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España España · San Sebastián
Críticas de RavenHeart
Críticas 517
Críticas ordenadas por utilidad
4
5 de enero de 2011
1 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Javier Rebollo ya dejó bien claro que era un director polémico con su primer largometraje. En su día "Lo que sé de Lola" cosechó tantas alabanzas como abucheos entre la crítica española pero en cualquier caso nos descubrió a un director que hacía películas diferentes y personales. Tan personales que se permite repetir los mismos esquemas sin demasiadas preocupaciones. A pesar de que La mujer sin piano es un film con una nula salida comercial a Rebollo deben de cuadrarle las cuentas, por lo menos mientras un jurado tan prestigioso como el del Festival de Cine de San Sebastián te siga dando premios y la jugada salga rentable.

No es nada sencillo entrar a valorar una película como esta. En primer lugar, esta historia hubiera funcionado mucho mejor si durara solo media hora, aunque para ello el director hubiera tenido que repetir ideas que ya había explorado en sus primeros trabajos, cortometrajes que llevan títulos tan esclarecedores como En camas separadas o En medio de ninguna parte. Pero dónde hay que entrar realmente a valorar el trabajo de Rebollo es en sus pretensiones. Yo mismo defendía las virtudes de una película como Tiro en la cabeza argumentando las posibilidades de su discurso narrativo. Aunque aquel film era indiscutiblemente aburrido, por lo menos su aburrimiento no era estéril como el de esta película. A diferencia de Rosales, Javier Rebollo confunde la trasgresión con el ridículo. Con todo, quiero pensar que Rebollo no nos está provocando, aunque recomiendo al lector interesado que consulte algunas de las entrevistas al director que abundan en la red en las que lo mismo habla de Truffaut que de John Ford. Para mear y no echar gota.

La mujer sin piano es como una larga noche en vela. Al final sale el sol y el cuadro vuelve a su lugar de siempre. No se puede hablar de película fallida porque esa ha sido precisamente la intención de su director. Consciente de que algunos iluminados -evidentemente, ningún espectador en su sano juicio entre ellos- la encontrarán incluso motivadora para el futuro de nuestro cine, salvaremos su trabajo de la hoguera por ser una propuesta diferente e incluso coherente en su obsesión. Eso sí, una advertencia final a su creador: Señor Rebollo, si lo que ha pretendido es rodar una pieza de videoarte, expóngala en un museo, no en una sala de cine. Más que mala, indignante.
Keichi
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
RavenHeart
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10
5 de enero de 2011
1 de 4 usuarios han encontrado esta crítica útil
A sus 67 años el realizador alemán Michael Haneke ha conseguido labrarse una impecable trayectoria profesional gracias a un cine subversivo de corte intelectual centrado en las barbaries del mundo civilizado. Quién haya visto películas como El tiempo del lobo o Caché sabe que sus trabajos ofrecen pocas concesiones. Siguiendo con ésta tónica, Das weiße band es una película que promete ser polémica no tanto por sus imágenes sino por el desolador mensaje en blanco que martiriza las cabezas de los espectadores una vez estos han abandonado la sala.


Das weiße band es una maravilla cinematográfica. Haneke narra los hechos a través del monótono relato del antiguo maestro del pueblo, los enfoca con una cámara muchas veces inmóvil e ilumina gracias a la soberbia fotografía en blanco y negro de Christian Berger, una serie de estampas costumbristas detenidas en el tiempo que son capaces de evocar a un mismo tiempo a Dreyer y al fotógrafo August Sander. No hay banda sonora en ningún momento de la película. A pesar de todos estos recursos anticlimáticos que buscan el distanciamiento del espectador, el director consigue crear una atmósfera cada vez más sugestiva en la que nada es evidente. La escena en la que los hijos del clérigo van a ser castigados, con ese plano fijo en la puerta cerrada mantenido en tensión, es un buen ejemplo de esa maestría.

Resulta casi obligatorio posicionarse sobre la verdadera lectura del film antes de terminar esta crítica. Aunque el propio Haneke define su trabajo como una alegoría sobre el génesis del nazismo no hay que tomar sus palabras al pie de la letra. Más de uno podría considerar que entendida de éste modo la película se convierte un verdadero insulto a la inteligencia de los espectadores. Nada más lejos de la realidad, Haneke responde a una inquietud propia de su generación al indagar en la infancia que vivieron los niños que más tarde se convirtieron en los fascistas que aterrorizaron al mundo. El apaleamiento del niño retrasado o la cinta blanca anudada en el brazo a modo de futura esvástica son quizás las únicas licencias que el director se permite pero después del recital de sutileza que hemos presenciado no se puede sino tolerarlas.

Das weiße band no es solo la mejor película Michael Haneke, sino también una de las que mejor ha abordado el tema de la corrupción de la infancia frente a la violencia. Su trabajo es una verdadera obra de orfebrería, compleja y exigente, tan sobria como provocativa e inquietante. Una merecidísima Palma de Oro en la última edición del Festival de Cannes que supone la consagración definitiva de todas las pretensiones agitadoras de la conciencia en el cine. De maestro a maestro, el director de Funny Games firma un trabajo digno del mejor Bergman.
Keichi
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
RavenHeart
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