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Críticas de Strénliko
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Críticas 88
Críticas ordenadas por utilidad
1
20 de agosto de 2015
2 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
¿A qué aficionado al cine no le han preguntado alguna vez cuál sido la peor película que ha visto? Claro, siempre surgen en la memoria algunos títulos como candidatos a figurar en la respuesta, pero la otra noche, en un ciclo de películas españolas en TVE2, encontré uno que bien podría estar a la cabeza de los bodrios que me he tragado. Lo que más me intriga de "Me enveneno de azules" es saber qué cosa habrían fumado o bebido los productores de este engendro intragable para decidirse a poner dinero. Hoy día, algo así es prácticamente imposible que se rodara, pero si alguna extrañísima carambola llegara a pasar, jamás de los jamases se estrenaría ni en la sala más cutre.
Aguanté en el sofá hasta que acabó, simplemente por poder decir a quien me lo pregunte el título de la peor bazofia cinematográfica que recuerdo.
En la calificación la he puesto como "Muy mala". Lo que no entiendo es por qué entonces en el casillero de la puntuación aparece un 1. Tendría que ser cero, ¿no?
Strénliko
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1
13 de octubre de 2016
3 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me pongo a ver esta cinta en un programa de TVE2 que está rescatando del olvido, o para satisfacción de cinéfilos curiosos, piezas de la historia del cine español. Eso no quiere decir que que la mayoría de esos productos hayan hecho historia. Desde luego que no.
Es el caso de "La ciudad quemada". Me niego a calificar este título como una película y que a su nominal director, Antonio Ribas, se le considere un cineasta. Yo no encontré la mano directora por parte alguna en aquel amorfo y disparatado guión que, desde los pocos minutos del inicio de la cinta, era obvio que todo había estado en manos de unos aficionados y sin la menor repajolera idea de lo que era hacer una película.
Debí apagar el televisor en cuanto me percaté de que ese batiburrillo indigerible y larguísimo lo único que haría es arrebatarle tiempo a mi descanso nocturno, pero la curiosidad del cinéfilo por averiguar si la anlfabeta dirección llegaría a mostrar algún síntoma redentor en el transcurso del metraje, me hizo llegar hasta el final. Hasta los "títulos de descrédito", porque ningún elemento positivo en "La ciudad quemada" pueden citar los participantes en sus currículos. Ni tan siquiera los bolos de JL López Vázquez, Adolfo Marsillach, Teresa Gimpera, Espert o las cuatro frases -casi ininteligibles-de una bien comida Ángela Molina.
Voy a ser generoso y, por lo tanto, la puntuaré con un 1.
Strénliko
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2
11 de septiembre de 2019
16 de 55 usuarios han encontrado esta crítica útil
He sido espectador de los dos primeros capítulos y ya he tenido suficiente.No volveré a sentarme para ver el tercero. El guión, como casi siempre es la clave, además de una dirección zigzagueante y muy permisiva con actuaciones de varios actores que están muy lejos de dar la talla. Es que un guión escrito a cinco manos está más que condenado a ser un desastre.He de decir también que cuando la historia de lo que se relata reúne tal cúmulo de disparates, los espectadores nos sentimos ofendidos al pretender que nos los traguemos.

Lo que se ha podido ver en Malaka discurre, sin la menor duda, en el barrio de La Palma o La Palmilla, zona de vivendas sociales que al principio de los años 70 fue habitada por españoles de clase obrera. Todo fue bien hasta que a alguien se le ocurrió meter allí a los miembros de un poblado gitano de la playa de San andrés. En definitiva, que la convivencia en el barrio obrero se hizo imposible y los españoles que pudieron se marcharon de allí al finalizar esa década y al principio de los 80, cuando comenzó el auge del tráfico de heroína. Desde entonces, a ese barrio se lo conoce como un territorio sin más ley que el de las bandas criminales, a las que hay que añadir las formadas por gitanos de los Balcanes, negros africanos y caribeños, moros y de países sudamericanos.
En este contexto, la serie Malaka nos viene a contar que allí vive un policía que no oculta a los lugareños su profesión, cosa de la que también está al corriente la Comisaría de Policía, dado que él sigue en activo; es decir, trabajando como policía. Insisto en el disparate de este detalle: el tío actúa a dos bandas, y las dos partes (chorizos y Comisaría) lo saben y lo toleran. Bueno, aparte de las pésimas interpretaciones, con semejante chorrada argumental, me basta y me sobra para borrarme como espectador de los siguientes capítulos. No se nos puede pedir que tengamos tan amplias las tragaderas.
Strénliko
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