Gran creación de Rodrigo Plá. Película tan necesaria, que yo creo deberíamos ver todos para sensibilizarnos ante un tema tan candente como el que nos desarrolla la película. Inicio desconcertante, donde uno no sabe bien por donde va a estallar la película; desarrollo brillantísimo, donde temas como la amistad, la comisaría, la policía, el rencor, la marginación, etc., están en contraste con la curiosa residencia en la que viven todos en armonía; y un final antológico que dinamita el inestable castillo de papel que se ha ido edificando a lo largo de la película.

Me atrevería a decir que es de lo mejorcito que podéis ver este año, amigos. Cine con mayúsculas.

¡Un saludo!

Luz. Mucha luz. Tanta, que más de uno terminará encandilado y dejará de verla. Después de "Japón" y "Batalla en el cielo" Carlos Reygadas prosigue su refinamiento visual para regarlarnos esta vez lo que para mí es una obra maestra del cine moderno. Y lo que es más importante: Reygadas consigue mucha personalidad en su cine.

Para el que haya visto su anterior cine, en esta última creación podrá notar claramente como evoluciona su lenguaje. Juega sutilmente con la imagen y la emoción, tiende a la exégesis más profunda de la condición humana, por lo que, indefectiblemente, su cine se torna sintético y críptico. Es evidente que Carlos Reygadas intelectualiza la imagen, recurre a largos planos que paraliza la realidad para desintegrarla, y se toma al pie de la letra su significativo título: "luz silenciosa", haciendo del mutismo su mejor herramienta de trabajo (apenas dos canciones aisladas en toda la película). Y sí, está claro que este tipo de cine ya se ha inventado hace tiempo. De hecho parece dejar claro en "luz silenciosa" rendir tributo a dos grandes titanes del cine, como son Tarkovsky y Dreyer. ¿Quién no ha de pasar por el camino abierto por los grandes genios?

Así que el que avisa no es traidor: no se te ocurra ver esta película si buscas un entretenimiento pasajero o deseas vibrar en la butaca durante 2 horas y 20 minutos. "Luz silenciosa" no tiene principio ni fin. "Luz silenciosa" es un viaje circular que trasciende más allá de cualquier argumento, trama o discurso.

Así podríamos resumir en una palabra lo que J.L.Guerín pretende plasmarnos aquí, con la vida de dos personajes y una ciudad. "En la ciudad de Sylvia" me ha servido para replantearme de nuevo esas dos dimensiones de la realidad, de la que todos somos partícipes en mayor o menor grado: por un lado, ser observador de lo que ocurre en la película, ser sujeto pasivo observando el cadencioso devenir de nuestros personajes, pero al mismo tiempo también sujeto activo por imposición del director; y por otro lado, esa otra dimensión de si fuéramos nosotros los que realizamos todos los actos y decisiones que se ven, es decir, qué sentimos, cómo resolvemos las situaciones, etc. La primera de ellas, a mucho público le resulta tediosa y aburrida, cosa que no sería así seguramente si fueran ellos mismos los que la realizaran. La segunda de ellas, la de ese otro público que sí nos sentimos identificados con las intenciones del director y sus personajes.

La película está plagada de momentos y planos secuencia donde vemos como deambula la gente, de miradas encontradas, de rostros impasibles, y demás lenguajes silenciosos que refuerzan el sentido del film. Por lo general, el sonido que se escucha es el propio de la calle, y a lo largo del film sólo se escuchan 4 melodías, una de las cuales es toda una remota rareza de la polifonía renacentista: "Nymphes Napees", obra vocal del eximio polifonista franco-flamenco Josquin Desprez.

Poco más que añadir. Cine desnudo y puro. Cine-ojo casi podríamos llamarlo. Cine que, si te gusta, terminarás enamorado como nuestros protagonistas.

Saludos.