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Críticas de Augusto Faroni
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Críticas 28
Críticas ordenadas por fecha (desc.)
8
17 de mayo de 2024
2 de 3 usuarios han encontrado esta crítica útil
Ya no recuerdo cómo conocí a estos dos tipos tan peculiares. A estos dos merluzos que parecen sacados de un cómic de Bruguera. Porque Paco Fox y Ángel Codón, cuando se ponen en plan caricatura para reírse de las beatas y de los idiotas, parecen salidos de la pluma de Ibáñez y podrían ser dos vecinos cinéfilos en el número 13 de la Rúe del Percebe.

Llevo cuatro años escuchándoles en sus podcasts del underground -"Tiempo de Culto" y "Foxverso"- y me parto el culo de la risa. Y aprendo cosas de cinéfilo ramplón. Y rescato, gracias a ellos, películas olvidadas o que en su día desdeñé. No siempre estoy de acuerdo con sus opiniones pero eso le añade más salsa a la relación. Ellos, y sus adláteres del micrófono, que también son unos frikis del copón, me hacen compañía cuando paseo por el monte o me acerco a la Gran Ciudad a cumplir con las burocracias. Fox y Codón son además unos rojos de campeonato, y se ciscan en la corrección política, y si tienen que cagarse en alguien muy importante pues se bajan los calzoncillos y se defecan. Fortuna y gloria, que dijo el doctor Jones.

Pero no recuerdo, ya digo, como di con ellos en la selva de los podcasts. Los podcasts tejen una red de interconexiones que hace imposible recordar quién los mencionó por primera vez, quién me los recomendó justo ahora que Pumares ya andaba moribundo –y de hecho se nos murió, el pobre- y que el otro Carlos, el Boyero, amenaza cualquier día con desaparecer. Justo cuando me iba a quedar huérfano de críticos cáusticos y sinvergonzones aparecieron Hernández y Fernández y me adoptaron.

(“Codón es un máquina” es una broma, una boutade, una gansada. Fox y Codón son como Jesús Puente y Adolfo Marsillach en “Sesión continua”: dos entusiastas del cine que hablan todo el rato de cómo hacer una película, de cómo venderla, de cómo disfrutar con otras películas... Es pasión por el cine pero en plan cutre, gilipollesco adrede, haciendo guiños a la audiencia que los sigue. Codón y Fox se ríen de sí mismos y de paso nos reímos los demás. Es imposible recomendársela a los gentiles. No iba a entender nada. Es un pequeño mundo de referencias. Misterios para iniciados).

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Augusto Faroni
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7
1 de marzo de 2024
4 de 6 usuarios han encontrado esta crítica útil
La verdad es que mediado el segundo episodio pensé en dimitir. Todo era muy raro. Pero raro de cojones, no raro de normal, de andar por casa. Yo me preguntaba: ¿es una parodia, un drama, una jodienda? ¿Ha nacido un nuevo género? ¿Es Supermán? Ni puta idea. Todo era muy raro, ya digo, inquietante pero indescifrable. ¿Una tomadura de pelo?: pues quizá. ¿Una obra maestra?: pues puede que también. A saber. Me acordé de aquella escena de “Fargo” -la película original- cuando la policía interrogaba a dos chicas por el aspecto de los asesinos y sólo acertaban a responder: “No sé... raros”.

Pero me quedé a esperar acontecimientos porque Emma Stone salía en mucho en las escenas y eso siempre es bueno para el espíritu. Da igual que no te enteres de nada o que lo malinterpretes, si ella comparece ante la cámara. Emma Stone es una espectáculo en sí misma. Un diamante en el charco. Un solete en la oscuridad. Para mí, como actriz, es un diez porque no hay un once. Tiene esa cara vamos a llamar... versátil, muy rara también, que le permite una plasticidad única de los sentimientos. Lo mismo te mira y te provoca una erección que te atraviesa con la mirada y te hiela la sangre en la punta de. Ella es capaz de alterarte el metabolismo con un golpe de ceja o con una sonrisa de sus labiazos. Lo mismo te hace de monja que de puta oficial del reino. Emma es un prodigio del arte y de la carne. Puede que no sea muy guapa -o no al menos una guapa canónica- pero es pelirroja y menudina, y Max, mi antropoide interior, bebe los vientos por ese tipo de mujeres. Unas pecas sobre la piel blanca lo dejan knockout como un hostiazo del Topuria.

Gracias a Emma Stone perseveré, aguanté la lluvia de episodios, y al final tengo que decir que mereció la pena el ejercicio. “The Curse” te crea una especie de adicción malsana. Flipas con su extraña droga de diseño. Quisieras irte pero no puedes. Te vence la curiosidad.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Augusto Faroni
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Un día en Nueva York con Woody Allen
MediometrajeDocumental
España2024
6,2
420
Documental, Intervenciones de: Woody Allen, David Trueba
7
28 de febrero de 2024
5 de 9 usuarios han encontrado esta crítica útil
“Rebajas de enero” –aquella canción de Joaquín Sabina que hablaba de los amores resignados-, terminaba con estos versos: “Emociones fuertes / buscadlas en otra canción”. Y así termina también, un poco, esta entrevista de David Trueba a Woody Allen. Al final de los títulos de crédito, justo después de declarar que ningún animal fue lastimado durante la grabación, pone que si queréis morbo leeros la autobiografía de Allen que publicó Alianza. Y si queréis morbo duro, sexo hardcore, pasaros por los foros de las podemitas cuando hablan del señor Konigsberg. Lo de Jesucristo en la cruz les parece poco castigo para él.

David Trueba ha venido a Manhattan a hablar de cine y nada más. Y de cine en plan directores de cine, nada de preguntas de aficionado. Germanía de rodajes: cómo escribes los guiones, cómo te llevas con el montador, qué consejos recibes del director de fotografía... ¿Algún actor te ha tocado mucho los cojones? Cosas así. Son cuestiones interesantes, pero no es quizá lo que esperábamos los abonados. Y que conste que yo no venía por el morbo -porque tengo bastante claro el “asuntillo” - pero sí para escuchar algún chiste coñón o alguna perla de sabiduría. Y la verdad es que, por ahí, poca cosecha.

Sólo cuando David y Woody rememoran las viejas películas y sale a la palestra el nombre de Mia Farrow uno se tensa un poco en el sofá. Pero nada: Allen la menciona como quien recuerda a la vecina del quinto. Una gran actriz y tal... Su autodominio es absoluto. Su pasotismo también. Yo echaría espumarajos por la boca.

Me pregunto, al final de la entrevista, si Woody Allen sabe que quien le está entrevistando es un director de prestigio en España y no cualquier interviewer de una revista especializada. El papel de Trueba es de absoluta subordinación... Su aspecto físico también es curioso. Al principio, ya que estamos en Nueva York, dirías que se da un aire a Andy Warhol, con esas gafas y ese pelazo canoso, pero luego, a medida que avanza la entrevista, puede observarse que David Trueba, de tanto admirar el cine de Woody Allen, está sufriendo una metamorfosis al más puro estilo de Leonard Zelig.

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Augusto Faroni
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7
14 de noviembre de 2023
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Ni el valle es verde ni el cabello de Maureen O´Hara es pelirrojo. ¿Una estafa? Pues no: sucede que la película está rodada en blanco y negro y que los colores los tenemos que imaginar. Todos menos el gris de los cielos, y el negro del carbón, que serían los mismos en colorines. ¿Sería correcto colorear la película como proponía el archimalvado de Ted Turner? Mira...: al próximo que vuelva a insinuarlo lo metemos en el ascensor de la mina y lo dejamos a mil metros de profundidad hasta que rectifique su taradez.

Lo de que el valle no sea verde lo puedo perdonar; lo del cabello ceniciento de Maureen O’Hara ya no tanto. Yo también estoy enamorado de Angharad -no te jode- y no me gusta verla con el cabello apagado mientras ese pastor protestante la disfruta en Technicolor. Para él la explosión de la naturaleza y para mí la sombra en la caverna de Platón. No lo veo justo.

Por lo demás, “¡Qué verde era mi valle!” es una película estimable, cojonuda, aunque no tanto como aseguran los johnfordianos. Hay cosas que conmueven y otras que ya producen un poco de rubor. Pero va, venga, peccata minuta.. Lo más fascinante -aparte de la belleza de Maureen O`Hara, a la que hoy no dudo en proclamar la mujer de mi vida- es esa manera de narrar que tenía John Ford. ¡Es la economía, estúpido!: contar cosas muy complejas en apenas tres planos encadenados, sin necesidad de rodar cosas dislocadas ni de acuchillarlas luego en el montaje.

La sangre de los mineros es roja como la bandera de la revolución, y aunque en la película parezca tinta de calamar, nos indigna del mismo modo al derramarse. El patriarca de los Morgan clama indignado: “¡Socialismo!”, cuando sus hijos le explican que van a montar un sindicato para protestar por el sueldo de mierda y por las condiciones indignas de seguridad. Pero el patriarca de los Morgan es un tipo muy simple que identifica el color rojo con el diablo. El tonto útil de los curas... Te pasas toda la película deseándole lo peor, aunque John Ford trate de vendernos su bonhomía.
SPOILER: El resto de la crítica puede desvelar partes de la trama. Ver todo
Augusto Faroni
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8
14 de noviembre de 2023
5 de 5 usuarios han encontrado esta crítica útil
Mayra: Por veinticinco pesetas, díganme títulos de películas de David Fincher que sean obras maestras. Según la opinión de Augusto Faroni, claro, que es quien nos imagina en su tontuna. Por ejemplo: “El club de la lucha”. Un, dos, tres, responda otra vez...

Maromo: El club de la lucha.

Maroma: Zodiac.

Maromo: La red social.

Maroma: Seven.

Maromo (ya tirando de memoria): El curioso caso de Benjamin Button.

Maroma (dudando): ¿El asesino...?

¡Diling-diloong-moc-moc! (variopinto ruido de cencerros)

Una de las Tacañonas (la más tonta de las hermanas Hurtado, por ejemplo): Es muy buena, “El asesino”. ¿Pero obra maestra?: ¡Un desatino!

(Carcajadas forzadas en el público)

Mayra (fingiendo desconsuelo): En efecto, “El asesino” es cojonuda, pero según este cinéfilo que nos imagina, la peli no llega a tanto. Él opina que parece más bien un documental que una película. El National Geographic de cómo un asesino profesional -experto en lo suyo, pero también falible, como todo ser humano- ejecuta una venganza sangrienta no por dinero, ni por amor, sino para que le dejen en paz en su casoplón. Un sobresaliente en lo técnico, pero quizá solo un notable en lo empático. En fin, una pena, porque ibais embalados... Jennifer, ¿balance de respuestas?

Jennifer (azafata buenorra con gafas de intelectual sin cristales, piernas cruzadas, sonrisa inmaculada): Pues han sido 5 respuestas, a 25 pesetas cada una... (pequeña pausa para el cálculo) ¡125 pesetas!. Lo que al cambio vienen a ser 75 céntimos de euro, que no da ni para el azucarillo del café.

Público asistente (en lamento sugerido por el regidor): Oooohhh...


https://www.cinepasaje.es/
Augusto Faroni
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