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Críticas de Jark Prongo
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Críticas 231
Críticas ordenadas por utilidad
8
21 de julio de 2016
11 de 12 usuarios han encontrado esta crítica útil
Hacer un libro de cine sin que figure Chris Marker es lo mismito que hablar de la mediocridad sin mentar a Isabel Coixet o del nepotismo sin el valioso testimonio de la familia Trueba, todo un dislate. Este misterioso hombre estuvo más de cincuenta años haciendo lo que le dio la gana a la hora de afrontar el documental y la ficción, siendo su único límite la parquedad de medios. Porque para Marker el formato, los cánones y los códigos del género afrontado no suponían tabú o barrera infranqueable; si consideraba que el cine podía ser una fotonovela -pese a ir esto en contra de la definición de cine que se manejaba de aquellas- hacia La Jetee, si estimaba que un documental podía derivar en ensayo a través de diversas capas que iba incorporando con tino se sacaba Lettre de Sibérie, primer ejemplo claro de lo que se entiende por cine ensayo y que terminaría por perfeccionar con San Soleil; si quería redefinir el documental para cuando éste manejase cantidades de información avasalladoras se cascaba un El Fondo Del Aire Es Rojo y sentaba las bases para lo que hace el enorme Adam Curtis hoy día; si veía que igual el celuloide ya no era suficiente cogía y editaba un CD Rom, Immemory. Y así con todo, hasta el punto de llegar a circular una teoría sobre que en realidad murió en el año 2002 (en vez de en el 2012, año oficial de su óbito) y toda la obra que se le asocia posterior a dicha fecha la hacen colectivos vinculados a su persona y dirigidos por la representación que tiene en Second Life, como si hubiese trascendido lo corpóreo para llegar a lo virtual y ser Skynet.

Level Five es su obra más densa y arriesgada. Un artefacto del año noventa y siete que diluye el concepto de ficción y documental mientras se aventura a realizar teorías y predicciones sobre Internet. En el año noventa y siete, insistimos, que ni Google había entonces y aquí Marker ya maneja un subtexto sobre las paradojas de la sobreinformación de Internet avanzadísimo a todo lo posterior a su obra. Con el valor añadido de que, si hacemos caso de lo que es su biografía oficial –la cual a buen seguro a él le encantaría se pusiese en entredicho-, aquí el buen hombre tenía setenta y cinco años al realizar el film, y si raro es ver a alguien de esta edad tocando temas del palo de los videojuegos o internet sin demonizarlos desde el lugar común o lo zafio, todavía más extraño se hace que un anciano sea capaz a su edad de entender de lo que habla lanzándose a aventurar cambios de paradigma en ciertos ámbitos asociados a la irrupción de la red en nuestras vidas. Lo de la memoria lo mantiene, claro, esa lucha y perseverancia suyas por reconstruir el olvido selectivo de los vencedores para que no quede una narrativa distópica dentro de la realidad son logros tanto o más valiosos que los conseguidos con ese constante aventurarse en otros medios y tecnologías. Chris Marker lleva toda la vida especulando sobre cómo se construye la historia mientras rescata del ostracismo hechos vergonzosos de y para la humanidad, y esa valentía es su mayor legado. Junto con anticipar la fascinación por los gatos que tiene Internet.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jark Prongo
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1
27 de noviembre de 2012
23 de 37 usuarios han encontrado esta crítica útil
5 minutos. Es lo que tardo en echar un cigarro dándole la enésima -y última- oportunidad a una serie de ¿humor? española. Lo justo para verificar que se siguen visitando los mismos lugares comunes e idénticas situaciones a las ya architransitadas; la misma dejadez de cara a elaborar algo mínimamente digno e interesante; los mismos nombre de siempre saturando la ficción televisiva, monopolizando la asunción de riesgos u otro tipo de humor; y, como no, la misma sensación de que los cerebros tras toda esta mierda son los mismos que tienen el intelecto en modo ahorro energético, para evitar un ictus en caso de arriesgar, innovar o, simplemente, hacer un correcto producto que sea competente en lo técnico y no le lleve a uno a apagar la tele.

Y la tele se apaga antes que el cigarro siquiera, solo que no sin antes recorrer todos los estados que en toda persona de bien produce la Ficción Nacional: ira, sangrado de córneas, pitar de oídos y, finalmente, prometer en alto el firme deseo de hacerse apátrida para no tener nada que ver con guionistas, productores y actores, las mismas caras y nombres de siempre. A cagar se marchen ya, hombre.

Aprendan -ya que son muy amigos de plagiar cosas tarde y mal, un clásico por estos lares- de las ficciones británicas. No suponen un desembolso mucho mayor, de verdad, solo precisan de implementar nuevas ideas y mecanismos humorísticos con cierta habilidad y desenfado. Algo que, por desgracia, jamás veremos en España.
Jark Prongo
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8
28 de mayo de 2012
17 de 25 usuarios han encontrado esta crítica útil
Fata/Morgana es el largometraje que inicia la modernidad en el Cine Español, si obviamos los rarísimos cortos que José Val del Omar venía ya realizando para dejar a los espectadores de los pueblos echando espuma por la boca. En 1965 aún faltaban un par de años para que Iván Zulueta comenzara a experimentar en TVE con las influencias pop de las que se había empapado durante sus estancias fuera de España (con la inestimable ayuda de Vainica Doble y otros grupos contemporáneos), por lo que esta obra (escrita por Gonzalo Suárez y dirigida por Vicente Aranda) es casi con toda seguridad el inicio de ¨otro cine¨, amén de la primera obra relevante de la reivindicable Escuela de Barcelona, a la que se puede adscribir a fenómenos como Joaquim Jordá (Monos Como Becky, De Niños), el crítico Román Gubern o el brasas de Pere Portabella. Digamos que era un poco romper con la industria de por aquel entonces y qué clases de obras se hacían, desmarcándose de las producciones de Sáenz de Heredia, Pedro Lazaga, Rafael Gil y los momentos más bajos de Ignacio F. Iquino. De Mariano Ozores también, pese a que él intentó dar ese paso con la arriesgadísima La Hora Incógnita, condenándose de por vida a tener que facturar obras que contasen con la acogida del público.

Sirva el párrafo anterior para contextualizar un poco el valor que supuso realizar esta película en 1965. Un film que abre mostrando viñeas de cómic, que mediante intertítulos desubica al espectador diciéndole que lo que va a ver es igual que lo que sucedió en otra ficción que desconoce (pues no existe) y que pasa a concatenar escenas sin pies ni cabeza (para lo que sería una narración convencional) donde se nos habla de un crimen que aún no se ha cometido (inversión de los cánones del género negro) en interiores con decoración futurista rompe por completo con todo el parque fílmico español existente hasta el día de su estreno, con todo lo que ello supone en un país donde lo nuevo/extraño/diferente no es bien acogido porque da miedo: pones los cojones sobre la mesa jugándote la marginación vitalicia e incluso el exilio.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Jark Prongo
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Elégia (C)
CortometrajeDocumental
Hungría1965
6,8
229
Documental
9
23 de septiembre de 2012
15 de 21 usuarios han encontrado esta crítica útil
Al amparo del estudio Béla Balázs no pocos cineastas húngaros pudieron disponer de facilidades para realizar sus aproximaciones al medio audiovisual desde sus poco ortodoxas -para lo que era norma en el Cine y en las férreas doctrinas católicas- perspectivas, quedando aún inéditas gran porcentaje de estas filmaciones. Da igual. Difícilmente podrán batir la extrema belleza que supura Elegia. Belleza resultante de su atrevimiento, su montaje quirúrgico, su falta de pretensiones y lo que se desprende en todo momento de este triste a la par que hermoso doble lamento: por el destino del caballo y por quien aplica la fatalidad sobre este puro animal -el hombre-; quien antaño, no hace tanto, fuera compañero y, con la llegada de la revolución industrial y el automóvil, no dudase en ponerles fin en mataderos de forma fría y mecánica, casi como una economía de escala regentada por la muerte.

Zoltán comienza casi de forma contemplativa, mostrando el mundo equino con calma, con un montaje que permite yuxtaponer -como si de Pelechian en la mesa de edición se tratara- lo relativo a la presencia de caballos a su vínculo con la naturaleza y otras especies, sin interferir de forma perniciosa ninguno sobre el otro. Pero todo da un vuelco sobre la mitad del metraje, y se desmadra el montaje tan pronto el ser humano aparece -ya sin necesidad ni dependencia alguna del caballo- con la crueldad y soberbia que son inherentes a su naturaleza. Como si fuese filmado por un José Val Del Omar ¨on drugs¨, asistimos a un bombardeo frenético de superposiciones de imágenes que muestran el triste destino que le ha tocado vivir al caballo desde que el hombre no necesitase de ellos, sin eludir la sangre y toda la crudeza que implica esto (en este sentido recuerda a La Sangre De Las Bestias, de Georges Franju). Una concatenación de actos brutales sustentada por la partitura neurasténica de Zsolt Dur, realmente enervante pero plenamente justificada y difícilmente mejorable.

El resultado, como digo, es una obra de plena vigencia, en la que no pocos han reparado (Gaspar Noé en Carne, sin ir más lejos) a la hora de filmar las tropelías contra el mundo animal de quienes, presuntamente, somos la raza animal más digna. Y una polla.
Jark Prongo
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5
13 de septiembre de 2012
14 de 19 usuarios han encontrado esta crítica útil
A Umberto Lenzi la humanidad le debe un parque de atracciones como reconocimiento a su desfachatez a la hora de perpetrar exploitations divertidísimas durante toda su larga carrera. Un parque temático con sus zonas de giallo, poliziesco, zombies, pop cinema y hasta un pequeño ¨basado en hechos reales¨ como área de descanso. Este hombre es capaz de iniciar un rodaje a rebufo de un futuro éxito sin haberse iniciado siquiera la preproducción de este, terminando por estrenar antes su exploit que la gran producción a la que copia. ¿Cómo se consigue esto? Pues leyendo la sinopsis elemental del film a plagiar, arremangándose la camisa, palpándose la masculinidad y siguiendo una ley elemental ante cualquier duda sobre cómo afrontar la filmación de una secuencia: ¨ si no sabes qué hacer, mete una hostia, enseña una teta o suelta alguna bravata¨. Toda teoría y cánon sobre Cine a Umberto le suda bastante la polla, como si viniese de correr a mediodía bajo el sol de la Toscana.

De Nightmare Beach -una de las primeras películas de terror que recuerdo ambientada durante esos desmadres fabricamadres que son los ¨sping-breaks¨- podría liarme a decir mil insensateces, pero sería en vano. Lo que mejor habla de la propia película son las frases que alocutan sus personajes. Al poco de comenzar sus protagonistas brindan con sendos copazos en mano al grito de ¨¡por la muerte de nuestras neuronas!¨, y poco antes una señorita renegaba de la compañía de su anciana abuela porque ¨es una vieja aburrida¨. Habrá gente que vea esto como una clara incompetencia del propio Lenzi en su faceta de guionista, pero servidor, embravecido contra ese modo de pensar, prefiere considerar tamañas joyas un ejercicio metalingüístico donde los personajes, sin dejar de lado su rol y puede que de forma inconsciente, le dan al espectador las pautas a seguir para disfrutar del cine de Umberto. Churre y ausencia de senectud entre los espectadores. Hedonismo puro. Genio del Cine. Y un enorme, gigante, ¨¡QUIETO, LECHUGUINO!¨ que nos lanza Lenzi con el palillo en la boca exhortándonos a ver completas sus películas por mierders que puedan parecer a los 5 minutos de empezar.

Y una secuencia para el recuerdo, de puro atrevida que resulta su propuesta: una joven, quizá ni de 20 años siquiera, hace el clásico ¨señor, déjeme un leuro para llamar, que soy pobre¨. El viejuni en cuestión le deja el eypo a la zagala, mientas la inquiere sobre su situación, su día a día, su… vamos, la retahíla de preguntas que hacemos todos para intentar emular a Espartaco Santoni en el tálamo, las clásicas mierdas que soltamos sin importarnos la respuesta un pescao. Pues bien, deja entrever cómo pueden hacer un trato conforme el viejo la pilla de la cintura y se pone a hablar de dinero mientras la otra dice que quiere ser doctora y ambos desaparecen del plano. En el siguiente, un travelling que seguía al prota se detiene en una puerta, de la que sale el viejo pasada ya la noche mientras la chica le acompaña fuera en batín, con las tetacas al aire casi. Sonriendo. SONRIENDO MUCHO. Y el viejo se despide con un ¨me alegro que el dinero que te he dado pueda servir para que te hagas doctora y cures a los niños pobres¨. Sonriendo también. O sea, la prostitución joven-viejo como cura para los niños paupers, para los zagales da rua, para los émulos de Raúl de la Colonia Marconi. Ni Jonathan Swift, oigan.

Como consejo para una tarde regada de alcohol con vuestros amigos imaginarios os recomiendo lo que di en llamar ¨la trilogía de la felicidad¨ de Lenzi, conformada por:

-Roma A Mano Armada (insuperable de puro misógina)

-La Invasión De Los Zombies Atómicos (zombies en la Estación de Chamartín y en la carretera de Colmenar, no os digo más)

-¡Comidos Vivos! (para fans de David Koresh, Steve Jobs, Escrivá de Balaguer, etc etc)
Jark Prongo
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