Increíble manera de adaptar un cuento de San Petersburgo para situarlo en cualquier lugar de cualquier planeta. La historia es universal, pero la manera de contarla es especial, intensa, tan dramática o más que la obra del genial escritor ruso. Se abandona el tono más lúgubre de los rusos pero se vuelve más encendida la pasión. Hasta dónde es capaz de esperar un ser solitario por una promesa, por un mañana incierto... algún día, la niebla se puede disipar y deja traslucir una hermosa jornada brillante...

Tópica y ramplona, lo mejor sin duda, el homenaje a Florencia. Con una similitud sospechosa con el inicio de "Una habitación con vistas", el fascismo, los totalitarismos, el amor por el arte, la lucha por la defensa de la libertad y sobre todo y por encima de todo, el amor a una ciudad hermosísima como es Florencia. Demasiado tópica para ser buena.

La fuerza de lo inabarcable es más poderosa que el ansia de una familia por intentar vencer las trabar que le impone la fatalidad. Lo cotidiano, la vida natural, la sonrisa de la abuela cien veces menospreciada y cien veces olvidando, los ojos brillantes de un niño ansioso por conocer un mundo que a todas luces le resulta grande e incomprensible. Maravillosa crónica del destino implacable vista con la precisión de los hermanos Lumière.

La venganza se come frío porque se prepara congelada como el sushi. Para ello, nunca se deben tener las manos calientes que hagan que se te pueda indigestar. Un secreto no guardado para sí puede desencadenar la peor de las pesadillas posibles. La lengua, ese músculo que provoca sensaciones encontradas, no encuentra mejor camino que mostrar a los demás lo que los ojos vieron y de donde nunca debió salir la imagen. Durísima película de venganzas y de amores al límite, ¿prohibidos?.

Si alguien que nunca ha hecho una película es capaz de realizar un film como este, poco más se puede añadir. Si los diálogos que luego le han hecho famoso aquí están especialmente brillantes. Si los actores de los que se rodea alcanzan una intensidad rallana en la perfección (Michael Madsen y Harvey Keitel, geniales), entonces podemos decir que ver Reservoir Dogs es una gran elección. Ante tanto thriller manido, trillado, repetido, envilecido, tanto asesino en serie con poli pisando los talones, esta película descarnada revienta de un disparo las conciencias y aúna a través de un crisol de sangre y humo lo que es bueno y lo que es malo. Asombrosa.