Interesante “thriller” fantástico convertido en filme de culto que conjuga lo misterioso de un argumento construido sobre piezas de tendencia esotérica con el tono sobrio y el ritmo desafiante de un discurrir que huye de la trepidación para buscar lo introspectivo. A caballo entre clasicismo y modernidad, en su atmósfera oscura e inquietante se pueden percibir trazas del cine de Hitchcock que el director dice tenía presente.

El motor del filme es el Azar, la Suerte (el concatenado de situaciones que viven los protagonistas se rige por esta etérea ley que decide el Destino). Poseedora de un aire de cuento trágico y con un sentido de lo “extraño” con que está desarrollada la historia, su tensión entre lo que ocurre y cómo se plasma en pantalla provoca un acertado equilibrio entre la fantasía pura y la serena contundencia de la puesta en escena.

De barroca belleza e inquietante aproximación al horror puro, se trata de una excelente película de terror con elementos de la CF cósmica, convertido en todo un clásico. Con un original diseño de producción (el escenario de la nave trazada por Jean Giraud (Moebius), Ron Cobb y Hans Rudi Giger parece tener vida propia) y unos espectaculares efectos especiales de Stan Wiston (además de la magnífica concepción de la criatura biomecánica creada por Hans Rudi Giger con la complicidad de Carlo Rimbaldi), posee una tensión permanente.

Su atmósfera claustrofóbica unida a ese clima de suspense asfixiante, contribuye también a la eficacia de los aterradores fragmentos en los que aparece el alienígena. El director logra que ese suspense sostenido impregne lentamente el ánimo del espectador, penetrando en los poros de un modo casi palpable. Sin salir del interior de la nave espacial, con el teratológico monstruo polimórfico dentro moviéndose por embutidos pasadizos interiores, opresivos hangares metálicos y angustiosos techos, se fundamenta el clima y la cadencia del puro terror.

Es posible que esta sea la mejor película de Fuller, no solo en sí misma, sino por lo que representa en la historia del "thriller" norteamericano y más ampliamente en su historia de la mitología popular y en su estética política. Se trata de un "thriller" de espionaje cuyos cimientos están firmemente asentados sobre los filmes propagandísticos de la Segunda Guerra Mundial. La brillantez de Fuller consiste aquí en superponer el "thriller" (y su mundo político y económico) con el cine negro (y su mundo sexual y psicológico), rebasándolos para formar un nuevo género.

Esta película es el primer ejemplo (y el mejor) de radicalismo erótico en el cine negro americano y una transformación de las modas anteriores del "thriller": realizando un convencional "thriller" anticomunista, Fuller fue lo bastante afortunado y brillante como para forjar una parábola sobre la liberación y el amor, que supuso la abrogación de las economías gemelas del comunismo y del capitalismo. La política final de la cinta de Fuller es la política del cerebro como prisión, del individuo atrapado y casi perdido en un sistema inhóspito.

Historia con reminiscencias de la mejor y más pura tradición del cine negro de los 40: violencia, atmósfera (espléndida recreación ambiental al son de la magnífica partitura musical de John Barry que complementa con acierto las imágenes y ayuda a crear ese aire pesadillesco), diálogos “chandlerianos”, un argumento brillante, toques extravagantes y sensacionales actuaciones.

Ahora bien, la película no se conforma solo con eso y expande los parámetros del género, dándole una vuelta de tuerca (cuya diferencia más importante es la presentación del sexo. Pocas películas han hecho un mejor trabajo a la hora de evocar el clima: calor, "fuego en el cuerpo".)

Porque lo que más sorprende es que a pesar de sus muchos elementos convencionales (como el de la mujer fatal), el erotismo está presente a lo largo de todo el metraje y adquiere un protagonismo absoluto como motor de la acción, además de que contribuye decisivamente a remarcar el carácter asfixiante de la trama.

Pero sin duda alguna lo mejor de todo es la extremadamente “sexy” Turner, su entrada en el filme ya nos anuncia que ella es el único centro. Como el deslumbrado Ned acaba comprendiendo, es casi un honor ser engañado por semejante “femme fatale”.

Conjugando con precisión los elementos de CF de base con otros totalmente de cine de terror (e incluso elementos de aventura exótica), la película contiene un eficaz ambiente claustrofóbico, tenso y molesto, de “look” impecable (gracias a la estupenda fotografía y la detallada dirección artística), así como de un tono “pulp” coherente con los patrones del género. También es de agradecer la implicación del reparto internacional (tanto de Christopher Lee como de Peter Cushing y también Telly Savalas), y cierta exhibición de bellezas nacionales (con Silvia Tortosa y Helga Liné al frente).