Emotiva película sobre la relación entre una madre y su hijo - en ocasiones, no exenta de cierta turbidez-. El trabajo de Nobuko Otowa es de los que cuesta olvidar, aportándole una ternura y calidez desacostumbrada a las relaciones familiares japonesas. Lastran a la película algunos flashbacks y explicaciones innecesarias, así como el uso puntual del zoom, que chirria con la sobriedad general del film. Con todo, un trabajo estimable del gran Kaneto Shindo.

Película con momentos estimables, pero irregular en su conjunto, ya que el tono dramático general está salpicado de escenas cómicas que, por el contraste con las anteriores, resultan un tanto ridículas.

Lo más llamativo de la película, además de tratarse de un film mudo sin acompañamiento musical, reside en su puesta en escena, en la que el director, quizá aún en pleno proceso de investigación sobre las posibilidades expresivas del lenguaje cinematográfico, introduce numerosos travellings a los que cuesta encontrar el sentido o la necesidad. Más allá de estos aspectos técnicos, estamos ante una buena historia sobre relaciones familiares, honor y sacrificio, en la que destaca el tierno personaje de la joven geisha. Vale la pena.

Película sin gracia alguna, que es lo peor que se puede decir de una comedia. Los gags, forzados y carentes del más mínimo encanto, se suceden sin que se esboce en los labios del espectador ni si quiera una sombra de sonrisa. Lo único salvable es el testimonio gráfico que toda película hace del periodo en que rodó. Qué lejos del mejor Keaton.

Película con un sobrio tono general que puntualmente cae en enfatismos que lastran algunos pasajes. También se deja llevar por algunos clichés -no puede faltar la escena de los alemanes borrachos con prostitutas- que acaban produciendo la impresión de cosa vista. La buena fotografía en blanco y negro y su personaje principal, elevan la nota final de un film que vale la pena descubrir.