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Críticas de Beatriz Jimenez
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Críticas 127
Críticas ordenadas por utilidad
9
3 de enero de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
El personaje interpretado por Michael Fassbender, Brandon, lo tiene todo para, a priori, ser feliz: es guapo, tiene un buen trabajo y un estupendo apartamento en New York. Y, sin embargo, es una persona profundamente desgraciada, un enfermo, un adicto al sexo, como también podría haberlo sido al alcohol o las drogas.

Poco a poco, asistimos a su particular bajada a los infiernos, que coincide con la visita de su autodestructiva hermana, personaje que dinamita el precario equilibrio en el que intenta sobrevivir Brandon.

Un adicto al sexo que es incapaz de mantener una relación sana con una mujer; de centrarse en su vida sin que su adicción se inmiscuya en cada momento de su existencia; que busca liberarse de sus problemas a través del sexo, mientras poco a poco los muros de su prisión se hacen más y más altos; hasta llegar a la máxima degradación de la que es posible, dejando a un lado su dignidad por satisfacer su deseo, su anhelo por el placer que borre su pasado y le haga olvidar aquello a lo que no puede enfrentarse.

Lo mejor de este filme lo encontramos en los silencios, ya que lo fundamental de la historia y del personaje principal lo descubrimos en los primeros planos de un actor sobresaliente. No existen diálogos que nos permitan conocer su historia o sus pensamientos, sólo tomas de un rostro, que expresan mejor que cientos de palabras la angustia, la ira y la desolación de este enfermo, totalmente solo y perdido en su adicción.

La película se fundamenta y se basa, en gran parte, en la fantástica interpretación de Michael Fassbender, que demuestra que es mucho más que una cara bonita y el nuevo chico de moda, y que se revela como uno de los mejores actores en activo.

Buena interpretación también la de Carey Mulligan, en el papel de la hermana del protagonista, otro personaje roto y sin esperanza, que protagoniza una escena clave, triste y esclarecedora, interpretando su particular versión del clásico tema “New York, New York”.

Por último, destacar la puesta en escena de su director, Steve McQueen, cruda, fría, incómoda a veces, con planos fijos que se centran en lo que de verdad importa: la historia y los personajes.

http://www.bollacos.com/shame-vida-de-un-adicto-2/
Beatriz Jimenez
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3
3 de enero de 2013
2 de 2 usuarios han encontrado esta crítica útil
Tengo que reconocer que había depositado muchas esperanzas en la nueva película de Rodrigo Cortés, “Luces rojas”.

Por el argumento: dos científicos se dedican a investigar supuestos sucesos paranormarles y a destapar el fraude que se esconde tras ellos.

Y por el increíble reparto: una estupenda Sigourney Weaver, el siempre inquietante Cillian Murphy y una leyenda viva del cine como Robert De Niro.

Sin embargo, todas las esperanzas se convierten en hastío tras la primera media hora de proyección.

El principal fallo del último largometraje de Cortés es que no consigue que el espectador se involucre en la historia ni con los personajes. Unos personajes de los que sólo conocemos a lo que se dedican, pero que carecen de entidad o profundidad.

El espectador no logra identificarse con estos estudiosos de lo increíble, Weaver y Murphy, ni con el misterioso psíquico que interpreta De Niro, y pierde interés en lo que Cortés trata de contarnos: una batalla, aquí más dialéctica que violenta, de la razón contra la fe.

Su aproximación casi académica a los fenómenos paranomarles podría funcionar en otro tipo de película, pero fracasa en lo que se supone que es un thriller; donde la emoción sólo se encuentra en algunas escenas deslumbrantes donde Cortés demuestra su verdadero talento.

Otro error de Cortés llega al finalizar la película, cuando siente esa necesidad, que tan de moda está últimamente en el cine, de tener que dar todo bien mascado al público y ofrecer una serie de explicaciones, en forma de flashbacks, de lo que hemos estado viendo durante las dos horas de metraje.

http://www.bollacos.com/luces-rojas-mucho-ruido-y-pocas-nueces/
Beatriz Jimenez
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3
29 de diciembre de 2016
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Digo yo, que tampoco es tan difícil escribir un guion medianamente decente. Cuidado, que no estoy insinuando que sea fácil, si no cualquiera lo haría, pero afortunadamente por ahí hay mucha gente con talento capaz de escribir incluso auténticas obras maestras.

Que solo hay que esforzarse un poquito y poner una pizca de detalle para que los diálogos sean mínimamente interesantes; que esto no es Shakespeare, que solo hay que entretener un poco al respetable y mantener su atención entre susto y susto.

Pero cuando no se respeta lo más mínimo el arte de contar historias y se confía, demasiado, en mostrar al último ser de ultratumba, el resultado es esta floja y olvidable Nunca apagues la luz. Y si además la historia es ridículamente predecible y no se deja nada a la imaginación, resulta obvio que ni siquiera se ha intentado.

Porque el director, David F. Sandberg, se olvida de esa máxima de que sugerir es más efectivo que mostrar, porque no hay nada más terrorífico que nuestra imaginación. Así, al enseñarnos tan patentemente y desde el primer momento al "monstruo", se pierde el poder que posee el insinuar, para dar paso a un demasiado evidente elemento de terror que se pasa de omnipotente.

Lamentablemente, no puedo hablaros de las interpretaciones del trío protagonista, encarnado por Teresa Palmer, Gabriel Bateman y Maria Bello, ya que tuve la suerte de poder asistir al preestreno y éste era doblado.

Lo mejor: explotar el irracional miedo a la oscuridad es siempre una buena idea.

Lo peor: descubrir que el guionista, Eric Heisserer, participa también en Arrival, la nueva producción de Denis Villeneuve, eso sí que es terrorífico y no la película.

http://www.bollacos.com/nunca-apagues-la-luz-suspenso-en-terror/
Beatriz Jimenez
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10
8 de febrero de 2016
4 de 7 usuarios han encontrado esta crítica útil
Estarás pensando: qué difícil es realizar una buena adaptación de un texto tan clásico como el salido de la pluma de Shakespeare. Pero mi respuesta es: qué complicado es atreverse a crear arte donde otros ni se arriesgarían. Y, a la vez, qué inspirado concebir una producción tan personal como impactante. Porque no, desengáñate, esta no es la típica nueva versión de una obra del bardo inglés.

Este moderno Macbeth, impresionante ejercicio visual de un director valiente y osado (grande Justin Kurzel), cuenta además con un cómplice tan inconmensurable que las palabras se quedan cortas para alabar su talento (inmenso Michael Fassbender).

Justin Kurzel, consciente de los riesgos de versionar una de las obras más conocidas (que no mejores) del dramaturgo inglés, ha dejado atrás el camino fácil, el de intentar ajustarse de manera tradicional al espíritu teatral de esta obra cargada de traición, sangre y muerte. Y ha apostado por convertir las palabras en pura poesía, en un brillante ejercicio visual con una extraordinaria fotografía basada en sobrecogedores claroscuros que crean un fabuloso escenario irreal.

Aquí, el lirismo de los versos se traduce en imágenes casi oníricas, que convergen en bellas escenas que destacan por su plasticidad e irrealidad. Y lo que consigue Kurzel es expresar algo tan complicado como son las emociones, las sensaciones o la magia.

Del resto, que no es poco, se ocupa un incomparable Michael Fassbender. Su representación va más allá de cualquier adjetivo calificativo, de cualquier cumplido, creando un personaje complejísimo, lleno de matices, en una interpretación tan sublime como contenida. Actualmente no hay ningún actor que sepa expresar tanto con tan poco. Su presencia es tan poderosa como las imágenes, llenando la pantalla en cada una de sus apariciones. Realmente, no es justo para el resto del reparto (Marion Cotillard, David Thewlis, Paddy Considine...) que, a pesar de que realiza un buen trabajo, no puede ni compararse con un Fassbender que simplemente se encuentra a años luz del resto de mortales.

Pienso que es innecesario hablar aquí de la historia más que conocida de Macbeth, pero es que además en un ejemplo tan claro de cine de autor no es primordial, ya que aquí tiene más valor cómo se cuenta que lo que se cuenta.

El Macbeth de Kurzel y Fassbender es una de las apuestas más originales y audaces del cine actual, de obligado visionado en pantalla grande para sumergirse en un casi palpable barro, sangre, ferocidad y muerte de una historia sobre la maldad, la fatalidad, la ambición y el destino.

Lo mejor: la original puesta en escena; la soberbia fotografía; la interpretación de un monstruo que se hace llamar Michael Fassbender.

Lo peor: en mi opinión, Macbeth no es de los mejores textos de Shakespeare y eso llega a lastrar, solo momentáneamente, la narración de esta poderosa producción; la Lady Macbeth de Marion Cotillard no es tan malvada y sibilina como se la recuerda.

http://www.bollacos.com/macbeth-poesia-visual/
Beatriz Jimenez
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8
8 de febrero de 2020
3 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Esta preciosa historia nos muestra lo que significa ser mujer, especialmente en un entorno tan complicado como el de finales del S XVIII. Una de las cosas que más me han gustado de esta recomendable producción es cómo nos enseña la solidaridad entre personas que eran claramente tratadas como inferiores al otro sexo, que se veían expuestas al escarnio y desprecio de la sociedad ante todo aquello que no estaba bien visto.

Si la condición de mujer no fuera suficiente para discriminar a las dos protagonistas, ambas descubrirán además que comparten unos sentimientos más que prohibidos en aquella época.

Porque, en el fondo, en Retrato de una mujer en llamas, la realizadora Céline Sciamma nos narra una bella historia de amor. Una atracción que surgirá entre una mujer atrapada, que se ve forzada a someterse a un destino impuesto, hacia el que intenta resistirse, pero al que se verá sin duda abocada. Y otra, una artista que llega a su casa para pintar a escondidas su retrato, una pintora a la que siempre se le va a negar el reconocimiento por el mero hecho de pertenecer al sexo femenino.

Así, esta Retrato de una mujer en llamas (qué título más fantástico) se convierte en una verdadera película romántica, la que sigue el verdadero significado que se le dio al término, y que no era otro que narrar una relación amorosa imposible ante los impedimentos que encontraba a su alrededor, especialmente de la sociedad.

Las protagonistas (Noémie Merlant y Adèle Haenel) están espléndidas y realizan unas interpretaciones contenidas, con una naturalidad que aporta veracidad a sus personajes.

Curioso también el tratamiento del tema de la idealización de la persona amada, que aquí se traduce en lienzos que no conseguirán la semblanza perfecta de su modelo hasta que realmente se conoce su esencia.

La inclusión del proceso artístico de la creación de un lienzo, más esos paisajes agrestes (incluso la playa parece siempre amenazar a estas mujeres) son el envoltorio perfecto para esta gran oda a la feminidad y la libertad.

Lo mejor: todo lo que critica, es fundamental la crítica social en el séptimo arte, que además puede hacerse contando una bella historia como ésta

Lo peor: al principio cuesta empatizar y meterse en la película por la frialdad de sus personajes, de las costumbres formales de la época y hasta del paisaje

https://www.bollacos.com/retrato-de-una-mujer-en-llamas-objeto-de-deseo/
Beatriz Jimenez
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