En 1864, en plena guerra de secesión, la tranquilidad de una escuela femenina de Virginia se ve alterada con la llegada de un apuesto soldado confederado herido. No es difícil imaginar el resto del drama romántico basado en la novela de Thomas Cullinan y remake de la mucho más lograda película dirigida por Don Siegel y protagonizada por Clint Eastwood en 1971.
Una de las señoritas de la escuela rescata a un soldado y se las arregla para llevarlo a la escuela. Aunque al principio todas las mujeres están aterrorizadas, poco a poco irá conquistando a cada una de ellas y el ambiente se irá enrareciendo a causa de los celos.
No hay dudas que Sofia Coppola tiene estilo. Tampoco que puede enardecer una historia con imágenes de profunda belleza. Tal es el caso, en el desolado colegio en donde se sitúa "El Seductor". Además, la ayuda el grupo de espléndidas y hermosas actrices encabezado por Nicole Kidman y secundado por Kirsten Dunst -musa de Coppola- y la cada vez más afianzada Elle Fanning.
Sin embargo, Coppola falla en lo más importante: la historia que decide contar y la forma en que lo hace no atrapa en lo más mínimo. No resulta atractiva ni intrigante. Incluso, a partir de la segunda mitad se vuelve irritante.
En la fallida "Maria Antonieta" pecó en el mismo sentido. Coppola intenta ser audaz al contar historias, pero en cambio las vuelve insignificantes por su falta de profundidad y consistencia.
Tal vez funcionó en "Perdidos en Tokio", quien sabe por la excelente dupla de actores o el nuevo lenguaje que estableció en una ciudad cosmopolita en donde nadie se escucha, pero va siendo tiempo que la directora pueda escribir un diccionario que permita entender ese nuevo idioma que pretende establecer. Por lo pronto, "El Seductor" no es más que un malamado melodrama ni siquiera digno de una principiante.

Un solitario y cascarrabias encargado de mantenimiento de edificios de Boston regresa a su pueblo natal porque su hermano ha fallecido. Allí, lo espera su sobrino de 16 años del que tendrá que hacerse cargo pero también su pasado trágico que lo llevó a separarse de su esposa(Michelle Williams) y abandonar su vida.
Será inevitable volver sobre un pasado desgarrador que lo ha dejado con el corazón amordazado. Y el dolor y la desazón no han cesado y tal vez nunca lo hagan. Y cubrirán todo lo demás, incluso los buenos recuerdos que brinda el mar y el legado amable y sensible de su hermano muerto.
"Manchester junto al mar" es una película de profunda sensibilidad y pureza. Es emocionalmente arrolladora. Se construye sobre retazos de un pasado destruido, un amor incendiado y una familia profanada.
Casey Affleck demuestra con su sentida interpretación que tiene una potencia inconmensurable que lo coloca entre los actores más destacados de la escena actual. La participación breve de la sensible y profunda Michelle Williams explota aún más las tétricas notas de la historia que se cuenta y el alma de sus protagonistas.
Así, "Manchester junto al mar" cuenta una desgarradora tragedia familiar pero también se convierte en un estudio del dolor individual.

El director ganador de la palma de oro por la aclamada "4 meses, 3 semanas, 2 días" vuelve a ser premiado en Cannes como director -conjuntamente con el francés Assayas- por "Graduación", en donde el eje principal está en el peso moral de las decisiones que tomamos.
Romeo, un médico de 50 años, está obsesionado con que su hija Eliza apruebe sus exámenes y entre a una prestigiosa universidad en Inglaterra. Pocos días antes de que empiecen las evaluaciones, Eliza es atacada en la calle y entonces Romeo hará lo imposible para evitar que eso atente contra sus planes.
Ese hecho externo -que no se muestra ni se habla en profundidad e incluso resulta confuso- perturba la aparente calma y derrumba los cimientos que parecían estables. Entonces, la forma de vivir y de accionar de los personajes mutará: lo que antes parecía impensado, ahora se vuelve habitual; lo que antes era lejano, ahora es cercano.
¿Qué tan difícil será para Romeo acceder a un acomodo para que su hija apruebe los exámenes? ¿Sería injusto hacerlo para que Eliza no pierda su posibilidad de crecer? Y ¿Hasta qué punto el accionar del padre repercutirá en Eliza?
No conviene adelantar el argumento de la historia que en su monotonía y pasividad logra crear una tensión permanente. "Graduación" indaga los subterfugios psicológicos y el peso moral de aquellas decisiones que toman los individuos; a la par pone en escena los valores que se ven torcidos por las circunstancias. Sin embargo, en ningún momento se cae en sentimentalismos banales ni en moralinas, en cambio toman preponderancia la duda y los miedos que persiguen a los personajes.
Al mismo tiempo, Mungiu explicita la depresión generalizada de una Rumania devastada y se pregunta si los avances, en realidad no representan retrocesos. La esperanza de un futuro mejor de antaño, ahora sólo es desolación.
No son pocas las conexiones que se pueden establecer con Haneke, desde Eliza que interpretó a la hija del cura en "la cinta blanca" hasta el retorno de lo reprimido en "Hidden". Tal vez lo que agrega con notable maestría el rumano sea el toque humano que impone sobre el imponderable de que el fin justifica los medios.

"Sin nada para perder" cuenta la historia de dos hermanos (un padre divorciado interpretado por Chris Pine -estrella de Star Trek que se luce en su papel- y un ex presidiario recién salido de la cárcel encarnado por un correcto Ben Foster) que se dirigen al Oeste de Texas con el objetivo realizar una serie de robos en una serie de sucursales bancarias, con el fin de poder conseguir el dinero suficiente para poder salvar la granja familiar.
En el camino encontraran escollos varios y deberán sortearlos de diferente manera, sobre todo cuando se encuentren en el camino con el texas ranger (logrado trabajo de Jeff Bridges) en edad de jubilarse pero con todos el ímpetu para intentar frenar a los malechores.
Película de silencios melancólicos, poco efectista pero profunda, "Sin nada para perder" genera mayor efecto al terminar de verla y reflexionar que en el momento del disfrute. Algunas escenas son muy logradas, especialmente el final, pero en algunas partes colapsa narrativamente. Tal vez, otra música podría haber ayudado a mantener la tensión.
Sacando esas disquisiciones, "Sin nada que perder" muestra personas al borde del abismo, entregadas a un destino poco promisorio pero que al mismo tiempo reivindican valores y principios más allá de la justicia y la ley. En ese sentido, se convierte en un western moderno de clase B de fines nobles y lazos afectivos fuertes.

"En el jardin de las memorias, en el palacio de los sueños, ahí es donde tu y yo nos veremos" dijo el Sombrerero
"Pero un sueño no es la realidad" contestó Alice
"¿Y quién te dice cuál es cuál?" inquirió el sombrerero"
"Alicia a través del espejo" -
A pesar de sus fallas, siempre es lindo ver una peli basada en el libro de Lewis Carroll