Irregular y aburrida por momentos (sobre todo en las partes del hospital), cómica de a ratos, tierna, pero sobre todo... fastidiosamente ingenua. La visión de esa Bagdad ¿asolada? por una guerra... no se la cree nadie. Parece un decorado de la guerra en plan comic, con unos soldados en plan comic, y unos irakíes en plan comic. Los gags de Benigni son graciosos, pero se sobreactúa en algunas partes, y su hiperactividad, más que conmover, llega a aburrir.
Lo que sí, es que de algún modo nos pone a reflexionar: ¿qué hay de ese loco montado en una moto en medio de un desierto, queriendo salvar el mundo?¿será que está loco o sólo tiene fe? Quijotesco Beningni. Eso sí que vale la pena.

Es un buen documental. Si Oliver Stone hubiera hecho algo así con "The Doors", todavía nos estaríamos acordando de aquello. Bravo por Scorsese, que ha sabido rescatar con inteligencia y sobriedad los momentos más interesantes de Dylan. El documento de las estrevistas que le hacían es fenomenal. Consigue que el público corriente se ponga en el lugar de una figura como Dylan, y pueda entenderse por qué todas las estrellas de rock se quejan de la estupidez que les rodea. Basta, inclusive, con escuchar algunos de los trestimonios de americanos supuestamente influyentes para llegar a esa conclusión: "el genio" de Dylan, "la genialidad", "el chamán"... me parece todo un poco exagerado. Pero, bueno... Dylan es Dylan, y no creo que aquí se nos muestre como un genio, sino más bien como un chico excepcionalmente tímido que supo crear su propio lenguaje con honestidad y grandeza, y devolvérselo al público de la única manera que sabía hacerlo: siendo él mismo. Cuando Dylan canta contra el mic con un fondo negro y sólo se ve su cabecita de angelote y sus ojos de niño bueno, se capta su magia. Las imágenes son excelentes, y la selección de momentos intimistas me ha encantado. Buen trabajo.

Si escribo esta crítica es porque me ha impresionado Sandra Oh. Estupenda en su papel de poeta, sin ápice de talento para venderse de otra manera que no sea a través de su cuerpo, siendo ella una escritora de admirable hondura. Daryl Hanna y la Tilly están estupendas también.
Una película que se salva gracias a la maravillosa, delicada, sensual y valiente actuación de sus protagonistas. Merece un bravo sólo por esto.

Por fin una película donde tanto los personajes como el argumento en el que se sustentan, no huelen a tópico. Lo más destacable es, a mi entender, que aquí no hay ni buenos ni malos, sino sólo seres corrientes luchando por lo que creen que les pertenece, que es también lo que la hace tan cercana, tan conmovedora y, sobre todo, tan creíble. Impresionante la actuación de Kingsley; dulcísima y humanísima Shohreh Aghdashloo; y la Connelly, como siempre, además de bella se lo borda de miedo. Excelente película, muy recomendable para especuladores de viviendas.

Es de suponer que para los estetas de turno esta película podrá ser una obra maestra. Para mí no es más que una historia occidental rodada por un oriental que quiere ser occidental, y que en todo caso, en mi opinión, no consigue más que una película de estética ecléctica, hortera y deprimente, en tributo a ciertos clásicos holliwoodenses, esta vez de ojos rasgados. No hay nada que me moleste más que un oriental pretendiendo ser de Occidente, y no porque sea racista, sino porque creo que ellos poseen una cultura riquísima y quizá podría ser mejor que nos hablasen de lo que conocen. Es una pena que para ciertos cineastas orientales, Occidente se haya convertido en un vehículo de contaminación que alcanza, desde luego, a la cultura, y cuyo resultado se ve en esta película.
No creo que esté bien narrada, es demasiado larga, demasiado aburrida, demasiado posmo, y su pretensión de narrar sentimientos humanos universales se detiene, como es su intención, en Occidente. Paso.