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España España · Cinecittà
Críticas de Xavier Vidal
Críticas 640
Críticas ordenadas por utilidad
5
2 de junio de 2011
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Santiago Segura siempre estará estigmatizado por Torrente. Se ha escrito que este Vázquez rompe con lo que había hecho el actor, algo que no hace honor a la verdad. El artista español siempre se ha mantenido fiel a un humor cazurro, a veces ha coqueteado con el mal gusto, y ya sea como director o como actor ha defendido personajes locos, con tendencia a la escatología y a la visceralidad, papeles que le han llevado a transforarse físicamente para, de paso, construir poco a poco esa condición de artista renacentista de calado popular (él es publicista, actor, director, domador de fieras y coleccionista de freaks). Vázquez, más que un punto y a parte en la carrera de Segura, me parece un lógico punto y seguido, una coma tal vez en esa ristra de despropósitos donde figuran avergonzadas cosas como La máquina de bailar (dirigida, valga la relación, por Óscar Aibar, realizador marciano de la película que nos ocupa).

Habría que separar la labor del director (Aibar) y la del actor, pero Santiago Segura lo impregna todo. Una lástima, porque la ambientación de posguerra y la estética comiquera resulta agradable. Segura, en cambio, es otra vez un graciosillo que no me despierta ninguna empatía. El gran Vázquez, es una película correcta, entretenida aunque no calen ninguno de sus chistes. Esta vez las espadas no van hacia Segura: la película y su personaje son un cartoon que guste más o menos se alimenta de su particular gracia. Aún así todo es demasiado neutro: debería ser trepidante para ser una buena comedia, y la intuición nos dice que una narración con mayor tendencia al drama también hubiera jugado a favor de la película. El gran Vázquez es el/lo que es, un poco alargada, un tanto mema y en todo caso inocua. ¿Cuándo recuperará Aibar el brío de Platillos Volantes? El próximo peldaño será rodar el biopic de Ibáñez, tan citado y recurrido en El gran Vázquez que uno llega a pensar que se han equivocado de personaje protagonista. De grande, nada de nada. Y otra cuestión: ¿qué hacía en la sección oficial del Festival de San Sebastián?

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities http://cachecine.blogspot.com
Xavier Vidal
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6
31 de mayo de 2011
0 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un secret no se ha estrenado en España, un dato alarmante porque los atractivos de la película no son pocos: nominada al César a la mejor película francesa del 2008, con un reparto de lujo y dirigida por un director en alza. El cine francés revisa la persecución judía en su país con una película bastante atractiva que combina cine de época con un presente en blanco y negro, una trama desordenada a propósito para asegurar el in crescendo del secreto a revelar. Si todo se diseña para que la estructura del enigma tenga fuerza, es una lástima que entre tanta cara y vestido bonito la trama sea previsible. Miller quiere dibujar una atmósfera enrarecida a base de repetir planos (la caída de Cecile de France a la piscina), incrustar sueños con recuerdos y mezclar momentos de archivo (la historia de todos) con otros personales (la historia de la familia protagonista). Basta recordar el final en el cementerio para detectar que Un secret, con otras formas e idiomas, ya la hemos visto. Aún así, la película se disfruta por arte y gracia de los actores: Mathieu Amalric, Julie Depardieu y otros artistas galos que dan vida a este culebrón de altura. El resultado final no dista mucho del de un telefilm de cierto presupuesto. No es una película mala, pero se añoran más momentos intensos como esa acción final que el personaje de Ludivine Sagnier hace ante un guardia nazi para, seguramente, intentar romper la pulcritud y la corrección de este The reader galo.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities http://cachecine.blogspot.com
Xavier Vidal
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8
31 de mayo de 2011
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David Serrano va camino de convertirse en uno de los guionistas jóvenes más interesantes de nuestro país. Con los libretos de El otro lado de la cama y Días de fútbol, además de apuntarse dos tantos en taquilla, logró describir parte de la joventud española: abierta, inquieta, urbanita. Todo con un aire muy español, que no cañí (entendido éste como rancio). Una hora más en Canarias es la nueva apuesta de Serrano, sin duda la más arriesgada, y seguramente la más incomprendida. Las fichas son las mismas, y el guión no escatima en líos amorosos y toques de culebrón. Serrano se independiza, se rebela, y despeja un camino que puede ser brillante.

Una hora más en Canarias coquetea con lo cutre, lo chick, lo rosa; de hecho, en sus partes más conseguidas, sabe coger lo mejor de otros miembros de su generación como el Ramón Salazar de 20 centímetros. Esa es su gracia y su fallo. El rasgo que la define. Una hora más en Canarias juega a ser imperfecta: como demuestra su abiertísimo final, lo mejor de la película es disfrutar de sus escenas como elementos inconexos de una paranoia de humor, música y delirio visual, sin esperar más que la pura evasión. Un regalo frívolo que es un vodevil moderno y una declaración de amor al amor, a un género (el romántico, sazonado con momentos musicales) y a unos actores (la interpretación de Angie Cepeda es excelente). Basta comparar Una hora más en Canarias con, por ejemplo, Que se mueran los feos, para darse cuenta que Serrano supera a todos los nuevos valores surgidos de la pequeña pantalla.

Naif y loca, verborreica y vitamínica. El desfase horario del título esconde otras desmedidas. Pero qué quieren que les diga... Una hora más en Canarias tiene su toque. Quim Gutiérrez, el protagonista ausente, el deseado y el dominado, en el fondo el latin lover y macho del cotarro, asiste a un festival de hembras al borde de un ataque de nervios que sabe a homenaje a la dorada comedia del antiguo Hollywood. Todo al más puro estilo ibérico, con una Isabel Ordaz post-hierbas y una Miren Ibarguren post-Aída. ¿A que suena bien?

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities http://cachecine.blogspot.com
Xavier Vidal
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5
22 de abril de 2011
0 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Bruc: el desafío es una película de aventuras en el sentido más clásico del término. Más que contarnos quién fue el 'timbaler del Bruc', la cinta prefiere tomar el referente histórico y transformarlo en un superhéroe con mucha fuerza pero con poca enjundia (en otras palabras: sin ninguna complejidad emocional que aporte brío a su gesta). De esta forma, Bruc va acorralando a las tropas de Napoleón en las montañas de Montserrat para poner en jaque a los asesinos de sus padres y a los secuestradores de su prometida. La anécdota acaba aquí: aunque Ballesta preste todo su sudor a la causa, la película acaba por adolecer de falta de interés, más allá del clásico juego del gato y el ratón.

Uno desearía más contenido y más metraje, incluso que la escena-flashback de la Batalla del Bruc fuera algo más que la versión mala de un Resident Evil ibérico. Es aquí cuando se intuye la personalidad del director Daniel Benmayor, autor de la muy inocua Paintball. En Bruc, sin ser algo escandaloso, se nota un trabajado aspecto visual en detrimento de una historia más compacta. La revelación que esconde Bruc es que su director batalla en el bando de los malos, algo que, por muchas piruetas que dé el joven carbonero, es difícil de obviar. Película familiar y correcta que hubiera podido ser mucho más.

Xavier Vidal, Cinoscar & Rarities
Xavier Vidal
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6
26 de diciembre de 2010
8 de 20 usuarios han encontrado esta crítica útil
'Tres metros sobre el cielo' es un producto comercial de lo más honesto: da lo que promete, alimenta con gusto a su público potencial e incluso el no iniciado en esto de 'chico rebelde conoce chica modosita' saldrá bastante alegre. Nuestro cine necesita películas este tipo, capaces de recaudar más de 4 millones de euros en un puente de cinco días y ganarse un boca a oreja que ha surgido efecto casi de inmediato. Porque nadie contaba con esta película. Y al final salvará los muebles de nuestra cinematografía: es la película local más taquillera del año. No digo que 'Tres metros sobre el cielo' sea el modelo a seguir, pero sí un modelo lícito, posible y necesario que el cine español debería empezar a rodar y sobre todo promocionar con más asiduidad. Cine que no sea serio y que tampoco caiga en lo chabacano: no hay que repetir cosas como 'Mentiras y gordas'. Un tipo de películas que reconcilie a ese público que generaliza todo bajo esa injuria que es la palabra 'españolada'. No defenderé 'Tres metros sobre el cielo', de hecho le sobran unos buenos veinte minutos de metraje, pero me entretuve, y me consta que unas niñitas de cuatro filas más arriba suspiraban por cada pliegue de los abdominales de Mario Casas (yo temía que el actor se resfriase con tanto desnudo). Todo sabe a inesperada maniobra para llenar salas y su director sabe reciclar con atino el espíritu de 'Rebelde sin causa' o las princesas Disney: la película conecta con una fantasía utópica y típica que idealiza el primer amor e incluso el primer acto sexual. Unir dos mundos muy diferentes que son clichés que siempre funcionan. Incluso en las escenas más cursis, o en esa batalla de flexiones (sí, eso hay que verlo), la cinta deja ese aroma a sudor de diseño, cuento de siempre con ingredientes del ahora. Puede que las aptitudes del guión estén bajo tierra (la profesora que interpreta Clara Segura es patética), pero la película, como entretenimiento intrascendente, vuela tres y hasta treinta metros sobre el cielo del éxito. ¿Quién puede negarse a un placer culpable de semejantes dimensiones? Todo aunque no entienda por qué aparece el logo de Coca-Cola cada cinco minutos, por qué han reservado el personaje más imbécil a la gran Nerea Camacho, por qué Forever Young de Alphaville se repite hasta el ajo como cancioncilla romanticona, por qué el ex 'Hombre de Paco' pronuncia toda 'ese' como una 'jota' ,y por qué Valverde, Lolita ibérica del nuevo siglo, grita tanto y de forma tan tan estridente.
Xavier Vidal
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