La historia por la cual no llegó a estrenarse comercialmente "Carta de amor de un asesino" es realmente para estar triste y fue muy bien explicada en el tan elegante programa "Historia de nuestro cine" que ha rescatado del olvido muchas películas que en su dia estuvieron inexplicablemente gafadas. La película tiene todos los elementos para gustar a los espectadores que son cultos y observadores porque es toda una lección de cultura fílmica lo que Regueiro propone. La historia tan incomprensible como apasionante está plasmada con un sentido estético admirable con planos en los que no se desaprovecha ni un milímetro de lo que compone cada fotograma para crear una atmósfera especial y única tratándose de una película en color ya que el concepto de atmósfera se asocia más con la fotografía en blanco y negro. Una frase genial es la que pronuncia López Vázquez cuando su turbio personaje inspirado en un hecho criminal real se pregunta si no será él un único ser normal rodeado de monstruos. Eso en determinadas situaciones de la vida también se lo habrá preguntado más gente. La cinta desborda ese atractivo misterioso al que hay que referirse siempre cada vez que se habla de una producción de Querejeta de finales de los 60 o principios de los 70 como en este caso. Al igual que pasa con las personas las películas también tienen escrito su destino y este muchas veces es injusto como en este ejemplo. Lo más discutible es querer humanizar la figura del asesino a través de la carta que de él recibe la bibliotecaria. La película sugestiona y hace pensar mucho.

La menos horrible de todas las películas en las que Eloy de la Iglesia dirigió a su gran amigo José Luis Manzano. Mientras que en "Navajeros", "Colegas" y "La estanquera de Vallecas" hay escenas que son directamente para vomitar aquí en "El pico" sin que se deje de correr ese temible riesgo al ver la película nos encontramos con una historia bien narrada en la que ocasionalmente se aprovechan tímidamente algunos bellos paisajes de la ciudad de Bilbao. Hay algunas escenas imperdonables como aquella en la que la mujer de "El cojo" al ver que el niño no se calla nunca le pone droga en la boca para que se calme. En otros momentos hay diálogos que tienen cierta gracia como cuando Manzano y Javier García se pelean por primera y única vez en la película y uno le dice al otro que se vaya a tomar por culo y le contesta que a tomar por culo se vaya el que para eso tiene un amigo maricón. En el forcejeo se les cae la droga y la buscan en el suelo a continuación. Por desgracia la película va estropeándose argumentalmente a medida que avanza y el realismo puro y duro del que hace gala resulta indigesto. Pero no es una mala película. Su éxito provocó una continuación algo menos lograda.

La primera de las consecuencias del lamentable éxito de "Torrente el brazo tonto de la ley" fue esta impresentable continuación localizada en la ya muy decadente Marbella. Podía haberse conseguido un producto divertido y aprovechar los bellos escenarios elegidos si no fuera por lo borde que es el guión y lo rabiosamente vulgar que resulta el humor que la recubre. Hay además colaboraciones de gente inaguantable en el reparto y es que en una película "profesional" no se deberían incluir a determinados personajes. A una cinematografía como la española que lleva muchos años sin recuperarse de la falta de ideas y de una insufrible decadencia lo único que le faltaba es un personaje como Santiago Segura para asegurarnos de que dicha decadencia no terminará nunca. Y así continuan las secuelas.

La versión española de una película asquerosa y sobrevalorada como es "La noche de los muertos vivientes". Hay secuencias calcadas de aquel repugnante producto y a pesar de que también como es lógico tiene escenas repugnantes el uso del color las atenúa un tanto porque si el film de George A. Romero del 68 hubiese sido en color quizá no hubiese resultado tan hiriente y desagradable. La película empieza muy bien y mantiene en casi todo momento la atención del espectador. El coche que usa la protagonista es un mini-morris azul. Jorge Grau aprovecha perfectamente la belleza de los exteriores y filma con habilidad.

Especie de vómito cinematográfico donde Almodóvar no puede contenerse y provoca algo muy malo y muy insufrible para el espectador filmando una escena asquerosa llena de porquerías detras de otra escena más asquerosa todavía. Y despues prosigue con unas extrañas pretensiones de autor que resultan ridículas dado que Almodóvar es el cineasta más sobrevalorado de la historia del cine. Hay una irritante y nauseabunda escena de porno duro, un vómito, sangre, un bicho que anda por la casa, violencia visual, diálogos bordes... y el propio Almodóvar cantando "La bien pagá". Removiendo y agitando todo esto surge un engendro pegajoso que Almodóvar te arroja a la cara para que te pudras dentro de toda la mierda que desprende.