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Críticas de Luis Guillermo Cardona
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Críticas 3.333
Críticas ordenadas por utilidad
10
30 de julio de 2022
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Profundamente ofendido al conocer los pormenores que llevaron al capitán del ejército francés, Alfred Dreyfus, como prisionero a la Isla del Diablo siendo un hombre inocente, y sabiendo que los altos mandos seguían empeñados en sostener tal infamia para no desacreditarse ante la opinión pública, el célebre escritor francés, Émile Zola, decidió sumarse a la causa y contra todo riesgo, el 13 de enero de 1898, publicó en el diario L’Aurore, en primera plana, una carta abierta dirigida al presidente de Francia, Félix Faure, la cual tituló, “J’acusse”, señalando, con nombres propios, a los militares responsables de la injusta condena contra el capitán Dreyfus.

Más de un siglo después, éste insuceso sigue siendo símbolo de la alta corrupción y de las infamias de que son capaces ciertos miembros de las fuerzas militares, los cuales, en vez de servir a la Verdad y a la Justicia, -para lo cual fueron creadas- se dedican a profanar y a desacreditar a una de las más sagradas instituciones con que debe contar cualquier país… y lo peor de todo, es que su incapacidad de enmienda y de admitir los errores que cometen sus oficiales, y sobre todo, su recíproca complicidad con quienes ejecutan actos impropios de sus funciones, empantanan la institución al punto de ser vistos por la ciudadanía, más como villanos que como los héroes que todo el mundo esperaría que fuesen. Una sociedad que no crea en sus jueces, en sus policías, ni en sus militares… tiene que sentir acabada esa bella, pero manoseada cosa, que llaman democracia.

Basado en la novela, “An Oficial and a Spy” (2013) de, Robert Harris, y con guion escrito por él mismo y el también director, Roman Polanski, ésta película logra recrear la exhaustiva investigación que adelantara el coronel, Marie-Georges Picquart, un oficial que, no obstante sentirse antisemita, al ser enviado como jefe a la Sección de Estadística, es fiel a los principios de verdad y justicia para los cuales prestara juramento… y a ellos dedicará varios años de su vida cuando, con la ayuda de un perito grafólogo, descubra que, el documento con el que se condenara a Dreyfus, es una falsificación.

En el largo camino que deberá recorrer, Picquart irá descorriendo los velos que revelarán el lado oscuro de aquella institución a la que ama contra todo… y la suerte de intereses, intrigas y patrañas que se gestan en su interior, le producirán grandes desengaños, pero, a la vez, le darán aliento para querer demostrar que aún existen hombres, como él, que darán su vida para que se imponga lo correcto.

Cuando escucha aquella frase, terriblemente franca, del general Gonse: “Llevarnos secretos a la tumba es la esencia de nuestro oficio”, en Picquart parece removerse ese ímpetu de dignidad y de respeto por la institución que lleva muy adentro, y siento que, es entonces, cuando siente que, por nada del mundo dará su brazo a torcer.

Un ejemplar y magnífico personaje el que recrea el actor, Jean Dujardin, y creo que, ésta es la clase de película que deberían ver todos los policías y militares del mundo, para que se reafirmen en el propósito inmenso de su oficio. Gregory Gadebois, también resulta un fuerte, aunque desfasado carácter, como el comandante Henry; y Louis Garrel, consigue conmovernos en su rol de Alfred Dreyfus, un oficial cuyo “pecado” fue ser judío, en una época en que, el antisemitismo, ya hacía de las suyas sin piedad en Europa.

Pesará siempre la certera frase de Picquart: “Defender la verdad y la justicia… ¡no hay mejor manera de servir a nuestro ejército!”

Título para Latinoamérica: EL ACUSADO Y EL ESPÍA
Luis Guillermo Cardona
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6
24 de mayo de 2020
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
En el Festival de Venecia (1995), se dio a conocer, para Europa, a un nuevo director que apenas tenía como trayectoria su labor como asistente de director en algunos documentales para televisión y como director en otros documentales hechos para el cine y la tv. El filme que presentó titulado, <<MABOROSI>>, obtendría el premio Golden Osella y pronto el arte cinematográfico tendría en Hirokazu Koreeda a uno de los más calificados directores contemporáneos.

Tomando como base, la novela de Teru Miyamoto, Maboroshi no Hikari (1955), título que podría traducirse como Espejismo Luminoso, la cual fue adaptada por Yoshihisa Ogita, la opera prima de ese gran director japonés que sería Koreeda, apenas sirve para descubrir un ejercicio de estilo que da cuenta de un cineasta con una clara y apreciable sensibilidad… pero, al que todavía le faltaba pulso para lograr esa fluida narrativa y esa alta poesía que, luego, veríamos en muchos de sus filmes posteriores.

Al ver a, <<MABOROSI>>, se tiene la sensación de un director forzado a hacer un largometraje, pero, al que la historia no le alcanza para sostener hora y media de metraje, y entonces, se ve forzado a incluir uno… y otro… y otro… desplazamiento, con lo cual el ritmo se ralentiza de manera casi inaguantable; y no alcanzándole todavía este recurso, añade una serie de planos muertos con los que da cuenta de un vacío y de una soledad que no lucen plenamente justificados, pues, la bella Yumiko -quien ha perdido de manera repentina a su marido-, no parece dispuesta a entregarse al duelo (aunque sí al luto), ya que vuelve a casarse, y con su nueva pareja, Tamiô, da la impresión de tener momentos bastante gratos. Lo que mantiene su desazón, es no poder explicarse cuál pudo ser la causa por la que, Ikuo (Iku-chan le llamaba ella), tomó tan sorpresiva y deplorable decisión.

Con esa escena inicial de la abuela que deja la casa porque quiere ir a morir a Shikoku, el filme nos dispone a una de esas historias familiares con las que, Koreeda, nos ha dejado tan gratamente sorprendidos… A continuación, la historia de amor entre, Yumiko e Ikuo, resulta cálida e incluso divertida… pero, esto es demasiado breve y el filme no tarda en diluirse cuando, la nueva relación de la joven viuda, se ilustra de manera bastante plana y con una serie de situaciones cotidianas de muy escaso significado.

Makiko Esumi, en su rol de Yumiko, logra una presencia bastante atractiva y, Tadanobu Asano (Ikuo), crea un personaje descomplicado y rebelde que alentaba una historia llena de sorpresas… pero, la última nos la brinda demasiado pronto y ni siquiera habrá lugar para que podamos tener una clara respuesta, pues, la poética explicación que más adelante ofrecerá Tamiô, suena muy bien, pero, su propósito es puramente tranquilizador.

Con todo, <<MABOROSI>>, abrió el camino para un cineasta que cuenta ahora con una filmografía de la más alta trascendencia.
Luis Guillermo Cardona
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8
12 de octubre de 2017
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al asumir una relación de pareja, es tan importante captar, sentir, palpar, y ver, con complacencia cada manifestación positiva que provenga de aquel (aquella) que está entrando en nuestro corazón, como lo es el observar, con detenimiento, cada señal que nos indique el lado oscuro que el otro(a) posee. Porque suele ocurrir que, ante nuestros grandes vacíos afectivos, los halagos, los regalos y los “cariñitos”, nos obnubilan hasta el punto en que terminamos por hacer la vista gorda ante las señales que nos advierten de rasgos de personalidad que pueden llegar a ser o muy pesados o terriblemente dañinos… y así es como nos amargamos la vida por mucho tiempo, o para siempre.

Darse cuenta y Saber cortar a tiempo, son dos reclamos de la inteligencia sobre los cuales los jóvenes de hoy deberían estar ampliamente capacitados, pero, ante la indiferencia (e incompetencia) paterna y ante la terrible precariedad formativa de nuestras instituciones, son los jóvenes quienes, por sí mismos, están abocados a formarse y a abrir bien los ojos ante las relaciones sociales.

“EL CUCO ESTÉRIL” (¡Con semejante título se desanima cualquiera! ... Aunque, bien visto, tiene su significado), es una estupenda historia de amor con la que, los chicos comunes y corrientes, pueden conectar fácilmente, pues, sus personajes no son príncipe ni princesa, sus personalidades son tan humanas como las nuestras, y viven en un entorno simple y sencillo donde, la belleza, no es tan obvia y depende de cierta sensibilidad para conseguir abstraerla. Y lo mejor de todo, es que el interés del director, Alan J. Pakula, -diríase antihollywoodense- no es ponernos en una nube ni endulzarnos con E954, sino ayudarnos a poner los pies en tierra cuando llegue el momento de enamorarnos. En este sentido, estamos ante una historia auténtica, sacada de la vida y de lo sabiamente vivido.

Se parte de la novela “The Sterile Cuckoo” (John Nichols, 1965), la cual fue adaptada por el talentoso Alvin Sargent, y al haber sido protagonizada por Liza Minnelli, se me antoja una suerte de afortunado homenaje o proyección de “The Clock” (hasta los títulos pueden asociarse), la película de Vincente Minnelli (padre de Liza) que protagonizara su madre, la inolvidable Judy Garland. Allí, como aquí, el momento fugaz, la llamada del corazón, la sencillez y la inmensa ternura… y aquí, indispensable ahora, también el llamado a poner ojo avizor para salir bien librados de la experiencia.

Los detalles son muy bien cuidados en la puesta en escena al igual que en los diálogos, y el director nos deja participar como seres inteligentes, para que decidamos porqué, Mary Ann “Pookie” Adams y Jerry Payne, toman esta o aquella decisión, o porqué dicen lo que a veces dicen.

Es realidad pura, consciente y tratada con una gran altura, la que nos ofrece Pakula en su debut como director y, sigue esa línea que ya, Robert Mulligan -con quien compartiera memorables producciones- había trazado con títulos como “Fear strikes out”, “Come september”, “Love with the proper stranger” y otras.

Como no decir que, Liza Minnelli, se pone a la altura interpretativa de su madre, para bordar un personaje que enamora, divierte y reconcilia con la vida… al tiempo que nos va llevando a descubrir aquello que, en principio, no es fácil percibirlo.

También me gusta mucho la romántica canción de The Sandpipers, “Come Saturday morning”, pues, ¿quien será aquel que, enamorado, no ha sentido que cierta melodía le recuerda siempre al ser que ama?... ¡y cuán maravillosos se vuelven los sábados!

Come Saturday morning
I'm goin' away with my friend
Well Saturday-spend 'til the end of the day-ay
Just I and my friend
We'll travel for miles in our Saturday smiles
And then we'll move onBut we will remember
Long after Saturday's gone

Título para Latinoamérica: LOS AÑOS VERDES
Luis Guillermo Cardona
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8
26 de septiembre de 2017
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Desde que era un adolescente, a Mehdi Ben Barka (1920-1965) le picó el afán independentista que, desde tiempo atrás, venían promulgando diferentes movimientos que anhelaban ver libre a Marruecos del dominio francés; y fue uno de estos grupos, el que cubriría sus estudios de secundaria y luego le conseguiría una beca para que pudiera licenciarse en Ciencias Políticas. Desde entonces, Ben Barka, se dedicó con alma, vida y fidelidad a la política, y en 1944, la suya fue una de las firmas que respaldaron el Manifiesto por la Independencia, con el que se creaba el Hizb Al-Istiqlal (Partido de la Independencia), la cual se alcanzaría, tras fuertes luchas, en 1955.

El ala izquierda del partido, dirigida por Ben Barka, daría lugar a la llamada Unión Nacional de Fuerzas Populares (UNFP), organización que reclamaba elecciones libres, una nueva constitución que limitara los poderes de la monarquía, un elevado programa de alfabetización, una urgente reforma agraria, y la incorporación de las mujeres a las instituciones y derechos del estado.

Cuatro años antes de la independencia, Ben Barka había sido enviado al destierro al macizo del Atlas (noroeste de África), tiempo que él aprovecharía para seguir estudiando inglés, economía y sociología, al tiempo que enviaba mensajes de aliento a sus compañeros… y durante este tiempo, la lucha se recrudeció en Casablanca, donde, cientos de manifestantes fueron masacrados por la policía francesa en diciembre de 1952.

Liberado en 1955, Mohamed V, le nombró presidente del primer parlamento marroquí y Ben Barka se dedicó a tomar contacto con líderes y movimientos de otros países (Ho Chi Minh, Mao Zedong, Nasser…), en busca de experiencias que le ayudasen a luchar contra el subdesarrollo y el feudalismo en Marruecos… y al agudizarse sus diferencias con la monarquía, tras haber creado la UNFP (Unión Nacional de Fuerzas Populares), con la que denunció la corrupción imperante, fue encarcelado junto a los principales dirigentes del nuevo partido… y voluntariamente se exiliaría, luego, en París.

Ya que su estancia, aquí, no fue para nada pasiva, comenzaron los intentos por asesinarlo… y los hechos que, finalmente, cobrarían su vida, son los que vamos a ver recreados en “EL ATENTADO”, un asombroso paisaje de la corrupción política y las maquinaciones de Estado, que, el director Ives Boisset, ha materializado con todo lujo de detalles, aunque haciéndolo aparecer como un cuento de ficción, cambiando los nombres de sus protagonistas, y estableciendo pequeñas modificaciones para restar fidelidad a los hechos reales.

Escrito por las calificadas y brillantes manos de Ben Barzman, Basilio Franchina y Jorge Semprún, el resto, es un thriller con momentos de alto impacto, una tétrica conspiración que involucra a las “grandes democracias” … y la rememoración de un gran personaje que siempre quiso lo mejor para su pueblo.

Mención para la precisa fotografía de Ricardo Aronovich; la electrizante partitura de Ennio Morricone; y las actuaciones de Jean-Louis Trintignant como François Darien, Gian Maria Volonté como Sadiel y Michel Piccoli, quien se puso en la piel del siniestro ministro Kassar.

Frases para recordar:

“Cuando eres pobre, el saber es un arma poderosa”.

“La boca del lobo es el exilio. No hay nada más terrible que el exilio para un militante”.
Luis Guillermo Cardona
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9
28 de julio de 2016
9 de 10 usuarios han encontrado esta crítica útil
Cuando, tras varios años de ausencia, un padre regresa al hogar, poco se sabe de lo que pueda encontrar. Si acaso escribió o hizo llamadas telefónicas algunas veces, el papel puede con todo, y la brevedad de una llamada no siempre da cuenta de lo que, en realidad, sucede.

Cuando la naturaleza nos asignó, por derecho, a un padre y a una madre, sabía muy bien lo que hacía, pues esperaba que así asegurase a cada criatura, la tenencia de afecto, la paciencia y constancia en la formación, un techo donde vivir y alimento cotidiano, y entre otras cosas, la estructuración del carácter, de tal manera que podamos movernos con seguridad por el mundo. Es por esta razón que, la falta del padre o de la madre a muy temprana edad, suele significar un notable vacío en la formación de muchísimas personas.

Como casi todos los padres ausentes, es seguro que, también John Pope, sintió en muchas ocasiones la necesidad de volver a ver a sus hijos, pero, o no lograba conseguir la posibilidad de viajar o se abstenía porque, con las ocasionales cartas que escribía, pensaba que era suficiente como demostración de interés. Pero, ahora, por fin ha decidido visitarlos… y se va a encontrar con Johnny (su favorito), casado y a punto de ser padre, y dándole cobijo a su hermano Polo, quien trabaja en un bar poco recomendable. Convencido de que, Johnny es un tipo emprendedor y un excelente hermano, y Polo un sinvergüenza irresponsable, el padre va a tomar tiempo para comprender una realidad que, quizás, lo aleccione de una vez y para siempre.

Que las apariencias engañan, nos lo demuestra la vida constantemente y de ahí lo temerario que resulta juzgar por simples presunciones. Sobre este tema, “UN SOMBRERO LLENO DE LLUVIA”, nos va dar una clase inolvidable, y también nos va a mostrar cómo, la peor ¡y la más valiosa lucha que enfrenta un hombre! es la de vencer sus propias debilidades.

El guion, escrito por Michael Vincente Gazzo, Alfred Hayes y Carl Foreman (otra gran víctima de la HUAC, a quien sólo se le reconoció el crédito en el filme 14 años después de muerto), parte de la obra teatral, “Un sombrero lleno de lluvia”, que Gazzo escribiera, y que alcanzó primero el éxito en Broadway, donde fue estrenada en 1955, llegando a tener 389 representaciones sucesivas. Los protagonistas fueron: Ben Gazzara, Shelley Winters, Anthony Franciosa y Henry Silva, pero sólo los dos últimos estarían en la versión cinematográfica que se encargó al director vienés Fred Zinnemann. Gazzara y Winters fueron reemplazados por Don Murray y Eva Marie Saint y, valga decir que, la elección fue muy afortunada, porque ambos lograron excelentes interpretaciones.

En una época, donde casi lo único que se podía mostrar en el cine era que los EEUU es un país de ensueño (violaciones, escenas de sexo, drogas y muchas otras cosas, merecían una rotunda X de prohibido), directores como Otto Preminger con “El hombre del brazo de oro” y Zinnemann con “UN SOMBRERO LLENO DE LLUVIA”, comenzaron a romper las ancladas reglas, demostrando a cabalidad que, tratado con altura y propósitos edificantes, ningún tema debe estar vedado.

Protege a tu familia. Brilla como un padre presente y comprometido. La vida te ha dado poderosas herramientas con las que puedes vencer todas tus debilidades. Sé dueño de ti mismo y podrás dar grandes cosas al mundo y a la vida… y esto, ten la seguridad de que el universo lo bendice.
Luis Guillermo Cardona
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