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Críticas de Cinemagavia
Críticas 3.976
Críticas ordenadas por utilidad
4
31 de agosto de 2019
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Falling inn Love (Amor de Posada)

Para que nadie pierda el tiempo y antes de comenzar con este pastelito rosa, totalmente repleto de calorías y grasas saturadas, solo les advierto y después decidan, que no es ni más ni menos (siendo benevolente), que cualquiera de las películas de sobremesa de los fines de semana, en cualquier canal en abierto, ahora suelen ser preferentemente, de origen teutón.

Dicho queda y sigo.

Chica americana, joven y guapa, en paro y sin pareja (lo del ex novio de la niña, es para que pase a los Anales del Cine), es agraciada (manda eggs), con un hotel en Nueva Zelanda.

¿Sigo?

El hotel está medio en ruinas, pero ello se afana en restaurarlo. Eso sí, previamente ha conocido al soltero de oro del lugar Jake (Adam Demos), que por un nuevo azar del destino, es contratista.

No sabemos si estamos en Nueva Zelanda o en Disney World; todo el pueblo es maravilloso, desde el galán hasta la supuesta mala de la película.

No faltan la pareja enamorada de gays, que la reciben con los brazos abiertos, el dueño del Bricomart que está loco con ella, porque en vez de Norman lo ha llamado Norm, la dueña del Vivero que parece su madre o su hermana y hasta una cabrita que se lleva la mitad de la película dando calor.

Para que todo no sea felicidad, al pobre galán se le murió la novia hace tres años y además encuentran unas cartas de amor dentro de un tabique e investigan si pudo ser de la anterior dueña de la casa.

Gotas de humor (se rompe un grifo, se cae una puerta o el chillido que pega la nueva dueña del hotel cada vez que ve a la cabrita), y sinceramente mejor me callo, porque me estoy conteniendo y bastante enfadado ando con los amigos de Netflix, a los cuales suelo defender a ultranza, pero queridos, lo defendible, no lo totalmente indefendible, que no soy espartano.

*La afortunada y el contratista

Gabriela, la afortunada, (Christina Milian), excelente cantante de R&B (para esto tenemos un experto en Cinemagavia, pero bueno, con tu permiso Fran); una especie de música jazz, movidita y con ritmo).

Como sin con un par de participaciones intrascendentes en el cine, llega Mediaset y pone a Rosa López a interpretar la segunda parte de Love Story (1970), pero además, pasada por el filtro de Esta casa es una ruina (1986) y Bajo el sol de la Toscana (2003).

Zapatera a tus zapatos, por Dios, que te llevas toda la película chillando, poniendo caritas y luciendo tipito. Pésima en la presunta parte cómica y horrible en la presunta parte dramática, al menos podías haber cantado algo, querida.

Jake, el galán contratista (Adam Demos), actor australiano de televisión, su primer papel protagonista en una cinta; Lo siento, pero más de lo mismo y además este no canta, júzguenlo ustedes, le deseo lo mejor.

*El que pasaba por allí

El director (Roger Kumble), estadounidense; guionista (no aquí), director de cine y dramaturgo.

Con dos obras curiosas en su haber, o al menos no desdeñables; Crueles Intenciones (1999) y La cosa más dulce (2002).

Un drama adolescente, con una maquiavélica apuesta y una simpática comedia, que se apartaba un poco de los cánones tradicionales.

Querido, ni Netflix ni San Netflix, que no me creo, que no supieses a donde iba destinado, el medio engendro que estabas realizando.

Con un guion digno de Ed Wood en su peor momento, unos actores pésimos (córcholis, hasta los secundarios, solo se salva la cabra), un montaje hecho por tu peor enemigo, y lo peor de todo, querido, que consigues justo el efecto contrario que buscas, casi hacer llorar cuando pretendes hacer reír y viceversa.

Y por Dios Roger, ¿No había más estereotipos que añadir a tu flamante cinta?.

*Conclusión

Hoy lo siento, queridos navegantes. No voy a recomendar que vean Amor en obras o Falling Inn Love (su título en Inglés). Hagan lo que estimen conveniente.

Amor en obras es un despropósito de principio a fin, la presunta comicidad es nula y hasta absurda y la presunta parte dramática, la he visto mejor en Torrente (1998).

Tirón de orejas y gordo a los últimos estrenos Netflix, ya sean producidos o distribuidos, no sé que ha pasado, pero parece que el capricho de Scorsese de 3 horitas y 160 millones de dólares, ha dejado las cabezas de los altos ejecutivos de la plataforma tan vacías como sus arcas.

Escrito por Miguel Ángel Santos Isidoro
Cinemagavia
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7
1 de agosto de 2019
9 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Puntuación: 7,5

Una entrada magistral

El film arranca con dos secuencias que se contraponen. La primera es un plano fijo sin diálogos que recrea el abandono de una casa. Pero la calma absoluta, pasamos a un restaurante concurrido, donde hay una discusión entre dos hombres por conseguir una mesa para cenar. La situación se pondrá peor cuando en la calle, uno de los dos le espera a la salida.

Ya con solo estas dos secuencias merece la pena ver esta película, es una lección de cine plano tras plano. Es una clase de puesta en escena y en dirección de actores, resaltar el uso de los figurantes que marcan la situación de tensión con sus silencios. De una situación absurda se crea un clímax de incertidumbre, que junto a una gran mezcla del sonido, te conviertes en otro comensal más del restaurante, atento por si el enfrentamiento sigue.

Te marca una premisa tan impactante que te deja enganchado al asiento en tan solo diez minutos, empiezas a elaborar teorías y te identificas rápidamente con el protagonista.

El revés y el impulso en una película

La cinta sigue su curso, centrándose en la familia del abogado, intentando aparentar que lo que ocurrió en aquella noche no pasó. Conocemos la casa abandonada y a otros ciudadanos del pueblo. Poco a poco las expectativas se van bajando, ya que al parecer estamos viendo escenas que no tienen mucho que ver con el inicio, no existe ese impulso en el guión. El impulso tiene lugar cuando una escena conduce a la siguiente y así sucesivamente sin descarrilarse de la línea argumental, pero es esta la película que nos quería contar Benjamín Naishtat, en el siguiente punto explicaré la razón.

Pero aquí entra el personaje del detective Sinclair (interpretado magníficamente por Alfredo Castro) que llega para producir un revés de 180 grados, vuelve la presión, ahora transformada en un thriller policiaco, vuelve el misterio. Dicho esto, la variación del termómetro de tensión está minuciosamente medido, gracias a un montaje sólido con un buen ritmo.

La resolución y el trasfondo social

Sin desvelar nada, puede que el desenlace de la cinta no sea del agrado de todos. Es un final amargo sin resolución aparente, pero es exactamente donde tiene que acabar.

Aunque no esté basada en hechos reales, narra la situación argentina en los años 70, por lo tanto requiere que el espectador tenga nociones básicas del contexto histórico, ya que el film no te lo pone fácil. Sufrió una dictadura violenta donde las autoridades no se hacían cargo de los desaparecidos. Hasta en el pueblo más recóndito de Argentina, donde nunca pasa nada, la violencia y la crisis también llega, ahí está la película que Benjamín quiere contar.

Marcado con Rojo

El título de la obra, como era de esperar no está puesto por casualidad. Aunque en la paleta de colores destaque el pardo, el café, los amarillos apagados, el rojo siempre está persiguiendo a Claudio (Darío Grandinetti), ya sea en su jersey, en una corbata, en las telas del espectáculo de magia, etc.

Desde el momento que conoce a ese misterioso hombre, la pantalla se va llenando de rojos. Nuestro protagonista a primera instancia parece una persona respetada, pero poco a poco nos adentraremos más en su oscura y corrupta personalidad, está marcado por el rojo de la violencia que se manifiesta por completo en la escena magistral del eclipse donde todo el mundo ve el mundo teñido de rojo, y aún así nadie dice ni hace nada.

Conclusión

Rojo está llena de sorpresas, la maestría por parte del director de crear escenas impactantes con tan poco es digna de admirar. De lo mejor del cine argentino, con un gran elenco y una propuesta estética interesante. Sin duda una lección de lo que es la puesta en escena y el cine en general.

Escrito por Daniel Vicente Bermejo
Cinemagavia
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8
5 de diciembre de 2023
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Tras los pasos de Atahualpa

Mauricio, el protagonista de La Estrella Azul, se encuentra perdido en las drogas y tras el fracaso de sus últimos conciertos decide dar un vuelco a su vida. Adentrándose en los recuerdos de su niñez, una voz mística resuena en su cabeza: la de Atahualpa Yupanqui. Cargado solo con una mochila y su guitarra, traslada al espectador al interior de la Pampa argentina para descubrirnos la magia de las chacareras.

Mauricio experimenta un viaje de autodescubrimiento. Deja de lado su faceta de rockstar y se sume en la humildad que le proporciona la familia Carabajal. El cabeza de familia, Carlos, es considerado el “padre de la chacarera” y se convierte en un maestro para él, no solo de música, sino también de vida.

*Corazón chacarero

Mauricio regresa a España completamente enamorado de una nueva manera de ver el mundo, mucho más sencilla y cada vez más olvidada. Los bailes, canciones y comidas bajo el sol quedan muy atrás para un hombre que busca reparar los lazos emocionales que hay en su vida, como su mujer o su propio hermano.

La Estrella Azul no posee un final feliz. Aunque sí es una carta de amor y homenaje hacia una persona cuyo talento y versos siguen vigentes a día de hoy. Es la historia de un hombre roto que encontró su tan ansiada paz en Santiago del Estero. Pero como dice el dicho, puedes salir de Santiago, pero Santiago nunca saldrá de ti.

*Conclusión

La genialidad del montaje y puesta en escena de La Estrella Azul es lo que la vuelve tan especial. Javier Macipe tan hace grande a Mauricio Aznar como el amor que él le tenía a Argentina. Es una oda hacia aquella Latinoamérica menos conocida, donde las guitarras lloran y la gente canta. Como todas las historias, quizás la realidad se mezcle con la ficción, pero el cine, al igual que la música, no hay que entenderlo, sino sentirlo.

Escrito por Max Reyes Hutinel
Cinemagavia
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6
30 de noviembre de 2023
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Pisando fuerte

Hay un elemento que destaca por encima del resto en Una noche con Adela: la dirección. Hugo Ruiz, descarado, se atreve con un plano secuencia de aproximadamente una hora y media para relatar los acontecimientos que suceden durante la noche en un Madrid frío, duro y agresivo. Solo seis días de ensayo previo al rodaje y tres dedicados al mismo le sirvieron para configurar la historia y demostrar que le sobra personalidad.

Aunque el uso del plano secuencia —que en realidad son varios cortes camuflados, algo que se viene haciendo desde Rope de Hitchcock en 1948— puede ser una herramienta de doble filo. Es cierto que produce un efecto de inmersión mayor, pero también provoca un tempo más lento en la obra, además en Una noche con Adela se recurre a varios cambios de escenario, lo que supone que el ritmo pueda resultar más pausado de lo habitual. El realizador hace coincidir el tiempo dramático con el real depositando toda la carga en una Laura Galán desatada —y a veces incluso poco creíble—, que vierte toda su furia en pantalla.

Es una propuesta atrevida, sí, pero ha ayudado a Hugo Ruiz a alzarse con el galardón de mejor director novel en el Tribeca Film Festival de este año convirtiéndose, así, en el primer director español en conseguirlo hasta la fecha.

*Venganza, incomodidad y otras apariciones

Durante toda la película, el sentimiento que mueve a Adela es la venganza. Pretende acabar con aquellas personas que la han convertido en lo que es y así se lo hace saber a Gemma Nierga. La famosa locutora de Hablar por hablar de Cadena SER se interpreta a sí misma, posicionándose como la única persona a la que parece importarle las acciones de la protagonista. Es la figura con la que Adela se sincera y a través de la cual el espectador comprende por qué actúa como actúa.

Es, precisamente, esa sed de venganza lo que desemboca en uno de los momentos más crudos del film. Hugo Ruiz —de nuevo, atrevido— sorprende con un giro con el que pretende crear, no sólo asombro, sino incomodidad. Y el caso es que lo logra con creces, contando con la presencia en pantalla de Raudel Raúl Martiato, que se une al director en lo que a debuts cinematográficos respecta.

*La primera de tantas

Una noche con Adela es un ejercicio valiente que no pretende, ni mucho menos, agradar a todo el mundo. Es un film crudo y visceral que, a pesar de que logra transmitir lo que se propone, no lo hace de la mejor manera. El tempo resulta a veces pausado para la historia frenética que pretende ser y la actuación de la protagonista parece por momentos desmesurada, aunque hay que señalar la dificultad que la práctica presenta.

Aunque, sin duda, Hugo Ruiz propone un proyecto osado al presentar la película como la primera producción de una trilogía coetánea rodada íntegramente en plano secuencia. Así que tocará esperar un tiempo para ver sus posteriores historias (Dante de noche y La noche de Domingo) y analizar en qué va desembocando la obra del director, pero en principio promete.

Escrito por Alejandro Sanjuán Giménez
Cinemagavia
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6
5 de agosto de 2023
8 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
*Las bandas callejeras de la Belle Époque parisina

Apaches gira en torno a una serie de eventos que, si bien forman parte de la ficción, tienen una sólida base histórica.

Los apaches, más que un grupo en particular era la denominación genérica que la prensa parisina otorgó a las bandas callejeras juveniles que aterrorizaban París a principios del S. XX. La brutalidad de sus acciones (atracos, robos, palizas, asesinatos, etc.) propició esta comparación con los famosos indios, conocidos en Europa por su imagen estereotipada de salvajismo y dureza gracias a novelas como El último mohicano.

Además, los apaches tenían un estilo y vestuario característico conformado por chaquetas de satén, gorras planas camisas y camisetas a rayas y de colores extravagantes y fulares de colores que identificaban a la banda a la que pertenecían. También eran característicos los tatuajes que llevaban, su ininteligible idioma propio, el “jare”, y el zarincomo arma, un cuchillo pequeño fácil de esconder.

Apaches refleja de forma precisa la cruda y desmesurada brutalidad de la banda y presenta una estética acorde a las descripciones y fotografías de la época a través de un vestuario colorido, los fulares distintivos y esa pequeña y afilada daga que porta Billie (Alice Isaaz) durante toda la película.

Probablemente se decidió prescindir, a conciencia, de esas gorras planas que hoy en día se asocian como inequívoco distintivo de la banda callejera más célebre de la actualidad, los Peaky Blinders, así como del “jare” para facilitar la comprensión de los diálogos.

*La otra cara de la moneda de la sociedad en París

La Belle Époque es un periodo comprendido entre finales del S. XIX y principios del S. XX (hasta el inicio de la IGM) marcado por numerosos avances tecnológicos, industriales y culturales cuyo máximo exponente era la ciudad de París, ciudad europea de referencia de la época.

Sin embargo, Apaches nos muestra la otra cara de la moneda de la capital, la de los barrios marginados plagados de pobreza, hambre, delincuencia, prostitución, corrupción y violencia; que suelen permanecer en un segundo plano en los libros de historia.

*Una película marcada por la excesiva influencia de otras obras

El análisis pormenorizado de la película permite al espectador encontrar una serie de referencias que en ocasiones resta originalidad o personalidad a la obra de Romain Quirot.

La primera y más clara influencia que marca la película es el parecido de la historia principal con la cinta de Martin Scorsese Gangs of New York (2002): el protagonista, siendo un niño (niña en el caso de Billie en Apaches), ve morir a un ser querido a manos del carismático antagonista (en este caso, Jesús, interpretado por un genial Niels Scheneider) y, tras varios años en el exilio (la cárcel en Apaches o el reformatorio en Gangs of New York), regresa como persona adulta sin ser reconocido y se infiltra en la banda de su enemigo para llevar a cabo su venganza personal. En ambas cintas se desarrolla en el protagonista la lucha interna entre la admiración personal que comienza a desarrollar por el líder de la banda y sus deseos de vendetta.

Por otro lado, se puede observar una puesta escena, una banda sonora, recursos como la cámara lenta o, en general, una estética propios de la serie Peaky Blinders (2013-2022), claro referente en las producciones de esta temática. Son similares, también, la visión de “familia” que caracteriza a ambas bandas, los roles jerárquicos, las disputas internas, el carisma de sus líderes o su dureza ante la traición.

En último lugar, de forma más residual, se encuentran pequeñas pinceladas a otras obras célebres en aspectos como la “ultraviolencia” desplegada por los apaches, en ocasiones incluso caricaturesca, recordando en algunas escenas a La naranja mecánica de Stanley Kubrick. Otro aspecto destacable es la romantización de las actividades delictivas de la banda que, sin llegar a blanquearlas, recuerda a los personajes Bonnie y Clyde (1967), de Arthur Penn, especialmente por la relación que se mantiene entre Billie y Jesús.

*Venganza, pero no a fuego lento

En muchas ocasiones las películas que tratan la venganza como el tema principal de la trama se caracterizan por un desarrollo “a fuego lento” hasta confrontar a protagonista y antagonista al final de la cinta.

De ello tenemos numerosos ejemplos como Gladiator, Hasta que llegó su hora, Malditos bastardos, Braveheart, El renacido o la propia Gangs of New York, películas que sobrepasan las dos o tres horas en ocasiones. Incluso Kill Bill está dividida en dos partes por su extensísima duración. Esto en ocasiones puede devenir en un desarrollo lento pero necesario para aportar profundidad al personaje y a su misión y cargar de tensión la trama.

Apaches, en cambio, se resuelve en un total de 93 minutos que, quizá, para el espectador más exigente resulte insuficiente para terminar de empatizar con la causa de Billie y cargar de esa tensión y profundidad tan necesarias en este tipo de historias.

*Un guiño al cinematógrafo de los Lumière

Parece que Romain Quirot no ha querido dejar pasar la oportunidad de homenajear, a través de pequeños fragmentos, al cinematógrafo patentado a finales del S. XIX por los hermanos Lumière, que muestra y marca el nacimiento del cine en Europa, concretamente en París.

Apaches muestra escenas cotidianas de la ciudad de la misma manera que lo mostraban los dos hermanos en el Salon Indien del Grand Café, incluyendo, a modo de caricatura, alguna que otra escena de la banda en acción. Un bonito y nostálgico guiño que reivindica la importancia cultural clave que tuvo París en los primeros pasos del cine.

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Escrito por Javier Suárez de la Iglesia
Cinemagavia
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