Desde que me enteré de que Burton estaba llevando a cabo su versión del universo creado por Lewis Carroll empecé a babear como un perrillo ante un sabroso hueso.
Una vez leídas multitud de críticas, la mayoría no muy amables, sobre "Alicia en el país de las maravillas" me temía lo peor, que Tim Burton, barroco, excesivo y excéntrico se hubiera pasado de rosca.
Hoy, por fín, descubro atónito que no es el caso. El genio visual más grande que ha dado nuesto amado séptimo arte ha vuelto a hacer suyo un universo ajeno que todos de niños hemos sentido un poco nuestro. Y lo ha hecho de manera brillante, adulta, extraña y lisérgica, no podía ser de otra forma. Eligiendo un elenco actoral salvaje, en el que destaca la casi desconocida Mia Wasikowska, que debutó en Rogue con otro de los actores del momento 3D, el Sam Wortington de Avatar y que en la cinta de Burton clava un personaje extraño que se debate entre la infancia y la niñez en su regreso a un mundo mágico que le sirve de pantalla a la hora de tomar decisiones relevantes que la llevan a la madurez.
Acompañando a la casi debutante actriz brilla Johnny Depp, actor al que Burton le pilló el punto rapidísimo y al que sabe exprimir magníficamente para lograr personajes que desde que interpreta le pertenecen y no pueden ser imaginados en manos de otro actor. Y Helena Bonham Carter, que trabaja por sexta vez con su marido, en un personaje divertido y triste a partes iguales. El resto del cast, igualmente estupendo.
Déjense llevar de la mano de Alicia por los senderos de este país que nunca hasta ahora había ofrecido tantas maravillas. Déjense...
Lo mejor: A nivel técnico es inconmensurable. A nivel visual y estético, una delicia. Mia Wasikowska, una promesa de las gordas, un descubrimento genial.
Lo peor: Se nos vende como película infantil y no lo es. El deje resacoso de LSD con el que Burton dota la cinta no es muy para niños...

Voy a tratar de no ser demasiado inclemente, despiadado y partidista en esta crítica.
Lo voy a intentar.
Pero para alguien que sufre si no exactamente la misma enfermedad en torno a la que gira "Camino", pero sí una metástasis ósea prácticamente insufrible por momentos y que a pesar de no estar postrado en una cama como la protagonista más que a ratos, la clemencia criticadora es casi imposible.
Empeñado en hacer una casi encubierta crítica al Opus Dei de manera risible y ajena, Fesser acaba atacando, envuelto en un disfraz de laicismo gomaespumesco algo personal, íntimo y doloroso que queda violado en casi cada fotograma, como es la esperanza, la resignación y el sufrimiento, propio y ajeno. Lo peor de todo es que no lo consigue y todo queda en un chiste más, vacío, hueco, nada profundo y gélido. Con una guinda en forma de efectos visuales, eso sí.
A día de hoy, en el que ya es difícil que una enfermedad como el cáncer no te roce en forma de familiar, conocido o amigo, una película como "Camino" es innecesaria, obscena y dañadora.
Me parece estupenda la libertad creadora, la inspiración en hechos reales y demás pamplinas, pero se pueden afrontar temas espinosos sin hundir puñales ni levantar costras... Vean si no "The Fountain" y sabrán de lo que hablo.

Lo mejor: Interpretaciones asombrosas, la niña Nerea Camacho y en especial la madre, Carmen Elías, en uno de los papeles más odiosos y mejor interpretados que recuerdo.

Lo peor: Su hipocresía. Insondable.