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España España · Barcelona
Críticas de did79
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Críticas 148
Críticas ordenadas por utilidad
8
5 de junio de 2019
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Sentenciar que toda obra palmariana es un homenaje/copia/reinterpretación del cine de su admirado Hitchcock es caer en un error que impide apreciar su contenido, que muchas veces, va mucho más allá de lo que en un principio promete. También es verdad que en sus películas aprovecha la mínima ocasión para rendir pleitesía a su querido maestro, llegando incluso a transformar sus ideas primigenias en todo un ejercicio de estilo, con juego de cámara y pirotecnia visual incluida, que otorgan al conjunto un indiscutible sello de identidad.

De Palma, gran admirador de "Vértigo" (film denostado en su momento pero que, con el tiempo se erige como una de las mejores obras del maestro inglés), construye su propia visión del film del 1958. Pero lejos de actualizar su contenido a través de los cánones contemporáneos, el director opta por alejarse de todo ese entramado psicosexual que presentaba el film con James Stewart, para adentrarse en los terrenos de la obsesión culpable y abriendo un debate, interesante donde los haya, sobre las segundas oportunidades.

No es de extrañar que el protagonista del film, personaje interpretado por Cliff Robertson, esté sometido bajo los preceptos de la culpabilidad a lo largo de todo el film, atribuyéndose el fracaso del rescate de su familia de manos de un grupo de secuestradores, cuya última decisión destruye los pilares que antes el director nos ha mostrado de forma rotunda, incluso pomposa, sobre la felicidad que vive el matrimonio y su primogenita. Sirviéndose de la excesiva música de Bernad Herrmann (no por casualidad habitual colaborador de Hitchcock) y de una fotografía filtrada, De Palma narra los momentos previos a la tragedia como si de un placentero sueño se tratara.

Contrariamente a lo que podía esperarse, el realizador mantiene ese aire de ensoñación, que acompañaba el prólogo, a lo largo de todo el metraje, confiriéndole al conjunto un tono alucinado que concuerda con el estado anímico del protagonista, incapaz de soportar ese sentimiento de culpabilidad que lo mortifica. Estamos ante una película sensitiva y física, en el sentido en que el director se sirve de su cámara para reflejar los estados de los personajes (como la desconcertante visión de la realidad (uno no sabe si está visionando un sueño), o la fascinación que se muestra ante lo que parece la reencarnación de uno de los personajes, o ese desmedido traveling circular en el desenlace).

Al igual que el film protagonizado por Kim Novak, éste destila un halo mortuorio que produce en el espectador una sensación de eterna melancolía, que se agrava una vez el complejo entramado queda al descubierto. El director se muestra mucho más valiente en la resolución de su película, con ese agridulce final que presenta un terrible dilema moral ante los acontecimientos.

Lo mejor; El film ofrece lo mejor del cine De Palma.

Lo peor; Esa reincidencia en el desenlace del film (por si acaso a alguien no le había quedado claro)
did79
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8
18 de febrero de 2019
4 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Si algo tiene el cine de Gaspar Noé es que pocas veces deja indiferente. O se le ama, aceptando sus excesos, o se le odia, rehusándolos. La polémica lo ha perseguido ya desde aquel lejano 2002, cuando sorprendió a propios y extraños con aquel plano secuencia donde Mónica Belucci era violada, en una escena de casi10 minutos de duración, ante los ojos atónitos del espectador. Y ese juego, parece que le gustó sobremanera.

Si definiéramos la filmografía del director, ésta presenta un cine de forma, no de contenido. Es decir, las tísicas excusas argumentales le permiten explorar todos los mecanismos del séptimo arte para ofrecer una visión muy propia, crítica con un sistema del que parece huir, y retorciendo parámetros establecidos, como hacían los directores de la Nouvelle Vague o los adscritos al movimiento dogma.

Por si nos cabía alguna duda sobre las influencias de las que bebe su nueva obra, el mismo director nos las dicta en el prólogo, donde montañas de cintas VHS y libros circunscriben una pantalla por donde desfilan los futuros actores. Referencias a "Suspiria" de Argento (la gama de colores usada en la estupenda fotografía), "Saló y las 120 jornadas en Sodoma" de Pasolini (el encierro al que son sometidos los bailarines) o la más representativa, "La Posesión" de Andrzej Zulawski (donde Sofia Boutella recrea la dolorosa posesión de Isabelle Adjani en los pasillos del metro).

Todas estos resortes no son más que puros pretextos para retratar, mediante carambolas imposibles, el infierno que se desata una vez que todo aquello que estaba reprimido se libera, mediante la colaboración inestimada de los estupefacientes. Un infierno en los que los bailarines se ven atrapados, vertiendo las peores versiones de ellos mismos para regocijo del director. Gaspar Noé se siente cómodo y liberado explorando con su cámara los recovecos más oscuros de la psique humana, cebándose con sus pobres personajes, quedando a merced de una pirotecnia visual, a veces excesiva, que los maltrata, hasta llegar a un clímax que muestra las consecuencias de esa liberación del yo interior.

Justa ganadora del último festival de Sitges, el realizador nos brinda toda una pesadilla psicodélica, llevando mucho más allá los logros de su "Enter de Void". Todo un desmesurado espectáculo bizarro a ritmo del primer house de los 90. Si existe el infierno, no debe equidistar mucho de lo mostrado en pantalla.

Lo mejor; Las carambolas visuales del director, desde planos secuencias, inversiones de planos y magníficas coreografías aéreas. (Antológica resulta la primera escena a ritmo de "Supernatural" de Cerrone)

Lo peor; Ese exceso puede verse algo forzado si uno escapa de las redes formales.
did79
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7
24 de septiembre de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Dentro de la filmografía de Romero existen pequeñas joyas a reivindicar alejadas de todo su universo plagado de antropófagos resucitados. Después de "The Crazies", "Martin" o el film de culto "Creepshow", uno de los films que merecen una nueva revisión es sin lugar a dudas "Atracción diabólica", film basado en la novela homónima escrita por Michael Stewart.

El director construye todo un ejercicio de suspense en el que, contra todo pronostico en este tipo de producciones, su mejor baza es esa construcción de personajes que permite el relato y que Romero aprovecha de manera impecable. La historia de chico que queda tetrapléjico después de un accidente y debe acostumbrase a su nueva condición, esta retratada con total veracidad, apoyado por un correcto casting, permitiendo explayarse en ese largo recorrido emocional al que debe enfrentarse.

Por otro lado, el animal sirve como revulsivo de las emociones más profundas que sufre el protagonista, esa mona capuchina de laboratorio con la que entablará una tóxica y humana relación que acabará teniendo terribles consecuencias para todos aquellos que le rodean.

Aunque roza los peligrosos aires del telefilm, Romero demuestra una dirección solvente y un control absoluto de los personajes durante ese retrato cotidiano de la difícil situación a la que deben enfrentarse los personajes, dilapidando toda esa historia en su parte final, donde el cine de terror entra por la puerta y por donde el director se mueve a sus anchas (memorable resulta la escena del baño).

Lo mejor; El control absoluto del que hace gala Romero, tanto en su primera parte, más cercana al drama, como en la última, puro suspense.

Lo peor; Cierto aire de cine de sobremesa en alguno de sus pasajes.
did79
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8
4 de julio de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Los conflictos de la homosexualidad no aceptada, o su tardío descubrimiento, suele ser un tema recurrente dentro del cine de temática denominada gay. Uno de los personajes es expuesto a unas circunstancias que le son adversas e incluso desconocidas para el interesado, que poco a poco irá descubriendo algo que se encontraba encerrado en su interior.

Precisamente este es el tema de la película dirigida por Stephan Lacant, donde dos compañeros de la Academia de policía entablan una relación sentimental, que no tendría mucho más misterio si uno de ellos no fuera heterosexual (o eso aparenta) y estuviera esperando un hijo. El encontrarse en un mundo también hostil, como es el entorno policial, y el tener que enfrentarse a su incipiente condición sexual, lleva al protagonista a un conflicto personal que acabará salpicando a todos aquellos que forman parte de su entorno.

Como vemos, nada nuevo bajo el sol, historia mil y una veces contada, pero que, gracias a ciertos elementos, consigue una entidad propia, que hace que este modesto film tenga una fiel legión de fans (entre los que me incluyo). Buena dirección, excelente fotografía, unos magníficos actores por un lado, manidos clichés y excesiva frialdad mostrada en la interacción entre ambos por otro, son los factores que caracterizan el film y le otorgan ese halo de pequeña producción estupendamente realizada.

Sin embargo, lo más destacable de la cinta, y lo que conlleva que gran parte del público conecte con ella, es el proceso psicológico por el que deambula el sufrido protagonista, pasando desde la extrañeza de sentimientos que experimenta sin saber aún porqué (reflejado en esas pequeñas miradas furtivas) hasta esa dolorosa culpabilidad que refleja hacia su mujer (mostrada a través de esos vaivenes de la relación, en la que el protagonista cae cada vez que es incapaz de asumir sus emociones) o el miedo a aceptarse a uno mismo. Gracias al trío principal de actores, este drama de proporciones épicas sensible evita caer en histrionismos, mantiene una contención sorprendente a la par que emotiva. Todo un acierto por haber apostado por este camino más discreto.

Por último, el film reserva una última idea romántica sobre el amor, en la cual se refleja que el amor no entiende de géneros, sino de personas (de ahí que fracase en segundas intentonas). Desde estas páginas pedimos una segunda parte que siga indagando en esta peculiar historia de amor y que nos brinden la tan rumoreada continuación.

Lo mejor; Max Riemelt (irresistible) y Hanno Koffler (sufrido)desprenden la química suficiente como para hacer verídicos sus personajes.

Lo peor; A pesar de ser emotiva y del buen trabajo psicológico que se hace de los personajes, quizás un poco más de intimidad no hubiera estado de más.
did79
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8
19 de abril de 2019
3 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
El cine francés sigue dándonos alegrías a los aficionados al cine de terror casi 10 años después de de aquella breve, pero contundente, ola del nuevo "cine de la crueldad", como la llamaban los expertos. Ya forman parte del Olimpo del horror directores como Alexandre Aja, Julien Maury y Alexandre Bustillo o Pascal Laugier, que sorprendieron con sus directas obras, sacudiendo la moral, y el estómago, de más de uno.

Después de un largo parón en el que el cine galo parecía perderse por comedias de campiña y sociales, nos llegó hace unos años el film "Crudo" de Julia Ducornau, toda una oda al despertar sexual en clave caníbal que arrasó por todo festival por el que se asomó, abriendo nuevamente un esperanzador horizonte en la producción franca.

Y así, un año más tarde nos llega "Revenge", film debut de Coralie Fargeat, volviendo hacer hincapié en aquello que parece dársele bien a todo director francés de género, la crudeza. La realizadora pone su mirada en aquel subgénero que levantó tantas ampollas feministas en los finales de los 70, como es el "rape & revenge", (cuyas películas más representativas son "I spit on Your Grave" de Meir Zarchi o "La última casa a la izquierda" de Wes Craven), llegando incluso a tomar prestado parte del propio título. La directora ofrece todo un recital de buen cine de acción en el que poco importa la lógica aplastante de la realidad y se sumerge en los terrenos del más violento survival.

La insistente sexualización, sobretodo en la primera mitad del film, del personaje interpretado por la italiana Matilda Lutz, corrobora todo todo aquel mensaje que sus predecesoras intentaron trasmitir de la forma más tosca y desacertada. Lleva a su personaje al paradigma del objeto sexual, despertando pasiones oscuras en todos aquellos que la rodean (e incluso en el espectador, que repite para sus adentros aquella típica frase "ella se lo ha buscado"), para después erigirse como todo un canto al poder femenino que se esconde detrás de cualquier frágil apariencia. Quizás no sea el camino más acertado para ello, pero uno no puede sino aplaudir la valentía de unos entregados interpretes y una elaborada dirección.

Por ello, hay que seguir muy de cerca la evolución de una directora que muestra tal garra en una producción que poco puede aportar al tan manido universo de la venganza pero que, apoyada por una estupenda fotografía (inconmensurable el plano que abre el film en el helicóptero), una cuidad producción (esos colores fluors que destacan sobre el terroso desierto mexicano) y escenas dignas de recuerdo (como la salvaje secuencia final en la casa, con uno de los personajes completamente desnudo), hacen que este título se eleve por encima de la media y, con el tiempo, devenga un pequeño film de culto.

Lo mejor; La fotografía, impresionante, y la dirección de Fargeat, contundente.

Lo peor; Ciertos clichés en los que cae y el dejarse condicionar por la lógica, impidiendo así disfrutar del espectáculo que se nos propone.
did79
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