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España España · C/ Mía, nº 3, 1º A
Críticas de Dromedario
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Críticas 67
Críticas ordenadas por utilidad
3
5 de septiembre de 2010
13 de 13 usuarios han encontrado esta crítica útil
No me gustan las películas cutre-cómicas que buscan la complicidad del público simplemente por esta apariencia, sus gracias se apoyan demasiado en ella, prestan la atención suficiente para dejar de lado el sentido de la broma. Prefiero infinitamente aquellas cuyo humor involuntario sale a relucir sin su consentimiento, con su espíritu ingenuo rellenando la escena, resultan más entrañables. Por eso simpatizo en ocasiones con Ed Wood, pero nunca lo haría con Pedro Temboury, por ejemplo.

En esta versión de andar por casa (hacer algún comentario sobre aspectos técnicos estaría de más) se presentan este tipo de acciones inconscientes: los aspavientos de las señoras en el manicomio, la crema de pepinos y limones para pieles grasas, la papilla de frutas para recién poseídas o los gestos faciales de la madre. Estos últimos me recordaron la cara de pánico y el inolvidable grito ahogado de una vecina yogui cuando, al salir del ascensor, se me quedó enganchada la bragueta al mango del carrito de su bebé. ¡Pero vale ya de tonterías y vamos a hablar de cine! Creo que mañana cenaré en algún restaurante turco, adoro la paella de marisco.
Dromedario
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4
26 de julio de 2009
14 de 16 usuarios han encontrado esta crítica útil
La explicitud para contar relaciones sexuales tan tormentosas quizá pueda ser una forma más que adecuada, pero hay que saber manejarla, si no se puede correr la misma suerte que “Mentiras” y quedar en anécdota. Además, la mayoría de directores no disponen del tacto suficiente para no traspasar la delgada línea entre la tosquedad y la delicadeza. Jang Sun Woo no iba a ser menos.
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***Definiciones de cinéfilos***

• Zoofilia
Máximo grado de amistad entre un hombre y un animal - John Waters

• Felación
¿Eso es un ticket de descuento en perfumerías? - José Luis Garci

• Cunnilingus
Dícese del acto de coleccionar vello púbico con la lengua para luego hacer abrigos de pieles - Bigas Luna

• Pezón
Punto imperceptible de una hermosa, apetecible y gigantesca teta de goma - Russ Meyer

• Huevo duro
Vibrador femenino, la mujer alcanza el nirvana cuando la yema cocida se rompe - Nagisa Oshima

• Culo
Uhm, culo… culitos argh, culofffs juju, pamí juju… culooooooooorghs - Vicente Aranda

• Raqueta de tenis
Instrumento anal, si se utiliza el cordaje correctamente durante el acto sexual se puede morir de placer - Jang Sun Woo

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Cierta vez escuché una reflexión acerca de este tipo de imágenes tan directas. Se hablaba en concreto de películas que no las necesitan y que, lamentablemente, se recordaban por ese detalle. De acuerdo: quitan protagonismo al resto de la obra y se alzan ellas solas en busca de la luz.
Dromedario
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8
6 de septiembre de 2008
24 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Ah! ¿No es cierto, ángel de amor,
que en esta apartada playa
vos quedose embarazada
y ese padre soy yo?
Esta idea que vaga en mí
llegome por una carta
sin firmar y sin postdata
el día en que la descubrí;
ese niño que no vi
que buscó en cierta ocasión
un padre y su comprensión
que aún espera con alegría,
¿no es cierto, paloma mía,
que no me puse condón?
Esa noticia que el viento
almacena entre sus brazos
de un pasado con retrasos,
que es forastera a mi tiento;
ese enigma en movimiento
metido en persecución
sin pausa y con discreción,
averiguando noche y día,
¿no es verdad, gacela mía,
que no me puse condón?
Y esas preguntas que están
flotando autónomamente
sin trayecto, ya pendiente
de los labios de don Juan,
y cuyas sospechas van
selladas en dirección
a tu perdido corazón
sin saber dónde vivías,
¿no es verdad, estrella mía,
que no me puse condón?
Y este hijo mío perdido
durante tantos abriles
de las manos ya seniles
de un padre desconocido,
extraño, desatendido,
de su tarea y obligación;
y ese crío qué edad cumplió
cerca de los veinte estaría,
¿no es verdad, hermosa mía,
que no me puse condón?
¡Oh! Bellísima Nosé,
madre de mi adolescente;
escucharme complaciente,
como lo haces, un sí es:
dile al muchachote, pues,
aquí su progenitor
con planes apareció
que Bill Murray aquí hallado,
para el encuentro esperado,
por no ponerse condón.


======


Jarmusch no evita las palabras, simplemente no son necesarias, es preferible esa mueca disgustada a cualquier discurso sin apetito; a mí por lo menos me dice más.

Viaje sin rumbo definido orientado simplemente por un retrovisor, comedia de lirios y hombre florero, de mordaz humor jardinero.


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Don Johnston recoge una margarita y se dispone a quitar los pétalos:
-Sherry, Laura, Dora, Carmen, Penny, Sherry, Laura,... -105 minutos después se sabrá.
Dromedario
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Coraline y la puerta secreta
Estados Unidos2009
7,1
52.001
Animación, Voz: Dakota Fanning
7
9 de junio de 2009
23 de 36 usuarios han encontrado esta crítica útil
• En el cine:

Los niños disfrutaban… al principio. Se tapaban ojos y oídos al acabar. Otros, al revés.

Conversación madre-hijo_quiero_irme_del_cine_que_me_da_miedo:
-¿Te ha gustado la peli, tesoro?
-Sí, muy bonita, pero sólo al final.
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• La película:

1) Estricto análisis cinematográfico:

Increíble factura técnica… ehm… esto… qué bien cosidos están los muñecos… uhm... los kebabs del local de enfente estaban sabrosísimos... ehm... ¿ya?


2) Estricto análisis dromedarial:

Cuando los chicos se acurrucaban en las butacas decidí cruzar el túnel mágico, abrir la puerta y mirar. El mundo real quedaba tras la lona del circo, afortunadamente. Bajo ella el taquillero, Henry Selick, comprobaba si eran válidas las entradas para asistir a la función; mi otro yo, el que no quiso coserse los botones, se acomodaba a mi lado; las ratas se disfrazaban de ratones y los gatos no comían Whiskas.

Tras el notable espectáculo circense salí empujado por mi otro yo, el sin botones, el verdadero, el de la única joroba. Gritaba. “Mira lo que has conseguido, estarás contento, me he clavado una aguja en los párpados.”

La mayoría de las telarañas eran mágicas. De vuelta.
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• La infancia:

Hay una escena, no revelo nada importante, cuando se ven por primera vez Coraline y el señor Bobbinsky que me recordó una anécdota que siempre se cuenta en casa, de los tiempos donde mandaban las tortugas ninjas y reinaban las cintas de vídeo de dibujos animados. En ella, el hombre, en vez de bajar por las escaleras, salta al césped desde una barandilla esquivando a la protagonista en el último momento, quedando Caroline entre sus dos piernas y genitales, ella con unas tijeras de podar a punto de hacer un estropicio. Lo de mi hermano pequeño, en cambio, fue voluntario, se colocó, con dos años, justo debajo de un fontanero inmenso con un destornillador que le había quitado momentos antes y, apuntándolo a sus partes sensibles, soltó: “A que te pincho los huevos”. No le hizo ninguna gracia y su mueca asustadiza ya es mítica en la cocina de mi casa. Sospecho que esta película tampoco le agradaría.
Dromedario
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7
5 de noviembre de 2009
14 de 18 usuarios han encontrado esta crítica útil
¡Cleese o no Cleese; he aquí el problema! ¿Qué es más levantado para el espíritu: aguantar las carcajadas y sonrisas de un agudo diálogo o representar los andares acrobáticos y, sin perder el equilibrio, convertirse en el mejor Ministro de los Andares Tontos? Montypythonear, reverenciar, ¡no más! Y pensar que con Flying Circus damos fin a la cima de la perspicacia y a los mil sketchs que conforman la herencia del humor! ¡He aquí un cómico acojonantemente insólito! Montypythonear, reverenciar ¡Reverenciar! ¡Tal vez venerar! Sí, ahí está a los setenta. Porque es dichoso que nos detenga el cavilar qué caballero de la mesa cuadrada pueda escudarnos de la muerte, cuando nos hayamos librado del sentido de la vida. ¡He aquí la reflexión que da majestad a tan larga trayectoria! Porque ¿quién no conservaría a Lanzarote y al Caballero Negro, al centurión, al vendedor de albatros, a Basil, al experto en discusiones, al líder del Frente Popular de Judea y al comprador del loro muerto que el paciente mérito recibe del hombre lúcido, cuando uno mismo podría contemplar su ocurrencia con un simple dvd? ¿Quién querría llevar tan pesada cruz, transportar y sufrir bajo la angustia de una lenta crucifixión, si no fuera por ‘Always look on the bright side of Cleese’ después de ‘Fawlty Towers’, ese ignorado alojamiento cuyo suelo no vuelve a pisar turista alguno, temor que no confunde al presente y obliga a mirar un capítulo más antes que localizar a series chistosas coetáneas? Así la brillantez hace de todos los queseros unos bienaventurados; y así las irresolubles situaciones de la comunidad trascienden entre las atronadas paredes del hotel, y los talentos de mayores logros e ingenio, por esa consideración, comparten su obra y dejan de tener posesión exclusiva.




Dromedariam Jorobeare, “Hamcleeset” Acto XXI Escena IV
Dromedario
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