Una película que hace añorar antiguos retratos fílmicos de la juventud española de diversa condición pero todos con valores estéticos como puedan ser "Los chicos del Preu" o "Juventud a la intemperie" porque lo que más se echa de menos en "Historias del Kronen" es una identidad estética interesante. No hay interés estético ni en las escenas que reflejan actitudes morbosas ni tampoco en las escenas más normales en las que se muestra el ambiente familiar del protagonista. Esta línea de historias desmelenadas sobre la juventud ya se ha estereotipado en España y el film ofrece toda una serie de tópicos a los que estamos ya habituados porque este esquema se ha visto antes y después en series o películas como "Mentiras y gordas" con las que comparte la misma esencia. La parte positiva corresponde a la pericia técnica con la que se filmaron algunas escenas en las que se tienen que correr ciertos riesgos para rodarlas bien. Aunque el film no presenta grandes progresos a partir de su modesto inicio y no abandona nunca un tono desabrido, la interpretación y la técnica son dos elementos que lo hacen pasable.

Aburridísima comedia con la que Almodóvar produce ya indiferencia aunque muchos individuos estemos ya cansados de que se sobrevalore tanto a un realizador tan desagradable. Para querer a Almodóvar hay que desconocer por completo la historia del cine español y eso yo lo he comprobado al preguntarle a gente que defiende el cine de Almodóvar por otros cineastas españoles y luego resulta que no conocen otro cine español que no sea el de Almodóvar. Me he puesto a hacer la crítica sin saber que decir de la película porque es un producto tan vacío y tan tedioso que no da pie a poder decir algo. Me desesperaban una acción que no evolucionaba para nada en ningún momento, la flojedad de la idea argumental, sus horripilantes diálogos y la carencia absoluta de valores cinematográficos. Es una obra que desespera. Asimismo resultan bochornosas las colaboraciones breves de Antonio Banderas y Penélope Cruz que son dos intérpretes particularmente sobrevalorados. A él le han dado del Goya de Honor de este año y a mi personalmente no me parece que sea para tanto. La historia del cine español está llena de intérpretes infinitamente mejores que Banderas y Cruz que no tuvieron el reconocimiento que tenian que haber tenido. Es bochornoso ver como en España todo se divide en figuras delirantemente sobrevaloradas y figuras totalmente infravaloradas. La película es un espectáculo de intenso patetismo pero las primeras películas de Almodóvar eran por increíble que parezca todavía más horteras. "Los amantes pasajeros" sobre todo es soporífera y produce cansancio y desesperación pero también indiferencia que es lo que el cansancio genera.

Aunque la trama es sucia y de corte naturalista no llega a ofrecer este film los horrores visuales de otros exponentes del cine quinqui como "Navajeros" o "Colegas" que pueden herir profundamente la sensibilidad del espectador y provocar reacciones nefastas. Aquí se miden mejor las situaciones y se incluye un toque de refinamiento que es el que aporta la presencia de Irán Eory, una mujer delicada que canta dos canciones en esta coproducción y que aunque tiene un papel que no le permite demasiado lucimiento alivia un poco la monotonía de la película con su poder de sugestión. Asimismo resultan demasiado cortas las intervenciones de Paca Gabaldón y Silvia Solar porque si ambas actrices hubieran tenido papeles un poco más extensos la cinta hubiera tenido más refuerzos para mantener el interés. Marta Molins y Alma Muriel resultan bastante verosímiles en sus creaciones y como documental sobre la Barcelona de la época resulta meramente aceptable con algún plano panorámico bastante interesante que hay. El enfoque directo y desaforado del planteamiento general queda suavizado por algunos toques de serenidad narrativa y aunque la película deje bastante que desear en ella no están tan acentuados los defectos que tienen las obras filmadas por Eloy de la Iglesia o José Antonio de la Loma con la misma estética. Una película indigesta pero sólo relativamente.

La historia por la cual no llegó a estrenarse comercialmente "Carta de amor de un asesino" es realmente para estar triste y fue muy bien explicada en el tan elegante programa "Historia de nuestro cine" que ha rescatado del olvido muchas películas que en su dia estuvieron inexplicablemente gafadas. La película tiene todos los elementos para gustar a los espectadores que son cultos y observadores porque es toda una lección de cultura fílmica lo que Regueiro propone. La historia tan incomprensible como apasionante está plasmada con un sentido estético admirable con planos en los que no se desaprovecha ni un milímetro de lo que compone cada fotograma para crear una atmósfera especial y única tratándose de una película en color ya que el concepto de atmósfera se asocia más con la fotografía en blanco y negro. Una frase genial es la que pronuncia López Vázquez cuando su turbio personaje inspirado en un hecho criminal real se pregunta si no será él un único ser normal rodeado de monstruos. Eso en determinadas situaciones de la vida también se lo habrá preguntado más gente. La cinta desborda ese atractivo misterioso al que hay que referirse siempre cada vez que se habla de una producción de Querejeta de finales de los 60 o principios de los 70 como en este caso. Al igual que pasa con las personas las películas también tienen escrito su destino y este muchas veces es injusto como en este ejemplo. Lo más discutible es querer humanizar la figura del asesino a través de la carta que de él recibe la bibliotecaria. La película sugestiona y hace pensar mucho.

Durante su etapa española Irán Eory combinaba intervenciones tan breves como las de "Sabian demasiado", "Vuelve San Valentín" y "El arte de no casarse" con intervenciones algo más extensas como la que tiene en esta versión de un tema ya tratado por el cine español otras dos veces. La versión de los años 30 filmada por Benito Perojo tenía los aspectos plásticos más elaborados y una mayor entidad estética con lo cual "La verbena de la Paloma" en manos de José Luis Sáenz de Heredia pierde casi toda su esencia original pues el entonces ya veterano director no consigue captar la esencia de lo popular ni proveer al espectáculo musical del suficiente interés como para que cristalice en algo tan sugestivo como lo que había conseguido Perojo que fue sacar el máximo partido de los recursos fílmicos para que la zarzuela no perdiera su naturaleza original y se mostrase con toda su hondura estética. La ya mentada Irán Eory y la hoy por hoy incansable Concha Velasco hicieron lo que pudieron y en algunas escenas despliegan una cierta simpatía aunque la atonía general de la narración influye mucho en la sensación final que produce el film. Del resto del reparto hay que destacar a Milagros Leal que era tan buena actriz como su hija Amparo y a Mercedes Vecino que había destacado en los años 40 en varias comedias modestas de Iquino. El reparto es lo mejor de este empeño.