“La forma es todo” decía Oscar Wilde en el ensayo -muy recomendable- ‘El crítico como artista’. Canalizando esta frase a través del virtuosismo de sus planos y el montaje, Park Chan-wook (‘Old Boy’) se encarga (una vez más) de hacer un cine despreocupado por lo verosímil, muchas veces entre lo onírico y lo surreal, con ambientes terroríficos donde el aire se corta con cuchillo, “obligando” (desde la configuración del relato y la construcción de personajes, todos anempáticos) al espectador al disfrute de lo perverso. Hitchcock presente, claro (y no sólo por la remisión explícita a ‘La sombra de una duda’). El “contenido”, como en el resto de su filmografía, contiene como elementos el miedo, la violencia, el sexo aberrante, el melodrama, la venganza y los lazos familiares.

Gracias a la “forma”, una lectura literal de ‘Stoker’ es casi absurda (aunque es una posibilidad). Desde el vamos, la gestualidad, las miradas y la tensión que genera la llegada del tío Charlie en los personajes femeninos hacen notar que no se tratará de un thriller convencional. Park no organiza el relato ni planifica el desarrollo de los personajes apuntando a una sorpresa final o a una “vuelta de tuerca”, más bien, apunta al desconcierto y la extrañeza permanentes. Sumémosle la duración y el tamaño de algunos planos, la yuxtaposición entre ellos en una suerte de montaje simbólico, el extraño fundido encadenado de inicio/final de algunas escenas, la música como factor fundamental (¿que hay más abstracto?). ‘Lazos perversos’ (título en Argentina, una vez más, con pocas luces) lleva a pensar permanentemente más allá de la historia, tal vez, una alegoría sobre el paso traumático de la niñez a la adultez, el alcanzar la mayoría de edad, las responsabilidades que esto implica y, sobre todo, como se contrapone esto con los instintos más básicos de la naturaleza humana.

LEE LA CRÍTICA COMPLETA EN http://quecinemirar.blogspot.com.ar/2013/06/lazos-perversos-2013-usa.html

‘After Earth’ no es otra cosa que una película de ciencia ficción/aventuras mediocre, dirigida por Mr. Night “Sexto Sentido” Shyamalan y protagonizada por el carismático Will Smith y su insufrible hijo Jaden. Para bien o mal, no parece haber mucho detrás de la superficie del texto, como he leído por ahí, referido a la Cienciología, de hecho, no parece haber nada detrás que no sea una historietita de ficción efectista. Si, al menos, rescato que el film no haya cerrado (como bien podría haberlo hecho) la historia con la posibilidad de repoblar o recolonizar el Planeta y se haya mantenido firme en su esbozo crítico ambientalista inicial de “hicimos mierda la Tierra” y no hay vuelta atrás.

Si bien el film ha sido defenestrado por gran parte de la crítica (con muy buenos argumentos en algunos casos), creo que tiene puntos a favor, al menos cuando no se dedica a mostrar primeros planos de alguno de los Smith, eternizándolos hasta el letargo del relato y exacerbando la gestualidad de los morochos hasta el punto de hacerlo poco serio. Creo que el suspenso está manejado con buen timing y que, con muy poco, Shyamalan logra algunos momentos de alta carga emotiva (si, es verdad, con algunos golpes bajos). Le bastó con “plantar” una escena (la del saludo militar, símbolo de respeto y orgullo, de Cypher Raige al soldado que perdió una pierna) y una anécdota (cuando Cypher Raige “fantasmea” ante la Ursa) para que el espectador pueda recuperarlas cuando se repitan y así completar el sentido. Cuando “fantasmea”, pese a ser obvio que iba a suceder, Kitai nos recuerda -cinéfilamente- a Neo (‘Matrix’) cuando se da cuenta que él es “el elegido” o a Rocky Balboa vs. Ivan Drago, cuando entiende que la pelea es suya. Esto, que es previsible y efectista, también es parte de la gracia del cine y, por suerte, sigue funcionando. En el final, cuando Cypher usa el “saludo de visera” para con su hijo, Kitai le responde con un abrazo, confirmando el cambio de paradigma en relación a la figura de lo masculino que planteó desde el inicio.

LEE LA CRITICA COMPLETA EN http://quecinemirar.blogspot.com.ar/2013/06/despues-de-la-tierra-2013-usa.html

Irremplazable. Ésa es la palabra que se me viene a la mente cuando pienso en Sylvester Stallone, un actor que puede gustarnos más o menos, o nada, pero que indudablemente es único, irremplazable. ¿O alguien se imagina a John Rambo o a Rocky Balboa interpretado por otro actor? No, Rambo y Rocky son Stallone, y viceversa. ‘Bullet to the head’ tiene que ver un poco con esto.

“A veces debes olvidar tus principios y hacer lo correcto” dice la voz en off de Stallone al inicio del film. Y esto es lo que hace el prolífico Walter Hill, quien se olvida de los códigos del cine “serio” de acción policial y “hace lo correcto”: jugar con el género respetándolo, destrozándolo y mezclándolo con otros, apelar a la acción por la acción misma y utilizar los clisés, los nombres propios y todo lo disponible en el universo cine de manera consciente para generar humor. Es decir, lo que hace Simon West (claramente, con mejor resultado) en ‘The Expendables 2’. Walter Hill filma las escenas de acción mejor que Simon West pero es torpe a la hora del humor, eligió pésimos actores secundarios (muchas veces los actores secundarios pueden arruinar una película, dándole un tono “trash” involuntario que no es gracioso) y propuso una pareja coreano-italiana, que tiene demasiados altibajos y sobrevive sólo gracias a Sylvester.

‘Bullet to the head’ deja en claro que aquella idea de Stallone como director en ‘The Expendables’ (la primera) era buena, pero que no es “moco de pavo”, necesita un director con un sentido del humor muy afinado. Por eso, ‘Bullet to the head’ de Walter Hill es mejor que ‘The Expendables’ de Stallone, pero muy inferior a ‘The Expendables 2’ de Simon West.

LEE LA CRÍTICA COMPLETA EN http://quecinemirar.blogspot.com.ar/2013/06/el-ejecutor-2013-usa.html

Tengo que decir que, con ‘Siempre a su lado’ (la de Richard Gere y el perro llamado Hachi), Lasse Hallström es uno de los pocos directores que me ha hecho emocionar hasta las lágrimas. Este prolífico director sueco tiene en su haber importantes filmes como ‘¿A quién ama Gilbert Grape?’, ‘Las reglas de la vida’, ‘Chocolate’ y ‘Un amor, dos destinos’. Sus últimos trabajos son los dramas románticos ‘Querido John’ y ‘Un amor imposible’.

‘Safe Haven’ no va a pertenecer al grupo de las películas más importantes de Hallström y mucho menos al de las más importantes del año (ni siquiera es uno de los estrenos más importantes del jueves 6 de junio), pero goza de una prolijidad narrativa que, ante tantas películas con más baches que luces, deja al espectador de género sumamente conforme. La historia es simple: una chica huye de la ciudad -aunque no sabemos bien porqué (suponemos que hizo algo grave, relacionado a un asesinato)-, llega a un pueblo, conoce a un hombre y sus hijos, se enamoran; luego, cuando todo es amor y felicidad, se descubre la verdad y será el momento de enfrentar el pasado. Básicamente, ‘Safe Haven’ es una especie de cuento moral que contrapone “huir del pasado” con “enfrentar el pasado”, con tips como la pérdida prematura de una madre de familia y la violencia de género.

‘Un lugar donde refugiarse’ apela a varios clisés del cine romántico que forman parte de la típica aproximación paulatina entre el macho y la hembra previo al apareo final (donde las sábanas tapan perfectamente las partes íntimas): histeriqueos, rozadas de mano, condiciones climáticas que favorecen a la unión de los tortolitos, baile con primer beso, etc. Por supuesto, la música empática (junto con la iluminación) nos guía como si fuésemos tarados y no podamos distinguir una escena romántica de una de terror. Pese a esto, y a alguna que otra escena fallida (por ejemplo, los exagerados reproches de Alex a Katie cuando descubre que en realidad es Erin, y la poca defensa de la blonda, quien no atina a defenderse ni un poco pese a la grave acusación de ser una asesina), la sorpresa es una cualidad que Hallström maneja muy bien, y que le permitió sacar dos “ases bajo la manga” (no voy a spoilear) cuando el film entraba en zona de meseta. El suspenso es otra herramienta bien manejada, tanto al comienzo, con la huida de Katie en bus, como en el final, en la típica escena de peligro previo al punto de climax. Film redondo, con personajes bien definidos y conflictos claros, final cerrado (con una última escena totalmente de más, donde se hace un recuento explicativo innecesario) y lacrimógeno.

Lee más en www.quecinemirar.blogspot.com.ar

Al repensarla, ‘Iron Man 3’ se vuelve mucho mas interesante de lo que pueden ofrecer los efectos especiales, el 3D, la lógica ultra-archi-repetida de superhéroes salvando al mundo y la acción desmesurada. Al repensarla, uno puede ver en el cine de Shane Black (‘Arma mortal’, ‘Last Action Hero’, ‘Kiss Kiss, Bang Bang’, ‘The Last Boy Scout’) un subtexto (lo que está detrás de las superficie del film) que toma cada vez más importancia, y que alcanza su mejor performance en el cierre de esta trilogía del hombre de hierro.

Hay un detalle crucial: la voz en off que empieza narrando la película, una voz reconocible, la de Tony Stark (Robert Downey Jr.), pero confusa. Confusa porque no sabemos desde donde nos cuenta la historia, cuál es el presente, sólo sabemos que nos habla de “cómo empezó todo” en 1999, donde aparece por primera vez en escena con Maya Hansen (Rebecca Hall) y Aldrich Killian (Guy Pearce), luego, personajes importantes de la trama. Después, elipsis gigante, aparece el Mandarín (Ben Kingsley) y la tercera parte de la trilogía empieza a rodar. Pero (¡ojo, spolier!... cuento el final) el presente, el de la voz en off del principio, está en el final de la película, donde Tony abandona sus trajes y juguetes para siempre, donde se convierte en el “hombre de hierro” de verdad, más que cuando se vestía de Iron Man. He aquí lo interesante: esa voz en off que dice al principio (que es en realidad el final cronológico de la historia) “nosotros creamos nuestros propios demonios”.

Esa frase, que dicha al final parece decir “todo lo que te conté (la trilogía entera) fue un invento producto de mi imaginación”, abre a la vez una puerta hacia la interpretación del film como metáfora. Cuando la voz en off de Tony dice “nosotros creamos nuestros propios demonios”, Tony está en 1999 despreciando la admiración y el entusiasmo de Aldrich Killian y, a la vez, abandonando (para ir a Irak) el amor y el compromiso científico bienintencionado de Maya Hansen. Este rechazo y desprecio crea (¡ojo, spolier!) un villano que utiliza al poder político como cómplice (el vicepresidente de Estados Unidos) y a un terrorista como coartada (El Mandarín)… cualquier semejanza con la realidad es pura coincidencia.

En un mundo tan desquiciado, que Robert Downey Jr. interprete a Tony Stark parece indicar que la única manera de sobrevivir es no tomárselo todo tan en serio. Este superhéroe arrogante que creó a sus propios villanos (y los derrotó) comprende, al final de esta trilogía, que sus juguetes y trajes no fueron “distracciones” ni “obsesiones” sino el “capullo”, el “cascarón” a partir del cual fue posible el nacimiento del verdadero “hombre de hierro”, cuyo peligro real no surge de otro lado que no sea él mismo (representado en esos ataques de pánico… notar que cuando recibe estos ataques, pese a ser permanentemente atacado por villanos súper poderosos, aliens y armamento militar, son los únicos momentos que Tony toma realmente en serio,)… el miedo.

LEE MÁS EN www.quecinemirar.blogspot.com.ar