Claro, obvio, como ama de casa en ninguna parte, madre y amante, qué más quieres, el cielo en la tierra, cualquier cosa mejor que pertenecer a ese tétrico burdel ambulante, a ese ridículo infierno, un lugar en el que a la mujer se la convierte en un objeto de usar y tirar, de consumo rápido e impersonal, si hay suerte de lujo, y se le niega su real feminidad, feminista por antonomasia final, la mujer y su felicidad por encima de todo lo demás.
* Que descubra que la van rechazar sin necesidad de que se lo digan a la cara, solo a través de su propia visión de la prueba, gran acierto sabio narrativo inteligente elíptico, o que enlacen lo de la bruja mujer de la tienda que la humilla con un nuevo impulso para tratar desesperadamente de incorporarse al cine, relación psicológica brillante y certera.
** Cuando se emborracha o cuando se compra todo o cuando hace la prueba de forma tan exagerada, no había necesidad.
Es decir, mezcla clichés obvios, toscos, tonto gruesos con agudezas, ingenios y sutileza delicadeza, o no es nada creíble, ¿cuánto va a aguantar haciendo la colada/la compra/la cama/la comida y llevando a su hija al colegio como una mujer cualquiera sin volverse loca o montarla la más grande, bien gorda?, pero es (ahora, como Nicole Kidman en la de Frank Oz, la mujer) bonita, ferpecta y perfecta.
A Sterling, solo le faltan las alas, Clarence, parece que le pasó como a su personaje, que se retiró del mundanal ruido por un tiempo, huyendo de la quema, para dedicarse a los barcos, a lo suyo, recuerdos del futuro.

Un ramito de violetas o narcisos cada nueve de noviembre (alitérame) o en agosto y julio.
Volverán las (no tan) oscuras golondrinas lo mismo que el calor color del verano cubano italiano.
¿Amor o dinero? ¿Placer o interés? ¿Vivir o arramplar? ¿Jugar o calcular? ¿La vida es una broma muy seria casi macabra o una seriedad impostada aniñada trágica tan farsesca?
Su cine se suele nutrir de estos opuestos, de contradicciones y paradojas y con ellas se enreda para al final, casi siempre, apostar por la dulzura y la esperanza, la mentira, tras haber planteado expuesto previamente la verdad en su máxima sorprendente sórdida divertida crudeza, esa es la idea, hiel y miel, por ese orden aunque por el camino me (se) entretenga o parece que se despiste o pierda la correcta senda; él le pregunta si su madre recibía soldada o paga por los (estupendos vacacionales) servicios prestados, ella le repregunta, pregunta retórica, si quiere decir que era una entretenida, bellísimo eufemismo, y le dice o da a entender o añade, no se ofende, lo entiende, la regla del mundo, el gato y la curiosidad, que seguro que no, por amor al arte, vale.

Y la utilización de los bandidos (aquí hacen la labor o el papel, al masivo muere, de los citados y abundantes indios de Montana, de todas las clases) mexicanos (maldita sea tu raza exclama o les suelta ella, que pertenece, supuestamente, eso parece que dice, enrabietada, a la misma que justo desprecia) como parodia tópica caricaturesca grotesco ofensiva, solo hay que ver, en ese sentido, a ese gerifalte tan penoso, esos primeros planos de vergüenza, arremeter como un descerebrado miserable cabestro contra/a por la hembra.
Digámoslo así o ya, lo antes posible para que menos duela, es ella la que arruina la función o faena, esa sentimental deriva de la historia absurda, previo paso por el consabido, tópico hasta el delirio, intento de violación sin descanso, continuo (lo hemos visto millones de veces eso; grupo de hombres solitarios en la escapada o el trabajo que duermen al raso en película del oeste, mujer la mar de deseable que llega o por allí aparece, lobos, más bien ovejas lerdas, hambrientos al acecho y al ataque día y noche y pastor que los controla como buenamente puede y ella que, lógica perdidamente, se enamora y él que, obligatoria obviamente, la protege, corresponde, y lo demás es silencio o no, desgraciadamente, tanto). Como tampoco es muy de recibo que los protagonistas o rufianes buenos en estos casos estén siempre rodeados de sabandijas abyectas sin el menor peso o categoría humana alguna (grupo salvaje), a la par que las larvas (ahí sí que te quiero ver animalista de pro o a pie mío, querido, cuidándolas a ellas, reivindicando sus pisoteados derechos, sacándolas del inmerecido oprobioso olvido).
El reguero final de muertes es también lamentable y ridículo, no sé cuál más, si la del padre en busca del dinero, a por uvas, la del hijo que tiene lo suyo, gran importante cenutrio, la de Martin hablando hasta el último suspiro o la de Stewart a plazos, de rebajas, en diferido, ni uno vivo, no es un bel morir ni un agradable hito. Un destrozo, en resumen, y un disparate, una importante chapuza, de las que luego se recuerda, de las que te sacan canciones y te hacen himnos, una pena.