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España España · Madrid
Críticas de Pakosky
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Críticas 56
Críticas ordenadas por utilidad
8
9 de agosto de 2010
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si nos traemos esta película al presente -y lo mismo le sucede al libro del que parte- no nos aguantará ni un asalto: resultará ideológica e intelectualmente inocente, narrativamente plana, técnicamente discutible y estéticamente muy hortera y demodé. Todo ello a pesar de la muy interesante partitura musical futurista de Jerry Goldsmith, y de contar con un diseño de producción que me parece especialmente sugestivo, con detalles aún rescatables.

El problema es que no se trata de una película -o una historia- hecha desde el presente y para el presente. Si se mira desapasionadamente, veremos que es muy parecida conceptualmente a otras de su tiempo -como "El planeta de los simios" o "The Omega Man", sin ir más lejos- y responde por entero a los deseos de un público muy estimulado por la literatura de ciencia-ficción crítica (o anticipatoria) que por aquel entonces habían logrado hacer respetable autores como Asimov, Boullé, Philip K. Dick. Huxley o Ballard... Historias postapocalípticas para un mundo en tensión, ansiógeno, que se desayunaba cada mañana con la certeza de un holocausto nuclear, de un final inmediato, del no hay futuro si antes no hay cataclismo.

Y en ese contexto, mirada desde sus propios parámetros de realidad, la película funciona de manera extraordinaria. Exactamente igual de bien que las producciones Hammer funcionaron a finales durante la década de 1960 o los monstruos de la Universal lo hicieron en las décadas de 1930 y 1940. El cine no sólo se construye desde la pretensión artística de la intemporalidad (que no siempre es posible y tal vez tampoco deseable) sino que muy a menudo, y este es el caso de "Logan's Run", es hijo directo de su tiempo y así debe ser entenderse y asumirse.

Por otro lado, y lo creo un logro nada desdeñable, esta película -y otras de su cuerda- se convirtieron en la base del cine fantástico presente, y obraron como correa de transmisión y fuente de inspiración para que muchos cineastas que posteriormente se han hecho un nombre en el género, se decidieran a plasmar sus ideas en la pantalla, así por ejemplo George Lucas o John Carpenter. Otro motivo para apreciar una cinta como esta en su justa medida.

Por lo demás, se trata de una película que en su día fue atrevida y que aún hoy -con lo que ha llovido desde entonces- se visiona con interés y agrado (a pesar de esas maquetas obsoletas). Además, es la mejor de Michael Anderson, un meritorio director británico al que nunca le llegó la producción definitiva, y cuenta con una excelente interpretación del luego irregular y desaprovechado Michael York.

A causa de lo dicho, notable.
Pakosky
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4
9 de agosto de 2010
11 de 24 usuarios han encontrado esta crítica útil
Robert E. Howard se pasa la mayor parte de su vida escribiendo relatos y novelas de Conan que coloca como puede en revistas "pulp". Le va mal, pero consigue hacerse amigo y discípulo de Lovecraft. Gana poco. Su madre muere. Harto de malvivir y solo en el mundo porque era un freak absoluto y depresivo al que nadie comprendía, un tipo que escribia estas cosas -o historias de Solomon Kane y Red Sonja- para hacerse la vida más llevadera, y porque el mundo le parecía un completo asco, se termina suicidando en torno a la treintena.

Y entonces van Oliver Stone y John Milius, cogen a un personaje maravilloso que supone la redención moral de un hombre débil, el mito brutal de los desclasados, el centro de un mundo que no existe ni puede existir... Y lo convierten en una parodia ridícula del superhombre de Nietzsche (filosofía tan racial, salvaje y juvenil, por cierto, que no hay más que ver la película para comprender que no la han entendido en ningún momento). Pero no sólo. Encima llegan los del "casting" y ponen a hacer de pastiche de superhombre y remedo cutre de Conan -Howard siempre describió al bárbaro como un norteño montañes de cabello negro, ojos azules y agilidad felina, ¡ja!- al inaguantable musculitos torpón y robotizado de Arnold Schwarzenagger. Despropósito total... El hombre que "nació para hacer este papel" es, con toda probabilidad, el último tipo de la tierra al que Howard hubiera coronado rey de Aquilonia.

Con estas premisas la cosa va mal. Luego sigue: reinvención absoluta de la historia del personaje que no se ajusta a nada de cuanto se relata en las novelas -o en los fieles cómics que Roy Thomas escribió- y un Thulsa-Doom (estigio) que nos sale negro... Toma jeroma. Salvaremos a Valeria, que al menos la Sandalh Bergman en esto cumple decentemente. Menos mal que se gastaron la pasta, John Milius muestra oficio en la dirección, la música de Basil Poledouris es extraordinaria y, en conjunto, les salió una película de aventuras cara, de buena estética y apañadita, que se deja ver si cambias el chip y te olvidas de que aquello se parece a lo que escribió Howard lo mismo que un huevo a una castaña.

Podían haberla titulado "El rompepelotas rubio", porque Conan, lo que se dice Conan, no es. No es que se permitan licencias cinematográficas, es que es otro asunto completamente diferente. Eso sí, comparada con su nefasta secuela -"Conan el Destructor"- ésta es una completa obra maestra del cine.

(Por cierto, amigos de Filmaffinity, a ver si pudiéramos corregir lo de "Comic: Robert E. Howard", porque este señor no hizo un comic en su vida. Gracias).
Pakosky
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6
8 de diciembre de 2013
3 de 8 usuarios han encontrado esta crítica útil
Que no. Que la película esta es apañadita y ya está.

Ni es "Brave", ni es "Enredados" -a las que parodia sin ninguna vergüenza, por cierto-, ni resulta emocionante, ni nada de nada. De hecho, y a ratos, hasta me parece un poco cursi y algo tontita. No ofendamos al bueno de Hans Christian con comparaciones imposibles, que no nos ha hecho nada para merecerlo. Técnicamente es buena, se deja ver, es entretenida y pare usted de contar.

Encima cantan todo el tiempo... Yo creía que se les había pasado la neurosis de las cancioncillas pedorras, con letras imposibles y gorgoritos a mogollón, a cada diez minutos, en plan revista de Lina Morgan. Un cliché disneyano que durante un tiempo les brindó rédito porque el horterismo es una enfermedad profundamente extendida y que, con el paso de los años, se acabó convirtiendo en una pesadilla repugnante. No porque todas las canciones fueran malas, sino porque sucedía que solo una o dos eran realmente buenas... Por ello, con buen juicio, en los últimos tiempos decidieron reducir el canturreo a lo mínimamente necesario -las dos canciones buenas- y centrarse en escribir guiones en lugar de partituras.

Pero la factoría Disney tiene el grave problema de no aprender ni de sus errores, ni de sus aciertos. Cuando encuentra la fórmula y logra hacer dinero, la exprime hasta el fracaso y vuelta a empezar. Y si con las antes mencionadas "Brave" y "Enredados" había dado en el clavo, este "Frozen" ya tiene pinta de abuso y caída libre. Prueba de ello: que es la tercera vez que nos cuentan la misma historia en cinco años y que en lugar de decirnos algo, de hablarse y de consolidar un argumento, los personajes ya empiezan a canturrear sin cesar.

Pues no. Vamos a dejarla en interesante.

Lo mejor: ese muñeco de nieve tan divertido al que, tristemente, dan tan poca bola.
Lo peor: ese galán tarugo y bobalicón del trineo.
Pakosky
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6
3 de abril de 2012
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entretenida película, sin más, que se antoja floja para un realizador de la talla de Robert Wise. Probablemente, de hecho, sea el trabajo menos interesante y más olvidable de su filmografía.

Se propone al espectador una peculiar revisión histórica del desastre del archifamoso dirigible apostando, en este caso, por la teoría del sabotaje. Dado que en realidad nunca se han conocido los motivos que propiciaron el desastre, el propósito es tan aceptable como cualquiera y la propuesta queda bien justificada. El problema -siempre suele haberlo en esta clase de películas- es que todo el elenco actoral y los recursos técnicos, ambos más que notables, se ponen al servicio de un final sin sorpresa posible, con lo que el espectáculo termina por resultar rutinario y algo folletinesco.

Lo peor reside, probablemente, en el guión. Blando, poco talentoso y tendente a desaprovechar los recursos actorales que se ponen en juego así como una gran cantidad de entresijos que son apenas sugeridos y que, de haberse tratado adecuadamente, hubieran engrandecido el relato. Los personajes están -quizá por exceder lo pretendido- desdibujados y resultan en general planos, poco convincentes. Tampoco ayudan los esfuerzos denodados del guionista por salvar la cara al papel de George C. Scott, a quien se trata de elevar moralmente por cualquier medio para convertirlo en el héroe fatalista del asunto. Lo mejor, sin duda y también lo hay, se encuentra en el trabajo de un artesano como Albert Whitlock, quien ofrece una recreación del dirigible muy efectista, lograda y creíble para aquellos días.

Una producción enjundiosa, con oficio, que llega al aprobado alto y que todavía se deja ver siempre que no se sea demasiado exigente o quisquilloso. Lo sorprendente, sin embargo, es que nadie se haya puesto aún con la tarea de revisarla en serio. Porque materia, hay.
Pakosky
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5
23 de octubre de 2011
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nadie había pedido una precuela para la obra maestra de Carpenter, pero la falta de imaginación, como siempre, se ha impuesto al sentido común.

Nadie quería saber qué había pasado en aquella estación Noruega de la Antartida por la sencilla razón de que todo comenzaba en una perfecta elipsis y la gracia del argumento, claro está, residia en esa idea del "subirse en marcha" a una historia que ya estaba sucediendo. Pero no han podido evitar la manía maldita de la posmodernidad: escribirle un par de párrafos nuevos al Quijote aunque se esté a mil años luz de ser Cervantes.

Lo peor es que se han puesto a esta tarea que nadie ha pedido y -sorpresa-, en el colmo de la originalidad, descubrimos que esos pobres noruegos vivieron un episodio exactamente igual, duplicado, calcado minuto por minuto del que luego vivirán los chicos de la estación estadounidense. Consecuencia: esta precuela es un dejá vu constante que todavía la hace más inútil de lo que ya era.

Conclusión: resultará interesante si no se ha visionado la otra. Si se ha hecho, no hay que perder el tiempo. Está realizada con cierta dignidad y empaque, sí. Respeta escrupulosamente los detalles y "tics" de su antecesora, también. Pero en el pecado lleva la penitencia pues su rigurosa pleitesía para con el clásico de Carpenter la hace completamente innecesaria.
Pakosky
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