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España España · Ciempozuelos
Críticas de cinealdivan
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Críticas 45
Críticas ordenadas por utilidad
9
10 de octubre de 2020
11 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
La carrera espacial puede ser una metáfora perfecta de la huida de casa, o sea, de la búsqueda de una vida lejos del hogar, de los padres, no como un paso en dirección a la madurez, sino como la declaración de que en casa no hay nada que merezca la pena, de que quizá se lo podrá encontrar fuera. Muy lejos, en otro mundo, quizá. Idea desoladora donde las haya. Y sin embargo a ello parecen abocados los protagonistas de esta sólida serie dramática, unos astronautas a los que nada en la Tierra parece retener. En casa, estos aventureros espaciales dejan familias desamparadas, hijos condenados a vivir el mismo ciclo de alienación, de desapego hacia unas raíces, que ellos mismos probablemente experimentaron, razón por la cual "huyeron" al espacio.
Claro, no es este el mensaje que la propaganda estatal pretende vender. La de los americanos o la de los soviéticos, que para el caso lo mismo da. Pero en el fondo vende un modo de vida basado en la negación de la falta, de la pérdida, y por tanto de la huida hacia adelante, revestido de promesas de grandeza y heroísmo, de ese culto tan americano del profesionalismo, como modo de compensar, justamente, esa falta (de todo lo demás).
Lo bonito de esta serie es que muestra que todo, en verdad, gira en torno de las relaciones, de los lazos que unen a estos seres tristes y solitarios, que, en momentos puntuales, se encuentran los unos con los otros, se demuestran que las cosas podrían ser de otro modo, el cálido reconocimiento de que ser los mejores, demostrar lo bien que hacen lo que hacen, sirve para llamar la atención del otro, para ganarse su amor. En esos momentos la serie alcanza sus más altos picos de intensidad dramática. El sobresaliente. Como ese padre interpretado por Joel Kinnaman que, en e fondo, sólo puede pensar en sí mismo, en su carrera, abandonando en gran medida a su hijo a su suerte. No es un mal hombre, es sólo un niño desamparado que ha aprendido que nadie va a ocuparse de él, que tiene que apañárselas para sobrevivir. Como su hijo ahora, debido, en gran medida, a sus actos como padre.
Una serie muy bien hecha, con buenos personajes, bien interpretados. Hasta Kinnaman, habitualmente soso, puede que lo peor de todo aquello en lo que trabaja, está bien aquí, en su papel.
cinealdivan
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6
2 de septiembre de 2020
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
David Lynch tiene un talento especial para manejar una cosa puramente cinematográfica, el tempo de la escena, el espacio dedicado e los diálogos, los silencios, las miradas de los personajes, que en conjunción con recursos como el sonido y la música, tanto como la imagen, genera en el espectador una tensión especial, una fascinación, incluso, por esos personajes y por todo lo que les pasa. En pocas palabras, David Lynch es un maestro en crear las condiciones para que se produzcan la identificación y la inmersión en sus películas. Twin Peaks es un claro ejemplo de ello. No digo que sea el mejor ejemplo, pero sí que nos da lo que tan bien se le da a su director.
Luego está ese jugueteo con lo onírico que tanto le gusta y que tanto daño puede hacer, en mi opinión, al resultado final de sus obras. Lo onírico tiene algo de muy cinematográfico también, pero al final, para el espectador, tal como lo maneja Lynch, sólo es un espectáculo incomprensible, ajeno, en el sentido más amplio del término. Porque no es una cuestión de torpeza expositiva ni de limitaciones intelectuales, del director o de los espectadores, es que los sueños son sólo de uno y de nadie más. Cuando Lynch plasma sueños, o escenas oníricas, o como se las quiera llamar, basadas en la introducción de contenidos fantásticos que huyen de los códigos lingüísticos compartidos, no se le entiende. Esto, que a él probablemente no le importa, ni tiene por qué, a nosotros, por desgracia, acaba por sacarnos de sus películas. Aunque, todo sea dicho, podamos apreciar también una cierta riqueza estética en todo ello. Aquí, concretamente, Lynch imagina un escenario que a mí me retrotrae directamente a su más fallida película, Dune. Es como si Lynch hubiera recuperado para esta serie escenarios o incluso metraje descartado de aquella. Es impresionante pero... ajeno. Uno no entra del todo en la propuesta de ese mundo porque, de nuevo, no entiende ni papa. A mí me gusta entender, aún en el nivel más inconsciente. Sin ese mínimo entendimiento la identificación y una verdadera, profunda, inmersión en sus películas resulta imposible.
cinealdivan
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8
28 de febrero de 2021
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Antes de la fábrica de superhéroes fue el Batman de Tim Burton, y después del más convencional primer Batman de Burton fue "su" auténtico Batman, éste que vuelve. Si es que se puede decir de verdad que hay algo de convencional en algo de lo que hace Burton. Pero creo que es innegable que esta película puede colocarse sin dificultad al lado de sus obras más personales y conseguidas, como Eduardo Manostijeras o Ed Wood. A mí personalmente me gusta más, porque ofrece un abanico más amplio de contenidos que aquellas. Es, en un grado muy limitado, una historia de superhéroes, porque su héroe de postín, Batman, es en el fondo secundario. Parece claro que a Burton no le interesa demasiado el personaje. En cierto modo es comprensible, Batman representa el orden, y el orden es más aburrido que el caos. Pero también creo que es una pena. Michael Keaton está prefecto en su papel, en el pequeño papel que tiene, con tan poco que le dejan a disposición. Creo que lo borda, y por eso lamento que no le concedieran más peso. No dudo que a pesar de ello Catwoman y El Pingüino se lo habrían merendado. Son personajes más complicados, por sus taras, que Batman. No porque este no las tenga, sino porque las suyas son más aburridas. De nuevo, es el plasta que defiende el orden. Encima están Michelle Pfeiffer y Danny De Vito, que son fuerzas de la naturaleza, inconmensurables los dos. Ella está encantadora como tarada y arrebatadora como mujer fatal. Él es el verdadero héroe trágico de la historia. También, en la onda de esos otros héroes burtonianos, es un freak, o sea, un inadaptado grotesco.
A Burton hay que concederle el mérito de conseguir emocionarnos con semejantes mimbres. No quiero destriparle el final a nadie, y quizá sea imposible tras tantos años, pero es que el final es sencillamente conmovedor. Dentro de la rica paleta emocional de la película es fácil reconocer momentos divertidísimos, mayormente los protagonizados por el trío cómico que forman Bruce, Alfred y Selena, juntos o por separado, aunque no hay que olvidar algunos momentos protagonizados por los dos villanos de la función. Es que en realidad habría que pensar en la película como en una especie de comedia trágica, que sólo llamaríamos de superhéroes porque aparece, entre bastidores, un tal Batman.
Mención aparte merece la música de Danny Elfman, absolutamente maravillosa.
Si no le pongo un diez, a pesar de todo lo que me gusta, es porque encuentro que hay un problema de ritmo en algunos momentos. La sucesión de escenas climáticas, es decir, de un mismo nivel de intensidad, sin solución de continuidad, sobre todo a partir de la la puesta en marcha del plan maestro del Pingüino, hace que uno casi se salga de la película, porque aburre. Grave fallo de guión. Además, como he comentado, creo que el conjunto realmente se habría visto beneficiado por un mayor peso del personaje de Bruce Wayne. No del de Batman, ojo. Keaton está muy bien, como decía, y uno intuye que eso se podría haber aprovechado mejor, desarrollando su parte. Por ahí es posible que se hubiera podido compensar ese exceso de intensidad del que hablaba.
Es, en fin, la mejor película de superhéroes que no es de superhéroes. Como lo es, pero en otro sentido muy distinto, El protegido.
cinealdivan
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10
7 de agosto de 2020
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Raylan es un US Marshall muy poco disciplinado que se gana como castigo una vuelta a donde todo empezó para él, su pueblo natal. Allí le espera la fauna humana más fascinante desde que David Lynch se inventara Twin Peaks, entre la que destacan un amigo de juventud algo más que turbio y un padre primitivamente peligroso venido a menos.
Es justamente en esta relación paterno filial donde podemos hallar la semilla de todo lo malo (o bueno, según se mire) que le va a pasar a Raylan en su periplo por el divertidísimo infierno que es el estado del pollo frito, Kentucky. Malo, porque Raylan no hará más que enfrentar, o crear, problemas a su paso, se relacione con quien se relacione, buenos o malos, amigos o enemigos, o al revés. que con él nada está muy claro. Y bueno, porque nosotros como espectadores disfrutaremos de las aventuras de Raylan con la fascinación del que descubre un mundo nuevo de riqueza y con una sonrisa de oreja a oreja, gracias a unos ingeniosos diálogos en la inspirada línea del autor del relato en el que todo esto está basado, Elmore Leonard.
Mención aparte merece el protagonista, un Timothy Olyphant que nació para interpretar este papel. Qué digo interpretar, él es Raylan. En las antípodas de otro vaquero mítico del actor, Seth Bullock, lo cual habla bien de su capacidad para crear un personaje, aunque también sea evidente que en ciertos registros no le sobran recursos. A la manera, se podría decir, de otros actores que se mimetizaron con sus personajes a partir de un carisma enorme y poco más, como el Clint Eastwood de Harry Calahan.
Un verdadero western en el presente, con todo el jugo de los vaqueros norteamericanos, hombres repletos a rebosar de testosterona sin el más mínimo atisbo de sensibilidad para cualquier cosa que no sea una buena pelea o un duelo de pistolas, de los de siempre.
cinealdivan
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10
6 de febrero de 2021
6 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tom Hanks y Paul Greengrass se unen de nuevo y el resultado no podía ser otro que una obra maestra. Simplemente ocurrió lo que podía ocurrir. A Hanks hay que hacerle un monumento porque no hay otro como él en este momento. Y lo realmente admirable es que su talento y olfato para el buen cine no decaen como el de otros grandes venidos a menos (¿alguien ha pensado en Russell Crowe?) Nos sigue dando algunas maravillas, cada tanto. De Greengrass se puede decir que hoy es uno de los grandes, de los pocos que pueden coger el testigo de un Michael Mann, por ejemplo, dado el gusto de ambos por la acción (que no por los mismos géneros necesariamente).
Aquí tenemos un western en la vertiente más fundacional del género, el de la construcción de EE UU, o sea, atravesado por los movimientos migratorios y la lucha por la supervivencia de los pobladores de los nuevos territorios conquistados a los indígenas, con sangre. Hanks debe viajar con una niña huérfana, víctima, precisamente, del salvajismo que es la base sobre la que se construyó el país. El viaje de ambos, y el lazo que construyen como metáfora del nacimiento de esa nación, es conducido por el director con la maestría que se le ha podido ver a todo lo largo de su filmografía. Pocos filman la acción como él. A lo que no nos tiene tan acostumbrados es a la profundidad y a la sutileza en la construcción del drama. Aquí, Hanks, y la niña, son la guinda del pastel. Sobre sus hombros es más fácil que florezca la emoción, una emoción desgarradora, gloriosa, que puntúa los momentos clave.
Maravillosa película, de principio a fin.
cinealdivan
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