecisión genérica, es decir, el director oscila por varios tonos sin decantarse por ninguno de ellos, haciendo de su narración un vaivén emocional que no llega ser congruente con sus pretensiones. Durante la presentación de los personaje, se adopta aires de comedia negra, con los actores potenciando su vis cómica en los diálogos para pasar, una vez desenmascarada su trama, al drama más desaforado y existencialista, algo que subraya su estridente y pastelosa banda sonora.

Es precisamente esta dualidad la que descoloca al espectador que no sabe si se trata de una broma con matices de seriedad o un chiste sin gracia que se toma demasiado en serio a sí mismo. Por suerte, tenemos a un gran elenco de actores que afrontan con dignidad unas interpretaciones que en otras manos estarían llenas de estridencias y sobreactuación, manteniendo un duro pulso con esos diálogos oportunistas y grandilocuentes que no llevan a ninguna parte.

No le hubiera sentado nada mal dejar atrás su lado más lacrimógeno y potenciar esa cara más gamberra y desfasada que pedía a gritos su trama. Además, para los más escépticos con la situación actual, el subtexto del film incluye una crítica tan obvia como sangrante a la gestión gubernamental de cierta pandemia que asola nuestros días. En otras palabras, aquellos que comulguen con las ideas más negacionistas aquí encontrarán alicientes suficientes como para reforzar sus teorías.

Lo mejor; Su planteamiento, apoyado por unos actores comedidos y consecuentes.

Lo peor; Sus idas y venidas temáticas. ¿Es un dramón? ¿Una comedia ácida sobre las relaciones familiares? ¿Una crítica social? ¿Todo a la vez?
did79
¿Te ha resultado interesante y/o útil esta crítica?
<< 1 2 3 4 10 30 >>
Cancelar
Limpiar
Aplicar
  • Filters & Sorts
    You can change filter options and sorts from here
    arrow