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España España · bilbao
Críticas de ernesto
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Críticas 1.035
Críticas ordenadas por utilidad
6
15 de junio de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
La carrera del director alemán Fatih Akin comenzó unos años antes, pero no fue hasta el 2004, año en que ganó el Oso de Oro del Festival de Berlin con Contra la pared, cuando se dió a conocer entre el gran público, al menos en los cines españoles. No se ha prodigado mucho después de esta película. Solo un documental de carácter musical y otra película, Al otro lado, también intensa y dramática pero que, por lo menos, permitía al espectador respirar durante la proyección, algo que no sucedía con la desgarradora Contra la pared. Por cierto, Al otro lado fue peresentada en el festival de Cannes donde también se acabó llevando un premio. Así que para completar el ciclo su última película Soul Kitchen la presentó en Venecia y, curiosamente también se llevo premio. Algo sorprendente dado el cambio de registro radical que supone esta película con respecto a las dos anteriores.
Soul Kitchen es la historia de Zinos, un buen tío al que las cosas se le complican. Su restaurante vive momentos difíciles, su novia se marcha a trabajar a Shangai y su hermano aparece, después de una temporada en la cárcel, pidiendole ayuda. A todo esto hay añadir un serio problema de lumbago. Y aun así los problemas no hacen mas que comenzar.
Parece que Fatih Akin se ha querido quitar con esta película la etiqueta de director intenso y trágico que debe de pesar como una losa. Y desde luego ha hecho méritos para conseguirlo, ya que la historia del entrañable y simpático Zinos (como no identificarse con él!) resulta ser una comedia fresca y divertida que, contra todo pronóstico, transforma todas las desgracias que rodean al protagonista en situaciones ingeniosas de una comicidad simple pero eficaz.
Tal vez cabía esperar otro tipo de película completamente diferente, y tal vez sea por eso que las expectativas de algunos, como es mi caso, se hayan podido ver defraudadas en cierta forma. De hecho otros, incluyendo el jurado que la premió en Venecia, se han visto obligados a ver en esta película mucho más de lo que realmente hay. Y lo que hay no es más que una película viva y bien resuelta que no se complica la vida a la hora de encontrar una salida fácil a su humor, más próxima al sainete que a la auténtica comedia con mensaje que se ha querido vender.
En cualquier caso, de lo que no cabe duda, es que dejando a un lado las expectativas, Soul Kitchen funciona, sobre todo, gracias a la empatía que el espectador siente hacia sus personajes, y a una soltura narrativa que, profundidades al margen, hace que el ritmo no decaiga en ningún momento. No es un peliculón pero creo que su director se merecía un paréntesis ligero después de tanto drama.
ernesto
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8
11 de junio de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hay películas que al margen de los años que hayan pasado desde su realización siguen manteniendo intacto su carácter mítico. Y aunque muchos consideren que el tiempo y la infinidad de imitaciones no han jugado a su favor, se puede decir sin miedo a equivocarse que El exorcista es una de ellas.
Hay que situarse en el año 1973 para entender lo que una historia de estas características pudo suponer para los espectadores de aquella época. Seguramente cualquier espectador joven que la vea en la actualidad no sabrá valorar en su justa medida los méritos de esta historia, teniendo en cuenta que hoy en día todos los meses se estrenan dos o tres películas del mismo estilo. Pero El exorcista tiene algo que no tiene ninguna de estas, y es que esta película es la original. Además también tiene entre sus fotogramas mucho y muy buen cine, que por este sí que no pasa el tiempo.
Ya desde las secuencias del principio en Oriente Medio, la película nos envuelve con un ambiente inquietante y enrarecido. Con una estética y una forma de rodar que son marca de la época, William Friedkin nos adentra en la historia de una actriz cuya hija empieza a sufrir algún tipo de trastorno físico. Con una narración pausada y rica en detalles, la historia se va transformando ante nuestros ojos en un relato demoníaco que nos deja impactados y sorprendidos al mismo tiempo.
Más allá de buscar el impacto fácil con escenas que ya han pasado a la historia, la película se preocupa además de crear situaciones y personajes que rodean, sin interferir, a la historia central, enriqueciendola si cabe. En ese sentido toda crisis personal por la que atraviesa el padre Karras sirve para dar cuerpo a la historia central.
El exorcista pasa por ser uno de los grandes clásicos del cine de terror, pero hay que reconocer que el impacto que provocan sus imágenes, más que con el terror, está relacionado con el desasosiego que provoca su atmósfera enfermiza, ya que no son solo las escenas explícitas que ilustran la posesión de Reagan las que incomodan. Un simple paseo de la protagonista al son de unos conocidísimos acordes musicales, o la simple visita a una consulta médica provocan un estado de desazón que te hace sentir incómodo. Y es precisamente incomodidad lo que la película consigue con esos pequeños detalles tan bien llevados, que aunque las blasfemias o los vómitos verdes puedan resultarnos más efectistas que aterradores, el clima que genera la historia traspasa la pantalla hasta agobiar al espectador.
Uno de los puntos fuertes de El exorcista es la colección de rostros que acompañan a los personajes. La calidad de Ellen Burstyn, que estaba en su mejor época, está fuera de toda duda incluso hoy en día. Pero es difícil imaginar actores más adecuados para una película como esta que Max Von Sydow o Lee J. Cobb. Desgraciadamente para Linda Blair o Jason Miller la influencia de sus trabajos en el resto de sus respectivas carreras fue brutal y nunca más volvieron a brillar como aquí.
ernesto
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5
25 de mayo de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Con un director desconocido como George Nolfi, las expectativas ante una película como Destino Oculto estaban puestas en el origen de su historia, y en su atractiva pareja protagonista.
La siempre sólida presencia del subvalorado Matt Damon ya empieza a ser una garantía de calidad por su notable criterio a la hora de elegir proyectos. Que luego estos no estén a la altura de lo esperado ya suele depender de la pericia del director, caso de la fallida El soplón. Por su parte Emily Blunt tiene talento aunque no termina de despuntar como lo han hecho otras compañeras suyas de generación.
Por otra parte el hecho de que la historia esté basada en un relato corto de Phillip K. Dick ya es importante teniendo en cuenta que se trata de uno de los mejores escritores de ciencia ficción, autor del relato que dio origen a Blade Runner.
Pero pese a las buenas expectativas la película se queda muy por debajo de lo esperado. Decir que la historia trata sobre el Destino (así con mayúscula) puede parecer algo trascendente y presuntuoso. Pero Destino Oculto no solo no resulta trascendente sino que simplifica el relato hasta un punto casi infantil.
En Destino Oculto, el destino actúa como si de la CIA, o algún servicio secreto similar, se tratase. Una agencia secreta se encarga de que cada persona en el mundo cumpla con aquello que se ha planeado para él. Cuando un indivíduo va a tomar una decisión que le aparte de esos planes, la agencia interviene volviendo a encauzar sus actos hacia el camino marcado. Siempre intentando no ser descubiertos.
El problema surge cuando el político que interpreta Matt Damon descubre todo el tinglado y se niega a que sus actos sean dirigidos. Ante la posibilidad de que sus recuerdos y su vida anterior sean completamente borrados, emprende una huída en compañía de una mujer de la que se ha enamorado, y que no cabe dentro de los planes que para él se han marcado.
La idea de la que parte la película es francamente buena, e incluso el comienzo de la historia sabe crear misterio e inquietud. Pero todo se queda ahí. La cámara del novato director George Nolfi no pasa de discreta, y reduce todas las posibilidades visuales de la historia a un juego de puertas que se abren y se cierran. Además el misterio que se crea al principio se acaba transformando casi en una parodia de sí mismo, donde los señores de traje y sombrero , tan misteriosos en un primer momento, y principales artífices del meollo de la historia, parecen recien salidos de una teleserie policiaca española.
Poco pueden hacer al final Matt Damon y Emily Blunt para aportar tensión a un relato que promete mucho y termina como si de una vulgar película romántica se tratase.
ernesto
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6
7 de mayo de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando uno ve los títulos de crédito de La reina Victoria, solo puede sorprenderse de los nombres que en ellos aparecen. Martin Scorsese y Sarah Ferguson en tareas de producción, y el director canadiense Jean-Marc Vallee, después de la muy personal y excelente C.R.A.Z.Y, en la dirección. Son tres nombres completamente ajenos a una película de las características de La reina Victoria, cuando no, en uno de los casos, directamente ajeno a cualquier cosa relacionada con el cine. Al menos el nombre del guionista, Julian Fellowes, y el de buena parte del reparto si resultan un poco más adecuados. Ya que La reina Victoria no pasa de ser la clásica, típica, lujosa, y solo correcta película inglesa de época.
El destino de la monarquía inglesa se complicó cuando a mediados del siglo XIX, las presiones y las luchas por el poder de mucha gente en el entorno de la Corte, estuvieron a punto de impedir la coronación de la joven Victoria como reina del Imperio británico tras la muerte de su tío, el rey Guillermo. El carácter decidido de la joven reina hizo que las cosas se desarrollaran por su cauce y le permitió gobernar durante más de sesenta años el destino de su país.
Además de todos los problemas de carácter político que surgieron ante la coronación de la reina, uno de los hechos fundamentales de su vida, fue la relación que por aquella época estaba iniciando con el príncipe Alberto, y que acabaría convirtiéndose en su marido, padre de sus hijos, y en el hombre de su vida hasta su prematura muerte.
La película se debate entere mostrarnos la vida política de la época, y la historia de amor de la reina sin que en ninguno de los dos aspectos pase de ser un recuento superficial de una serie de acontecimientos que resultaron cruciales, y que en la película quedan reflejados de forma muy vistosa pero escasamente apasionada.
Cuando la historia se decanta por su vertiente política, acaba resultando bastante confusa, mientras que cuando se centra en la parte romántica parece que estamos ante una historia rosa de lo más blandita.
Afortunadamente todo esto se sujeta en una puesta en escena correcta, donde la ambientación es realmente espectacular, donde la música se encarga de ensalzar escenas bastante apagadas y donde la fotografía retrata a la reina de forma luminosa y juvenil.
La otra baza con la que cuenta la película, es la presencia de la actriz Emily Blunt, que hace un trabajo desenvuelto, fresco, y que escapa de la rigidez con la que se suele caracterizar a estos personajes. Gracias a ella la película llega a alcanzar algún momento de cierta energía, dentro del académico y discreto conjunto.
ernesto
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8
1 de mayo de 2011
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Entre el clasicismo y el prestigio de los veteranos Eastwood, Spielberg, Allen o Scorsese, y la juventud y el empuje de los más actuales Nolan, Fincher o Aronofsky, no hay muchos nombres de talento y personalidad para rellenar el espacio generacional que hay entre ellos. Si a eso añadimos la libertad creativa para hacer justo aquello que les viene en gana, solo se me ocurre un nombre, o mejor dicho dos, Joel y Ethan, Coen de apellido para más señas.
Solo ellos pueden permitirse el lujo de hacer una película tan arriesgada como Un tipo serio después de haber ganado cuatro Oscar con No es país para viejos. Es más, solo ellos pueden permitirse el lujo de ganar cuatro Oscar con una película como No es país para viejos.
Rompiendo con el estilo de su anterior película, Un tipo serio, los Coen, en su nueva película, hacen una adaptación de una novela clásica del Oeste, que además ya tuvo su versión cinematográfica hace cuarenta años. Con las mejores virtudes del cine clásico, pero manteniéndose fieles a su depurado y milimétrico estilo, esta nueva Valor de Ley resulta un placer para cualquier persona a la que le guste el buen cine.
La historia de esa niña decidida y testaruda que decide contratar a un sheriff borracho y mal hablado para matar al asesino de su padre y vengar así su muerte, se mantiene exactamente igual a la que en el año 1969 dirigiera Henry Hathaway. Lo que cambia definitivamente es el tono de la historia. El aire de cine familiar y entrañable que desprendía la deliciosa adaptación de Hathaway ha sido sustituido por un tono más negro y algo más áspero que permite a los hermanos Coen moverse en un terreno en el que seguramente ellos se sientes más cómodos. Así, la sensación es la de estar viendo una película nueva. La historia es la misma, pero la película es diferente, y para alguien que, como es mi caso, ha visto las dos películas en un breve espacio de tiempo, es una sensación que se agradece mucho.
Por lo demás, y más allá de las comparaciones entre las dos adaptaciones, la película de los hermanos Coen es lo más parecido a ese cine majestuoso y vibrante de toda la vida que se ha podido ver en mucho tiempo. Con una precisión prodigiosa la puesta en escena, los directores cuidan hasta el último detalle para que este nuevo Valor de Ley sea una película completamente actual sin perder la esencia del mejor cine de siempre.
(sigue en spoiler pero sin spoiler)
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
ernesto
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