Se ve que el gusto mayoritario no va por lo bueno y sencillo. Si así lo fuera, esta película habría tenido mucho más eco.
Es una historia sencilla, el amor entre dos adolescentes, pero contada tan bien, con tanta atención a los detalles, que resulta una delicia verla.
Todo se potencia con una gran interpretación: la de ella, una espléndida Madeline Carroll; también la de él, Callan McAuliffe, menos intensa, pero de una ingenuidad que atrae.
Por no hablar de los adultos: las madres, Rebecca de Mornay y Penelope Ann Miller; los padres, Anthony Edwards y Aidan Quinn; y el abuelo, el veterano y siempre eficaz John Mahoney.
Nada empalagosa, nada sentimental, pero llena de buenos sentimientos, como la dedicación del padre de Bryce a su hermano discapacitado.
Nadie mata a nadie, nadie tortura a nadie, nadie roba. No hay escenas de sexo. Todo esto también existe.

Animo a ver esta película, con una trama coherente y bien llevada, eso sí, con una serenidad que a algunas personas parecerá lentitud.
Grandes interpretaciones de las tres mujeres, porque es una película en la que los hombres están en un segundo plano.
Lena Khoudri está completamente inmersa en el personaje de una chica de la calle que ve una oportunidad para ascender en la vida.
Buena producción, sin grandes alardes, acompañada de una exquisit banda sonora.
Basada en una novela de Wilkie Collins, aunque ambientada en otra época, la Primera Guerra Mundial.

Esta es un de esas películas que te hacen amar el cine, a pesar de la cantidad de basura que se produce en su nombre.
Parte de un buen libro, con una calidad poética sencilla y sublime a la vez.
Solo tres personajes principales: el teniente alemán, el viejo y su sobrina. Estos dos últimos no dicen ni una sola palabra. El silencio del mar.
Solo habla el alemán, que no es un nazi, no se unió al partido, perdiendo así posibilidades de ascenso; es un soldado.
Un alemán culto, sensible, que ama Francia y la cultura francesa y se entera de los crímenes que se estaban cometiendo en los campos de exterminio.
Una maravilla de principio a fin. Una historia de amor con una sola palabra: Adiós.
Hay que reivindicar a Melville, el gran olvidado.

Anonadado por la tercera crítica que aquí aparece, me atrevo a escribir pocas líneas, que más valen quintaesencias que fárragos.
Única película de Armando Moreno, y es una pena, porque si hubiera hecho más como esta, el cine español de la época sería mejor.
Casi todo es bueno, pero hay cosas excelentes, Nuria Espert y la fotografía de Paniagua, con esos contrastes del blanco y negro, que es hermoso ver, sea cual sea la trama. Trama que está bien urdida, con un interés creciente.
También Rabal está de lujo, como todos, y ese veterano de Antonio Vico.
Me gustan esas películas rodadas en pueblos con personalidad y en interiores rurales.No hacen falta decorados, todo es directo.
No me ha gustado la música, que acompaña mal.

Si hiciera falta una película para considerar a Nieves Conde uno de los mejores directores de cine español (mejor que casi todos los que han venido después), es esta.
Para apreciarla hay que partir de los presupuestos que la misma película transmite. Hugo es un escritor, dotado de una gran imaginación, pero sus novelas no son aceptadas porque la moda entonces era el realismo social. Él dice
que la fantasía, si es buena, engendra la propia verosimilitud. Teoría del arte justísima.
Y la película es como una novela de ese escritor. No revelo nada de la trama, porque es esencial en este film desde el primer momento hasta el último. Todos los detalles encajan a la perfección
Por cierto, la película empieza con una noche de tormenta y de olas gigantes en Gijón y acaba igual (no creo que esto sea spoiler).
Destacar las actuaciones, principalmente de Emma Penella. y e l ambiente del barrio de Embajadores, con el mítico Teatro Pavón que hoy, más o menos modificado, sigue en pie.
Muy divertidas las actuaciones de revista, con esa fila 0 en la que los tíos iban a ver piernas, el equivale al strip-tease de después.
Los diálogos son precisos, sin retórica, bien recitados como sabían hacerlo los actores y actrices de entonces.
Es sabido que muchos españoles (y españolas) tienen una cierta alergia al cine español. Se les curaría viendo películas antiguas como estas y no viendo algunas de las últimas de Almodóvar.