Críticas de John Dunbar
4 de octubre de 2020
0 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
El complejo argumento no se encuentra subordinado a las estrellas, por eso es un placer encontrar a una como Jennifer Lawrence atreverse con un papel como el de Dominika Egorova y llenarlo de todos los matices que éste requiere (sí, los de desnudos, también). Si el propósito, en su contenido político, era sumergirnos en el presente en los tiempos de la guerra fría, eso es algo que consigue sin oscilaciones sin que interfiera en ese aspecto ninguna otra cuestión, por más que uno de los platos fuertes sea el cara a cara y la atracción entre hombre y mujer. No se deja llevar por los asuntos sobre la pasión, y eso, aquí, es bueno; son tratados con el rigor que requiere el conjunto y no dejan de ser un episodio que, con toda la importancia que alcanza, sirva de estación de paso hacia el objetivo final.
A pesar de lo bueno, que no es poco, se echa de menos un poco más de doble juego para terminar de impulsar la creencia de que estamos todavía en los tiempos de un telón de acero, no físico, pero sí político. El juego de espías se activa solo a un sesenta o un setenta por ciento. De todos modos, el pulso se mantiene vivo hasta más allá de lo imaginable, con sus incertidumbres y sus tensiones y algún fantástico as en la manga, y en eso, tiene mucho que ver la veracidad que impone la pareja protagonista, en especial la mencionada Lawrence por el cariz profundísimo que adquiere su personaje, así como el resto de nombres que componen el tablero como si de piezas de ajedrez se trataran.
Una primera bailarina del Bolshói reconvertida en espía por el Estado, ¿crees que no es creíble?; espera a ver el reverso de su persona, la frialdad de sus ojos y la actitud desempeñada. Lawrence como Dominika será ese 'gorrión' perfecto.
A pesar de lo bueno, que no es poco, se echa de menos un poco más de doble juego para terminar de impulsar la creencia de que estamos todavía en los tiempos de un telón de acero, no físico, pero sí político. El juego de espías se activa solo a un sesenta o un setenta por ciento. De todos modos, el pulso se mantiene vivo hasta más allá de lo imaginable, con sus incertidumbres y sus tensiones y algún fantástico as en la manga, y en eso, tiene mucho que ver la veracidad que impone la pareja protagonista, en especial la mencionada Lawrence por el cariz profundísimo que adquiere su personaje, así como el resto de nombres que componen el tablero como si de piezas de ajedrez se trataran.
Una primera bailarina del Bolshói reconvertida en espía por el Estado, ¿crees que no es creíble?; espera a ver el reverso de su persona, la frialdad de sus ojos y la actitud desempeñada. Lawrence como Dominika será ese 'gorrión' perfecto.
29 de diciembre de 2020
3 de 11 usuarios han encontrado esta crítica útil
Visto lo visto, imagino que la industria del cine no había tenido suficiente escarmiento con la versión fémina de 'Cazafantasmas'. Hay una conexión argumental entre una 'Ocean' y otra, para justificar un poco su existencia, por así decirlo, que no se da de igual modo en su capacidad de convencimiento. Todo es artificioso, con un cierre poco admisible y dispuesta desde su origen a cumplir el expediente que dicta su ideología. El experimento de género vuelve a ser algo que, como mucho, habrá funcionado en la teoría, mientras que la práctica nos ha enseñado una vez más que cualquier ocasión de equipararse con sus homólogos masculinos, es pura coincidencia.
Aun tratando de rehuir de las pretensiones a las que obedece la cinta, no deja de demostrarse que las imitaciones que se toman en serio no suelen ser buenas ideas. Desde los modelos elegidos como personajes hasta las vicisitudes que se les plantean constatan que este proceso nunca debió tener lugar, con el añadido de lo inverosímil de la conversión de Daphne Kluger (Anne Hathaway) para poder completar el pack de ocho.
El cambio de reyes por damas en esta mano nos deja alguna que otra chispa de interés y un conjunto de actrices que hacen bien su trabajo, sin dejar de pensar que los originales tenían más gancho, más humor y sus robos tenían la misma elegancia que sus protagonistas. Todo ha quedado relegado a una mera cuestión de sexo.
Aun tratando de rehuir de las pretensiones a las que obedece la cinta, no deja de demostrarse que las imitaciones que se toman en serio no suelen ser buenas ideas. Desde los modelos elegidos como personajes hasta las vicisitudes que se les plantean constatan que este proceso nunca debió tener lugar, con el añadido de lo inverosímil de la conversión de Daphne Kluger (Anne Hathaway) para poder completar el pack de ocho.
El cambio de reyes por damas en esta mano nos deja alguna que otra chispa de interés y un conjunto de actrices que hacen bien su trabajo, sin dejar de pensar que los originales tenían más gancho, más humor y sus robos tenían la misma elegancia que sus protagonistas. Todo ha quedado relegado a una mera cuestión de sexo.
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