Estoy de acuerdo con Carlos Boyero en que Pedro Almodóvar está sobrevalorado y muy pagado de sí mismo. Pero eso no quita que desde sus primeras (e infumables) películas haya tenido una espectacular evolución como director, llegando a tener un enorme talento. Desgraciadamente como guionista no le ha ocurrido lo mismo y sus guiones me parecen bastante mediocres salvo excepciones como la divertidísima Mujeres al borde de un ataque de nervios y la magnífica Volver, que creo que no exagero si digo que es una de las mejores películas de la historia del cine español (¡le gustó hasta a Boyero!).
Dolor y gloria es una de esas excepciones, con un guión tan bueno como el de Volver y en el que al igual que en el de dicha película Almodóvar se psicoanaliza y ajusta cuentas con su pasado, sin escatimar momentos duros y dolorosos pero afortunadamente sin buscar la lágrima fácil ni ser condescendiente consigo mismo, lo que es de agradecer. Además aquí se arriesga al jugar con los flashbacks, la metaficción y la realidad (es inevitable preguntarse qué cosas son reales y cuáles no), con resultados excelentes.
Y si en el guión pone toda la carne en el asador, también lo hace en la dirección, desplegando todo su talento y regalando planos y secuencias realmente brillantes como la primera de la piscina o la final. Y vuelve a demostrar lo bien que se la da la dirección de actores consiguiendo magníficas interpretaciones de intérpretes talentosos como Asier Etxeandía, de otros más mediocres como Antonio Banderas (en la que es sin duda la mejor de su carrera) e incluso de noveles como el niño Asier Flores. Además introduce una genial secuencia de animación realizada por el artista argentino Juan Gatti.
Sólo le puedo poner dos únicas (y pequeñas) pegas:
La frialdad con la que Almodóvar trata a su alter ego adulto, que supongo que lo hace para no regodearse en su sufrimiento, hace que me distancie del personaje excepto en los momentos con su madre (inmensa Julieta Serrano)
Y me parece que Penélope Cruz, aunque actúa tan bien como siempre, se limita a repetir su Raimunda de Volver.

Alex de la Iglesia es uno de mis directores españoles preferidos y ha demostrado con creces su gran talento pero desde hace casi dos décadas su cine ha ido empeorando y en los últimos años parecía haber perdido totalmente el rumbo. Siempre ha sido mejor director que guionista, ha pecado de una irrefrenable tendencia al exceso y ha tenido serios problemas para terminar sus historias, fallos que se han acentuado y mucho en sus últimas películas, incluyendo las que ha escrito con su colaborador habitual Jorge Guerricaechevarría. Pero además cuando ha intentado cambiar su estilo, como con Los crímenes de Oxford y La chispa de la vida, los resultados han sido incluso peores.
Por todo esto no tenía muchas esperanzas en El bar pero me he llevado una sorpresa muy agradable, que me ha hecho recuperar la fe en él. La historia es muy poco original, la típica de personajes "normales" puestos en una situación límite que hemos visto mil veces; y como siempre hay momentos en los que se deja llevar por el exceso hasta límites inverosímiles. Pero por fin consigue cerrar una historia de manera satisfactoria, sobre todo si comparamos el final con el de películas anteriores.
Y por supuesto está muy bien dirigida y realizada técnicamente, además de ser muy entretenida, tener momentos de tensión e incluso algunos de terror muy bien conseguidos, tener otros de humor francamente divertidos y estar estupendamente interpretada, tanto por los intérpretes con más talento como Carmen Machi como por los más mediocres como un Mario Casas al que está claro que de la Iglesia sabe sacar lo mejor de sí y que convence con un papel de diferentes registros. En este aspecto me ha sorprendido un tremendo Jaime Ordóñez, que ya fue de lo poco que se salvaba de Mi gran noche y que aquí es de lo mejor de la película, pasando de ser muy divertido a realmente terrorífico siendo siempre totalmente creíble.
Y como también es habitual en el cine de su director aprovecha la trama para criticar ferozmente a la sociedad y al sistema y dejar clara su visión negativa de la mayoría de los seres humanos.

Antes de nada hay que aclarar que El vicio del poder no es una comedia porque aunque tiene algunos momentos humorísticos (o más bien satíricos) muy divertidos es principalmente un drama. Y también es un instrumento hecho para concienciar al público de los terribles peligros que supone dejar que los políticos hagan lo que les de la gana y votar a gentuza como Cheney (o Trump), completos psicópatas a los que no les importa nada ni nadie y capaces de cualquier cosa con tal de saciar su adicción al poder. Además de para indignar al espectador, lo que consigue con creces.
McKay hace esto demostrando una gran imaginación como guionista, contando la historia de una forma tan peculiar como efectiva. Y también usando un enorme talento como director, con la inestimable ayuda de un montaje y una fotografía soberbias y un reparto que está estupendo, especialmente Amy Adams y como es habitual un espectacular Christian Bale que más que interpretar a Cheney se transforma en él. La verdad es que tanto desde el punto de vista artístico como técnico la película es irreprochable.
El problema es que su director, seguramente para conseguir que su mensaje llegue al mayor número de gente posible, prescinde de cualquier sutileza y va a degüelllo, manipulando sin tapujos al espectador, por lo que la película es algo así como la versión ficcionada de los documentales de Michael Moore, pero al contrario que en el cine de éste , McKay lo hace tan bien que mientras estás viendo la película no se nota.

Cold War (guerra fría) es una historia de amor de esas que a los franceses les gustan tanto y llaman "amour fou" (amor loco): un amor tan apasionado como destructivo entre dos personas que no puden estar separadas pero tampoco juntas. Una historia que nos han contado mil veces en distintos formatos y con distintas ambientaciones temporales y físicas.
Lo que hace que esta película sea diferente y merezca muchísimo la pena no es la historia, que por otra parte es bastante buena a pesar de estar ya muy vista, sino la forma de contarla: para empezar es original ya que está contada a base de saltos en el tiempo mediante un estupendo montaje y también a base de canciones aprovechando que los protagonistas son un músico y una cantante, aunque no llega a ser un musical al uso. Además está rodada en un blanco y negro muy potente gracias a una magnífica fotografía y dirigida de forma excelente por un Pawlikowski al que no conocía (no he visto su anterior éxito Ida) y que demuestra un enorme dominio del lenguaje cinematográfico. Y al contrario que muchos directores actuales sabe que si una historia se puede contar en menos de hora y media no hace falta alargarla porque existe un recurso llamado elipsis que maneja estupendamente.
Pero lo mejor de Cold War no es ninguno de estos aspectos sino una actriz para mí completamente desconocida y que ha sido todo un descubrimiento: Joanna Kulig, que además de realizar una interpretación impresionante de un personaje nada amable llena la pantalla cada vez que sale porque no puedes apartar la mirada de ella, algo quie el director usa a la perfección.
Para terminar hay que advertir que tiene un ritmo muy lento, lo que unido a su peculiar forma de contar la historia la aleja mucho del cine comercial, algo que en mi opinión no es malo en absoluto. Y que tiene un final muy duro pero a la vez muy bonito y coherente.

Si alguien va a ver una película sobre el superhéroe místico por excelencia de Marvel y tiene aunque sea una ligera idea del tipo de película que es (algo muy recomendable siempre que se va al cine) esperará lo siguiente: acción, aventura, fantasía desatada, un protagonista con mucho carisma y efectos especiales espectaculares. Y precisamente todo eso y en grandes cantidades es lo que proporciona, por lo que resulta muy recomendable si te gusta este estilo de cine (si no te gusta no pierdas tu tiempo y tu dinero).
Aunque está al nivel de las mejores películas de Marvel ciertamente no es una obra maestra ni pasará a la historia del cine sobre todo por dos razones: Scott Derrickson es un director que no pasa de correcto (especialmente si lo comparamos con el Sam Raimii de los dos primeros Spidermans o el Josh Whedon de Los Vengadores) y el guión es mejorable, resultando irregular con momentos que están muy bien pero también otros bastante flojos,
Destacan las escenas de acción en las que los hechiceros alteran la realidad, que demuestran las maravillas que pueden hacerse con la tecnología actual y las interpretaciones del reparto, sobre todo de un espléndido Cumberbatch que hasta se parece físicamente al personaje.
En cuanto a la adaptación es bastante buena y respeta al personaje a pesar de que hay algunos cambios que no tienen mucho sentido como que el Anciano sea una mujer o que Mordo sea negro (odio esa manía que tienen en Marvel de cubrir cuotas de género o de raza). En este aspecto lo peor es la cantidad de chistes que han introducido que, aunque la mayoría son graciosos, no pegan nada con un personaje que es muy serio en los cómics, que siempre han tenido un tono más adulto de lo habitual en Marvel (una de las razones por las que es de mis favoritos). Eso sí, tengo que reconocer que hay un cambio que me ha gustado mucho: el Dormammu de la película mola mucho más.