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Críticas de Sibila de Delfos
Críticas 4.417
Críticas ordenadas por utilidad
9
4 de junio de 2007
45 de 54 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si algo se aprendió de Scream, es que en ocasiones es peligroso contestar al teléfono. Y si no que se lo digan a Stu Shepard, el protagonista de este extraordinario thriller de ajustadísimo metraje. El secreto está precisamente en saber muy bien cuando se debe parar, porque la idea ya no da para más. Pero desde el principio hasta el final, el guión te mantiene en vilo, haciéndotelo pasar tan mal como el personaje que encarna un soberbio Colin Farrell. Incluso cuando hay momentos en los que el espectador empieza a cansarse de la situación, el guión se saca de la manga una nueva sorpresa que vuelve a atraer toda la atención de la audiencia.
En definitiva, una película excelente con la que es imposible aburrirse y que da mucho más de lo que promete. Así da gusto.

Lo mejor: Las vueltas de tuerca del guión, su duración (apenas una hora y veinte minutos) y la interpretación de Colin Farrell.
Lo peor: Nada, salvo que la constante fragmentación de planos que hace Schumacher despista un poco al espectador.
Sibila de Delfos
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7
25 de mayo de 2011
50 de 65 usuarios han encontrado esta crítica útil
Vaya por delante mi primera confesión: No he visto Kung Fu Panda, la original. Y lo cierto es que no sé por qué. Soy fan del cine de animación desde mi más tierna infancia, y aun hoy me sigue pareciendo que este género no es terreno exclusivo de los niños. Sin ir más lejos, todas las maravillas de Pixar son muchísimo más profundas y adultas que algunas cosillas que s even por ahí con actores de carne y hueso....
En fin, que no tengo ninguna razón para no haber visto Kung Fu Panda. Bueno.... o tal vez sí. Mi razón se llama DreamWorks. Muy raras veces el trabajo de este estudio consigue interesarme. La razón no es su estilo de animación, sin duda inferior al de la mencionada Pixar. Lo que ocurre es que las historias de DreamWorks rara vez son historias. Se trata más bien de una idea sin un desarrollo acorde a la misma, y de una sucesión de bromas y supuestos chistes que no siempre dan en el blanco del sentido del humor del espectador que sobrepase los 5 años de edad. En otras palabras: las cintas animadas de DreamWorks no son para todos los públicos (con honrosas excepciones, como las dos primeras Shrek, Cómo entrenar a tu dragón, y la gran obra maestra del estudio, El príncipe de Egipto), sino para niños. Exclusivamente para niños.
Y algo de todo éso hay en Kung Fu Panda 2. A pesar de la simpleza de la historia, la cual se puede seguir perfectamente sin haber visto la priemra parte, durante todo el rato se tiene la sensación de que la misma historia en manos de Pixar hubiese dado mucho, muchísimo más de sí, a poco que alguien se hubiese molestado en incluir detalles más digeribles para los que ya no somos niños. La película es estretenidísima, sí, y el sentido del humor funciona muchísimo mejor de lo normal en las pelícuas de la casa, pero todo parece tan pensado, tan calculado y tan predecible que carece del alma que impregna las películas de Disney y Pixar.
Pero, dicho ésto, lo cierto es que no hay mucho más que criticar en la película. La acción es trepidante e impide el aburrimiento, la animación es francamente impresionante (y en según qué momentos, ciertamente bella: ver el uso de los colores durante todo el metraje), el flashback que explica el pasado de Po es emotivo, la música del maestro de maestros Hans Zimmer es una maravilla (especialmente en el mencionado flashback), y el diseño de personajes es muy acertado (el padre ganso de Po es encantador).
Dreamworks, esta vez, nos regala una buena película, y éso siempre es motivo de celebración. Sin embargo, las nuevas aventuras del panda guerrero podrían y deberían haber dado más de sí. Mucho más. Lástima.

Lo mejor: El flashback de Po y la música de Hans Zimmer.
Lo peor: No va al límite. No arriesga nada. Todo es demasiado predecible.
Sibila de Delfos
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9
12 de mayo de 2015
44 de 53 usuarios han encontrado esta crítica útil
"Cada año desaparecen sin dejar rastro unas mil personas en este país. Yo soy el causante de unas cuantas."
Señoras y señores, así se presenta ante nosotros el protagonista de Sicarivs.
El título de la ópera prima de Javier Muñoz no deja lugar a dudas. Lo que se nos propone es la historia de un asesino a sueldo (anónimo, para representar que el personaje podría se cualquiera de los mercenarios que andan por las calles españolas) que, una noche cualquiera, decide no ejecutar un encargo. Y hasta ahí se puede leer, y, por favor, no dejen que nadie les destripe nada de la película. Es mejor verla sin conocer apenas detalles de su argumento e incluso, si es posible, sin imaginarse lo que nos espera, porque Sicarivs es una de las mayores y mejores sorpresas que va a dar el cine de cualquier nacionalidad este año.
Partiendo de una base muy poco explorada en la ficción de nuestro país como es el trabajo de los sicarios (una realidad mucho más cercana de lo que se pueda pensar en un principio), Javier Muñoz orquesta una película absolutamente sensacional, fascinante, hipnótica incluso, pues no permite apartar los ojos de la pantalla. Es cine negro en estado puro, un thriller de los que ya no se hacen, lleno de tensión y de acción (prepárense para ver un reguero de muertos y tiros... no se preocupen si pierden la cuenta. El asesino la hace por ustedes en determinado momento), y sobre todo es una película con un guión muy serio y muy bien armado que va desgranando la historia sin prisa pero sin pausa, acumulando momentos memorables y manteniendo el interés del espectador en todo momento. Tiene un aire absolutamente internacional, muy a lo Collateral (2004) de Michael Mann, como el propio protagonista dice en una ocasión, con esa voz en off que va contando los pensamientos del asesino, con escenas tan de cinta americana como la de la timba de póker clandestina y con las escenas protagonizadas por Pedro Casablanc, unos flashbacks que son algo así como el código de buenas prácticas de los sicarios y complementan perfectamente la línea argumental principal.
Cuesta creer además que Muñoz sea un debutante, porque su pericia tras la cámara es digna del mayor de los aplausos. Atención al pulso que imprime a los asesinatos o a planos como el del coche entrando en la casa ya por la mañana, al final de la película, o por supuesto la secuencia en el hotel. Son momentos de una belleza formal admirable que revelan el talento de Muños, a quien a buen seguro va a haber que seguir con mucha atención.
Aparte del excelente despliegue de ilustres secundarios y caras muy conocidas (Casablanc, Israel Elejade, Fernando Gil, Chete Lera, Aníbal Soto, etc), sin duda el auténtico atractivo de la película es la potentísima presencia en cámara de Víctor Clavijo. El protagonista de Tres días (Francisco Javier Gutiérrez, 2008), uno de los muchos actores y actrices salidos de la inagotable cantera de Al salir de clase, compone un personaje excepcional en una de las actuaciones sin duda más espectaculares y rompedoras que se van a ver este año, clavando cada inflexión de voz, cada mirada, la impavidez del asesino, su falta de mora, su máscara (¿o quizás realidad?) de tipo encantador cuando quiere serlo, su inteligencia y también sus sentimientos más profundos en un tour de force que es un lujo de ver.
Por supuesto, la clave de la película está en la motivación del asesino para no cumplir con un encargo. Eso es lo que vertebra toda la historia durante casi noventa minutos y lógicamente no se descubre hasta el final. Tranquilos. No vamos a revelar ese secreto en este comentario. Sí conviene advertir, sin embargo, de que es probable que la explicación que se ofrece no sea satisfactoria para muchos espectadores y afecte la buena opinión que la película merece. Es más, es posible que dicha explicación sea uno de los puntos más débiles de la cinta, por blanda e incluso por "cursi", pero cumple con el objetivo de casar perfectamente con la narración hasta entonces, en la que el asesino se define varias veces como una persona normal. Se le puede achacar también a Sicarivs que pierda la cabeza en algunos instantes (la excesiva escena que da final al episodio en el burdel, protagonizada por Clavijo e Israel Elejalde) o que estire demasiado el final, pero es que todo lo anterior es tan bueno, tan original, tan fascinante y tan arriesgado que se le puede perdonar perfectamente.
Sicarivs: La noche y el silencio. Un regalo para todos los espectadores que buscan un algo más y para los amantes del cine negro, y una prueba más de que el cine español está sobradamente preparado (si es que no lo estaba ya) para dejar de lado al fin los complejos y demostrar que puede estar perfectamente al nivel de cualquier otra cinematografía. Sólo hace falta que productores y estudios valientes sigan apostando por ideas rompedoras como esta. Y que haya muchos creadores como Javier Muñoz, por favor. Un triunfo.

Lo mejor: La realización de Javier Muñoz (¡un debutante!), la narración en off, la enorme tensión de la trama y la potentísima actuación de Víctor Clavijo.
Lo peor: Se le va un poco el control en ciertos momentos (como la escena que finaliza el episodio en el prostíbulo) y la motivación del personaje principal puede resultar un poco insatisfactoria.
Sibila de Delfos
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10
6 de julio de 2007
38 de 41 usuarios han encontrado esta crítica útil
Magnífica adaptación de la inmortal y universal obra teatral de Arthur Miller. Inmortal porque es magnífica, desgarradora, trágica, impactante y mil cosas más. Y universal porque la historia que cuenta se repite constantemente en nuestro mundo del siglo XXI, lo que demuestra que el ser humano es capaz de tropezarse mil veces con la misma piedra.
Implacable demostración de lo peligrosas que son la intolerancia y la ignorancia, denuncia el fanatismo religioso de ese Salem que podría ser cualquier otro lugar del mundo, y establece una comparación con la "caza de brujas" de McCarthy en los años 50. No por casualidad, el propio Miller fue perseguido por sus supuestas "actividades antiamericanas".
Y qué decir a estas alturas de un actor como Daniel Day-Lewis, que parece haber nacido para el papel de John Proctor (impagable en el momento de la confesión de su secreto al tribunal, y en toda la secuencia final, una de las más demoledoras que servidora ha visto). O de Winona Ryder en sus buenas épocas, antes de que le diese por robar bragas. La actriz tiene a su cargo el papel más desagradable de la obra, el de Abigail williams, un auténtico monstruo sediento de venganza que se gana desde su primera aparición el odio del espectador. Y ella lo borda, personificando magistralmente su desquiciamiento y su falta de escrúpulos. Todo lo contrario que la muy dulce y adorable Joan Allen, no menos perfecta como Elizabeth Proctor.
Para qué decir más cosas. Véanla. Es una película necesaria para recordarnos lo que nunca debe volver a pasar y sin embargo pasa cada día. Chapó.

Lo mejor: El duelo interpretativo entre Day-Lewis y Ryder, y la fidelidad casi absoluta de Miller hacia su propio trabajo.
Lo peor: Nada
Sibila de Delfos
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8
28 de diciembre de 2007
53 de 72 usuarios han encontrado esta crítica útil
Me ha costado mucho decidir qué nota ponerle a ésta película. Y me ha costado porque, pese a que no he encontrado nada reprobable en la película de Wes Anderson, tampoco he hallado en ella nada extraordinario ni nada que me produjese esa sensación maravillosa de... fascinación por la historia. Algo que para mí es vital a la hora de decidir si una película me ha gustado o no.
Anderson, como buen militante del cine independiente (aunque cada vez menos), nos presenta aquí una historia acerca de la familia, la búsqueda de la identidad perdida y mil cosas más, pero con un envoltorio de lo más curioso y anticonvenciona. Sólo así se explica que los tres hermanos protagonistas de la cinta, que no tiene nada en común y parece imposible que puedan llevarse bien, acaben descubriendo que lo que de verdad les importa en la vida es hacer las paces con su madre y disfrutar de su mutua compañía mientras recorren la India en tren. ¿Acaso hay algo más "de gran estudio" que éso? Por supuesto, no lo estoy criticando, más bien al contrario. No hay nada malo en contar historias sobre reencuentros de familias, y en este caso se agradece que Anderson deje de lado la pretenciosidad de la que hacen gala otras producciones de similares características. Le ayudan a ello un guión sencillo y simpático (que no necesariamente divertido), con muy pocos personajes, y un trío de actores estupendo. Junto a un Adrien Brody muy comedido y mucho menos exagerado que de costumbre, y un Jason Schwartzman que plasma perfectamente la extraña personalidad de su Jack Whitman, aparece un Owen Wilson espléndido (jamás pensé escribir este nombre y este adjetivo juntos) que nos hace preguntarnos por qué se empeña en torturarnos con cosas como De boda en boda, si sabe hacerlo muy bien.
El problema está en que, lo que debería haber sido una historia conmovedora y emocionante (y material para ello había de sobra: ver todo lo que ocurre una vez los hermanos abandonan el Darjeeling limited, y que es la mejor parte de las dos claramente diferenciadas en que se divide la película) acaba resultando un tanto frío e indiferente al espectador. Yo lo mido de la siguiente manera: Lost in translation dejaba, y aún deja, con unas ganas inmensas de ir a Tokio, aunque sólo sea por confiar en que puedes vivir una historia como la de Murray y Johansson. Éso no ocurre en Viaje a Darjeeling, pese a que la situación, para mí, es parecida (ni Japón ni la India me atraen como destino turístico). Y éso es porque la historia no me apasiona, no me emociona, no cala hondo en mí.
Aunque ello no es impedimento para reconocer que es una de las mejores películas que he visto este año 2007.

Lo mejor: Owen Wilson, Adrien Brody y la puesta en escena de Anderson, extraña, casi documentalesca, pero bellísima.
Lo peor: En realidad no hay nada malo en la película, salvo que, como he explicado antes, deja bastante indiferente al espectador.
Sibila de Delfos
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