La genuina y última ficción de la extinta programadora Cenpro Televisión que me despertó curiosidad, conflicto y una teleraña de situaciones bastante truculentas es con ¿Por qué diablos?
Es la historia de Juan Diablo Cantor que es primogénito de Teresa Cantor que antes trabajaba como una empleada del palacio de Nariño y de Eduardo Carbonell más conocido como "La araña" que es un delfín politiquero maquiavélico -sobrino de un expresidente y que su tía Purita es la que más le influye a punta de corrupción- en el cual está casado con Angela Falla (piscóloga de profesión) que quería hacer algo productivo y era trabajar en una correcional de menores por lo que ahí conoce a Juan Diablo que pagara una pena que no cometió, después de defender a capa y espada de su amigo James Olarte asesinado por una organización criminal creado por la misma Araña. En esa misma organización, el reclutador de bandidos es Boris Mondragón que los exporta para el robo de obras de arte y joyas valiosas, además de entrenarlos para defensa personal.
Lo que Eduardo Carbonell antes de llegar de presidente lo que hacía por entretenimiento es planear y ejecutar todas sus infamias: delincuencia organizada para el robo de objetos valiosos para venderlos en el mercado negro. y eso le sirvió para aniquilar adversarios políticos quien lo confronta así sea tenga pruebas y argumentos contundentes, inventarse autoatentados y autosecuestros como alegoría a la creación de problemas y ofrecemiento de soluciones así sea falsos. Cuenta con el apoyo de Claudia Riascos jefa de prensa -que a la vez es su amante-, y su amigo de infancia Federico Ponce que es su asesor político y su cómplice de sus turbulentos negocios, e incluso puede exterminar a sus mismos aliados por su egoísmo ambicioso. Sin embargo, se le remuerde la conciencia al saber de que tuvo un hijo ilegítimo y es el mismo Juan Diablo que le da herramientas, pero a la vez, le marca su ruina debido a que su propio hijo le vengaría su muerte acercándose a Angela y joderle su carrera política que aparentemente no tenía rivales.
Elenco súper con Manolo Cardona con su hablado de ñero creíble, lo mismo de Jorge Cárdenas, Paola Rey, Kike Mendoza, Walter Díaz, Jorge Iván Duarte; y ni qué decir de los experimentados Victor Mallarino, Frank Ramírez, Carlos Congote y Consuelo Luzardo con sus papeles de villanos despiadados; Marcela Carvajal y Diego Trujillo convencidos de buscar la verdad, Javier Gnecco, Ramíro Meneses, Ana María Abello y demás con sus esilos peculiares que daban gran aporte a la historia de acuerdo a su rol.
Diálogos muy dicientes, y a veces de gran calibre con madrazos -que obviamente toca taparlos para que no los noten- así como los escenarios acordes con la época. Y ni qué decir de la intensidad y efectos de cada capítulo que atraparon a los que siguieron, no obstante, hubo algunas escenas en el descenlace que lo hicieron a los machetazos perdiendo el hilo de la historia y dejando inconclusas la trama que iba armando.
Es la orignial que disfruté de principio a fin y no la refritada made in Telemundo Más sabe el diablo que no tiene punto de comparación. De ahí se justifica los premios y nominaciones nacionales que ha cosechado.
Finalmente, si esto es como jugar al gato y ratón les contesto que sí, y más si cualquier parecido con la realidad nacional reciente es de mera coincidencia.(Guiño, guiño, guiño)

Una derivada de Dejémonos de Vainas es con la pareja Teresa Vargas cuyo apodo cariñoso es Pecas y el ingeniero de sistemas John Millhouse Clemens que se conocieron en Estados Unidos y se casaron allí mismo por lo que vienen a Colombia a formar su propio hogar como esposos y padres primero en apartamentos y luego casa propia. Tienen una primogéntia
Es ahí donde conocen a sus vecinos con sus características peculiares: el encomiable y amistoso mecánico de baja estatura Maximiliano -o como lo apodan Minimiliano o Tachuela-; la jubilada y repostera de profesión Conchita, las amigas de Pecas Pato que fuera novia de Maximiliano, y Lucha la cambianovios; el niño inquieto, astuto y travieso Wbeimar "Tronco" que le gusta cobrar favores a sus vecinos, y su madre Gloria Mar que presume ser viuda que separada célebre por su frase "los colombianos respetan más a las viudad que separadas" y además su hijo no soporta que tenga citas clandestinas con otros hombres; el bondadoso propietario de una droguería Don Constantino que le gusta cobrar servicios y cuentas por lo que sus vecinos salen ahuyentados; y la Wannabe distraída de tantos personajes de la pantalla chica Plácida Chuecas que cuidaba negligentemente a Paca.
Situaciones disparatadas del elenco que participa manteniendo el estereotipo definido, pero había también sobreactuación de algunos personajes que hacía perder el hilo de la historia. Sin embargo, la serie duró 6 años y ya se sentía un desgaste con el pasar del tiempo que de por sí ya no daba más. Esa derivada no tuvo mucha trascendencia, pero era para pasarla un buen rato y ya.
Que si son felices los dos: depende de lo que uno mire, y lo que debe entender es que los miembros de la pareja deben acoplarse el uno al otro (lo que le gusta, lo que no le gusta, lo que tolera, lo que no tolera, lo que odia, lo que no odia, etc.) y así nace el amor para que lo cuide y no dejarlo morir haciendo recargas y acompañarlo hasta que la muerte los separe.

Una peculiar crítica haré acerca del oro verde como lo es la Esmeralda que para muchos es una bendición, pero también una maldición que genera disputas por doquier y que genera costo incalculable de vidas.
La primera es con La rebelión de las ratas escrita por el escritor boyacense Fernando Soto Aparicio (1932-2011) adpatado en serie nacional en 1990 gracias a la hoy productora y ex programadora Jorge Barón Televisión en el cual trata de Rudecindo Cristancho que vivía con su humilde familia en el municipio ficticio de Timbalí resistiendo al dominio tiránico de las multinacionales gringas para explotar las minas esmeralderas sin importar que queden estériles y al merced de los desastres naturales que ocasionan. Sin embargo, esta familia y otras se unen para buscar la manera de que no los exploten humana y económicamente como lo han hecho hasta hoy. El elenco lo componía: Camilo Montoya, Lucero Cortés, Ronald Ayazo, Iván Rodríguez, Irma Cristancho, Mario Sastre, Ximena Aicardi, Guillermo Martínez-Guerra, David Guerrero, entre otros.
La segunda es con Fuego verde producido en 1996 a 1998 también por la ex programadora y productora RTI escrito por el periodista gringo Thomas Quinn y Ben Odell en el cual hicieron una rigurosa investigación por las actividades esmeraldíferas y su vida cotidiana con altibajos, riesgos y conflictos. Para afianzar más, George Martin junto con su esposa Jane plantean montar un película sobre dicha región, y es ahí que se encuentran los zares Enrique Castañeda y Modesto Eugenio Buenaventura en el cual acordaron un pacto pacífico para ponerle punto final de la eterna guerra. Sin embargo, esta pareja cae en la trampa de un tercero en discordia Jean Clarke - que quiere pescar en río revuelto- aplicando escopolamina en la bebida alcohólica a George para matar a Eugenio Buenaventura creando intrigas y cortinas de humo generando la chispa y reanudación de la guerra de ambos zares. Ahí George emprende la huida y buscar testigos como María Victoria para demostrar su inocencia y rescatar a su mujer Jane aprehendida por los Castañeda, aun sabiendo que las autoridades tratan de imponer su control y había otros personajes que también quieren dar información para su captura. El elenco lo componía Roberto Escobar, Isabella Santodomingo, Birgit Bofarull, Carlos Benjumea, Álvaro Rodríguez, Paola Rey, Héctor Ulloa, Hernando Casanova, Manuel Cabral, Luis Fernando Salas, Fernando Arévalo, etc.

Un pésimo intento de comedia de RCN es con Lala's Spa. Trata de una despampanante y estilista trans que regresa de París a su país que lo vió nacer para vivir con su mamá y costear todas las deudas después que su peluquería se convirtiera en Spa. De repente, conoce a Francisco un guapetón corredor de bolsa que le cambió su vida mientras vivía en soledad. Cada uno tiene problemas: Lala (antes era Lalo) era un cotero de plaza por lo que vivía asediado y a cualquier momento lo linchaban -aunque sus energúmenos colegas no notaron que es hoy en día Lala-, y Francisco estuvo en un lío financieron por lo que las autoridades lo buscan vivo o muerto aunque era inocente. Mutuamente, se ayudan para que no caigan y ahí nace el amor pese a la situación que vive Lala.
La verdad, a esta historia adolece de falta de gracia, elenco bastante predecible, no había química del parte de los protagónicos, y libretos bastante primarios sin riesgo alguno y giros bastante tímidos. Y ni qué decir que al comenzar dicha historia calcó de el man es Germán por volver al país natal después de probar suerte en el exterior.
Sin ofender a la comunidad LGBTI, para que una historia le funcione hay que tener bastante sensiblidad, ponerse en sus zapatos y que tengan acogida empática sin recurrir a las chabacanerías y a los prejuicios que insulten al televidente -que por cierto hay mucho mojigato, moralino y advenedizo que no tolera las diferencias-.
No me interesó mucho verlo por falta de creatividad e ingenio y que lamentablemente es preferible clausurar ese Spa que más parece un circo y no una historia coherente y atrayente.

Hace dos décadas Caracol sacó de su sombrero una de las mejores novelas cómicas que lo disfruté de principio a fin: Pecados capitales.
Es la historia del arrogante, avariento, necio, astuto, orate y estratega tío Evaristo que estaba desahuciado que vivía con su antigua empleada Felicia, la administradora de empresas Caridad y su representante legal Phillip. Cada uno conoce sus fortalezas, debilidades, formas de vida y de ser.
Al preparar el testamento, el tío Evaristo llama a una cantidad considerable de sobrinos vivos, e incluso sus descendientes, por conocer su fortuna mas no por su muerte que cree que se le viene. No obstante, les va a jugar una curiosa y despiadada broma empezando por el sepelio, y a la vez, se camufla de jardinero autonombrándose Cándido que puede ser el consejero de alguno de los sobrinos. En su mente maquiavélica, va jugando a ser titiritero de todos sus sobrinos para montar todo tipo de pruebas y mirar quién tanto aguantan para llegar a su premio codiciado: su herencia material que son la mansión Salinas y todos sus bienes que no pueden ser divisibles -aunque tanto Felicia, Caridad y Phillip le llaman la atención por insensible y socarrón-.
Y los sobrinos cada uno representa atributos como lo son su fortaleza (esperanza, honestidad, caridad, fé, justicia, amor, magia, equilibrio, sabiduría, abnegación e inocencia) y sus pecados (ira, soberbia, lujuria, avaricia, gula, estupidez, pereza, envidia, inmadurez, desobediencia, celos, tentación, desconfianza, error y poder) en el cual tendrán que convivir en la mansión y acatar las normas que le impone su tío Evaristo, so pena de expulsión.
Elenco brutal y muy bien manejado de dichos atributos con los difuntos Frank Ramírez, Teresa Gutiérrez y Chela del Río; de los más experimentados como Juan Ángel, Constanza Duque, Robinson Díaz (el que más se robó el show haciendo el papel del ingenuo mago Kandú), Patrick Delmas, Katherin Vélez, Marcelo Dos Santos, Guillermo Olarte, Germán Quintero, Marcela Carvajal, Fernando Arévalo; y de los que también aportaron mucho como lo son María José Martínez, Pedro Falla, Claudia Liliana González, Martha Lucía Leal, Evelyn Santos y Juan David Sánchez.
Diálogos frescos, ocurrentes, hilarantes y que cada situación es un mundo y que puede formar amistades, enemistades y alianzas para alcanzar el objetivo de la herencia. Y escenarios bastante cheveres y dicientes acorde con la historia.
Se dan cuenta todos que Caracol televisión sí pudo hacer una novela cómica que no insulte la inteligencia del televidente y que da unos giros bastante interesantes sin recurrir a fórmulas chabacanas, griterías y bobadas por doquier.
Lo que debe hacer esta cadena es volver a hacer estas producciones que tengan imaginación, inteligencia, mucha creatividad, buena escogencia del elenco y que tenga un concepto sucinto de lo que se va a desarrollar rompiendo esquemas, que sea más cotidiano, original y más real.
Pecar y rezar empata, y esta memorable ficción también.
Y como decía el mismísimo mago Kandú rematando cada show: ¡Qué se escucha ese fuerte aplauso! ¡De verdad que sí!