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Críticas de Quatermain80
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Críticas 406
Críticas ordenadas por utilidad
7
21 de abril de 2013
29 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Buena incursión "polar" del hoy clásico Jacques Becker, quien para entonces ya había abordado ambientes similares en su magnífica "Casque d'or" ("París bajos fondos"), a la espera de redondear su obra con la soberbia "Le Trou" ("La Evasión"), indiscutible obra maestra del cine francés y mundial.

La película, más allá de la trama puramente criminal -con sus enfrentamientos entre bandas de gánsteres, sus mujeres de vida alegre y sus inevitables matones-, se centra en la relación de amistad entre dos personajes, Max y Riton, que se verá sometida a una dura prueba cuando el último sea secuestrado por una banda rival, intentando así chantajear a Max. Las dudas de éste, que es aparentemente un profesional frío y pragmático, nos son desveladas en una secuencia dominada por sus propios pensamientos, que se nos transmiten por medio de la voz en off. Sin embargo, como en tantos futuros "polares", la lealtad y el compañerismo tienen un papel capital, y Max no podrá sustraerse a tales sentimientos.

Como en toda película de gánsteres o negra, la ambientación resulta fundamental, y Becker nos regala aquí un exhaustivo paseo cinematográfico por salas de variedades, garitos para hampones, "bancos de intermediarios" y demás lugares frecuentados por los amigos de lo ajeno y del gatillo. Consecuentemente, de los 94 minutos de metraje, unos 70 son completamente nocturnos, destacando entonces la acertada fotografía de Pierre Montazel, especialmente lograda en las secuencias en exteriores. A todo esto Becker añade algunos toques distintivos, como esa insólita y genial secuencia entre Max y Riton, con vino blanco y foie de por medio, así como la sobria pero enormemente emotiva secuencia final.

Película de parco pero acertado guión, que sugiere las diferencias entre los dos amigos -ambos bien interpretados (sobre todo Gabin como Max)- y en la que las mujeres, sin ser realmente "fatales" al estilo americano sí que son fuente de problemas a la par que objeto de algún que otro magreo o bofetón, posee un arranque pausado y descriptivo, que progresivamente da paso a un mayor ritmo y a una inminente violencia que, no obstante, una vez estalla no resulta excesiva si la comparamos con la mostrada en filmes norteamericanos similares.

En conjunto, aunque en mi opinión no es la mejor película de su autor (las otras que he mencionado me parecen superiores), sin duda merece la pena dedicarle atención, especialmente atendiendo a la honda influencia que el filme ha ejercido en el "polar" posterior, claramente notable en la obra de Melville o en la de Giovanni, por citar algunos.
Quatermain80
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8
9 de octubre de 2010
29 de 30 usuarios han encontrado esta crítica útil
Pocas veces, muy pocas, se ha llevado brillantemente a las pantallas una reflexión tan certera, provocadora y cercana acerca de la naturaleza del mal, que se sustenta principalmente en la banalidad y el absurdo.

Y es precisamente este filme, del húngaro de nacimiento Kadár, una de esas ocasiones, por la maestría tragicómica con la que aborda un episodio histórico tan estremecedor como la "arianización" de los comercios judíos en la Eslovaquia fascista de 1942. La película transcurre en su primera parte con un característico aire desenfadado, con abundantes toques de humor absurdo; pero tras ellos se desarrolla la tragedia, anida la barbarie y crece la sinrazón, materializada en una ridícula pirámide de exaltación fascista. Los dos protagonistas del filme, cuya perfecta concepción es clave en el éxito del mismo, son un carpintero despolitizado, que tiene por indeseable cuñado a un jefe fascista local, y una viejecita judía, viuda y sorda, propietaria de un pequeño comercio. Cuando el primero sea "encargado" de gestionar el negocio de la segunda, surgirá entre ambos una relación de complicidad, y es natural que ello sea así, pues ninguno de los dos acierta a explicarse qué es lo que ocurre a su alrededor, qué sentido tiene la locura desatada.

Rodada con verdadero talento, con una utilización elegante y efectiva del travelling, así como con una magnífica puesta en escena, la película rebosa autenticidad, desde la prodigiosa interpretación de la pareja protagonista hasta la más que correcta y creíble labor de secundarios y extras (muchos de estos no profesionales). El guión, adaptado por el autor de la novela original, refuerza esa sensación de absurdo e impotencia que presiden todo el argumento. Son secuencias destacables los ya mencionados travellings a lo largo de la Calle Mayor, y todas las que componen el último tercio del filme, en las que la angustia de los protagonistas, encerrados en la tienda, va en constante aumento hasta el desencadenamiento de la tragedia, precedida por toda una toma de conciencia, soberbiamente resumida en la palabra "progrom".

La terrible conclusión que apunta la película es que el mal no tiene explicaciones complejas ni causas profundas; es tan absurdo, torpe y ridículo como la pirámide que erigen los fascistas en plena calle, tan vacío como las mentes y ambiciones de quienes lo desatan, y anida en el seno de cualquier ser humano.
Quatermain80
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8
10 de noviembre de 2013
28 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Nada como un buen "polar" para encontrarse en medio de tipos de tortuosa o equívoca moral, de personajes que construyen sus propias lealtades y traiciones en un mundo marcado por la mentira y por la violencia, y en el que el destino vital está siempre teñido por la tragedia.

Y es que tales rasgos, indudablemente heredados del cine negro estadounidense, son sin embargo llevados a su máxima expresión -o al menos así me lo parece- por algunos realizadores franceses, que hacen de ese poso trágico y de las lealtades entre criminales los ejes fundamentales de sus películas; ya podemos encontrar dichas características en la soberbia "La Evasión" y en la muy estimable "No toquéis la pasta", ambas del gran Becker, encontrando continuación en algunas películas de Giovanni ("Dos hombres en la ciudad", "El Gitano"), Verneuil ("El Clan de los sicilianos"), Corneau ("La decisión de las armas", "Serie Negra"), y muchos otros. No obstante, el autor de referencia del polar francés es, sin duda, Melville, no tanto por la originalidad de sus argumentos, sino por la soberbia ejecución formal de los mismos.

Aunque Melville ya había mostrado su interés por el cine negro en "Bob el jugador" y en "Dos hombres en Manhattan", es en el presente filme cuando los rasgos clásicos del polar antes mencionados se desarrollan plenamente; así, la historia que se nos cuenta es, en esencia, la de un pequeño grupo de personajes caracterizados por pertenecer a un entorno criminal en el que rige un código moral propio, y en el que todos están sujetos al dictado del destino, habitualmente trágico. Se retrata así un mundo desprovisto de certezas, en el que todos los personajes caen en la ambigüedad, de modo que el espectador no pueda encasillarlos fácilmente, y en el que son frecuentes las traiciones; de hecho, hasta casi el final de la película, la sensación que uno tiene es que sólo existe doblez y segundas intenciones en todo lo que se nos muestra, y que los personajes carecen por completo de moral, cuando en realidad lo que ocurre es que su moral es abiertamente distinta.

Pero argumentos aparte, lo que en mi opinión Melville hace mejor que nadie es filmar. Su capacidad para transmitir ambientes, acciones y sentimientos a través de simples y puras imágenes es soberbia; basten como ejemplo las secuencias iniciales de esta película, con esos travellings tan elegantes, la atención al rostro y las acciones del personaje de Reggiani en la casa de Gilbert, o el detallismo con el que plasma los preparativos de Silien en el despacho de Nuteccio. No hay alardes técnicos en ellas, sino un claridad narrativa y una atención a las pequeñas cosas que resulta excelente.

Muy bien interpretada, con un notable Belmondo a la cabeza (cuanto más contenido mejor actor parece), y un magnífico Reggiani, encarnando a Maurice Faugel, el personaje más interesante en mi opinión, la película presenta un guión que opta por esconder al espectador una serie de hechos claves para entender las situaciones, los cuales sólo se revelan casi al final del filme, decisión que no encuentro del todo acertada, pues implica cierta confusión para el espectador, si bien con ella se busca acentuar la desconfianza sobre los personajes.

Magistralmente fotografiada, con la habitual tendencia a la nocturnidad que es propia del género, merece la pena dedicarle tiempo a esta estupenda historia marcada por la tragedia, sin duda un notable preludio de esa cima del polar trágico que es "Le Samourai" ("El Silencio de un Hombre").
Quatermain80
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8
20 de febrero de 2010
28 de 28 usuarios han encontrado esta crítica útil
Excepcional película de reconstrucción histórica a cargo de Francesco Rosi gracias a la cual vería la luz una nueva corriente cinematográfica: el cine político italiano, que contaría entre sus filas autores de gran importancia, como Pontecorvo, Lizzani, Petri o Bertolucci.

Rosi elabora una profunda encuesta investigadora sobre la realidad siciliana de posguerra tomando como eje la muerte del célebre bandido Salvatore Giuliano, héroe popular, antiguo separatista y pelele de mafiosos y políticos conservadores en su lucha por desactivar al Partido Comunista en la isla. Así, un personaje como Giuliano sólo le interesa a Rosi como un medio a través del cual mostrar los conflictos de fondo que se libraban en la Sicilia de entonces, conflictos de los que Giuliano era más una consecuencia que una causa. El filme narra una historia compleja, con numerosos saltos temporales y haciendo uso ocasional de la voz en off, para situar al espectador en los acontecimientos de la época. En una primera parte se centra en mostrar el clima reinante en la isla, con la ocupación militar de por medio, para después, y al hilo de un juicio posterior a los bandidos, investigar la muerte de Giuliano y apuntar qué puede ocultarse tras la misma. Es llamativa la decisión de no mostrar nunca al supuesto protagonista con vida; tan sólo lo vemos al principio, en un hermoso picado que nos lo muestra muerto, y al cabo de la hora de metraje, cuando su madre identifica el cadáver (que es enfocado en un escorzo parecido al del "Cristo muerto" de Mantegna). El resto del tiempo Giuliano está presente en espíritu, ya que aunque nunca se hace visible, todo el mundo, espectadores incluidos, percibe su presencia.

Eficazmente rodada e interpretada, destacan secuencias como la inicial, con esa muerte tan escenográfica, de una estética muy cuidada, y que como se verá no es un capricho del director, sino una decisión consecuente. Muy notables también las secuencias de la ocupación militar de los pueblos sicilianos, que recogen fielmente la angustia de las mujeres a las que les son arrebatados sus maridos, así como la dedicada a la célebre matanza de Portella della Ginestra. A ello cabe añadir un guión de enorme solidez, tanto por lo que explícitamente cuenta como por lo que implícitamente sugiere al espectador, que terminada la película sigue cavilando posibilidades. Además, el filme gana enormemente en veracidad al haberse rodado en los lugares exactos en los que se desarrollaron los acontecimientos históricos.

Por todas estas razones, una obra imprescindible que nadie debe perderse.
Quatermain80
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La historia no contada de los Estados Unidos (Miniserie de TV)
MiniserieDocumental
Estados Unidos2012
8,0
2.333
Documental, Intervenciones de: Oliver Stone, Alan Shearman, Jim Ward, André Sogliuzzo ...
6
27 de octubre de 2013
43 de 59 usuarios han encontrado esta crítica útil
Un somero vistazo a la filmografía de Oliver Stone basta para percatarse de que a este director siempre le han interesado los temas y personajes históricos; "Platoon", "Nacido el 4 de julio", "Salvador", "JFK", "Nixon", "W", o sus más recientes documentales sobre Castro o Chávez, pueden servir de ejemplo para que el espectador avisado anticipe cuál es la visión que el director, en mayor o menor medida, ha venido sosteniendo sobre la más reciente historia estadounidense, que en esta serie de documentales aborda directamente.

De entrada, el título de la misma ya es claramente definitorio. Centrándose en la segunda mitad del siglo XX -pues aparte de dos capítulos introductorios toda la serie se ocupa de los últimos sesenta años- Stone trata de reconstruir una historia desmitificada, o si se quiere a contracorriente, tratando de apartarse de la tendencia general, más triunfalista. En puridad no se puede decir que su perspectiva sea muy novedosa para quien esté familiarizado con las propuestas por los historiadores liberales (empleo aquí liberal en el sentido político que tal término tiene en EEUU, esto es, de izquierdas) recordando poderosamente a la de una obra histórica de referencia, como es "A People's History of the United States" de Howard Zinn. Así, a lo largo de los sucesivos episodios, Stone plantea un análisis de los hechos y procesos históricos marcado por la desconfianza hacia la mayoría del establishment político, que es retratado con poquísimas excepciones (Roosevelt, Wallace, en parte JFK), como un mero brazo ejecutor de los intereses de las grandes compañías norteamericanas.

La postura de Stone siempre queda clara, en tanto en cuanto él es quien selecciona los hechos y procesos a resaltar y también quien ejerce la narración en off, rasgos de subjetividad que no deben criticarse demasiado, toda vez que el director no los enmascara, como sí hacen muchas obras presuntamente objetivas o neutrales. Es particularmente interesante -y en mi opinión bastante atinado- todo lo que se comenta acerca de los comienzos de la Guerra Fría, mostrándose eficazmente cómo se fraguó la desconfianza entre EEUU y la URSS, desconfianza convenientemente alimentada desde algunos sectores políticos y económicos, y que Stone contrasta con la postura de Henry Wallace, una de las escasas figuras históricas que merecen su aprecio. También muy destacables son los capítulos dedicados al Vietnam, tema que desde siempre ha apasionado a Stone, como lo demuestran las películas que ha dedicado al conflicto y al trauma que generó en la sociedad estadounidense.

Se ha criticado que Stone presenta al bloque comunista con excesiva complacencia o tibieza, y que evita resaltar los abusos o atrocidades del mismo; a este respecto, creo que lo que el director intenta es comprender o contextualizar la política y las decisiones del bloque del este bajo una perspectiva más desapasionada. Evidentemente Stalin fue un asesino de masas y un dictador terrible, pero su maldad no basta para explicar la política soviética de posguerra, más aún si contraponemos esa maldad con una supuesta bondad por parte del bloque occidental, que no dudó en pervertir sus principios democráticos en Grecia, o más adelante en múltiples países latinoamericanos. En conjunto, la postura de Stone viene a ser la de un antiimperialista desde dentro del imperio.

Lo que yo si encuentro criticable de la serie es su carácter parcial, pues en realidad nos propone una historia de la política exterior estadounidense, desdeñándose en exceso los cambios internos de la sociedad, que aunque menos atractivos de contar, son los que mayor peso tienen en la evolución de las civilizaciones. Asimismo, los últimos capítulos, dada su actualidad, tienen más de resumen periodístico-político que de análisis histórico, para el que siempre resulta aconsejable cierta distancia.

Formalmente se trata de una obra eficaz y coherente que persigue la fluidez, evitando con tal fin recurrir a entrevistas, los siempre tan temidos "bustos parlantes" (aunque a veces sean recomendables). La recopilación de imágenes de archivo, verdaderamente notable, mezcla a la perfección con una hábil selección de planos y secuencias cinematográficos, que tienen la virtud de subrayar los acontecimientos descritos, al tiempo que suponen una reivindicación del cine como medio para el conocimiento histórico, circunstancia esta que ya por si sola justifica el visionado de la serie.
Quatermain80
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