Una historia terrible contada a media voz puede impresionar tanto como cuando se adorna con profusión de detalles o cuando se engalana con abundancia de recursos técnicos, materiales y formales.
Lo que se muestra y lo que se oculta, lo que se sugiere y lo que se adivina, lo que se expone y lo que se interpreta, lo que se insinúa y lo que se colige, lo que se dice y lo que se calla son siempre los elementos que, combinados adecuadamente, configuran el éxito o el fracaso del proceso de comunicación en el cine.
Pero la proporción de los factores carece en este caso de validez porque a J. Tourneur le sobra capacidad para asumir la premisa del desequilibrio.

Un suave humor negro que arrastra cierta molicie narrativa sirve a F. Truffaut para presentar una película irregular a cuya puesta en escena falta enjundia.
Se deja ver y no hiere a la sensibilidad de los amantes del cine pero del director francés siempre se espera un film acorde con la fama que le precede.
Es una una parodia que pretende resultar trasgresora y original pero se queda en los lindes del intento porque su desarrollo da la sensación de forzado y como si se debiera más a la obligación de entregar un largometraje que a la llamada de la inspiración.

Si se carece de expectativa previa la película puede resultar ocurrente y desenfadada.

Cuando una cortina se rasga sucede lo mismo que cuando se levanta una alfombra: nadie sabe lo que oculta detrás.
Así que las conjeturas se adueñan del patio de butacas mientras A. Hitchcock nos conduce con habilidad por el camino de una intriga difícil con una extraordinaria dosis de tensión.
Forma parte de su privilegio porque su mundo es el cine de suspense.

Película densa, elaborada, precisa y siempre ajustada al canon del espionaje y del contraespionaje.

Lástima que en las últimas escenas la trama decae de forma ostensible y se siente cierta decepción porque el final resulta algo precipitado.

Desenfadada, ágil e intrascendente comedia en la que W. Holden y A. Hepburn son lo más importante del film. Todo gira en torno a ellos y el resto apenas posee relevancia salvo en la medida en que contribuye a su lucimiento personal.
Cine dentro del cine que toma la forma de un juego de complicidades en que se echa de menos una dosis superior de mordiente y de pulsión incisiva.

Se trata de un simpático entretenimiento de banalidades y equívocos con una minúscula nota de dramatismo y una fragancia rosa, dulce, afectuosa y de colorido elegante que se cuela en todos los fotogramas como un perfume de gama media.

Interesante adaptación de la obra de Dante en la que el propio Dante y Virgilio visitan ese lugar en que las penas no tienen fin y el tiempo para el arrepentimiento ha caducado.
A pesar de un deteriorado celuloide por el que han transcurrido más de 100 años, la fuerza expresiva del film mantiene cierta vigencia expresiva gracias al cuidado texto de sus intertítulos para explicar pensamientos complejos, ideas abstractas y conceptos evanescentes a los que el cine mudo apenas podía llegar de otro modo.

Me llama la atención que en ese interminable desfile de los malos oficiales de la Historia no se menciona a ningún director de cine, ni a productores, guionistas, actores ni a gente que escribe breves reseñas sobre las películas.