En otras manos, una historia en la que se narra la vida de unos hospicianos, en la que se habla de temas tan delicados como el aborto o el incesto, no hubiese sido más que un dramón lacrimógeno o un coñazo supremo inductor al sueño. Pero no es el caso.
Aquí, un director con talento sabe sacar la historia adelante sin sentimentalismos exagerados, ni juicios de valor ejemplarizantes; que sea el espectador, que para eso ya es mayorcito, quien saque sus conclusiones.
Una fotografía exquisita, una banda sonora tan bella como delicada, un guión sólido y unas interpretaciones magistrales (el señor Caine borda su papel de médico altruista, paternal y yonkie, al Maguire el personaje inocente le viene al dedillo, y la Theron demuestra una vez más que no es sólo una carita preciosa), nos ofrecen una obra tan sencilla como incitadora a la reflexión: la hermosa idea de que en esta vida lo importante es ser útil a los demás, debería ser asignatura obligatoria en una enseñanza que hiciera honor a su nombre.
Del todo recomendable, por ser preciosa tanto en forma como en contenido, y por tratar temas delicados y presentarnos una tierna historia de amor, sin que el espectador corra el riesgo de ahogarse entre lágrimas y babas.

A quien me dijese que iba a ver una peli en la que sale Sharon Stone, y que me iba a maravillar, lo hubiese fusilado. Pero la absoluta perfección de esta película la hace casí imprescindible en ese papel. Descomunal Joe Pesci, Robert de Niro en una de sus mejores interpretaciones (y no son pocas), una banda sonora de lujo y un guión con un ritmo y una descripción de situaciones y personajes casi sin parangón. Recomendable con vehemencia, sobre todo para aspirantes a director y para todo aquel que guste del cine con mayúsculas.

Ante todo, avisar que el señor Jackson aparece poco más de un total de cinco minutillos escasos, y con un papel sin apenas relevancia y ningún peso en el desarrollo de la historia, en la que el señor Cusack es la prima donna absoluta acaparando el 90% de los planos. Muy lamentable esta nueva moda de poner en la cabeza del cartel a actores que apenas aparecen, pero que indudablemente harán que sus fans pasen por caja. Un completo timo, vaya.

La primera media hora es muy buena, despertando el interés y provocando tensión de manera notable; pero luego degenera en un batiburrillo de situaciones ya mil veces vistas (me vinieron a la memoria tanto "House" -la de William Katt, no la serie- como "Jumanji"), y con un exceso de efectos especiales que llegan a aburrír y a dilatar hasta el hartazgo su duración. Una buena media hora le sobra, y algún que otro giro que podrían haberse ahorrado.

Una lástima que el buen trabajo de John Cusack, y una excelente idea de partida, se diluyan entre pirotécnias visuales y bruscos giros argumentales que no conducen a ninguna parte.
Otra vez más una adaptación de la obra del señor King tiene un resultado fallido, y esta vez es aún más triste que en otras ocasiones, ya que tanto el prometedor inicio como la escena final son -para mi gusto- realmente magníficos.

Las interpretaciones son portentosas, en especial un Hackman que sigue dando clases de actor muy bien arropado por unos secundarios excelentes, entre los que quizás flojee algo la señora Pidgeon. El ritmo es perfecto, no dejando un momento para el tedio, y atrapando al espectador con sumo interés en el desarrollo de la trama.
Pero el guión, aunque tiene momentos y giros del todo magistrales, abunda en lagunas explicativas y en situaciones demasiado forzadas (en el spoiler comento algunas).
Pese a ello, es una peli del todo recomendable por sus buenos actores, porque el argumento engancha desde buen principio, y por ser muy entretenida.

Realmente es dificil criticar esta cosa como se merece porque, gracias a todos sus fallos y disparates, la verdad es que se hace realmente entretenida, aunque solo sea por echarse unas risas a su costa.

Que el viejo filósofo tenga una barba azul que varía de espesor y tonalidad de un plano a otro, es muy cachondo. Que el niñato repelente se aguante la risa en la infinidad de escenas en las que, muy evidentemente, había olvidado el diálogo, es para carcajearse. Que la corona del Cesar lleve la cruz cristiana, cuando no dejan de mencionar dioses paganos, es todo un puntazo. Que la especie de muralla china de Britania tenga trozos de cartón piedra, mezclados con otros de porexpam, es para mearse. Que los britanos malos parezcan los teloneros de Megadeth, es de puro descojone. Que la chati oriental, preciosísima ella, salga de bucear en el rio con la melena seca, es un puro delirio... Y asi, con chistes involuntarios, hasta el infinito y más allá... asi que mejor parar o no acabaría nunca.

La falsedad de los decorados, lo evidente de las cromas, lo ridículo del vestuario, y la pena que provocan las interpretaciones de pesebre viviente, me hicieron recordar la demencial "Bloodrayne" del maestro Uwe Boll: de hecho, la presencia del acabadísimo Kingsley me hizo dudar muy seriamente de si no se trataba de una segunda parte de aquel esperpento infumable.

En fin: que si fuese una parodia de las pelis de la leyenda artúrica, pues sería brillantísima. Pero como ésa no era ni mucho menos su intención, no pasa de ser una castaña mal hecha y peor acabada, con toneladas de caspa y majaderías a saco, que es mejor no sufrir que tener que olvidar.
Tan recomendable como abrir una tienda de estufas en Uganda.